Confiar siempre en Dios

República Democrática del Congo

Gloria sea dada a nuestro Señor y Salvador Jesucristo por sus buenas acciones. Por la gracia de Dios, en el Congo la pandemia ha sido menos cruel que en otras latitudes. Entonces, más allá de las lecciones de higiene impartidas regularmente a la población por las autoridades político-administrativas y sanitarias, no hubo nada que vinculara a largo plazo la pandemia con el culto.

Ante la severidad de las medidas sanitarias, ningún tipo de reunión era posible. Sin embargo, se invitaba a los cristianos a reunirse en sus respectivos hogares y algunos líderes visitaban a los fieles y oraban con ellos.

Durante la pandemia se nos pidió que redujéramos la duración del culto para evitar los contagios, y esta práctica continúa hasta ahora.

Para darles la bienvenida a los visitantes solíamos darles abrazos, pero con la llegada de la pandemia esta práctica fue abolida. Ya no abrazamos a los visitantes. Al final de cada culto, teníamos la costumbre de darnos la mano entre hermanos y hermanas, pero esto ya no se hace. Estas no son mejoras, sino solo cosas que han cambiado.

Con las medidas sanitarias promulgadas por el gobierno, particularmente el cierre de iglesias y la prohibición de reuniones, el contacto entre los niños era inexistente. Esto afectó mucho las relaciones entre los fieles y debilitó considerablemente la comunión fraternal. (Hay que aclarar que dicha situación duró únicamente unos cinco o seis meses.)

Lo que más nos hizo falta en nuestro culto durante la pandemia fue la imposibilidad de reunirse de los hijos de Dios y sus consecuencias, como la ausencia de intercambio espiritual y material, y no poder ofrendar a Dios.

La CEM celebra el Domingo de la Fraternidad Anabautista Mundial con bombos y platillos durante un gran culto dominical que reunió a trece parroquias en el distrito de Mbujimayi. Foto: Jean Felix Cimbalanga

Al haber sido alteradas todas las actividades de los miembros, lo único que era posible para los fieles era la intercesión. En efecto, los hijos de Dios que se habían acostumbrado a reunirse para la oración en familia, oraron por los demás y por el fin de la pandemia. Cuando se levantaron las medidas restrictivas, todas las actividades de la iglesia se reanudaron normalmente.

Es importante enfatizar que, aunque la pandemia fue grave y peligrosa, nuestra comunidad no fue afectada o sacudida hasta el punto de impactar negativamente en la organización del culto. Agradecemos al CMM por haber brindado a nuestras comunidades, a través de la Misión Intermenonita de África (AIMM en inglés), la posibilidad de informar a sus miembros sobre el COVID 19 y las actitudes a adoptar para evitarlo.

Durante nuestros cultos de alabanza, la pandemia nos ayudó a comprender mejor la vulnerabilidad humana y confiar siempre en Dios. Aunque ya lo hacíamos antes de la pandemia, ahora se ha reforzado con la pandemia y somos más conscientes de la necesidad de orar por la sanación de los demás.

Gracia y paz del Señor.

— Pastor Jean Félix Cimbalanga, presidente de la Comunidad Evangélica Menonita (CEM). Felo Gracia, miembro del Concilio General de la Comunidad de Iglesias de los Hermanos Menonita del Congo (CEFMC). Ambos líderes contribuyeron sus reflexiones a este artículo.


Correo Febrero 2023