Ecuador
Actualmente, hay tres iglesias menonitas nacionales en Ecuador, de las cuales una es miembro del Congreso Mundial Menonita. Conforman un grupo pequeño de iglesias interrelacionadas que encarnan la fe anabautista en un país mayoritariamente católico.
Pasión por compartir las buenas nuevas
En la década de 1980, CMC (conocida también como Rosedale y que en ese entonces se llamaba Iglesia Menonita Conservadora), envió a obreros para compartir el evangelio en Ecuador.
Todo comenzó en Guayaquil, la segunda ciudad más grande de Ecuador. En tanto Elam y Doris Stauffer invitaban a los vecinos a su casa, se fueron estableciendo relaciones y así comenzó un culto dominical. La primera congregación de la Iglesia Evangélica Menonita Ecuatoriana (IEME) se estableció alrededor de 1983, en Guayaquil. Esta congregación llamada Jesús, el Buen Pastor, constituye una presencia evangélica importante en el país.
Por la misma época, un deslizamiento de tierra que arrasó con varias comunidades cerca de la ciudad costera de Manta, llevó a que menonitas canadienses y estadounidenses brindaran asistencia humanitaria. Robert y Mirella Miller supervisaron la reconstrucción de unas 150 a 200 viviendas para familias que fueron reubicadas. Este ejemplo de “buenos anabautistas ayudando al prójimo”, causó una impresión positiva en la población local. Nuevas iglesias se fundaron en Manta, Guayaquil y Portoviejo.
Fruto de un evangelista
“Nuestra iglesia es fruto de Henry Klassen”, afirma Manuel Aguagallo de la Iglesia Cristiana Menonita de Ecuador (ICME). Henry Klassen, de Gospel Missionary Union (actualmente llamada Avant), ministró entre los pueblos indígenas quechua en la década de 1990, en Riobamba y Guayaquil. Ya sea a pie, en auto o incluso a caballo, iba de comunidad en comunidad predicando y brindando consejo. Era conocido por transportar un proyector para mostrar películas evangelistas.
Hoy día, Monte Horeb y El Pilar de la Verdad en Riobamba, Estrella del Sol en Guayaquil y Camino de Salvación en Quito, conforman una pequeña asociación. De 2010 a 2017 fue un período de consolidación, continuando la relación con los colaboradores menonitas. En 2017, adoptaron una confesión de fe menonita, seguido por un período de crecimiento.
La iglesia como refugio
En la década de 1980, la Federación de Iglesias Evangélicas Indígenas del EcuadorFEINE, procuró la formación teológica de sus pastores. Como resultado, la ahora llamada Red Menonita de Misión envió obreros para establecer relaciones y apoyar la capacitación teológica. Primero, Mauricio y Sara Chenlo, argentinos capacitados en el Seminario Bíblico Anabautista Menonita, y luego los menonitas colombianos César Moya y Patricia Ureña, fomentaron la enseñanza anabautista. Lo que actualmente es la Iglesia Cristiana Anabautista Menonita de Ecuador (ICAME), comenzó con estudios bíblicos en las casas, en Quito, capital de Ecuador.
Con los ojos y el corazón abiertos a su vecindario, los miembros de la iglesia ayudan a las personas que buscan refugio tras haber emigrado de otros países. El ministerio infantil es una gran parte de la labor de la iglesia, la cual tiene un estilo de liderazgo radical con un equipo pastoral integrado por cuatro mujeres.
El vínculo con otros organismos anabautistas
Los vínculos con la familia anabautista más amplia son concretos a través de la ayuda material del Comité Central Menonita (MCC, por sus siglas en inglés), la ayuda financiera y los obreros misioneros de la Red Menonita de Misión y la Conferencia Menonita de Central Plains, así como el acompañamiento de la IMCOL de Colombia.
Durante la pandemia, Doris Espinoza (ICAME) cuenta que, “pudimos compartir lo que recibimos del MCC (pavo enlatado, edredones, kits escolares)”.
Los líderes de ICAME se acercaron para preguntarles a otras iglesias sobre sus necesidades y dieron generosamente de la ayuda que habían recibido. “Fue una manera de unirnos para compartir y ser una comunidad como ejemplo del reino de Dios en la tierra”, expresa Doris.
ICAME preparó pequeños kits para compartir con personas que ha pasado por momentos difíciles. La iglesia distribuyó setecientos kits para personas que no tenían ni un kilo de arroz o papas.
En mayo de 2022, los tres grupos de la iglesia anabautista realizaron un retiro.
“Fue una oportunidad de conocer que había muchos más menonitas en nuestro país”, comenta Fabián Buenaventura (IEME).
“Sabemos que existen diferencias”, señala Doris, pero centrarse en lo que tienen en común permite que las tres iglesias aprendan unas de otras. Al hacerlo, estamos en mejores condiciones de llevar el mensaje del reino de Dios a los demás.
Esperan oportunidades futuras para construir lazos entre hermanos y hermanas anabautista-menonitas.
“Todo ello ha sido una gran bendición”, afirma Fabián.
Vivir plenamente la identidad anabautista
En un país católico, los menonitas son diferentes porque el bautismo viene después de la declaración de fe en Jesús.
Como seguidores de Jesús, los menonitas “no vamos simplemente a la iglesia a adorar. Somos obedientes a la Palabra del Señor”, explica Vilma Cuji (ICME).
“Seguimos a Jesús en nuestra práctica, no como una declaración escrita sino como una forma de vida”, afirma Fabián. “Esto nos identifica en nuestras comunidades. Es necesario encarnar la misión. Si no la vivimos plenamente, somos solo una denominación más.”
“Somos constructores de paz”, dice Vilma. “Creemos que es mejor resolver los problemas. Creer en Jesús tiene prioridad sobre nuestras identidades externas.”
Las iglesias menonitas se han esforzado por dar una respuesta holística. No solo con las palabras del evangelio, sino también a través de comedores y guarderías, escuelas y una fundación para niñas que se criaron en la calle. “Reflejamos a Jesús en nuestra vida, en nuestras acciones. Somos las manos y los pies de Jesús para un mundo que necesita con urgencia escuchar un mensaje de esperanza”, declara Ángel Castro León (IEME).
Una manera en la que ICME vivió plenamente las convicciones de paz fue durante un paro nacional, brindando refrigerios y compartiendo alimentos a quienes llegaban a Quito desde las provincias.
El anabautismo afecta las estructuras y ayuda a transformar la sociedad para que sea más empática, menos desigual.
“Somos una iglesia de paz pero es imposible hablar de paz cuando no hay justicia, cuando hay violencia, pobreza, desigualdad. Jesús enseñó acerca de un reino donde todos los seres humanos pudieran tener una vida más plena”, afirma Alexandra Meneses Andrade (ICAME).
“Nos enfocamos en estar en la comunidad, no en ser una iglesia cerrada”, dice Doris.
Las iglesias viven plenamente el evangelio como un mensaje holístico: no solo se trata de salvar el alma sino el bienestar de la persona en su totalidad.
“No se puede hablar de seguir a Jesús si estamos en las nubes, si no estamos inmersos en la realidad de la sociedad”, explica Doris.
Desafío y oportunidades
Los líderes de la iglesia lamentan que la sociedad ecuatoriana se haya vuelto violenta y corrupta. Muchas personas se sienten desesperanzadas.
Tener una identidad de paz puede llevar a la iglesia a callar, a ocuparse de sus propios espacios. No obstante, el desafío de la iglesia es estar presente en la sociedad, hablar de la violencia con un mensaje de reconciliación y unidad entre las iglesias, dice Alexandra.
“Pongamos todo lo que hemos aprendido al servicio de la sociedad para que podamos hacer un aporte a la paz integral en Ecuador”, propone Alexandra.
“Dondequiera que haya una iglesia, podemos anunciar que Jesucristo es el Señor, no como una religión, sino como un Dios de esperanza, un Dios que transforma vidas, un Dios que da nuevas oportunidades, un Dios que nos dice que nada es imposible para Dios”, expresa Fabián.
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Colaboradores de este artículo: Ángel Castro León, pastor de la Iglesia Dios Viviente de Guayaquil; Fabián Buenaventura García, presidente de la Iglesia Evangélica Menonita Ecuatoriana (IEME); Manuel Aguagallo, pastor y representante de la Iglesia Cristiana Menonita de Ecuador (ICME); Vilma Cuji, de Caminos de Salvación (ICME); Doris Espinoza, representante legal de la Iglesia Cristiana Anabautista Menonita de Ecuador (ICAME); Alexandra Meneses Andrade, secretaria general de la Iglesia Cristiana Anabautista Menonita de Ecuador (ICAME).