Cachorros y cabras, bienvenidos a la mesa

Martes a la noche

¡Jsús está exhausto, probablemente frustrado! Recientemente planeó un retiro con sus discípulos, pero multitudes que claman se interponen en el camino. Entonces, pasa un día entero enseñando y organizando el alimento para cinco mil personas.

Luego viene una noche de oración y después un paseo por el Mar de Galilea. Ve a sus discípulos luchando contra el viento. Su plan es acercarse a ellos y relevar su identidad divina, pero no entienden la cuestión. ¡Entonces, milagrosamente calma la tormenta y suspira que simplemente no entienden nada!

A continuación, hay una confrontación acalorada con los líderes religiosos de mente cerrada y una conversación decepcionante con sus discípulos de mente obtusa (¡palabras de Jesús, no mías!).

Necesita un respiro. Entonces, se dirige a la ciudad turística más cercana en la costa mediterránea, algo así como un balneario en la costa de California, o Bali, o Tenerife o Río. De nuevo, sus planes se frustran: (cito textualmente) “No quería que nadie lo supiera; ¡sin embargo, no podía mantener su presencia en secreto!”

¿Notan cómo el aspecto humano y divino de Jesús se entrelazan en esta sección del Evangelio de Marcos? Jesús multiplica milagrosamente los panes, camina sobre el agua, se identifica como “YO SOY”. Sin embargo, está cansado, frustrado, incapaz de cumplir con los planes elaborados cuidadosamente.

“Jesús es el centro de nuestra fe.”

  • El Jesús humano, que aprendió y vivió y sirvió y sufrió y experimentó todo tipo de limitaciones humanas, como todos nosotros.
  • El Jesús divino, que existe desde toda la eternidad como la segunda persona de la Trinidad, creador del cielo y de la Tierra, digno de todo honor y adoración como DIOS.

Este “Jesús divino-humano” es el centro de nuestra fe. 

La iglesia fiel siempre ha confesado que Jesús es plenamente humano y plenamente divino. Ese es el misterio que llamamos “la encarnación”: Dios se hizo humano, uniendo para siempre en la persona de Jesús, la divinidad y la humanidad.

La encarnación es el mayor acontecimiento de superación de barreras en la historia del universo. Por medio de Jesús, se ha vencido la barrera entre la eternidad y el tiempo, el espíritu y la materia, el Creador y la creación. Y, debido a esto, podemos estar seguros de que la gran barrera que aún separa a Dios y al pueblo fiel de Dios, algún día desaparecerá para siempre.

Después del gran acontecimiento de superar barreras que llamamos “encarnación,” Jesús continuó venciendo barreras: entre ricos y pobres, poderosos e indefensos, varón y mujer, sagrado y secular, limpio e inmundo, judíos y gentiles.

Debido a que Jesús es plenamente divino y plenamente humano, hacemos bien en examinar los relatos del Evangelio teniendo presente dos preguntas:

1. ¿Qué nos revela Jesús, el Jesús encarnado, Dios hecho carne, sobre cómo es Dios?

2. ¿Qué revela Jesús, el Jesús plenamente humano, acerca de cómo debemos relacionarnos con Dios y entre nosotros?

En muchos textos, los aspectos divinos de Jesús parecen estar en primer plano. En el texto de Marcos sobre Jesús y la mujer sirofenicia, los aspectos humanos se destacan con bastante claridad.

Dios manifestado en la carne ni siquiera puede mantener su presencia en secreto. Aparece una mujer, una candidata muy poco probable para el ministerio de Jesús. Una mujer, gentil, sirofenicia; ¡el equivalente bíblico más cercano sería la reina Jezabel! Para Jesús no es nada divertido. Y si no escuchamos con atención, ¡parece que Jesús simplemente la insulta! “¿Qué? ¿Tirarle buena comida a un perro? ¡De ninguna manera!”

¡Un momento! ¿Qué? ¿Es Jesús quien está hablando?

Si eso es todo lo que oímos, no estamos escuchando con atención. Es cierto que los judíos a veces llamaban a los gentiles “¡perros! (kunes)”. No mascotas domésticas: perros salvajes, sucios que deambulan por las calles. Sin embargo, ¡Jesús aquí usa una palabra diferente! Si la traducción no lo demuestra con toda claridad, revise las notas al pie. Se refiere a cachorros (kunaria), “queridos cachorritos”, animales domésticos junto a “los niños” que están sentados a la mesa comiendo. El texto ya tiene un tono diferente, ¿no? Y nótese que Jesús en realidad no la llama cachorra; ¡está usando una metáfora! ¿Y notaron que en inglés acabo de llamar a los niños, cabritas? (¡Es lo que realmente significa la palabra “cabritas”!)

La metáfora de Jesús no está pensada para ser ofensiva, como tampoco lo fue la mía. No la está denigrando; sabe que un día los gentiles y los judíos serán pares en pie de plena igualdad en el pueblo de Dios.

El verdadero problema de este texto no es que Jesús hable de cachorros, sino que Jesús rechace su pedido. “¡Estoy de vacaciones! No es un buen momento. Lo siento, ¡tu pedido ha sido denegado!” Pero nuevamente, escuchemos con más atención. “Primero, dejen que los niños coman todo lo que quieran.”

“Primero…” Jesús no está diciendo, “No”; está diciendo, “¡Todavía no!” ¡Primero tienen que suceder algunas cosas! Jesús conoce el plan divino para la salvación del mundo. “Primero el judío, luego el gentil.” Primero la bendición a Abraham y su descendencia, luego a través de ellos al resto del mundo. ¡Jesús vino a salvar al mundo entero! ¡Es por eso que comienza con Israel, incorporando y capacitando a quienes comisionará para llevar las buenas nuevas hasta los confines de la Tierra!

¡Y esta mujer valiente, persistente y llena de fe está de acuerdo! “¡Sí! ¡Sí, Señor! ¡Primero, los niños! Entonces, no pediré un lugar en la mesa … ¡todavía no! Esperaré a que una pequeña migaja caiga de la mesa ya mismo. ¡Eso es todo lo que necesito!” ¡Su respuesta inteligente y llena de fe es suficiente para que Jesús cambie de opinión!

Martín Lutero lo expresó de esta manera: “Detrás del “No” de Jesús, ella escuchó el “Sí” secreto de Dios.

Jesús no vino a Tiro a ministrar, pero terminó haciéndolo. Jesús no planeó comenzar a ministrar a los gentiles, todavía no, pero termina haciendo exactamente eso. Jesús tiene todo planeado, pero cambia de opinión. O tal vez deberíamos decir que ella lo hace cambiar de opinión.

De hecho, ella hace aún más que eso. Se convierte en el instrumento a través del cual Jesús aprende cuál es el “próximo paso” que debería dar para hacer la voluntad de Dios.

¿Por qué eso debería sorprendernos? Nos está mostrando cómo responder a las necesidades de los demás, a quienes Dios usará a menudo para ayudarnos a descubrir nuestro propio llamado al ministerio. Jesús nos está mostrando cómo debe ser nuestra humanidad redimida. Al mismo tiempo, es un representación de cómo es Dios, escuchando las súplicas de los necesitados, rompiendo barreras con una respuesta plena de gracia generosa.

Que aprendamos de Jesús cómo es realmente Dios, elaborando un plan para salvar al mundo, obrando en el tiempo y el espacio para llevar ese plan a su glorioso cumplimiento y de paso derramando gracia sobre las personas. Que aprendamos de Jesús lo que estamos llamados a ser, personas que superan las barreras y ministran la gracia de Dios a los demás. Que aprendamos de la mujer sirofenicia lo que se necesita para superar barreras, acercándonos con fe valiente para vincularnos al corazón de Jesús, el Jesús divino-humano, que es el centro de nuestra fe.

Y que todo lo que hagamos juntos en estos próximos cuatro días (escuchar, orar, cantar, adorar y celebrar la diversidad de la familia de Dios), nos permita entrever lo que Jesús está haciendo entre nosotros y en todo el mundo al que vino a salvar.

—Timothy J. Geddert, profesor del Nuevo Testamento de Fresno Pacific University (Seminario Bíblico), Fresno, California, EE.UU., y miembro de North Fresno Mennonite Brethren Church, California, EE.UU.

Ceremonia de Apertura y Tiempo de Adoración: 5 de julio de 2022


Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en Octubre de 2022.