Jueves a la noche
En el mes de abril, recibí una invitación para compartir sobre el tema, “vivir juntos en un entorno hostil”.
El título realmente me conmovió. Y creo que una de las razones de mi invitación es que saben que los habitantes de Hong Kong hemos estado viviendo en un entorno hostil en los últimos años, un entorno que no es favorable para nosotros.
Y la Escritura que me llamó la atención, fue 2 Corintios 4,1 (versión DHH):
“Por eso no nos desanimamos, porque Dios, en su misericordia, nos ha encargado este trabajo”.
Soy un hombre de 60 y pico de años, y crecí en un entorno muy bueno, diría yo. Antes de todos estos cambios, cuando la gente me preguntaba qué tan bueno era Hong Kong, yo decía: Hong Kong es muy bueno. Si vives en Hong Kong, te sentirás seguro; digamos que puedes caminar por la calle incluso a medianoche; disfrutarás de la libertad de expresión; buen sistema educativo; hospitales buenos y de bajo precio; acceso a un trabajo si estás dispuesto a trabajar. Y, sobre todo, las cosas funcionan en Hong Kong.
Sin embargo, las cosas han cambiado. El Hong Kong en el que vivo ahora no es el Hong Kong que conocía. Algunas personas dirán que todo esto comenzó en el año 2014. Para mí, los cambios significativos comenzaron en 2019.
El 4 de junio de 2019, más de 180.000 personas se reunieron en el Parque Victoria de Hong Kong para conmemorar los treinta años de la represión de la plaza de Tiananmen.
El 9 de junio de 2019, más de 1.000.000 de personas salieron a la calle: hicieron huelga, cantaron himnos.
Fue una protesta básicamente pacífica. Sin embargo, un día después hubo enfrentamientos entre policías y manifestantes contra el proyecto de ley de extradición.
El 12 de junio de 2019, Hong Kong enfrentó más protestas contra el cambio de la ley de extradición. Esta vez, muchos líderes de la iglesia salieron y hablaron con el gobierno. Algunos hermanos y hermanas oraron y cantaron himnos en el lugar. Los cristianos se preocupaban por la paz y la no violencia en todas las acciones. Muchas personas siguieron a los cristianos cantando el coro: “Canta Aleluya al Señor” en las calles. Esta vez, más de 2.000.000 de personas salieron a protestar por su libertad.
Desde entonces, las protestas y manifestaciones nunca cesaron. A medida que pasa el tiempo, tanto la policía como los manifestantes se han vuelto cada vez más violentos. No he visto algo igual desde 1968.
La consigna de los manifestantes cambió de, “Gente de Hong Kong: agrega petróleo” a “Gente de Hong Kong: protesta” a “Gente de Hong Kong: venganza”.
Durante algún tiempo, hubo protestas casi todos los días. A fines de 2019, la policía ya había arrestado a más de 7.000 personas.
“¿Cuál debería ser nuestra postura?” Las personas fuera de la iglesia quieren saber la posición de la iglesia. Las personas dentro de la iglesia les preguntan a los líderes de la iglesia de qué lado están sus iglesias.
De hecho, la gente de Hong Kong se divide en los azules y los amarillos. Los azules son los que están a favor del gobierno y la policía. Los amarillos son los que están en contra.
Hay conflictos en esta sociedad, en las familias y en las iglesias. NO HAY PAZ. Este es nuestro desafío: ¿cómo ser un pacificador cuando otros eligen ser violentos? ¿Y cómo convivir en un entorno hostil?
¿Qué posiciones están tomando las iglesias?
Nunca olvidaré el 12 de junio de 2019, cuando, estaba parado en medio de la calle junto a la sede del gobierno de Hong Kong. A mi derecha, había cristianos cantando himnos y orando por Hong Kong, mientras que a mi izquierda, había manifestantes tratando de bloquear la calle principal.
En Hong Kong, algunas iglesias eligen permanecer del lado amarillo y otras eligen el azul. Sin embargo, nosotros los menonitas, como Iglesia de Paz, elegimos estar del lado de Jesús. Quisiéramos ser un puente entre el amarillo y el azul, un puente entre los pacíficos y los violentos, un puente entre el pueblo y el gobierno, un puente entre los manifestantes y la policía. Tenemos la obligación de promover la paz. Consideramos que esta es una manera de seguir a Jesús y “¡Aquí estamos!”
En este momento, la gente se está yendo de Hong Kong. En nuestra iglesia, Iglesia Menonita Ágape, el 10 por ciento de nuestros miembros ya se ha ido, emigrando principalmente a Inglaterra. Y la gente todavía sigue pensando en irse de Hong Kong, en busca de un lugar de libertad, un lugar de esperanza.
Hace muchos años, escribí una canción.
Se titula: “Huyendo de la hambruna: tres millones de refugiados abandonan dolorosamente su ciudad natal”.
El poema fue escrito en el año 1933. Describe la situación y el sentimiento de los refugiados que se trasladaron al noreste de China desde su patria porque no tenían para comer.
Sin embargo, para entonces, el noreste de China estaba bajo el control del ejército japonés. Para mí, estaban huyendo de un lugar de desesperanza a un lugar de desesperanza. Me tocó el corazón, así que escribí un coro de trece minutos.
Estas personas no sabían cuál sería su destino. No sabían lo que sucedería después de que fueran al noreste. Una cosa que sí sabían era que si no se iban, morirían.
Muchas personas describen a los inmigrantes de Hong Kong como refugiados. Si emigras, harás buenos planes. Si no tienes ningún plan o si no es tu plan emigrar, entonces eres un refugiado.
¿Por qué se van de Hong Kong? Tienen miedo del mañana. Se han desanimado con Hong Kong.
En 2 Corintios 4,1 (versión DHH), el apóstol Pablo anima a la iglesia:
“Por eso no nos desanimamos, porque Dios, en su misericordia, nos ha encargado este trabajo”
Pablo los anima a no desanimarse. ¿Por qué? Pablo dice que es porque “tenemos este ministerio”.
Hermanos y hermanas, ahora les digo que no me iré de Hong Kong. Los pastores corremos un alto riesgo. Nosotros somos los que tenemos que irnos. Pero no me voy a ir porque estoy llamado a quedarme y construir las iglesias menonitas en Hong Kong hasta que haya terminado mi tarea y hasta que reciba un nuevo llamado de mi jefe, mi Padre celestial.
Hermanos y hermanas, si se encuentran en tiempos de oscuridad, si se enfrentan a un mañana impredecible, si están decepcionados con la gente, simplemente busquen a Dios y redescubran su llamado.
Para finalizar, me gustaría llamar su atención a la oración del apóstol Pablo en Efesios 1,17-19.
Pablo le pide a Dios que abra los ojos de los efesios para que vean tres cosas:
- la esperanza de su llamado,
- las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,
- la extraordinaria grandeza de su poder.
Que nuestro Padre celestial abra los ojos de los cristianos de Hong Kong.
Que Jesús nos abra los ojos a ti y a mí.
Que el Espíritu Santo nos bendiga a todos.
Porque:
“Y ahora, gloria sea a Dios, que puede hacer muchísimo más de lo que nosotros pedimos o pensamos, gracias a su poder que actúa en nosotros. ¡Gloria a Dios en la iglesia y en Cristo Jesús, por todos los siglos y para siempre! Amén” (Efesios 3,20-21, versión DHH).
—Jeremiah Choi, pastor de la Iglesia Menonita Ágape de Hong Kong y representante regional del Congreso Mundial Menonita para el Noreste asiático. Tiene también formación de compositor.