Oraciones de gratitud e intercesión

  • En la mañana del 7 de noviembre de 2013, Regina Mondez, junto con la mayoría de las personas de las Filipinas, seguía con ansiedad las imágenes del radar que mostraban cómo una tormenta masiva se dirigía directamente hacia ellos. Ya antes de que el súper tifón Haiyan golpeara las islas de la región central de las Filipinas, acercándose con vientos de 200 millas por hora, ella y otros miembros de la iglesia Peace Church, una pequeña congregación en Manila que cuenta con el apoyo de la iglesia Mennonite Church Canada Witness, estaban pensando cómo deberían responder a tal situación.

    Cuando el tifón tocó tierra varias horas más tarde, la destrucción del viento, la lluvia y las marejadas de la tormenta escapaba cualquier descripción posible. Además de los 6.000 muertos registrados, se estima que 14 millones de personas, incluyendo 1,8 millones de niños, fueron desplazados por la tormenta, cientos de pueblos desvastados y una ciudad importante, Tacloban, casi completamente destruida. A medida que el gobierno filipino se esforzaba por responder, millones de personas en la región – que no contaban con electricidad, refugio, comida, agua o seguridad – estaban cada vez más desesperadas.

    De acuerdo a una evaluación objetiva, la presencia menonita es muy pequeña. Las Filipinas es el duodécimo país más poblado del mundo y alberga cerca de 100 millones de ciudadanos – 80% de los cuales son católicos. Los menonitas, por el contrario, apenas llegan a 1,000: alrededor de 200 menonitas son de Church of God in Christ (Iglesia de Dios en Cristo); otros 150 están afiliados a varios grupos de compañerismo conservadores; el resto están asociados con las iglesias Integrated Mennonite Churches (IMC), cuyas 21 congregaciones están esparcidas por la isla central de Luzon, una región que no estuvo directamente afectada por la reciente tormenta.

    Sin embargo Regina y los voluntarios de Peace Church no se desanimaron. A los pocos días se unieron a un equipo organizado por PeaceBuilders Community, y se dirigieron a la ciudad de Ormoc en la isla de Leyte. Allí, trabajando en estrecha colaboración con los pastores locales, ayudaron a establecer una red de trabajo para la distribución eficiente de la asistencia que comenzaba a llegar.

    Regina Mondez es el rostro de una nueva generación de menonitas en la iglesia mundial. A principios de la década de 1980, sus padres se unieron a la iglesia menonita conservadora en Lumban, atraídos por su énfasis bíblico sobre la paz y un fuerte sentido de comunidad. Aunque su familia dejó la congregación, frustrados por las restricciones en la educación, Regina recuerda a la iglesia como su “segundo hogar – era mi familia.”

    Durante sus estudios en la Universidad de las Filipinas, Regina llegó a adquirir más consciencia de las profundas realidades de la pobreza y la injusticia en su país, y se dedicó a trabajar en busca de reformas sociales y políticas. Inmediatamente después de completar una licenciatura en Development Communication (Comunicación para el Desarrollo), se trasladó a la isla de Mindanao, una región devastada por la pobreza y décadas de guerra de guerrillas y la violencia interreligiosa.

    Durante los dos años siguientes trabajó como voluntaria con PeaceBuilders Community, una organización respaldada por la iglesia Mennonite Church Canada Witness, que ha entrenado a cientos de pastores locales y líderes de aldeas en los principios básicos de la transformación de conflictos y la justicia que restaura.

    Esa experiencia restauró en Regina un profundo aprecio por la iglesia menonita y las raíces teológicas de sus actividades en pro de la paz. “Durante mis años de crecimiento no pude percibir las enseñanzas anabautistas de una forma profunda,” dijo Regina. “Pero al escuchar a los promotores de la paz, a los funcionarios gubernamentales e incluso a los oficiales militares expresar su agradecimiento por el testimonio menonita hacia la paz, mi comprensión de la fe comenzó a profundizarse.”

    Durante los últimos tres años, Regina se ha desempeñado como coordinadora nacional de IMC, apoyando la labor de la Junta Directiva y la Junta de Obispos. Es miembro fundador de la iglesia Peace Church, una congregación nueva establecida en la ciudad de Global City, que está trayendo un testimonio vigoroso de paz al corazón del establecimiento político y militar de Manila. En 2010, Regina escribió la historia de la iglesia menonita en las Filipinas como un capítulo en el volumen de Asia de la serie Historia Menonita Mundial del CMM; actualmente se desempeña como socia en la investigación para el Perfil Anabautista Mundial del CMM en su país. Regina, que también trabaja tiempo completo, ¡tiene 23 años!

    En las últimas décadas, la iglesia menonita en las Filipinas, ha sufrido una serie de divisiones que han dejado a algunos de los jóvenes desilusionados. “Quiero ayudar a nuestra iglesia a convertirse en una familia que no está dividida por la cultura o la etnia,” reflexionó Regina. “Quiero ayudar a nuestra iglesia a vivir su comprensión del evangelio de una manera más poderosa.” Sueña con el día en que pueda ayudar a establecer una escuela anabautista en las Filipinas que permita que IMC ayude en el desarrollo de más líderes dependientes, eficientes y exitosos sin perder la particularidad de su identidad cultural o étnica.”

    La magnitud de los desafíos que enfrentan las pequeñas iglesias menonitas en las Filipinas – ya sean las operaciones de socorro, la consolidación de la paz, o la renovación de la iglesia – pueden parecer abrumadores. Pero el testimonio de Regina Mondez es inspirador. Oremos por ella, y por la comunidad que representa. Oremos por Darnell y Christina Barkman, pareja pastoral de la iglesia Peace Church; oremos por los líderes de la iglesia Integrated Mennonite Church; oremos por la labor de PeaceBuilders Community en Mindanao; y oremos por los habitantes de las Filipinas, devastados por el tifón Haiyan, que buscan esperanza y un futuro entre los escombros.

    Artículo de John D. Roth de Goshen, Indiana. Roth enseña historia en Goshen College y también sirve como secretario de la Comisión de Fe y Vida del Congreso Mundial Menonita. Este artículo fue publicado por primera vez en The Mennonite el 1º de enero de 2014.

  • Desigualdad económica: Examinemos nuestro compromiso común en pos del Shalom

    Como comunión mundial de iglesias afines al anabautismo, compartimos el compromiso de procurar el shalom. En dicha búsqueda, creemos en la necesidad de intentar alcanzar la justicia y de compartir nuestros recursos, sean materiales, económicos o espirituales. Nuestra enorme diversidad implica llevar a la práctica este compromiso de muchas maneras. En el número de abril 2014 de Courier/Correo/Courrier, líderes de toda nuestra hermandad –promotores del shalom y seguidores de Cristo–relatan cómo los anabautistas abordan las problemáticas relacionadas con la desigualdad económica y las brechas de riqueza en nuestras comunidades.

    La igualdad cristiana, ¿una utopía?

    Vivimos en un mundo perdido. El mundo en que vivimos no es el que Dios había previsto. Cuando decidimos pecar, elegimos nuestra propia manera, nuestro propio señor y nuestro propio camino, que no transmitió bendiciones ni a nosotros ni a los demás. Sin embargo, Dios no abandonó este mundo perdido. Constantemente procura redimir su creación, como lo avalan las Escrituras.

    Como seres humanos, debemos enfrentar dos elementos contradictorios en nosotros y en las estructuras en que vivimos. Aunque vivimos en un mundo perdido, la imagen de Dios no se ha perdido totalmente. Además, la decisión consciente de rebelarse contra Dios y sus propósitos, repercutió en la tierra. Esto significa que todas las culturas tienen elementos que se asemejan a la imagen de Dios en la humanidad, como también elementos de nuestra naturaleza perdida.

    Como cristianos, y anabautistas/menonitas, poseemos un fuerte legado espiritual. Los grupos anabautistas surgieron en tiempos de crisis. Su búsqueda de una vida cristiana a semejanza de la primera iglesia en Hechos influyó seguramente en su teología, dado que ésta no se desarrolla aisladamente. Como en la primera iglesia, las primeras comunidades anabautistas en general procuraron reducir las desigualdades económicas. La dimensión radical del “primer amor” también era evidente por el hecho que se atendía a los pobres. La dimensión económica no era un fin en sí mismo, sino un medio palpable para demostrar el amor de Cristo.

    Sin embargo, con el tiempo disminuyó la agitación y el cristianismo se alió con el mundo. Los cristianos siempre se han adaptado más al mundo, según las cartas a las siete iglesias de Apocalipsis 2-3. Si al principio, en gran parte, la cultura era considerada “mundana”, después de un tiempo las barreras se derribaron y la cultura obtuvo críticas favorables.

    Algo similar le ocurrió a los movimientos anabautistas. Luego de los años primeros de persecución, llegó la tolerancia y cierto distanciamiento del mundo. Sin embargo, no por ello, se evitó las inclinaciones de la carne, que fueron influenciadas por una cultura anterior. El distanciamiento del mundo creó una falsa sensación de seguridad: el mundo estaba muy lejos y su influencia no les afectaba.

    En general, los menonitas de Brasil ya no viven en colonias. El capitalismo y materialismo han dado lugar a enormes desigualdades, que parecen aun mayores en los centros urbanos. Los menonitas brasileños en general han recibido una fuerte influencia de la cultura predominante. Las desigualdades son tan pronunciadas en la iglesia como en la sociedad.

    Los menonitas llegaron como refugiados a Brasil provenientes de Rusia, prácticamente sin posesiones materiales. No obstante, el deseo de salir adelante y el espíritu comunitario inicial muy pronto les impulsó a buscar oportunidades económicas que les permitieran hacer un salto cualitativo. Esto no tardó en llegar y en poco tiempo la mayoría estaba mejor económicamente gracias a su gran laboriosidad. A los que no pudieron mejorar su situación se les acusaba de perezosos. Con la misión de la iglesia, las desigualdades se agudizaron. Muchos brasileños viven en situaciones de extrema pobreza. Los menonitas se comparan con estos brasileños, comentando lo siguiente: “Al principio, nosotros tampoco teníamos nada, y hoy, mira cómo estamos. Es evidente que ellos no quieren tener una vida mejor”.

    El crecimiento económico de Brasil en años recientes ha conllevado el materialismo de los menonitas. Al individualismo ha reemplazado el espíritu comunitario, y la problemática de la desigualdad apenas se trata aunque esté muy presente. En general, los brasileños pueden ver una mansión al lado de una favela sin inmutarse. Esta falta de compasión ha penetrado también en las iglesias. Incluso el trabajo social no formaba parte de la agenda de las iglesias hasta hace muy pocos años, debido a la influencia fundamentalista y al deseo de diferenciarse de la Iglesia Católica. Actualmente, en la mayoría de las iglesias menonitas de Brasil al menos se habla de hacer algo por los pobres. Algunos procuran ayudar donando alimentos, ropa u otra ayuda material. Intentan responder a algunas de las necesidades más apremiantes, pero la desigualdad en sí casi no se menciona, como ocurre también en la sociedad en general.

    Hace unos años, me invitaron a hablar en un retiro de familias sobre la sencillez como estilo de vida. Aunque algunas personas reflexionaron al respecto, la sesión no llevo a un debate grupal ni que se consideraran los aspectos prácticos. Al parecer, aún no estamos listos para ello. ¿Lo estaremos algún día?

    Arthur Dück es director y profesor de Estudios Interculturales de la Faculdade Fidelis Christian College, institución educativa de los Hermanos Menonitas de Curitiba, Brasil.

  • Desigualdad económica: Examinemos nuestro compromiso común en pos del Shalom

    Como comunión mundial de iglesias afines al anabautismo, compartimos el compromiso de procurar el shalom. En dicha búsqueda, creemos en la necesidad de intentar alcanzar la justicia y de compartir nuestros recursos, sean materiales, económicos o espirituales. Nuestra enorme diversidad implica llevar a la práctica este compromiso de muchas maneras. En el número de abril 2014 de Courier/Correo/Courrier, líderes de toda nuestra hermandad –promotores del shalom y seguidores de Cristo–relatan cómo los anabautistas abordan las problemáticas relacionadas con la desigualdad económica y las brechas de riqueza en nuestras comunidades.

    Reparar la brecha

    Últimamente en la televisión de Estados Unidos, ha aparecido mucha publicidad de organizaciones norteamericanas solicitando dinero para luchar contra el hambre en el mundo y buscando enternecer al público al mostrar niños tristes, en su mayoría africanos. Se informa que 17.000 niños mueren de hambre cada día, aproximadamente uno cada cinco segundos, un dato muy conmovedor.

    Pero, esto no representa toda la realidad. El hambre es ciertamente un problema grave en África, pero con frecuencia esta publicidad parece ignorar el problema del hambre en Estados Unidos y perpetúa los estereotipos de “esa pobre gente de África”. Se suele definir a Estados Unidos como el país más rico del mundo. Entonces por qué, según World Hunger Education Services, el 14,5 por ciento de los hogares (o casi 49 millones de personas) tiene carencias alimentarias ya que, “el consumo de comida de los miembros de la familia se redujo, y los patrones habituales de alimentación se alteraron debido a la falta de dinero… para obtener comida”. ¿Cómo es posible que una de cada siete personas de Estados Unidos viva debajo del índice de pobreza, incluido uno de cada cinco niños?

    Esta cruda realidad de hambre y pobreza es aun más inquietante si se considera lo siguiente: en 2007, según el Centro de Prioridades Presupuestarias y Normativas (Center on Budget and Policy Priorities) con sede en EE. UU., el 10 por ciento de los estadounidenses más ricos ganaba el 47 por ciento de los ingresos y poseía el 74 por ciento de la riqueza, brecha que no se ha reducido desde ese año. O este otro dato: durante los últimos 35 años, los ingresos del uno por ciento de los estadounidenses más ricos aumentó el 201 por ciento, mientras que el 60 por ciento del ingreso medio aumentó sólo el 40 por ciento, según la Oficina de Presupuesto Parlamentario de EE.UU. No es que no haya suficiente riqueza en Estados Unidos, sino que la distribución es muy desigual.

    Al citar los datos como los mencionados anteriormente, el presidente de Estados Unidos Barack Obama señaló, en diciembre de 2013, que la creciente desigualdad en EE.UU., “desafía la esencia de quiénes somos como pueblo… que un niño quizá nunca pueda escaparle a la pobreza porque carece de oportunidades educativas, o atención médica, o de una comunidad que considere el futuro de ese niño como propia, debería ser una ofensa para todos e impulsarnos a la acción. Como país somos mejor de lo que esto refleja”.

    ¿Por qué se incrementa la desigualdad económica en Estados Unidos? El problema es complejo y no hay respuestas fáciles a esta pregunta, pero es evidente que ciertos factores contribuyen al origen del problema, incluyendo los intereses corporativos de las empresas que prevalecen sobre las políticas públicas que serían más justas para todos; el miedo al socialismo y la así llamada “redistribución de la riqueza”; la idea de que es necesario que el gobierno deje de servir de red de contención; y la postura que plantea que la gente es pobre porque ha tomado decisiones equivocadas (no asumiendo responsabilidad personal), y no porque el sistema les sea desfavorable. A continuación, algunos ejemplos de las políticas que contribuyen a perpetuar la desigualdad: los recortes al Programa de Asistencia Nutricional Complementaria (Supplemental Nutrition Assistance Program, SNAP; conocido como el programa de cupones de alimentos que se dan a personas de bajos recursos) y al seguro de desempleo a largo plazo; también la falta de disposición de los políticos a aumentar el salario mínimo, mientras que al mismo tiempo continúan estableciendo beneficios impositivos para los ricos.

    La desigualdad económica constituye un importante desafío para la iglesia de Estados Unidos, y generalmente se ha respondido satisfactoriamente. Muchos cristianos (y otros) son muy generosos con su tiempo y riqueza, colaborando con organizaciones que ayudan a los necesitados. Muchas congregaciones han implementado sus propios ministerios o participan en ministerios comunitarios que brindan un servicio a personas pobres y/o que padecen hambre. Sin embargo, pese a nuestras mejores intenciones, persiste la desigualdad económica. La brecha entre ricos y pobres se profundiza. La generosidad y la práctica de la “religión pura” de Santiago 1:27 (ayudar a las viudas y huérfanos en situaciones apremiantes) representan importantes imperativos bíblicos a seguir. Pero también lo son los mandatos de “hacer justicia” y crear sistemas sociales que no opriman y pisoteen a los necesitados (véase Miqueas 6:8 y Amós 2:6-7). En el actual contexto de gran desigualdad en Estados Unidos y el resto del mundo, las palabras de Isaías 58 deberían representar un desafío a diario:

    El ayuno que a mí me agrada consiste en esto: en que rompas las cadenas de la injusticia y desates los nudos que aprietan el yugo; en que dejes libres a los oprimidos y acabes, en fin, con toda tiranía; en que compartas tu pan con el hambriento y recibas en tu casa al pobre sin techo; en que vistas al que no tiene ropa… (vs. 6-7)

    Isaías luego promete que si hacemos estas cosas, seremos llamados “reparadores de brechas” y “restauradores de calles donde habitar”, objetivos loables a lograr en nuestros tiempos.

    Harriet Sider Bicksler, miembro de la Iglesia de los Hermanos en Cristo Grantham (Mechanicsburg, Pennsylvania, EE.UU.). Se desempeña como Redactora responsable de Shalom!, una publicación trimestral que se especializa en temas referentes a la paz y la justicia.

  • Desigualdad económica: Examinemos nuestro compromiso común en pos del Shalom

    Como comunión mundial de iglesias afines al anabautismo, compartimos el compromiso de procurar el shalom. En dicha búsqueda, creemos en la necesidad de intentar alcanzar la justicia y de compartir nuestros recursos, sean materiales, económicos o espirituales. Nuestra enorme diversidad implica llevar a la práctica este compromiso de muchas maneras. En el número de abril 2014 de Courier/Correo/Courrier, líderes de toda nuestra hermandad –promotores del shalom y seguidores de Cristo–relatan cómo los anabautistas abordan las problemáticas relacionadas con la desigualdad económica y las brechas de riqueza en nuestras comunidades.

    Generosidad, no caridad

    Portugal es un país pequeño, de aproximadamente 92.000 km.² Sin embargo, a este pequeño país siempre le ha fascinado el crecimiento y la expansión. En el pasado, salimos a la mar en busca de nuevos países y nuevos modos de desarrollo económico. Dicha era de descubrimiento y exploración le dio al país una perspectiva más internacional. De hecho, no sería erróneo definir a Portugal como el primer país global del mundo.

    Pero en un momento de nuestra historia, Portugal sencillamente se quedó detenido en el tiempo. Esto ocurrió principalmente a causa de un dictador que “congeló” el país –económica, política y socialmente– por más de cuarenta años. Este periodo de estancamiento ha afectado la mentalidad de los portugueses hasta el presente.

    Cuando Portugal logró liberarse del gobierno dictatorial el 25 de abril de 1974, el país esperaba el inicio de una nueva etapa de desarrollo. Cuando nos adherimos a la Unión Europea doce años más tarde, de inmediato se hicieron evidentes los beneficios de esta adhesión: la construcción de nueva infraestructura, el surgimiento de nuevas oportunidades de empleo y las nuevas inversiones fortalecieron la economía. Había llegado la hora de que Portugal se pusiera a la altura del resto de Europa.

    Lamentablemente, los políticos no pudieron ver la otra cara de la moneda del desarrollo. Año tras año el gobierno portugués tenía déficit presupuestario. La deuda creció tanto que la Unión Europea, el Banco Europeo y el Fondo Monetario Internacional tuvieron que intervenir en el verano de 2011.

    De pronto, la economía de Portugal estaba en bancarrota. La tasa de desempleo subió a 16%. (Datos recientes indican que dicha cifra llegó a cerca del 20%.) La gente volvió a emigrar, mayormente las generaciones más jóvenes. Una vez más, la lucha por sobrevivir se convirtió en una realidad del presente.

    Los Hermanos Menonitas de Portugal empezábamos a percibir dicha realidad en nuestra propia comunidad. Sabíamos que debíamos responder de alguna manera. Lo primero que hicimos fue pedirles a nuestros miembros que todos los domingos donaran pequeños artículos que pudieran ser entregados a los necesitados. Además, durante los últimos años habíamos recibido donaciones de Alemania –principalmente ropa, artefactos, muebles y alimentos– enviados por camión cada dos o tres meses. Dichas donaciones brindan una manera más de vincularnos a las personas pobres que viven en nuestro entorno.

    No obstante, queríamos evitar la respuesta “fácil” de sólo hacer donaciones. Así fue que en octubre de 2013 inauguramos una tienda de artículos de segunda mano; algo pequeño pero que, mediante la ayuda de Dios, sigue funcionando bien. Está ubicada en un barrio pobre en las afueras de Lisboa, la ciudad capital; provee los artículos que recibimos de Alemania y brinda la oportunidad a personas de bajos ingresos de adquirir ropa y otros productos a un precio simbólico. Creemos que en vez de entregárselos sin costo alguno, es mucho más eficaz que los clientes paguen aunque sea un pequeño monto de dinero. Y hemos descubierto que, pese a sus dificultades económicas, los clientes pueden comprar los artículos.

    Aunque una persona no tenga el dinero, se busca la forma la manera de lograr un intercambio digno: puede llevar un kilo de arroz, un paquete de fideos u otro alimento y cambiarlo por lo que necesite. Una vez, un hombre muy pobre que vivía en la calle en nuestro barrio, quería comprar un saco pero no contaba con el dinero en ese momento. Le dijimos que podía pagarlo más adelante, y le dimos el saco. A fin de mes, regresó a la tienda para cumplir con su compromiso.

    De esta manera, le enseñamos a la gente a ser responsable, aun cuando tenga que pagar sólo un pequeño monto de dinero.

    Nuestra pequeña tienda también brinda la oportunidad de testificar. A los clientes les suele impresionar la manera en que damos testimonio del amor de Dios. Contamos con literatura cristiana a disposición de cualquiera que venga a la tienda a curiosear, y a veces algunas personas del barrio se acercan a nuestro culto dominical. Creemos que así también podrán tener una experiencia vivencial con Cristo y lleguen a comprometerse con él.

    Una vez por mes nos reunimos con personas del barrio para compartir una comida. Este día es especial porque vemos que la gente llega no solamente a comer sino también a escuchar el Evangelio durante unos diez o quince minutos. Realizamos esta predicación planificada entre el plato principal y el postre: un breve “intermedio” para escuchar la Palabra de Dios, y luego disfrutar de algo rico.

    La comunidad de nuestra iglesia está integrada por personas de bajos recursos. Y sin embargo, debido a nuestro ADN anabautista –evidente desde que comenzó la obra de los Hermanos Menonitas en Portugal en 1984– es muy fácil convocar a nuestras iglesias a fin de extender el amor y bendecir a los que nos rodean. No se trata de hacer el bien por el hecho de hacer caridad, sino de actuar compasivamente unos con otros porque reconocemos que en el Reino de Dios somos todos hermanos y hermanas que se reúnen todos los domingos para alabar a Dios, algunos ricos y otros pobres, pero unidos en Cristo.

    Por tal motivo, nuestra comunidad de Hermanos Menonitas está muy comprometida, deseosa y dispuesta a ser generosa, no caritativa, a fin de apoyar a los necesitados. En consecuencia, se observa el crecimiento de nuestras iglesias, y se ven las enseñanzas de Dios y su influencia en la vida del pueblo portugués.

    José Arrais es presidente de la Associação dos Irmãos Menonitas de Portugal (Asociación de Hermanos Menonitas de Portugal).

  • Desigualdad económica: Examinemos nuestro compromiso común en pos del Shalom

    Como comunión mundial de iglesias afines al anabautismo, compartimos el compromiso de procurar el shalom. En dicha búsqueda, creemos en la necesidad de intentar alcanzar la justicia y de compartir nuestros recursos, sean materiales, económicos o espirituales. Nuestra enorme diversidad implica llevar a la práctica este compromiso de muchas maneras.

    La igualdad cristiana, ¿una utopía? (Arthur Dück, Brasil)

    Como en la primera iglesia, las primeras comunidades anabautistas en general procuraron reducir las desigualdades económicas. La dimensión radical del “primer amor” también era evidente por el hecho que se atendía a los pobres. La dimensión económica no era un fin en sí mismo, sino un medio palpable para demostrar el amor de Cristo.

    Reparar la brecha (Harriet Sider Bicksler, EE.UU.)

    La desigualdad económica constituye un importante desafío para la iglesia de Estados Unidos, y generalmente se ha respondido satisfactoriamente. Muchos cristianos (y otros) son muy generosos con su tiempo y riqueza, colaborando con organizaciones que ayudan a los necesitados. Sin embargo, pese a nuestras mejores intenciones, persiste la desigualdad económica.

    Cristo, ejemplo de misión (Bijoy K. Roul, India)

    No es fácil responder por qué la mayoría en una sociedad sufre la desigualdad económica. Habría algunas teorías. Los factores varían según el lugar, momento histórico y sociedad; el factor determinante en una situación puede no serlo en otra.

    Generosidad, no caridad (José Arrais, Portugal)

    De pronto, la economía de Portugal estaba en bancarrota. La tasa de desempleo subió a 16%. (Datos recientes indican que dicha cifra llegó a cerca del 20%.) La gente volvió a emigrar, mayormente las generaciones más jóvenes. Una vez más, la lucha por sobrevivir se convirtió en una realidad del presente. Los Hermanos Menonitas de Portugal empezábamos a percibir dicha realidad en nuestra propia comunidad. Sabíamos que debíamos responder de alguna manera.

  • Cuando Conrado Grebel bautizó a sus amigos el 25 de enero de 1525 en Zúrich, Suiza, ni idea tenía que esta pequeña acción marcaría el origen de la familia mundial de fe que conocemos como el Congreso Mundial Menonita. Desde Suiza, el movimiento anabautista se extendió hacia el norte a Alemania, Francia y los Países Bajos. Tras la debacle en Münster y con el liderazgo de Menno Simons, los menonitas migraron hacia el este a Prusia y posteriormente a Rusia y Ucrania. Más tarde, los menonitas se trasladaron a América del Norte y América del Sur, y luego a todos los continentes del mundo.

    En los países de origen, permanecieron grupos de menonitas. Actualmente, existen congregaciones muy antiguas en Francia, Alemania, Suiza y los Países Bajos, miembros del CMM desde su inicio.

    Estas antiguas iglesias menonitas han heredado la rica historia y tradición de los anabautistas y menonitas de siglos pasados. Sin embargo, las antiguas iglesias de Europa occidental viven tiempos difíciles, no a causa de la persecución sino de la secularización. La membresía decae y las congregaciones desaparecen porque ya no hay suficientes miembros nuevos. Pero aunque sean más pequeñas numéricamente, las iglesias siguen siendo fieles a su identidad menonita y anabautista, y llevan a cabo la obra de Dios, cada una en su propio contexto.

    Los líderes de cada convención nacional y sus representantes en el Concilio General del CMM, se reúnen todos los años para compartir unos con otros e intercambiar las novedades de sus países y del CMM. Desde hace algunos años, las comunidades menonitas más nuevas del sur de Europa –en Portugal, España e Italia– han participado también de esta reunión, junto con los representantes de las convenciones de Austria y Bavaria, y de algunas comunidades que eran anteriormente Umsiedler. Está surgiendo una nueva forma de colaboración entre los menonitas de Europa, en la que comunidades nuevas y antiguas aprenden unas de otras y se inspiran mutuamente. Las iglesias nuevas están ávidas por aprender sobre las raíces de los menonitas; la misión, dinámica y modalidades que aportan las iglesias nuevas sirven de inspiración a las iglesias antiguas.

    Estos acontecimientos han convencido a los líderes de la importancia de intensificar el contacto entre todas las iglesias menonitas europeas, y convocar a más iglesias menonitas europeas –tales como las de Ucrania y Bielorrusia– a participar. Por dicho motivo, después de debatirlo varios años, se resolvió en la reunión de octubre de 2013, en Mainz, Alemania, nombrar un Coordinador menonita europeo, a partir de julio de 2014. Aunque no todas las convenciones han determinado su grado de apoyo, los líderes confían en que habrá suficiente respaldo para financiar dicho cargo, al menos durante los próximos años.

    Este acontecimiento es una clara señal de esperanza. Las comunidades menonitas de los países europeos, aunque pequeñas, tienen un gran compromiso con la tradición, identidad y misión menonitas y anabautistas. Juntas –sean más o menos conservadoras, evangélicas o pietistas– son parte del cuerpo mundial de Cristo. Y al colaborar, cada una en base a su propia identidad y con una maravillosa combinación de lo nuevo y lo antiguo, aprenden, se inspiran y se apoyan unas a otras.

    Henk Stenvers (Países Bajos) es secretario de la Comisión de Diáconos del CMM y secretario general/director de Algemene Doopsgezinde Sociëteit (Iglesia Menonita holandesa).

  • El cristianismo está experimentando un fuerte retroceso en Europa. Hemos pasado en las últimas dos o tres generaciones de ser una cultura exteriormente cristiana, a otra cosa posterior. En general las estadísticas del Congreso Mundial Menonita indican que la evolución de las antiguas iglesias menonitas europeas refleja también esa tendencia.

    Una excepción a este fenómeno es España, donde en menos de cuarenta años ha surgido una realidad anabautista floreciente. Vemos este crecimiento como una obra soberana del Espíritu, que sobrepasa nuestros esfuerzos inadecuados.

    Nuestros hermanos en las iglesias menonitas antiguas de Europa (que datan desde el siglo XVI) nos dicen que nuestra realidad les produce aliento y esperanza. Nosotros, a cambio, valoramos sus siglos de testimonio y fidelidad y nos sentimos honrados de que nos tengan en cuenta en actividades y organizaciones menonitas del continente.

    Historia

    La primera actividad documentada de menonitas en España fue durante la Guerra Civil Española (1936-1939), cuando el Mennonite Relief Committee (Comité Menonita de Ayuda Humanitaria) envió varios cooperantes desde Estados Unidos, para un programa de alimentación de niños refugiados de guerra. La victoria del bando fascista, de ideología nacionalcatólica, puso fin a la presencia menonita al concluir la guerra.

    En los años 70 empezó a ser posible enviar misioneros a España. Tras consultar con los líderes de las iglesias evangélicas españolas, los misioneros menonitas decidieron en principio cooperar con ellas en lugar de establecer otra denominación en el país. Los primeros misioneros, Juan y Bonnie Driver, fueron bien recibidos por la frescura de su mensaje hondamente bíblico, cuyos énfasis anabautistas resultaron renovadores para muchos jóvenes evangélicos. Los Driver permanecieron en España unos 10-15 años antes de regresar a Sudamérica, donde culminaron una dilatada carrera misionera.

    Entre tanto, se había establecido en Barcelona la primera iglesia menonita. El grupo que la impulsó llegó desde Bruselas (Bélgica), donde habían migrado años antes y donde se habían ido incorporando a la iglesia menonita en una misión norteamericana. José Luis Suárez fue el líder inicial de este grupo, y su pastor durante muchos años hasta su jubilación.

    Por aquella misma época, hubo novedades interesantes en la ciudad de Burgos. Allí se estaba produciendo un movimiento de conversiones entre adolescentes y jóvenes, dentro del seno de la Iglesia Católica. Con un fuerte componente de música y arte y de comunidad de vida en viviendas compartidas, este movimiento conmocionó la ciudad entera. Los líderes del movimiento invitaron a Juan Driver a hablar en Burgos, y su forma de enfatizar la enseñanza de Jesús cautivó la imaginación de estos cristianos jóvenes.

    Más tarde tres de los «ancianos» del movimiento realizaron un viaje a Estados Unidos para visitar comunidades cristianas radicales, y allí conocieron a Dionisio y Connie Byler, de Argentina. Les invitaron a venir a Burgos para dar continuidad al ministerio de enseñanza que habían recibido de Driver. La familia Byler ha seguido en Burgos desde 1981, con el apoyo de la Red Menonita de Misión. En los años 90, la comunidad de Burgos adoptó una identidad menonita.

    En los años 90 llegaron a Madrid Bruce y Merly Bundy, misioneros de Hermanos en Cristo (HEC), inaugurando otra zona de influencia anabautista en el país. Gracias a sus esfuerzos y los de otras personas, los HEC tienen ahora dos iglesias en la región de Madrid. Más recientemente, Juan y Lucy Ferreira, de Venezuela, han empezado una obra HEC en Tenerife (Islas Canarias), que se relaciona con las iglesias HEC de Madrid.

    Otra obra empezó a principios del presente siglo, cuando la Organización Cristiana Amor Viviente (una convención menonita de Honduras) envió a Antonio e Irma Montes a España para encabezar un impulso misionero. El fruto de sus esfuerzos incluye ahora dos iglesias en Catalunya y un grupo pequeño en Madrid.

    Encuentros Menonitas y asociación fraternal

    Desde los años 80 estos grupos diferentes en España, muy dispersos en ciudades distantes entre sí, han procurado conocerse y apoyarse mutuamente y fomentar juntos una identidad anabautista o menonita. Desde 1992, esta relación se cimenta en Encuentros Menonitas Españoles (EME), que se celebran cada dos años.

    Al cabo de algunos años nos organizamos como asociación fraternal con las siglas AMyHCE (Anabautistas, Menonitas y Hermanos en Cristo – España). Como AMyHCE participamos en FEREDE, la asociación de iglesias evangélicas españolas (donde somos conocidos como una de las «familias denominacionales» del protestantismo español) y también en el Congreso Mundial Menonita. En CMM tenemos la particularidad de que todas nuestras iglesias, con su diferente filiación denominacional histórica, participamos juntas con esta representación única.

    Por último, nuestra identidad anabautista o menonita se ha fortalecido mediante relaciones fraternales con las iglesias menonitas antiguas de Europa. En 2006, por ejemplo, se celebró en Barcelona el Congreso Menonita Europeo (MERK). MERK reúne a menonitas del continente europeo para mutuo estímulo y diálogo.

    Características sobresalientes

    Como indica esta breve reseña histórica, uno de los rasgos de AMyHCE es nuestra gran diversidad. Diversidad de vinculación con denominaciones históricas del anabautismo mundial, pero también diversidad de énfasis y vivencia. A pesar de ser tan pocas nuestras comunidades, se pueden encontrar entre nosotros prácticas más o menos pentecostales, pero también un cierto recelo del emocionalismo. Teológicamente hay entre nosotros tendencias fundamentalistas y también liberales —pero tampoco nos falta una «tercera vía» anabautista, que explora otras formas de explicar la fe cristiana.

    Aunque pocos en número, nuestras iglesias no han olvidado el servicio y las misiones. Durante años la congregación en Burgos fue conocida por su centro de rehabilitación de drogadictos, mientras que la de Barcelona tenía un hogar de ancianos y otro para discapacitados mentales. La iglesia de Burgos ha establecido un hogar de niños en Benín (África) y un ministerio con ex niños soldados en Costa de Marfil. Este ministerio en África tiene la bendición de recibir apoyos de otras iglesias e individuos.

    Desde los comienzos en los años 70, hay entre nosotros un componente importante de exploración bíblica y teológica en clave menonita o anabautista, que se expresa en ministerios de enseñanza y en literatura, en imprenta y en la internet (www.menonitas.org). Y ahora desde 2010, el Dr. Antonio González, pastor de una de las iglesias HEC, lidera con otros un pequeño centro de estudios teológicos —CTK, Centro Teológico Koinonía— para la formación de una nueva generación de líderes.

    Algunos otros énfasis claramente anabautistas afloran reiteradamente en nuestras comunidades:

    • La iglesia como comunidad estrecha, como familia con fuertes vínculos afectivos y ayuda mutua.
    • Jesús como Maestro y ejemplo, además de Salvador y Señor.
    • No violencia y objeción al servicio militar.
    • Una teología pragmática, más que dogmática: interesa más la integridad del seguimiento personal de Jesús, que afirmaciones teóricas.

    Mirando hacia el futuro

    Este nuevo vástago del cristianismo anabautista o menonita en España ha de afrontar algunos retos importantes. En los próximos 10-15 años, la mayoría de nuestras iglesias deberá abordar un importante relevo generacional. Surgirán líderes nuevos o bien habrá de importarlos desde otras iglesias. ¿Conservará este liderazgo de segunda generación un sentido de identidad más allá de una identidad genérica evangélica? La creación de CTK espera contribuir a dar forma a la respuesta a esa pregunta. Pero es sólo el paso de los años que dará una respuesta definitiva.

    Por otra parte, el cristianismo evangélico en general —y el cristianismo anabautista o menonita como una de las formas del cristianismo no católico— son de implantación relativamente reciente en España. No es una casualidad que llegaron precisamente en la generación cuando los españoles empezaron a replantearse la antiquísima conexión entre la identidad española y la religión católico romana. Pero el debilitamiento del poder del catolicismo sobre el pueblo español no supone necesariamente una apertura a otras formas de cristianismo. Es, al contrario, una señal más de una tendencia en toda Europa, hacia otra forma de entender la existencia humana: una forma postcristiana, hondamente atea. Están en alza la superstición y una credulidad ingenua.

    Esta cultura emergente no es necesariamente hostil al cristianismo, pero pronuncia el cristianismo absolutamente carente de interés, acaso primitivo y desfasado. El reto para nuestras iglesias —conjuntamente con iglesias hermanas de todas las tradiciones— es hallar una forma de encender la llama del interés, la curiosidad y el compromiso. Esencialmente, esto constituye un llamamiento a ser una iglesia donde desborda la vida y presencia del Espíritu de Dios.

    No nos hacemos ilusiones de ser capaces de generar con nuestros recursos humanos el fuego de un interés, una convicción y una pasión por Cristo. Y sin embargo, naturalmente, estamos comprometiendo nuestras energías y recursos para ese fin. No nos engañamos imaginando que el hecho de nuestras oraciones genere automática y mecánicamente una respuesta de Dios. Y sin embargo redoblamos nuestro compromiso con la oración, rogando de rodillas a Dios, que derrame su Espíritu sobre este país.

    Al final va a ser que este último retoño del cristianismo anabautista o menonita en Europa comparte con nuestras iglesias hermanas mayores de origen anabautista, la realidad de que nuestra supervivencia —ni qué hablar de propagación— depende absolutamente de la gracia de Dios. Sólo la gracia de Dios nos podrá asegurar un futuro.

    Aunque parezca extraño, esta es precisamente la razón de nuestra esperanza y confianza y fe en un futuro para nuestras iglesias.

    Dionisio Byler es un escritor y es profesor en la Facultad de Teología SEUT, en El Escorial, cerca de Madrid. Viene siendo secretario de AMyHCE desde su creación.


    Lo que significa ser anabautista en España

    Agustín Melguizo
    Pastor, Comunidades Unidas Anabautistas (Burgos)

    Algunas de las demandas del anabautismo original, han sido asumidas por la mayor parte de las iglesias evangélicas contemporáneas con las que convivo: separación iglesia-estado, bautismo de adultos‚Ķ Eso significa convivir y colaborar con diferentes iglesias cristianas con las que tenemos diferencias pero también mucho en común.

    También significa vivir con la atención puesta en el entorno para llevar la luz de Jesús a cualquiera que se abre a él, y desde el testimonio personal y comunitario, presentar una conversión que afecta a todas las áreas de la vida y también implica ser un discípulo durante toda la vida.

    David Becerra
    Pastor, Iglesia Menonita de Barcelona

    Soy menonita porque un día descubrí que el mensaje y la vida de Jesús estaban revestidos de una no violencia radical. La lectura del Evangelio desde esta perspectiva me llevó a declararme objetor de conciencia al servicio militar.

    Soy menonita porque un día el pastor de la iglesia Menonita de Barcelona se arrodilló, y de forma completamente inesperada me lavó los pies. Este gesto me reveló la auténtica manera de ser autoridad: siendo el servidor (esclavo) de todos.

    En el contexto español ser menonita es entender y vivir el Evangelio de una manera diferente a la habitual, centrada en Cristo y en Su mensaje de reconciliación.

    Antonio González
    Pastor y Teólogo, Iglesia de Hermanos en Cristo

    Para mí, ser anabautista en España no es una mera coincidencia biográfica, sino más bien el resultado de una opción. Durante un tiempo, el Señor me fue llevando a la búsqueda de un modelo auténtico y radical de cristianismo. No se trata primeramente, por tanto, de la opción por una iglesia local o por una denominación. Mi camino con el Señor (y sin √âl), y mi búsqueda teológica me fueron llevando a buscar una conexión más cercana con el proyecto de comunidad que pretendieron Jesús y los apóstoles.

    Ciertamente, muchos cristianos actuales podrían reclamar también una vuelta a los orígenes. Sin embargo, en esa vuelta se suelen olvidar algunos aspectos del mensaje de Jesús, como el pacifismo, o la dimensión comunitaria de la fe, que para mí son esenciales, aunque hayan sido olvidados por las corrientes principales del cristianismo occidental.

  • Amenazado de muerte por un grupo de Freedom Fighters (Combatientes por la Libertad) cuando tenía 19 años de edad, Danisa Ndlovu confiesa que siente que pudo haber nacido “para un tiempo como este.”

    “Por alguna razón yo estaba cantando una canción gospel con una voz muy fuerte esa mañana mientras caminaba hacia el río. Cuando me di cuenta de que los que estaban junto al camino eran de la milicia y que estaban armados hasta los dientes, seguí cantando, aunque sabía que estaba en peligro. Sentí que Dios estaba conmigo. Y cuando los combatientes me ordenaron entrar en su círculo y luego comenzaron a amenazarme, les dije que me podían matar.”

    El miedo quedó atrás aquel día para el joven de Zimbabue.

    El momento se convirtió en piedra angular para Danisa, quien se convertiría en obispo de la Iglesia de los Hermanos en Cristo de Zimbabue en el año 2000, cuando el país se veía afectado por la escasez de alimentos y combustible, la corrupción y un gobierno aparentemente indiferente, una epidemia de SIDA y una inflación de más de 1.000% al año.

    A pesar de estas circunstancias devastadoras, Danisa y los otros 29.000 o más Hermanos en Cristo en Zimbabue, invitaron al Congreso Mundial Menonita a celebrar su Asamblea de 2003 en la ciudad de Bulawayo. “Necesitábamos el aliento y el consuelo de nuestros hermanos y hermanas de otras partes del mundo,” reflexiona Danisa ahora, al anticiparse a “PA 2015,” la próxima Asamblea del CMM que se celebrará en Harrisburg, PA, 21-26 de julio, 2015.

    Elecciones a temprana edad

    Danisa, uno de ocho hijos, creció mayormente bajo el cuidado de su abuela ya que ambos padres necesitaban trabajos bien remunerados. “Mi abuela tuvo una gran influencia en mi vida y en mi fe. Me llevó a la iglesia y a la escuela dominical, las cuales siempre han sido parte de mi vida.”

    Asistió a la escuela primaria y secundaria de los Hermanos en Cristo en Zimbabue y fue bautizado mientras estaba en la escuela secundaria.

    Pero durante su adolescencia fue a vivir con su tía en una zona donde no había iglesia. “Me involucré con algunos chicos. . . fue un punto bajo en mi vida. Sin embargo, a mediados de los años 70, después de que regresé a casa, tenía tal hambre y sed de Dios que pensé que podría morir.

    “Había evangelistas itinerantes en aquel entonces, y le pregunté a mi madre cuándo vendría el próximo a nuestra zona. Realmente pensé que no podía esperar. Estaba pasando por una gran sequía, una absoluta falta de esperanza.

    “Cuando volví a dedicar mi vida a Cristo un Viernes Santo en 1976, el evangelista me preguntó si me gustaría ir a una escuela bíblica. Cuando le dije que mis padres no contaban con los recursos, me preguntó de dónde había sacado Pedro, el discípulo, los recursos para pagar sus impuestos. ‘De la boca de un pez,’ contesté.

    “Me dijo que fuera a la escuela bíblica, y me fui sin dinero. Esa experiencia me enseñó a orar. Fijé un lugar de oración. Y el dinero para pagar las matrículas llegó. Y así es como he vivido mi vida.

    Danisa manifiesta su desconfianza en el evangelio de la prosperidad. Dice, “Promete que todo va a salir bien y estará bien. Pero eso no es verdad. Seguir a Cristo tiene su costo. Habrá sacrificio. Sin embargo, descubrí que habrá suficiente para suplir nuestras necesidades.

    “Cuando terminé la escuela bíblica, pero sin un sentido claro de lo que debía hacer, me sentí muy desanimado y tan solo. Le pedí a Dios que me ayudara a entender lo que estaba pasando, y un día oscuro en el parque, descubrí el Salmo 37:7 – ‘Guarda silencio ante el Señor. . . y espera pacientemente en Él.’

    “Me levanté de un salto, tomé mis cosas, y me fui a casa, donde les dije a todos que iba a ser un evangelista.

    “Un ministro me dijo que me veía muy pequeño y muy joven, pero dije, ‘Yo quiero ir.’ Con el tiempo me uní a un programa en donde pude ministrar y visitar las iglesias como evangelista itinerante.

    “Fue un tiempo de tensión, y el país estaba inestable. Los Freedom Fighters siempre estaban tratando de reclutarnos. Oré para que alguien pudiera reemplazarme en caso de que me mataran.

    “Sentí que Dios me protegía. Un día estaba sentado solo en la iglesia. De repente, cuando estaba sentado leyendo la Biblia, entró un grupo de soldados, todos completamente armados. Podrían haberme torturado o interrogado, pero sólo pasaron por una puerta y salieron por la otra. Nunca entablamos palabra.”

    Influencias del liderazgo

    Danisa no solo aprendió sobre la fe y el no tener miedo desde joven, sino que también aprendió sobre el liderazgo. “Parte de esto vino del entrenamiento, parte vino de observar a los demás, y parte vino de decidir de forma consciente lo que quería ser y hacer. Mi padre era un líder de la comunidad y fue de influencia para mí.

    “Cuando era joven y trabajaba en una librería Cristiana, el gerente me preguntó, ‘¿Eres hijo de un hombre de edad?’ Le pregunté por qué había dicho eso. Me dijo, ‘La forma en la que muestras respeto, te presentas, y tratas a otros me hace pensar que es así.’”

    Durante los tiempos más difíciles en Zimbabue, mientras presidía el funeral de numerosas víctimas del SIDA y proporcionaba guía a los miembros de la iglesia en la búsqueda de hogares para los innumerables huérfanos, Danisa, junto con su esposa, Treziah, se disciplinaron a dar gracias por todo lo que podían.

    Se conocieron en la escuela bíblica donde ambos eran estudiantes. “Tuvimos una relación seria desde el principio, pero caminamos juntos durante 11 años antes de casarnos, debido a nuestra educación y algunas cuestiones de familia.

    “Cuando pasé por tiempos de tensión y de desafíos como evangelista, Treziah y mi mamá estaban orando por mí. Tuvimos una jornada de fe similar como pareja.”

    Danisa y Treziah son padres de tres hijos adultos jóvenes – las hijas se llaman Thinkgrace y Trustworthy, y el hijo se llama Devotion. “Sus nombres reflejan nuestra gratitud y lo que queríamos recordar sobre lo que estaba sucediendo en nuestras vidas cuando cada uno nació,” dijo Danisa con una sonrisa.

    Él ha obtenido fuerza y perspectiva de su familia cuando la vida en Zimbabue como líder de iglesia ha sido casi aplastante. “Siempre que estoy en casa, tan a menudo como sea posible, reflexiono sobre el día con mi familia. Compartimos abiertamente sobre lo que nos hace feliz o no nos hace feliz. ¡Cantamos juntos, repasamos el día, y nos animamos o regañamos unos a otros!

    “Cuando estoy enfrentando decisiones, le digo a mi familia cuales podrían ser los diferentes resultados. Esta noche que acostumbramos tener juntos la encuentro muy relajante y alentadora.”

    Eligiendo ser agradecido

    Ya sea que se enfrente a factores imponderables en su país o en su iglesia local, o los riesgos de la planificación de una Asamblea del CMM en los EE.UU., Danisa tiene el mismo enfoque. “Para mí es una cuestión de confiar en las promesas de Dios y creer en las Escrituras. No se nos ha dicho que todo irá bien. He aprendido a no quejarme sino a ser agradecido. En lugar de preguntar, ‘¿Por qué, Dios?’ Doy gracias por el amor y la presencia de Dios.

    “Encuentro poder en agradecer y alabar en lugar de insistir en las respuestas. Hay poder en la creencia de que Dios está aquí conmigo. Cuando enfrento retos en mi liderazgo, elijo no concentrarme en las cosas que me desaniman. Me concentro en el poder de Dios y digo, ‘Camina conmigo.’ Esto no es vivir en negación, lo cual es canceroso. Puede que no tenga las respuestas, pero creo que Dios las tiene.”

    Danisa, Presidente del Congreso Mundial Menonita desde el año 2009, en un viaje reciente a los EE.UU. habló con franqueza pero con cuidado acerca de sus esperanzas para PA 2015. “Cuando la iglesia mundial se reúna el próximo verano en Harrisburg, espero que la experiencia sea una ventana, abra los ojos para que todas las iglesias que asistan puedan ver más allá de sí mismas. Todos estamos tentados a creer que la iglesia comienza y termina en nuestro propio grupo.

    “Observo que las congregaciones en América del Norte están cómodas y relajadas y parecen sentir que tienen todo más o menos bajo control. Pero como iglesia mundial, somos una familia. Y no es una cuestión de que algunos de nosotros ‘tenemos’ y otros ‘no tienen.’ Nos pertenecemos el uno al otro. Mantenemos relaciones.”

    El regalo del Congreso Mundial Menonita

    Nada supera, dice Danisa, el pasar cinco días y medio como una familia mundial, en el “espacio neutral” que el Congreso Mundial menonita ofrece durante sus Asambleas. Ese espacio no pertenece a ninguna iglesia o agencia. Es un lugar donde las iglesias pueden tratarse entre sí con verdadera reciprocidad, mientras disciernen, adoran, sirven y tienen comunión juntas. Danisa asistió a su primera Asamblea del CMM en 1984 in Estrasburgo, Francia. Él era el miembro más joven de la delegación de Zimbabue.

    Espera con ansias presidir la Asamblea de PA 2015, donde un coro de Zimbabue espera cantar en los servicios de adoración. (“Estamos orando para que a todos se les conceda una visa,” comenta él.)

    “Una Asamblea del CMM es una regalo para todos nosotros. Al estar juntos, vamos a sentir lo que es recibirnos unos a otros. Somos parte de un cuerpo viviente, y a veces tenemos que estar en el mismo lugar para poder mirarnos a los ojos. Cuando estamos en presencia unos de otros, esperamos la respuesta de la otra persona. Eso es mostrar un interés real. Cuando nos reunimos y hacemos el esfuerzo de ver y escuchar a los demás, empezamos a sentir los sentimientos más profundos de la otra persona.

    “El mundo es demasiado pequeño para vivir de manera aislada unos de otros – geográfica y teológicamente. Cada una de las 101 iglesias nacionales que forman parte del CMM traen algo propio de sí mismas. Apreciemos nuestras diferentes tradiciones mientras que también trabajamos juntos.

    “En América del Norte, el Señor les ha dado el privilegio de tener al mundo en su continente – con su gran diversidad internacional dentro de sus iglesias. Mi esperanza es que PA 2015 haga que las iglesias quieran trabajar juntas más.

    “Cuando nos reunimos como pueblo de Cristo, debería poder plantar mi vida en tu vida. Eso es lo que significa ser vulnerable, ver al mundo de una manera diferente, de pertenecer a Dios y el uno al otro como una familia de fe.”

    Artículo de Phyllis Pellman Good de Lancaster, PA, escritora y editora para el Congreso Mundial Menonita. Fotos de Merle Good.

    Danisa Ndlovu
  • El poder en el liderazgo de la iglesia: En busca de un compromiso común para edificar juntos la iglesia

    Como comunión mundial de iglesias afines al anabautismo, compartimos el común compromiso de edificar juntos la iglesia. A la vez, reconocemos que la iglesia necesita líderes que se hagan responsables de guiar el rebaño. En medio de esta similitud, reconocemos que el poder se ejerce de diferentes maneras en diversos contextos del liderazgo de la iglesia. En el presente número de Courier/Correo/ Courrier, escritores de toda nuestra hermandad consideran distintas maneras en que los anabautistas abordan cuestiones de poder en el liderazgo de la iglesia, las luchas y desafíos, y también las bendiciones y beneficios.

    No así con nosotros

    El anabautismo surgió en la vida del cristianismo en Corea del Sur hace menos de dos décadas. En 1996, un grupo de cristianos de ideas afines –que compartía una visión emergente del anabautismo– rompió un vínculo de larga data con las iglesias de origen, que eran principalmente protestantes. Tras mucho tiempo dedicado al estudio intensivo de la Biblia y a la investigación de la historia y teología de la iglesia, descubrieron que lo que querían era establecer una nueva iglesia fundada en el Nuevo Testamento.

    Una cosa era romper con las iglesias principales, y otra muy distinta era iniciar una nueva iglesia. El anabautismo todavía tenía mala reputación en ese momento, y aceptar su visión era como ir contra la corriente de la tradición predominante. Desde una perspectiva más contracultural, su objetivo era retornar a los comienzos de la iglesia del siglo I.

    Desde entonces, la red anabautista de Corea del Sur ha crecido gradualmente, conforme la gente es atraída a un nuevo concepto de lo que significa ser iglesia.

    Quizá algunos preguntarán: ¿por qué estas personas de ideas afines tendrían que abandonar sus iglesias de origen e iniciar un nuevo movimiento de la iglesia? Mientras que muchas cuestiones produjeron divisiones, una de las cuestiones clave –quizá el factor más decisivo– era cómo interpretaban la propia naturaleza de la iglesia.

    Para ellos, la iglesia no era una denominación institucionalizada, que en sí misma genera una estructura de poder inevitablemente desigual. En cambio, concebían la iglesia como el cuerpo de Cristo, donde el poder se comparte igualitariamente entre hermanas y hermanos.

    El poder es algo que los seres humanos desean naturalmente. A través de la historia, nadie se ha librado de la atracción del poder. Incluso Jesús fue tentado por Satanás para usar su poder. De igual manera, no han sido eximidas las personas que pertenecen a la iglesia; de hecho, muchos líderes de la iglesia están tentados a ejercer su autoridad para dominar a otros.

    Esto es exactamente lo que le ocurrió a los discípulos de Jesús hace dos mil años. Debatían quién era el mejor de todos. Y dos de ellos en particular, Santiago y Juan, solicitaron un lugar especial, uno a la izquierda y otro a la derecha de Jesús en su gloria (Marcos 10:37). Hasta su madre quería que Jesús les concediera poder: “Manda que en tu reino uno de mis hijos se siente a tu derecha y el otro a tu izquierda”. (Mateo 20:21). Tales pedidos inquietaban a los otros discípulos, impulsándoles a tratar indignamente a Santiago y Juan; con razón discutían por tal motivo.

    Finalmente, Jesús los reunió y les dijo: “Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños, y los que tienen algún puesto hacen sentir su poder. Pero no será así entre ustedes. Al contrario, el que quiera ser el más importante entre ustedes, que se haga servidor de todos; y el que quiera ser el primero, que se haga esclavo de todos. Porque ni aún el Hijo del Hombre vino para que lo sirvieran, sino para servir y dar su vida como precio por la libertad de muchos” (Marcos 10:42-45).

    Es penoso ver que los cristianos a veces también ansían poder y fama a fin de mantener el estatus quo. Esto lo afirmo no porque sea mejor que los demás, sino porque también estoy tentado desde lo más profundo de mí a ambicionar el poder terrenal, salvo que sea controlado por el Espíritu de Dios. Lamentablemente, muy poca gente reconoce la influencia corruptora del poder, y muy pocos se dan cuenta del uso indebido de dicho poder por los así llamados “líderes” de la iglesia.

    A uno le gusta que lo llamen “líder.” Todos tendemos a ambicionar dicho título, y el poder y fama que éste implica. Pero lo que procuramos no es el tipo de poder que enseña el mundo, sino el poder que recibimos de Dios desde nuestra debilidad, reavivado por el Espíritu de Dios que nos empodera. Es el poder de ser servidor, no líder. Es el poder de ser humilde, no controlador. Es el poder de amar a nuestros enemigos, no de matarlos. Es el poder de dar nuestra vida por los demás, así como nuestro Señor vino a dar su vida como rescate por muchos.

    No caigamos en la trampa del diablo, quien nos convence de encontrarnos en una mejor posición sólo como un premio de Dios. El costo del discipulado no conlleva tal recompensa. En cambio, ofrece una copa y una cruz: “La copa que bebo, también la beberán ustedes, y serán bautizados con el mismo bautismo que estoy recibiendo; pero no depende de mí que se sienten a mi derecha o a mi izquierda, sino que les será dado a aquellos para quienes ha sido preparado” (Marcos 10:40).

    Que Dios nos conceda poder liberarnos de las expectativas de la sociedad, y depender de su poder aun en nuestra debilidad.

    Kyong-Jung Kim se desempeña como representante regional del noreste de Asia para el CMM. Desde 2004 se ha desempeñado como director del Centro Anabautista de Corea, un ministerio de las iglesias anabautistas de Corea del Sur.

  • El poder en el liderazgo de la iglesia: En busca de un compromiso común para edificar juntos la iglesia

    Como comunión mundial de iglesias afines al anabautismo, compartimos el común compromiso de edificar juntos la iglesia. A la vez, reconocemos que la iglesia necesita líderes que se hagan responsables de guiar el rebaño. En medio de esta similitud, reconocemos que el poder se ejerce de diferentes maneras en diversos contextos del liderazgo de la iglesia. En el presente número de Courier/Correo/Courrier, escritores de toda nuestra hermandad consideran distintas maneras en que los anabautistas abordan cuestiones de poder en el liderazgo de la iglesia, las luchas y desafíos, y también las bendiciones y beneficios.

    Más allá de la dominación y el control

    Cada tanto me solicitan que haga un aporte a líderes locales, iglesias y organizaciones cristianas en cuanto a cómo lograr mayor fidelidad como cuerpo diverso y reconciliado, conforme a la intención de Dios. Hace algunos años habría respondido centrando mis energías en reafirmar la visión de la comunidad cristiana según el Nuevo Testamento, en la que cada barrera ha sido derribada, primero entre judíos y gentiles, y por lo tanto entre cada barrera social existente, incluyendo nuestras divisiones raciales actuales. Podría haber comenzado señalando cómo el evangelio describe las implicancias radicales de la iglesia como una nueva sociedad muy diversa, en la que las viejas identidades de relaciones y redes son reconfiguradas por la obra de Jesús.

    Teológicamente, aún creo que esto es verdad. Aunque, tal aplicación parecería omitir algunas de las fuerzas específicamente históricas y actuales que están presentes en la mayoría de las iglesias de Estados Unidos, y a las que raras veces se hace referencia.

    ¿Será posible que nuestro principal problema no radique solamente en las diferencias y divisiones étnicas y culturales en Estados Unidos? ¿Será posible que el verdadero quid de la cuestión gire en torno a cómo se ha desplegado históricamente el poder entre cristianos en la iglesia y la sociedad en general?

    En Estados Unidos, la iglesia nunca se ha arrepentido plenamente ni se ha apartado de la dominación racial que formaron sus prácticas y teología desde el siglo XVII. Claro que la esclavitud ha sido abolida formalmente, y su implementación posterior fue totalmente estigmatizada, pues ante la mera mención la mayor parte de la sociedad responde negativamente. No hace falta gran valor para examinar la historia de la esclavitud (cristiana) de los Estados Unidos de 1619 a 1865, y denunciar a la vez su incongruencia con las enseñanzas de Jesús.

    Sin embargo, en la mayoría de las comunidades cristianas de Estados Unidos que se reúnen bajo el señorío de Jesucristo, todavía se necesita gran convicción para tratar con paciencia y honestidad temas tan sensibles, como las prácticas de la dominación blanca. Hasta el presente, tales prácticas se siguen dando en y por la iglesia, testimonio que escandaliza al mundo. La esclavitud ha desaparecido, pero la lógica del razonamiento racial que produjo el dominio y control de los blancos en las reuniones cristianas (y más allá de dicho ámbito), se mantiene intacta.

    Debemos considerar por qué la iglesia estadounidense –incluyendo el anabautismo– no ha tenido la capacidad de entender el hecho de que el racismo es, en gran medida, un asunto teológico y del discipulado, aquejado por el despliegue de poder en la iglesia, e inconscientemente justificado por una mirada racial.

    A muchos grupos cristianos les encantaría ser comunidades caracterizadas por una gran diversidad, que manifiesten la reconciliación que Dios ha logrado en Jesucristo. Sin embargo, pocas iglesias han estado dispuestas a abandonar el poder y control que gobiernan sus comunidades. Fundamentalmente, cuando personas “diversas” entran en estas comunidades “acogedoras”, deben convertirse teológica, cultural y socialmente a las normas establecidas. Como se suele decir, “la manera blanca es la correcta”. Estas normas no constituyen valores cristianos puros, ajenos a las normas sociales y culturales; no obstante, a menudo son empleadas y justificadas como si lo fueran.

    En vez de practicar kenosis (Filemón 1:5-11), que sería despojarse de poder personal y animarse a una vulnerabilidad mutua con cristianos oprimidos y marcados por su raza para que pueda darse un encuentro de transformación mutua, el grupo dominante y controlador predomina sobre los demás. Siempre ha existido la tentación de cometer el error de preservar suficiente poder y control sobre las minorías raciales, lo que niega la posibilidad de una auténtica reconciliación, tantas veces deseada. La reconciliación va más allá del hecho de que entidades diversas compartan un espacio cada domingo de mañana. No ha habido reconciliación donde continúen la dominación y el “señorío”. Cuando a las minorías raciales, que han sido históricamente aplastadas y excluidas por las prácticas de poder dentro de la iglesia, no se les da un lugar a la mesa, y cuando el poder para tomar decisiones no se comparte de forma vulnerable, no puede haber una verdadera reconciliación. Cuando la voz del menos poderoso no tiene prioridad, y cuando la entidad local no está dispuesta a privilegiar su voz, el Reino de Dios no reina plenamente entre nosotros.

    Al no tomar en cuenta la dinámica del poder que opera en las relaciones raciales en las comunidades anabautistas de Estados Unidos, fallamos en diagnosticar por qué fracasamos en avanzar más allá de un patrón estancado de conformismo racial, sin dar testimonio de cómo cedemos al poder de Dios en medio de nuestras debilidades humanas en esta área. En las comunidades anabautistas de Estados Unidos necesitamos ir más allá de la dominación y el control, hacia la solidaridad y reciprocidad de manera despojada.

    Ha llegado el momento de reevaluar nuestra teología y nuestras prácticas, a fin de encarnar fielmente el camino de Jesús en una sociedad que establece diferencias en función de la raza. Probablemente, las congregaciones anabautistas sean más propensas que la mayoría a comprender que no debemos dominar o tratar con prepotencia a los demás. Pero debemos actualizar esta teología en respuesta a nuestras iglesias y denominaciones dominadas y controladas por blancos.

    ¿Cuál sería el resultado si las bibliotecas y púlpitos anabautistas, en vez de estar dominados por autores y oradores blancos, adoptaran y bregaran por la totalidad de los dones de la iglesia, especialmente los de aquellos que han sido históricamente dominados y marginados? ¿Cómo podrían nuestras iglesias hacer visible el Reino de Dios ante un mundo que nos observa, siguiendo creativamente la guía de un movimiento cristiano profético, integrado por los vulnerables e indefensos de nuestro día?

    ¿Podría ser que nuestros cultos comunitarios se vieran enriquecidos a partir de nuestra solidaridad cotidiana y convivencia junto a personas que han sido marginadas sistemáticamente a causa de su raza? ¿Cómo el anabautismo contemporáneo, que surgió en el siglo XVI como un encuentro visible de discípulos comprometidos con seguir a Jesús –en su mayoría oprimidos económicamente– podría renovarse por medio de un renunciamiento a la dominación blanca, al control y al “señorío” sobre otros? ¿Cómo se podría procurar el shalom y bienestar de aquellos dentro y fuera de nuestras comunidades cristianas?

    Drew G. I. Hart se autodefine como anabautista negro; es blogger de MennoNerds y ex pastor de la Iglesia de los Hermanos en Cristo de Harrisburg (Pennsylvania, EE.UU.). Es estudiante de doctorado, cuyo trabajo de investigación se centra en la teología negra y el anabautismo.

  • En busca de un compromiso común para edificar juntos la iglesia

    Como comunión mundial de iglesias afines al anabautismo, compartimos el común compromiso de edificar juntos la iglesia. A la vez, reconocemos que la iglesia necesita líderes que se hagan responsables de guiar el rebaño. En medio de esta similitud, reconocemos que el poder se ejerce de diferentes maneras en diversos contextos del liderazgo de la iglesia. 

     

    No así con nosotros (Kyong-Jung Kim, Corea del Sur)

    Quizá algunos preguntarán: ¿por qué estas personas de ideas afines tendrían que abandonar sus iglesias de origen e iniciar un nuevo movimiento de la iglesia? Mientras que muchas cuestiones produjeron divisiones, una de las cuestiones clave –quizá el factor más decisivo– era cómo interpretaban la propia naturaleza de la iglesia.

    Para ellos, la iglesia no era una denominación institucionalizada, que en sí misma genera una estructura de poder inevitablemente desigual. En cambio, concebían la iglesia como el cuerpo de Cristo, donde el poder se comparte igualitariamente entre hermanas y hermanos.

     

    ¿Maldición o bendición? (Doris Dube, Zimbabwe)

    Por tal motivo, he experimentado tantos estilos de liderazgo como número de líderes que me han ministrado. Desde mi postura como una hermana más, todos los líderes tienen poder y el poder del liderazgo puede ser positivo o negativo. Los líderes –que son seres humanos falibles– marcan la tónica en aquellos que les siguen por la manera que ejercen el poder.

     

    Más allá de la dominación y el control (Drew G. I. Hart, EE.UU.)

    Debemos considerar por qué la iglesia estadounidense –incluyendo el anabautismo– no ha tenido la capacidad de entender el hecho de que el racismo es, en gran medida, un asunto teológico y del discipulado, aquejado por el despliegue de poder en la iglesia, e inconscientemente justificado por una mirada racial.