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    Inspiración y reflexión

    Perspectivas

    El culto durante y después de la pandemia

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    Secretario General

    De la Redacción

    “Cuando la música se desvanece, todo desaparece…” Esas palabras iniciales de “The Heart of Worship”, un popular canto de adoración de 1997 escrito por Matt Redman del Reino Unido, resuenan con las experiencias de la pandemia. Experimentamos el despojo de los rituales, espacios y/o de personas que parecían claves para el culto. Debido a las restricciones, a la prudencia o incapacidad, todos hemos tenido que analizar cuál es la esencia de nuestra adoración. ¿Qué forma parte integral de nuestro encuentro con Dios como comunidad?

    Fue una especie de momento kairos: una interrupción no planificada e imprevista; una oportunidad para hacer nuevas preguntas y descubrir respuestas inesperadas; un tiempo para analizar y cambiar o reafirmar nuestros valores; un momento para dotarnos de nuevas perspectivas, nuevas
    modalidades para nuevos días.

    A pesar de los desafíos, como menonitas anabautistas de todo el mundo, no dejamos de adorar. “La fuerza de nuestras relaciones no se encuentra en la secuencia de los cultos, ni en el tiempo que se invierte. La fuerza que sostiene la vida de una iglesia y su relación proviene de la bendita presencia del Espíritu Santo, el cual ha sido derramado en nuestros corazones”, escribe José Rafael Escobar Rosal.

    Encontramos maneras de reunirnos como una comunidad que adora, incluso sin estarpresentes físicamente . Afirmamos la naturaleza profética de la adoración, poniendo de manifiesto nuestra época y recordándonos nuestra solidaridad mutua. “La fuerza que le da vida y profundidad a las relaciones es sin más la gracia y el amor del Espíritu Santo de Dios, el cual se hace presente por la sinergia que produce la conjunción de nuestra esperanza, fe y presencia haciendo viva la comunión que trasciende el tiempo, la distancia y el lugar”, señala Escobar.

    En este número de Correo, además de la enseñanza sobre la naturaleza de la adoración del “hermano Rafita” (véase páginas 3-5), conocemos historias de Guatemala, Canadá, Francia, Rep. Democrática del Congo y Corea del Sur. A pesar de los desafíos de la pandemia, y/o debido a ellos, nuestras iglesias nos cuentan cómo sus comunidades innovaron maneras de reunirse unas con otras y de encontrarse con Dios.

    Con la crisis de la pandemia mayormente superada, nuestros ritmos de trabajo y de reunión se restablecieron. Sin embargo, descubrimos que no somos los mismos que éramos antes. Nuestra adoración ha cambiado y continúa cambiando junto con un mundo que cambia rápidamente, incluso mientras continuamos siguiendo a nuestro eterno Señor Jesús.

    Este número marca también un cambio en el cronograma de Correo. Fiel al espíritu caracterizado por nuevas modalidades para nuevos días, este año publicaremos cuatro números de Correo: se enviarán dos por correo postal de manera habitual, y dos solo por correo electrónico, aprovechando nuestra nueva comodidad respecto a los espacios virtuales, a fin de reunirnos por medio del texto, superando las barreras de tiempo y geografía. Favor de reenviar el presente número a los miembros de su iglesia que aún no se hayan suscripto a la edición electrónica.

    Karla Braun, redactora jefa de Correo y escritora para el Congreso Mundial Menonita. Reside en Winnipeg, Canadá.

    CCC 38.1 EN
  • Ecuador

    Actualmente, hay tres iglesias menonitas nacionales en Ecuador, de las cuales una es miembro del Congreso Mundial Menonita. Conforman un grupo pequeño de iglesias interrelacionadas que encarnan la fe anabautista en un país mayoritariamente católico.

    Pasión por compartir las buenas nuevas 

    En la década de 1980, CMC (conocida también como Rosedale y que en ese entonces se llamaba Iglesia Menonita Conservadora), envió a obreros para compartir el evangelio en Ecuador.

    Todo comenzó en Guayaquil, la segunda ciudad más grande de Ecuador. En tanto Elam y Doris Stauffer invitaban a los vecinos a su casa, se fueron estableciendo relaciones y así comenzó un culto dominical. La primera congregación de la Iglesia Evangélica Menonita Ecuatoriana (IEME) se estableció alrededor de 1983, en Guayaquil. Esta congregación llamada Jesús, el Buen Pastor, constituye una presencia evangélica importante en el país.

    Por la misma época, un deslizamiento de tierra que arrasó con varias comunidades cerca de la ciudad costera de Manta, llevó a que menonitas canadienses y estadounidenses brindaran asistencia humanitaria. Robert y Mirella Miller supervisaron la reconstrucción de unas 150 a 200 viviendas para familias que fueron reubicadas. Este ejemplo de “buenos anabautistas ayudando al prójimo”, causó una impresión positiva en la población local. Nuevas iglesias se fundaron en Manta, Guayaquil y Portoviejo.

    Fruto de un evangelista

    “Nuestra iglesia es fruto de Henry Klassen”, afirma Manuel Aguagallo de la Iglesia Cristiana Menonita de Ecuador (ICME). Henry Klassen, de Gospel Missionary Union (actualmente llamada Avant), ministró entre los pueblos indígenas quechua en la década de 1990, en Riobamba y Guayaquil. Ya sea a pie, en auto o incluso a caballo, iba de comunidad en comunidad predicando y brindando consejo. Era conocido por transportar un proyector para mostrar películas evangelistas.

    Hoy día, Monte Horeb y El Pilar de la Verdad en Riobamba, Estrella del Sol en Guayaquil y Camino de Salvación en Quito, conforman una pequeña asociación. De 2010 a 2017 fue un período de consolidación, continuando la relación con los colaboradores menonitas. En 2017, adoptaron una confesión de fe menonita, seguido por un período de crecimiento.

    La iglesia como refugio

    En la década de 1980, la Federación de Iglesias Evangélicas Indígenas del EcuadorFEINE, procuró la formación teológica de sus pastores. Como resultado, la ahora llamada Red Menonita de Misión envió obreros para establecer relaciones y apoyar la capacitación teológica. Primero, Mauricio y Sara Chenlo, argentinos capacitados en el Seminario Bíblico Anabautista Menonita, y luego los menonitas colombianos César Moya y Patricia Ureña, fomentaron la enseñanza anabautista. Lo que actualmente es la Iglesia Cristiana Anabautista Menonita de Ecuador (ICAME), comenzó con estudios bíblicos en las casas, en Quito, capital de Ecuador.

    Con los ojos y el corazón abiertos a su vecindario, los miembros de la iglesia ayudan a las personas que buscan refugio tras haber emigrado de otros países. El ministerio infantil es una gran parte de la labor de la iglesia, la cual tiene un estilo de liderazgo radical con un equipo pastoral integrado por cuatro mujeres.

    El vínculo con otros organismos anabautistas

    El Proyecto de Pueblos Refugiados y Migrantes de ICAME de la Iglesia Menonita de Quito, apoya a personas desplazadas. Foto cortesía de Iglesia Menonita de Quito

    Los vínculos con la familia anabautista más amplia son concretos a través de la ayuda material del Comité Central Menonita (MCC, por sus siglas en inglés), la ayuda financiera y los obreros misioneros de la Red Menonita de Misión y la Conferencia Menonita de Central Plains, así como el acompañamiento de la IMCOL de Colombia.

    Durante la pandemia, Doris Espinoza (ICAME) cuenta que, “pudimos compartir lo que recibimos del MCC (pavo enlatado, edredones, kits escolares)”.

    Los líderes de ICAME se acercaron para preguntarles a otras iglesias sobre sus necesidades y dieron generosamente de la ayuda que habían recibido. “Fue una manera de unirnos para compartir y ser una comunidad como ejemplo del reino de Dios en la tierra”, expresa Doris.

    ICAME preparó pequeños kits para compartir con personas que ha pasado por momentos difíciles. La iglesia distribuyó setecientos kits para personas que no tenían ni un kilo de arroz o papas.

    En mayo de 2022, los tres grupos de la iglesia anabautista realizaron un retiro.

    “Fue una oportunidad de conocer que había muchos más menonitas en nuestro país”, comenta Fabián Buenaventura (IEME).

    “Sabemos que existen diferencias”, señala Doris, pero centrarse en lo que tienen en común permite que las tres iglesias aprendan unas de otras. Al hacerlo, estamos en mejores condiciones de llevar el mensaje del reino de Dios a los demás.

    Esperan oportunidades futuras para construir lazos entre hermanos y hermanas anabautista-menonitas.

    “Todo ello ha sido una gran bendición”, afirma Fabián.

    Vivir plenamente la identidad anabautista

    En un país católico, los menonitas son diferentes porque el bautismo viene después de la declaración de fe en Jesús.

    Como seguidores de Jesús, los menonitas “no vamos simplemente a la iglesia a adorar. Somos obedientes a la Palabra del Señor”, explica Vilma Cuji (ICME).

    “Seguimos a Jesús en nuestra práctica, no como una declaración escrita sino como una forma de vida”, afirma Fabián. “Esto nos identifica en nuestras comunidades. Es necesario encarnar la misión. Si no la vivimos plenamente, somos solo una denominación más.”

    “Somos constructores de paz”, dice Vilma. “Creemos que es mejor resolver los problemas. Creer en Jesús tiene prioridad sobre nuestras identidades externas.”

    Las iglesias menonitas se han esforzado por dar una respuesta holística. No solo con las palabras del evangelio, sino también a través de comedores y guarderías, escuelas y una fundación para niñas que se criaron en la calle. “Reflejamos a Jesús en nuestra vida, en nuestras acciones. Somos las manos y los pies de Jesús para un mundo que necesita con urgencia escuchar un mensaje de esperanza”, declara Ángel Castro León (IEME).

    Una manera en la que ICME vivió plenamente las convicciones de paz fue durante un paro nacional, brindando refrigerios y compartiendo alimentos a quienes llegaban a Quito desde las provincias.

    El anabautismo afecta las estructuras y ayuda a transformar la sociedad para que sea más empática, menos desigual.

    “Somos una iglesia de paz pero es imposible hablar de paz cuando no hay justicia, cuando hay violencia, pobreza, desigualdad. Jesús enseñó acerca de un reino donde todos los seres humanos pudieran tener una vida más plena”, afirma Alexandra Meneses Andrade (ICAME).

    “Nos enfocamos en estar en la comunidad, no en ser una iglesia cerrada”, dice Doris.

    Las iglesias viven plenamente el evangelio como un mensaje holístico: no solo se trata de salvar el alma sino el bienestar de la persona en su totalidad.

    “No se puede hablar de seguir a Jesús si estamos en las nubes, si no estamos inmersos en la realidad de la sociedad”, explica Doris.

    Desafío y oportunidades

    Los líderes de la iglesia lamentan que la sociedad ecuatoriana se haya vuelto violenta y corrupta. Muchas personas se sienten desesperanzadas.

    Tener una identidad de paz puede llevar a la iglesia a callar, a ocuparse de sus propios espacios. No obstante, el desafío de la iglesia es estar presente en la sociedad, hablar de la violencia con un mensaje de reconciliación y unidad entre las iglesias, dice Alexandra.

    “Pongamos todo lo que hemos aprendido al servicio de la sociedad para que podamos hacer un aporte a la paz integral en Ecuador”, propone Alexandra.

    “Dondequiera que haya una iglesia, podemos anunciar que Jesucristo es el Señor, no como una religión, sino como un Dios de esperanza, un Dios que transforma vidas, un Dios que da nuevas oportunidades, un Dios que nos dice que nada es imposible para Dios”, expresa Fabián.

    Iglesia Evangélica Menonita La Paz, Manta, Ecuador. Foto: Henk Stenvers

     

    Iglesia Evangelical Menonita Jesús el Buen Pastor, Guayaquil, Ecuador. Foto: Henk Stenvers

    Colaboradores de este artículo: Ángel Castro León, pastor de la Iglesia Dios Viviente de Guayaquil; Fabián Buenaventura García, presidente de la Iglesia Evangélica Menonita Ecuatoriana (IEME); Manuel Aguagallo, pastor y representante de la Iglesia Cristiana Menonita de Ecuador (ICME); Vilma Cuji, de Caminos de Salvación (ICME); Doris Espinoza, representante legal de la Iglesia Cristiana Anabautista Menonita de Ecuador (ICAME); Alexandra Meneses Andrade, secretaria general de la Iglesia Cristiana Anabautista Menonita de Ecuador (ICAME).


    Correo Febrero 2023  

  • Después de esto, miré y vi una gran multitud de todas las naciones, razas, lenguas y pueblos. Estaban en pie delante del trono y delante del Cordero, y eran tantos que nadie podía contarlos. Iban vestidos de blanco y llevaban palmas en las manos. (Apocalipsis 7,9 DHH)

    La primera vez que vi una película de terror fue una noche en una iglesia. Tenía unos ocho años cuando mi madre me llevó al estreno de una película cristiana sobre el libro de Apocalipsis. Esa noche casi no pude dormir. Soñé que Cristo había venido por su iglesia y que yo me quedaba para sufrir lo que sería la Gran Tribulación.

    Hay diferentes miradas sobre el libro de Apocalipsis. Algunas de ellas, bastante aterradoras, infunden temor a la gente. Otras, según la opinión de algunos predicadores, utilizan este libro como una bola de cristal para descubrir el futuro y explicar los acontecimientos respecto al fin de la humanidad. Innumerables películas y libros se han nutrido de dichas maneras de entender este tipo de literatura.

    Otra opción es considerar el libro de Apocalipsis como la visión de Dios para la creación. Como tal, este libro muestra la voluntad de Dios para la humanidad y nos invita a vivir nuestro presente de acuerdo con dicha voluntad. A lo largo del libro de Apocalipsis se nos pide, se nos llama a ser señales del reino de Dios aquí y ahora.

    Hablando de la visión de Dios, de la invitación de Dios, la declaración de visión del Congreso Mundial Menonita (CMM) afirma:

    El Congreso Mundial Menonita está llamado a ser una comunión (koinonía) de iglesias afines al anabautismo, vinculadas entre sí en una comunidad mundial de fe para fraternizar, adorar, servir y testificar.

    Según nuestra visión del CMM, la adoración es uno de los propósitos de ser un solo cuerpo, de disfrutar de una comunidad mundial de fe, de ser una comunión mundial. En ese sentido, coincide con el énfasis que el libro de Apocalipsis le da a la adoración en un ámbito multicultural. La frase “de todas las naciones, razas, lenguas y pueblos”, aparece varias veces en Apocalipsis en el contexto de la adoración. En el CMM, quisiéramos ser un anticipo del futuro de Dios al ser, aquí y ahora, una comunión mundial que adora a Dios en medio de la diversidad cultural y lingüística.

    El tipo de adoración ejercida en una comunidad tan diversa debe estar centrada en Jesús. Esto nos permite valorar la diversidad multicultural sin privilegiar una cultura determinada, sino otorgando el mismo valor a todas las culturas e idiomas. Dicho tipo de adoración no suprime ni ignora las diferencias. Celebra la diversidad multicultural. Esa ha sido y sigue siendo nuestra experiencia, nuestro llamado y nuestro desafío en el CMM.

    Dado que la adoración es un tema tan destacado en los círculos del CMM, este número de Correo (el primero solo en formato digital) la aborda desde diferentes perspectivas. Concretamente, se refiere a los desafíos y perspectivas de varios miembros de nuestra comunión mundial cuando el COVID-19 impulsó a sus congregaciones a volver a concebir el culto comunitario, una experiencia que también enfrentamos mundialmente debido a la imposibilidad de realizar encuentros mundiales en persona.

    ¿El culto en línea reemplaza las liturgias presenciales? Esta y otras preguntas que surgieron a raíz de la pandemia podrían ayudarnos a continuar nuestra conversación a fin de responder al llamado de Dios a adorar multiculturalmente y, al hacerlo, dar testimonio al mundo de un Dios que celebra y hace posible la diversidad cultural.

    — César García, secretario general del CMM, oriundo de Colombia, reside en Kitchener, Ontario, Canadá


    Correo Febrero 2023  

  • Nunca nos imaginamos que la llegada de la pandemia y sus secuelas afectaran tanto nuestra vida y la vida de nuestras instituciones. La iglesia no pudo abstraerse de haber vivido una realidad llena de dificultades que, a la fecha, aún marca el rumbo de la “nueva normalidad”. Como iglesia, igual que la sociedad, debimos aprender a reinterpretar nuestra realidad para comenzar a improvisar creativamente a fin de responder a las demandas de la familia, la iglesia y la sociedad. Fue un tiempo de muchísimo aprendizaje en el camino, pero también de muchas pérdidas e incertidumbre.

    La respuesta creativa frente a la pandemia

    Dejamos de reunirnos por un tiempo y nuestra comunión se fortaleció, porque de forma creativa la comunión se hizo presente.

    Ahora comenzamos a descubrir el poder de las comunicaciones virtuales, especialmente puestas en manos de personas jóvenes con criterios de fe bien formados, que nos ayudaron a plantar lo que al principio parecía imposible. Volver al culto en medio de la pandemia y desafiando los inconvenientes de tiempo, espacio, distancia y presencia nos acercaron asertivamente, recreando un culto que de otra manera hubiese sido imposible realizar.

    No todos los hogares pudieron hacerlo, pero hubo personas que se arriesgaron y visitaron personalmente, otras a través del teléfono, etc. Los pastores menonitas se aventuraban por los caminos rurales visitando a distancia a los miembros, cuidando su distancia oraban y les leían la Palabra.

    La improvisación creativa y el amor por el Señor, hicieron que muchas mentes sortearan los problemas y acercaran a las comunidades al acto de adoración al Señor. Aleluya.

    ¿Qué aspecto tiene el culto anabautista después de la pandemia?

    Creo que el ejercicio litúrgico fue lo que más se afectó, porque la mayoría de las personas percibieron el culto a través de sus pantallas y esto creó una distancia natural entre los participantes. Hoy habrá que volver a trabajar para reconectar el tema de la comunión del Espíritu, para catalizar la fuerza de nuestras relaciones. Hay que recordar que la pandemia y sus secuelas afectaron la parte presencial del culto en la iglesia. La pandemia provocó pérdidas y nos causó dolores, pero no nos derrotó. Descubrimos que la iglesia supo expresar y vivir la resiliencia como cuerpo de Cristo.

    La comunión de los santos

    Aprendimos que más allá de nuestras estructuras eclesiales, existe el cuerpo de Cristo, que es quien vive la comunión de los santos. Es cierto que la pandemia nos alejó, nuestras relaciones naturales dejaron de ser, y participar de un culto era una especie de “observar a distancia”. Las iglesias que han trabajado mucho en la importancia de vivir una experiencia comunitaria más allá de las circunstancias, tuvieron mejores elementos para mantener viva la comunión.

    El culto se sostiene y mantiene del Espíritu de Dios, el cual se hace presente por la sinergia que produce la conjunción de nuestra esperanza, fe y presencia, haciendo viva la comunión que trasciende tiempo, distancia y lugar. El culto trasciende nuestras barreras, porque no depende de nuestra fuerza, sino del poder de la gracia y amor de Dios, quien promueve la comunión de los santos, la comunidad de Espíritu.

    Aunque no podían encontrarse o verse presencialmente, siempre supieron que no estaban solos ni solas, porque las intercesiones, oraciones y rogativas estaban presentes por el amor de una comunidad guiada por el Espíritu, que le dio sentido de comunidad al culto a distancia. La importancia de la solidaridad comunitaria, la experiencia de vivir el seguimiento a Jesús en condiciones muy difíciles fue lo más aleccionador porque nos impulsó a ser más que creativos.

    Culto como expresión litúrgico-profética

    El pastor Donald Munachoonga de la Iglesia de los Hermanos en Cristo de Chilenje, Zambia, predicando. Foto: Donald Munachoonga-Chilenje BIC

    El culto anabautista siempre se identificó por ser un culto donde se encuentra la fe y la vida. Tuvieron muy claro la importancia del culto como encuentro entre el Dios de la vida y su pueblo. El culto siempre alimentó la esperanza y espiritualidad de un pueblo en sufrimiento. Es por ello, como sostiene el profesor Amós López: El culto siempre deberá ser una experiencia de adoración en Espíritu y en verdad. “La hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad…” (Juan 4,23-24).

    La adoración en espíritu y en verdad es la esencia de una espiritualidad litúrgica que sabe que es profética. Amos López sostiene que el ser humano no es una dualidad sino una unidad, “no ‘tiene’ cuerpo y espíritu, sino que ‘es’ cuerpo-espíritu y desde su totalidad se expresa y realiza, con palabras y gestos”. Por lo tanto, nuestros cultos no deben estar dirigidos al “alma” de las personas. Elaborar un culto sin que éste afirme la vida es una experiencia subjetiva que rompe con la visión profética del mismo.

    El ejemplo más claro está en el mismo Señor Jesús: la resurrección se dio en su cuerpo, pero también en su espíritu, dándole un contenido liberador que transforma la realidad por muy dura que esta sea, y señala nuevos caminos y horizontes para proyectar la vida digna y en abundancia. Es por eso que sostenemos que la fuerza de nuestras relaciones es por la operación de la comunión como ministerio del Espíritu y no por la fuerza de la costumbre.

    Ahora que estamos volviendo a lo presencial, las iglesias tenemos la gran oportunidad de reimaginar nuestro quehacer litúrgico-profético. El culto hoy necesita ser un espacio sanador, vivificador, un espacio que una, un espacio que nutra, un espacio que produzca esperanza. Por lo tanto, el culto nunca debe perder su dimensión litúrgico-profética; estos elementos en su contenido son los que le dan consistencia y sentido al culto. Es litúrgico porque el culto siempre apuntará con sus contenidos litúrgicos a que sea conocida la voluntad de Dios a través de su Palabra, el canto, etc. Y es profético porque siempre apuntará a dar a conocer el propósito de Dios en medio de las circunstancias. Véase al pueblo de Israel como paradigma de esto.

    Culto como expresión del amor comprometido y solidario

    Somos seres creados para amar, por lo que nuestras potencialidades deben encaminarse hacia la práctica del amor, de la misericordia, de la justicia. Por ello es que el profesor Jaci Maraschin entiende que el don mayor es el cuerpo propio, ya que solo a través de él podemos amar. El Apóstol Pablo, por su parte, sostiene que el mayor don al que debemos aspirar debe ser el amor, y esta afirmación se sitúa en el centro de su discurso acerca de los dones espirituales en la primera carta a la iglesia de Corinto. Aquí se presenta esa unidad indisoluble de gesto, sentido teológico y la actitud de vida que ese gesto provoca. Es decir, un culto que afirme la vida y la vida en abundancia. Si bien estuvo limitada la presencia física, el amor trasciende esa dimensión de forma creativa. Hubo muchas pérdidas, vidas, empleos, recursos, y todo esto en su conjunto afectó la vida de la comunidad. Pero, qué especial saber que en medio de la pérdida, se podía escuchar una voz, recibir un aporte, compartir una comida a distancia, como expresión de amor de Dios.

    ¿Qué queremos decir cuando decimos “culto”?

    Sabemos que existen muchas aproximaciones al tema del culto. En nuestro caso vamos tras los pasos del profesor Nelson Kirst, quien sencillamente nos dice que el culto: Es un encuentro de la comunidad de fe con el eterno Dios de la vida. Claro, encuentro que es posible no porque la comunidad lo quiera, sino porque Dios en su gracia y amor nos lo permite. Por eso no debemos percibir el culto como una rutina religiosa establecida. El culto como encuentro debe ser preparado, anhelado, deseado y disfrutado por una comunidad que sabe que se encontrará con el Dios de la vida y éste con su comunidad. Es por eso que establecemos tiempos, ritmos, espacios, para el encuentro. Además, se encuentra la comunidad con la misma comunidad.

    Encuentro que tiene lugar y sentido, no porque al abrir el templo Dios está sentado arriba esperando, sino porque cada uno de los participantes trae consigo mismo la presencia del Espíritu de Cristo, quienes al encontrarse hacen posible entonces que el Espíritu se haga presente, bendiciendo, sanando, perdonando, transformando. Es decir, el culto comienza en la casa.

    Somos responsables de la preparación del encuentro con Dios, con todo nuestro corazón, toda nuestra creatividad, toda nuestra disposición y todos los dones que nos ha dado para ponernos al servicio de los demás. El culto es de la comunidad de fe. Es por eso que vemos que este encuentro no es responsabilidad solo del pastor, o los músicos, o los encargados. Es responsabilidad de toda la comunidad de fe. El culto es parte vital de sus vidas y afectará la visión de su experiencia cotidiana.

    El carácter específico de un culto

    Bailarines litúrgicos de JKI en la Asamblea 17, en Indonesia. Foto: Tiz Brotosudarmo

    Cada culto tiene sus propias características.

    Las lecturas bíblicas propuestas para el culto son el eje que le da orientación a la forma litúrgica, porque es la palabra de Dios la que orienta los contenidos del culto.

    En los cultos de hoy, el canto y la música son un 65% del contenido del culto. Además, ya vimos que la música y el canto están al servicio de la naturaleza del culto. Por lo tanto, los miembros de los grupos musicales, directores o ministros de alabanza deben saber que el culto no les pertenece a ellos, sino a la iglesia como comunidad de fe. Y que ellos y ellas están al servicio de las necesidades reales y sentidas de la comunidad. Deben recordar que los cantos son teología hecha música y, por lo tanto, estos cantos afirman verdades y principios que sustentan la fe.

    El culto debe ser inspiración para el servicio. Por eso es importante la dedicación, terminar el culto con una nota propia como, “Sí envíame a mí”, todos y todas dispuestos a servir solidariamente a la iglesia del Señor.

    En fin, el culto nos debe perfeccionar para adquirir una forma de ser como Jesús, quien vino a servir y no a ser servido.

    Conclusión

    Lo que nos ocurrió durante la pandemia nos dejó grandes lecciones que debemos atesorar. La pandemia fue una especie de lección escatológica para una iglesia acomodada.

    Es a través de la pandemia que hemos aprendido a percibir que la iglesia debe estar atenta, alerta y dispuesta a acomodarse al signo de los tiempos; y debe romper con las zonas de confort, para poder responder a una población que estuvo sufriendo, esperando, confiando y resistiendo en el nombre de Jesús, y seguir animando la vida y la fe del pueblo.

    La iglesia aprendió que es vulnerable, y que necesitamos siempre de la gracia, amor y bendición de Dios. Que nuestras expresiones siempre deberán ser expresiones de humildad que rompan con toda la jactancia de vernos como una superpotencia. Siempre debe ser una iglesia que sabe que se sostiene en la gracia y amor de Dios.

    Aprendimos también a ser altamente creativos e improvisar cuando hubo que hacerlo. Por lo tanto, esto nos ha enseñado que los modelos fijos o rígidos en un momento dado, tienen que ceder porque las circunstancias demandan otra cosa.

    Que Dios siga orientando nuestros pasos y que su gracia y amor no nos falte nunca.

    ‚ÄîJosé Rafael Escobar Rosal

    Notas bibliográficas sobre los autores mencionados en el trabajo:

    • Amós López Rubio, Doctor en teología por el Instituto Universitario ISEDET, Buenos Aires y pastor de la Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba (FIBAC).
    • Nelson Kirst, Doctor en teología y autor del libro Culto Cristiano. Historia, teología y formas. Serie Colmenas.
    • Jaci C. Maracshin, fue profesor emérito de la Universidad Metodista de San Pablo y autor del libro, La Belleza de la santidad.
    • César A. Henríquez, M.Lic. en teología por el Seminario Evangélico Asociado y en el área de Biblia en la Universidad Bíblica Latinoamericana. Pastor ordenado de la Iglesia Evangélica Libre de Venezuela.

    Correo Febrero 2023  

  • En 2023, siendo una familia mundial de fe unida, quisiéramos ofrecerles más oportunidades para relacionarse con iglesias afines a los anabautistas de todo el mundo. 

    Correo les llegará cuatro veces en 2023: 

    Los lectores recibirán los números de abril y octubre impresos o por correo electrónico, según las preferencias de suscripción. 

    Sin embargo, los nuevos números de febrero y julio solo estarán disponibles electrónicamente. 

    Si aún no reciben la notificación electrónica de Correo, visiten mwc-cmm.org/publicacioneselectrónicas para asegurarse de recibir las noticias cuando estén disponibles los números en formato electrónico. 

    Todos los números de Correo se pueden ver también en nuestro sitio web: mwc-cmm.org/correo 


    Correo Febrero 2023  

  • La columna de los miembros directivos 

    Dos miembros de cada región continental se eligen del Concilio General para conformar el Comité Ejecutivo, que se reúne anualmente. El presidente y el vicepresidente también son elegidos por el Concilio. El tesorero y el secretario general también son miembros del Comité Ejecutivo. 

    Conozca al tesorero Sunoko Lin, nombrado en 2018.  

    ¿Qué significa para el CMM que sea una “comunión” de iglesias? 

    El CMM es un lugar de encuentro para que las iglesias miembros se apoyen y fortalezcan mutuamente compartiendo recursos entre sí. 

    ¿Qué espera que el CMM logre o sea en los próximos años? 

    Nuestras iglesias miembros han estado creciendo constantemente a medida que las comunidades de fe adoptan la teología anabautista y las prácticas de la no violencia, el servicio y el sentido de comunidad. Tengo la esperanza de que el CMM pueda extenderse más allá de las tradicionales iglesias menonitas y de los Hermanos. 

    En segundo lugar, espero que la Cumbre Mundial de la Juventud del CMM desempeñe un papel más activo en el reclutamiento de jóvenes líderes y el desarrollo de iniciativas que enfrenten los desafíos actuales, como la justicia económica, el racismo y la sostenibilidad climática. Que el CMM también cree un espacio para que ellos colaboren en el desarrollo de estrategias y planes de acción. 

    ¿Tiene ideas para compartir con la familia mundial fruto de alguna de sus lecturas? 

    Me sentí identificado con la siguiente afirmación en una encuesta realizada por una firma consultora, EY: “La generación Z quisiera hacer cambios para sus familias, amistades y comunidades, no solo hoy, sino para las generaciones venideras”. 

    A menudo decimos, “Los jóvenes y los jóvenes adultos son el futuro de la iglesia”. Es necesario que esto cambie.  

    Debemos escuchar activamente el clamor de nuestros jóvenes y jóvenes adultos. Quisieran marcar la diferencia en el mundo hoy día. Tabajemos codo a codo con ellos.  

    ¿Cómo sirve a su congregación local? 

    Me desempeño como pastor principal voluntario en la Iglesia Maranatha Christian Fellowship ubicada en Reseda, un suburbio de Los Ángeles, California, EE.UU.  

    Además de servir a la iglesia, también me dedico al mercado, trabajando como director financiero de una compañía de aviación. Esto me permite compartir mi fe con no cristianos. El mensaje del evangelio se vuelve más relevante a medida que el mundo está presenciando una decadencia moral.  

    ¿Cuál es su formación profesional? 

    Soy contador público certificado. También recibí formación teológica en el Seminario Teológico Fuller.  

    ¿Cómo ora por la iglesia mundial? 

    Info, el boletín mensual del CMM y la revista Correo son buenos recursos para mantenerme informado sobre nuestra iglesia mundial. Lo que leo de las noticias, lo incluyo en mi oración matutina.  

    Como miembros directivos, a menudo recibimos un pedido de oración urgente. Si ocurre durante nuestras reuniones, lo incluimos en nuestras oraciones. Nos preocupamos por el bienestar de nuestros miembros.  

    Como enseña el apóstol Pablo en 1 Corintios 12,26: “Si una parte sufre, todas las partes sufren con ella”. 


    Correo Febrero 2023  

  • Jueves a la mañana

    Hace un año, el obispo Ambrocio Porcincula, líder de nuestra convención ‚Äía quien quizás recuerden como “el hombre Aleluya”‚Äí, murió debido a un derrame cerebral. Hoy quisiera recordarlo porque fue tan cercano a mí como mi propio abuelo. Hasta donde sé, nunca faltó a una Asamblea del CMM desde que comenzó a participar. Sé que también estaría aquí si todavía estuviera vivo, y estaría orgulloso de verme hoy parado en el escenario.

    Tres días después de la muerte de mi obispo, mi padre dio positivo de COVID-19 y contrajo una neumonía grave. Fue una de las peores crisis que hemos experimentado como iglesia y como familia, porque mi padre era a quien le tocaba dirigir la convención después de la muerte del obispo Porcincula. Durante nuestro duelo, la vida de mi padre también pendía de un hilo.

    Pensé que también perderíamos a mi padre, porque no podíamos encontrar un hospital que lo recibiera. Pero, aunque mis hermanos y yo estábamos profundamente angustiados, por la fe nos sostenemos y acordamos cuidar de nuestro padre en casa. Hicimos lo mejor para conseguir todo lo que necesitaba y ayudarlo a sobrevivir.

    No podía imaginar una segunda muerte de un ser querido y un padre para todos en la iglesia, lo cual sería devastador. Pero, en medio de nuestra lucha, encontramos consuelo en el conocimiento de que Dios tiene el control. Encontramos paz en la fe; pase lo que pase, es la voluntad de Dios.

    Después de dos semanas de atención domiciliaria, mi padre se recuperó y fue sanado por el Señor.

    Creo que la historia de la crisis de COVID de mi familia es solo una entre millones. Ninguno de nosotros ha estado libre de una crisis en estos últimos dos años, pero a pesar de la presencia de la aflicción y el dolor, nuestra fe es nuestra fuente constante de paz.

    Muchas personas están sufriendo, abatidas por el peso de sus problemas. Pero el Salmo 9,9 dice: “El Señor protege a los oprimidos; él los protege en tiempos de angustia”.

    Nuestras luchas son un recordatorio constante de que Dios es nuestra ayuda. Ahora, necesitamos a Dios más que nunca.

    Como comunión, oramos acerca de las luchas de nuestras iglesias en India, que enfrentan persecución debido a sus creencias cristianas. En Myanmar, nuestros hermanos y hermanas sufren incertidumbres políticas que terminaron en violencia. Y en Ucrania, muchos son desplazados por la guerra.

    Pero a pesar de todo, estamos aquí: ¡ustedes llegaron! Y para aquellos que están en línea: ¡ustedes están presentes! (Tienen que levantarse demasiado temprano o quedarse despiertos hasta tarde, ¡pero están presentes!)

    ¿No es hermoso volver a vernos? ¿No es hermoso ver la reunión de tus hermanos y hermanas hoy en este lugar? ¿No es hermoso que, a pesar de la pandemia y la guerra, nos inscribimos a principios de este año y confiamos en que todo estaría bien para julio ¡Fue un gran acto de fe!

    Como parte del equipo de inscripción de la Asamblea, me sorprende ver cómo muchos de ustedes se inscribieron enseguida, en cuanto abrimos la inscripción en el sitio web. Se inscribieron con antelación, a pesar de las incertidumbres alrededor nuestro. En ese entonces ni siquiera sabíamos qué pasaría con la guerra en Ucrania, pero aun así, las personas de Europa fueron algunas de las primeras en inscribirse.

    Hoy quisiera recordar a nuestros hermanos y hermanas de Ucrania. Muchos de ellos optan por quedarse en medio de la guerra y ayudar a los necesitados. Las iglesias menonita-anabautistas reúnen todo lo que pueden para ayudar al pueblo de Ucrania. La guerra es fea, pero cuando las personas deciden unirse, ayudándose unos a otros en tiempos de necesidad, es algo hermoso.

    En tiempos difíciles, somos la extensión de las manos de Dios. Los milagros de Dios llegan a través de nosotros.

    Esto es lo que significa vivir juntos en tiempos de crisis. Nos olvidamos de nuestras diferencias, de nuestros desacuerdos, y coincidimos en nuestro objetivo común de procurar la paz. La paz no es un destino, sino un camino y ese camino no podemos recorrerlo solos, nos necesitamos unos a otros.

    A todos los que responden al llamado de auxilio de sus hermanos y hermanas, a los que dan donaciones, para quienes son voluntarios, a los que ayudan a la gente a encontrar justicia, a los que cuidan de personas desconocidas: ¡gracias! Ya dieron un paso más hacia un mundo pacífico que todos deseamos. Son la extensión del brazo de Dios.

    Ahora, desafío a todos también a hacer lo mismo por nuestros hermanos y hermanas en India y Myanmar. Tratemos de aprender más sobre su situación y descubramos cómo podemos ser las manos físicas de Cristo en este momento de necesidad.

    Hace un año, durante nuestra crisis de COVID, mi familia tuvo que permanecer en aislamiento domiciliario durante más de un mes mientras mi papá se recuperaba de COVID. Fue necesario contar con la generosidad de nuestros amigos y miembros de la iglesia para suplir todas nuestras necesidades: alimentos, recargas de oxígeno y medicamentos. En retrospectiva, todavía me sorprende ver cómo Dios usó a las personas para satisfacer nuestras necesidades justo cuando más lo necesitábamos. Incluso en medio de la noche, hubo personas que no dudaron en ofrecer ayuda. Hasta la persona más inesperada, que crees que no puede darte nada porque también es una persona necesitada, llamaba a nuestra puerta para darnos algo debido a una preocupación genuina por nosotros.

    Verdaderamente, las crisis y las dificultades sacan lo mejor de nosotros. Vemos las manos de Dios obrando a través de todos nosotros.

    Quisiera finalizar con Romanos 15,13: “Que Dios, que da esperanza, los llene de alegría y paz a ustedes que tienen fe en él, y les dé abundante esperanza por el poder del Espíritu Santo” (DHH).

    Confíen en el poder del Espíritu Santo porque hay esperanza en este momento difícil. Nosotros, como comunión de iglesias, seremos la ayuda mutua en tiempos de necesidad. Cuando el poder del Espíritu Santo fluye a través de nosotros, no podemos evitar actuar, el Espíritu Santo es nuestra fuerza impulsora para acercarnos a los necesitados. Y así es vivir juntos en tiempos de crisis para aquellos que siguen a Cristo.

    —Ebenezer G. Mondez, representante del Comité YABs (Jóvenes Anabautistas) (2015-2022) para Asia y el Pacífico y consejero de los YABs (2022-2028). Es miembro de la Iglesia Bíblica Menonita de Lumban, Filipinas.


    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en Octubre de 2022.
  • Durante la Asamblea 17 del Congreso Mundial Menonita en Indonesia, el comandante Yanni Rusmanto de Solo, Indonesia, participó en un taller, “Menonitas y musulmanes radicales de Indonesia construyen la paz”, y mediante la ayuda de un intérprete expresó: “Estábamos lejos de la paz, pero ahora somos amigos de los cristianos. Estamos trabajando por la paz y la humildad.”

    Este fue uno de varios talleres sobre relaciones interreligiosas, centrado en cristianos y musulmanes. En total, se llevaron a cabo más de cincuenta talleres en la Asamblea 17, y muchos de ellos se grabaron para que se pudieran ver después.

    Yanni Rusmanto es líder de Hezbollah, un grupo paramilitar indonesio. (“Hezbollah” significa “partido de Dios” y es el nombre de muchos grupos musulmanes sin relación entre sí). Dicho grupo vigila la comunidad a fin de detectar borrachos e infractores de la ley, dar advertencias y comunicarse con la policía cuando hay peleas callejeras.

    En el taller, Paulus Hartono, pastor de GKMI, y Yanni Rusmanto hablaron sobre su cooperación, que comenzó después del terremoto y el tsunami del 26 de diciembre de 2004, que devastaron parte de Aceh. No fue suficiente que el Servicio Menonita de Diaconía (MDS, por sus siglas en inglés), ubicado en Solo, respondiera a estos hechos. Paulus, fundador de MDS, se acercó para invitar al comandante musulmán local a sumarse a las iniciativas de ayuda.

    Yanni se preguntaba: “¿Por qué este infiel quiere dialogar?” Cuando Paulus se le acercó, tenía miedo de que pudiera convertirse así que trató de rechazarlo, pero Paulus siguió preguntando.

    Yanni dice: “Me habló de la humildad y del terremoto de Aceh; y así empecé a abrir mi corazón”.

    Los dos grupos trabajaron codo con codo en Aceh durante quince días, viviendo bajo el mismo techo. Paulus cuenta que, “empezamos a conocernos, y nos respetamos aunque seamos muy diferentes en muchas cosas. Pero eso no significa que no podamos trabajar juntos.”

    Yanni todavía lo considera a Paulus un kéfir, es decir un infiel. Pero, “Paulus es un buen kéfir. Quiero ser amigo de Paulus y quisiera dialogar.”

    Para Paulus, la construcción de la paz y la ayuda humanitaria van de la mano. MDS da respuesta a las catástrofes, construye la sostenibilidad ambiental y lleva a cabo el diálogo interreligioso. Los tres son inseparables, e incluso a veces son indistinguibles.

    La gente le pregunta cuál es el secreto de su próspera congregación y ministerio innovador y Paulus responde: “Debemos hacer la misión de Jesús, no la misión de nuestra organización o la misión de nuestra iglesia. Vivimos plenamente los valores del reino: misión, paz, verdad, justicia y amor, guiados por el Espíritu Santo.”

    Yanni dice: “Vemos el corazón del pueblo menonita. Hacen las paces humildemente, establecen buenas relaciones con otras religiones, incluso con nosotros, el Hezbollah.”

    Yanni Rusmanto ahora coloca a Paulus Hartono en una tercera categoría: un infiel bueno.

    Yanni afirma que “la paz es mejor que la violencia. El mundo está lleno de violencia, incluida la guerra. Es hora de hacer las paces juntos. Hezbollah sirve a Dios y al mundo: con Paulus, servimos al mundo. Al final, les digo a todos mis amigos menonitas de todo el mundo, que amen la paz, la humildad y la no violencia.”


    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en Octubre de 2022.
  • “No puedo agradecer lo suficiente que, aunque seamos un grupo grande y diverso, hablamos el mismo idioma: el idioma del amor por Cristo y su pueblo”, dice Daniel Nugroho, que formó parte del equipo de intérpretes que hizo posible que todos pudieran entender en la Asamblea.

    En cada plenario de adoración, había hasta cuatro intérpretes en el escenario ‚Äíintegrantes de un equipo de veintún personas‚Äí, interpretando al indonesio a todos los oradores. Mientras tanto, dos intérpretes de un equipo de ocho interpretaron al francés y al español en las cabinas respectivas.

    Los intérpretes tuvieron algunos desafíos adicionales en Indonesia, con contagios por COVID y fallas de Internet que afectaron los auriculares.

    Karina Derksen-Schrock, coordinadora de interpretación del CMM, señala que “la traducción simultánea es un ejercicio particularmente exigente que requiere mucha atención, especialmente porque hay que adaptarse a los acentos y patrones del habla de los diferentes oradores”.

    Y en cuanto a la comprensión, no se trata sólo de las palabras utilizadas.

    Sarah Pillay, intérprete del inglés al indonesio, dice que “como intérpretes, tenemos la oportunidad de ser un puente no solo para el idioma sino también para la cultura y el vínculo entre las personas”.

    Ary Rusdianto, coordinador de interpretación del indonesio, trabajó tras bambalinas durante años. Supervisó la traducción al indonesio de las historias y los materiales para el culto del CMM, a fin de ayudar a sus compatriotas indonesios a familiarizarse con el CMM antes del evento. Uno de sus desafíos fue encontrar intérpretes de indonesio y español.

    Ary manifestó que “fue una bendición que Dios proporcionara muchos intérpretes de indonesio para ayudar en la Asamblea”.


    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en Octubre de 2022.
  • Vida en el Espíritu: Aprender. Servir. Adorar.

    82 participantes de 26 países diferentes 34 delegados: 4 de América del Norte, 4 de Europa, 11 de Asia, 6 de África y 9 de América Latina.

    En las sesiones de delegados, surgieron algunos desafíos comunes para los jóvenes: la soledad y la necesidad de pertenencia, la necesidad de un buen liderazgo, cerrar la brecha generacional y la necesidad de redefinir la iglesia, de manera que su función pueda trasladarse a los espacios donde los jóvenes están presentes.

    Los delegados también intercambiaron ideas sobre soluciones, para que pudieran ser parte de generar cambios mediante la construcción de relaciones y el intercambio de recursos.

    Más que simplemente discutir, los delegados y participantes disfrutaron de su tiempo aprendiendo sobre las diferentes culturas, compartiendo comidas de sus países, compartiendo palabras de aliento y fortalecimiento, y orando unos por otros.

    Ebenezer Mondez, representante del Comité YABs para Asia (2015-2022) y consejera de YABs (2022-2028), cuenta que “uno de los momentos más impactantes de GYS fue después de que los delegados compartieran sus conclusiones con los participantes: sobre un gran mapa en el piso, oramos por los países de unos y de otros, así como también por cada uno personalmente. El Espíritu estuvo muy presente cuando nos unimos en oración, y la gente oró verdaderamente por el cambio que querían ver en el mundo y en sí mismos”.


    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en Octubre de 2022.
  • Miércoles a la mañana

    Siempre ha habido dos tipos principales de aprendizaje: el académico y el vivencial. La mayoría de nosotros tenemos una inclinación hacia uno u otro, pero la realidad es que ambos son necesarios para aprender. El conocimiento no hace mucho bien a nadie si no se aplica. De manera alternativa, a menudo es contraproducente y un desperdicio implementar algo sin una investigación previa. Explorar perspectivas diversas se podría concebir en el marco de múltiples contextos, ya sea que se relacione con nuestra familia anabautista mundial, el cuerpo mundial de Cristo o nuestra sociedad multicultural más amplia. Nuestra capacidad de aprender de alguien solo está limitada por nuestra capacidad de ver la imagen de Dios en cada persona, y nuestra apertura para permitir que el Espíritu de Cristo en nosotros nos enseñe a través de cualquier persona o situación, sin importar cuán diferente, incómoda o antipática sea. Al pensar en cómo sería para nosotros aprender juntos como familia anabautista mundial, nos vienen a la mente cuatro cualidades esenciales que Jesús manifestó: humildad, integridad, discernimiento y responsabilidad.

    Humildad e integridad

    La humildad y la integridad están igualmente ligadas a nuestra identidad en Cristo. Salmos 119 comienza con: “Dichosos los que van por caminos perfectos, los que andan conforme a la ley del Señor” (NVI). Si sabemos quiénes somos como hijos amados del Padre salvados por la gracia a través de la fe, podemos entablar conversaciones con personas de diversas perspectivas con humildad y sin sentirnos orgullosos o a la defensiva. Saber quiénes y de quién somos nos da seguridad para actuar con integridad en diversos entornos.

    Jesús es claro: si permanecemos en él, haremos lo que él ordena y nuestra vida lo manifestará. Cuanto más sinceros seamos sobre quiénes somos y a quién seguimos, menos personas se sorprenderán cuando nos comportemos de cierta manera y como respuesta se vean obligadas a tomar una decisión. De la misma manera, Jesús conoció su identidad como Hijo de Dios y su llamado desde una edad temprana, lo que determinó sus prioridades, su ministerio y cómo la gente reaccionaba ante él.

    Para actuar acorde a nuestro propio llamado como sacerdotes y embajadores de Dios, debemos saber quiénes somos en relación a nuestro Padre. Cuando tenemos confianza en lo que somos por el amor y el perdón de nuestro Padre, somos libres de brindar lo mismo sin expectativas. Jesús sabía que era el Hijo amado de Dios y, sin embargo, vino a servir, no a ser servido. Somos capaces de vivir esa misma identidad divina de hijos e hijas y seguir su ejemplo de servicio.

    Discernimiento

    El discernimiento no es tan sofisticado, pero últimamente me he dado cuenta de que se volverá más esencial para la iglesia a medida que el ruido y las noticias nos inunden con información, tanto verdadera como falsa. ¿Cómo, en medio del clamor de las voces y de los medios en el mundo, vamos a aprender de los demás mientras discernimos y damos testimonio de lo que es verdadero y auténtico?

    Un pastor recientemente me reformuló el discernimiento como la capacidad de identificar la fuente: el mundo, nuestra carne, Satanás o el Espíritu. Nuestra habilidad para hacer esto es algo que solo se logra a través del Espíritu. Un pasaje de las Escrituras que lo ilustra es 1 Corintios 2: “pues el Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios …. Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios, para que entendamos lo que por su gracia él nos ha concedido…. El que es espiritual lo juzga todo…. por nuestra parte, tenemos la mente de Cristo”.

    Una de las cosas más difíciles de aprender a confiar es en la experiencia de Dios de otra persona. Entre los cristianos, existe una amplia variedad de maneras en que las personas viven su relación con Dios y disciernen la dirección y guía de Dios en su vida. A veces evaluamos el hecho de aprender de otros como si siempre estuviéramos aprendiendo directamente de Dios. Pero lo que aprendemos de los demás no siempre es de Dios o concuerda con la Palabra de Dios. Esto es algo que es discernido por el Espíritu, con quien siempre debemos poner a prueba todo lo que recibimos (1 Juan 4:1, 1 Tesalonicenses 5:21), ya sea profecía, enseñanza o experiencia y compararlo con la Palabra de Dios.

    Responsabilidad

    La responsabilidad es lo más peligroso que viene con el aprendizaje. Es un principio del reino que el conocimiento y las bendiciones conllevan la responsabilidad de administrarlos bien ante Dios. “A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confiado mucho, se le pedirá aún más” (Lucas 12:48, NVI).

    Ahí radica el peligro del aprendizaje unilateral: adquirir conocimientos sin ponerlos en práctica. Esto se aplica particularmente al Occidente y aquellos de nosotros que hemos crecido en ámbitos cristianos. Aun así, tener menos no exime a nadie de responsabilidad. Hay muchos recursos disponibles en mi cultura para ayudar a las personas, desde libros, conferencias, contenido de redes sociales, retiros y cohortes; es posible conseguir cualquier tipo de contenido. A veces me pregunto qué le pasaría a la Iglesia en el Occidente si se le quitara todo ello. Si todo lo que nos quedara fuese la Palabra de Dios, el mundo creado y el pueblo de Dios dirigido por el Espíritu Santo, ¿sería suficiente para que aprendiéramos?

    No digo que debamos ignorar todos los recursos que existen, pero mi preocupación, incluso al evaluar mi propia vida, es cuán fácilmente puedo recurrir a otras fuentes de crecimiento y conocimiento además de la verdadera Fuente. Y lo que es más importante, ¿qué estoy haciendo con todo lo que he aprendido y adquirido?

    Este es mi desafío para ustedes, amados hermanos y hermanas, en estos tiempos tumultuosos, como dice Efesios, “así ya no seremos niños, zarandeados por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza, y por la astucia y los artificios de quienes emplean artimañas engañosas. Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo” (Efesios 4:14-15). A medida que nos transformemos constantemente a la imagen de Cristo, que nuestra capacidad de aprender juntos con toda humildad e integridad propicie un mayor discernimiento a través del Espíritu para conocer la verdad y manifestar lo que significa vivir nuestra vida en consecuencia.

    Este es el reino que Jesús inició y este es nuestro llamado como el cuerpo de Cristo: concretarlo para que el mundo lo vea.

    —Larissa Swartz se desempeña como presidenta del Comité de Jóvenes Anabautistas, YABs (2015-2022). Actualmente, está por iniciar una nueva etapa en la ciudad de Nueva York con miras a formar parte de un movimiento de iglesias que se reúnen en casas.

    Aprendiendo Juntos – Mañana Plenario: 6 de julio 2022


    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en Octubre de 2022.