Oraciones de gratitud e intercesión

  • “¡Soplan los vientos del anabautismo!” Estas entusiastas palabras de Felipe Elgueta, miembro de la Iglesia Menonita de Chile, es una acertada descripción de las iglesias menonitas emergentes en distintas regiones chilenas. Mientras que la mayoría de las iglesias menonitas en América Latina se originaron a partir de migraciones o misiones, las iglesias menonitas chilenas surgieron como resultado del ingenio de sus miembros, similar al de las iglesias pentecostales del siglo XX. Tal como concluyó Jaime Prieto en Misión y Migración (Colección de Historia Anabautista Mundial, América Latina, 2010), “Chile es ejemplo de un país donde las iniciativas anabautistas se desarrollaron internamente conforme los chilenos abrazaban la fe y práctica anabautistas”.

    ¿Cómo prendió el anabautismo en Chile? Algún mérito corresponde al chilenocanadiense Jorge Vallejos, fundador de iglesias y pastor, quien en la década de 1980 sugirió a sus amigos creyentes que adoptaran el nombre “menonita”. Desde un principio, Daniel Delgado, actual presidente de la Iglesia Evangélica Menonita de Chile (IEMCH), se conmovió al escuchar la historia de Dirk Willems, mártir anabautista holandés del siglo XVI.

    También le impresionó el culto integral de los obreros del Comité Central Menonita en la vecina Bolivia, quienes no mostraban parcialidad alguna con respecto a religión, etnia, clase social o género. Carlos Gallardo y Mónica Parada, al aprender sobre la eclesiología anabautista en un curso sobre la Reforma Radical dictado por Titus Guenther, sintieron inmediatamente una afinidad entre su propia interpretación de la vida de la iglesia y la visión histórica de los anabautistas.

    Las congregaciones chilenas, algunas con casi 25 años de existencia, surgieron en diferentes contextos, aunque mayormente de un trasfondo pentecostal. La Iglesia Menonita Puerta del Rebaño, surgió en el contexto de una comunidad universitaria en Concepción, desarrollando su identidad menonita a partir de la influencia de maestros visitantes menonitas, tales como Juan Driver, César Moya y Delbert Erb. Como se mencionó anteriormente, este grupo fue liderado por Carlos Gallardo y Mónica Parada, dos ex estudiantes del seminario. Es importante destacar que estas dos iglesias insertas en distintos contextos sociales, surgieron a cierta distancia una de la otra, diferencias que dificultaron la relación entre ellas. Sin embargo, los últimos acontecimientos –como la participación conjunta en los preparativos del Congreso del Cono Sur 2013, un encuentro de anabautistas de seis países latinoamericanos–, redujeron la “distancia” entre estos grupos.

    Estas congregaciones tienen un ministerio para personas en situación de pobreza crónica. Sus iniciativas comunitarias se dirigen a la familia, mujeres y jóvenes. Las mujeres son mayormente responsables de estos ministerios. Según lo expresado por un líder, están a cargo del 70% del trabajo. Preparan alimentos, visitan a los enfermos, brindan apoyo a familias necesitadas y acompañan a personas con adicciones. Gladys Delgado (esposa de Daniel) nos presenta un vívido ejemplo de ello. Un día, un joven abandonado por sus padres alcohólicos, apareció en la iglesia de la familia Delgado. Gladys lo invitó a su hogar. Cuatro años después, aún vive con ellos y participa activamente en la vida y ministerio de la iglesia.

    Estas iglesias menonitas también demostraron su preocupación por el sufrimiento causado por el terremoto en Chile, en 2010. A pesar de contar con recursos limitados, estos creyentes llenaron tres camionetas de provisiones y las repartieron entre los más afectados por este desastre natural, no sólo menonitas, sino también de otras iglesias evangélicas. Después del sismo, La Puerta inició tareas de socorro similares en las comunidades alrededor de Concepción.

    La identidad de estos menonitas chilenos quedó plasmada en esta breve anécdota de Daniel Delgado. Cuando un oficial de policía le preguntó: “¿Y, al fin y al cabo, qué hace la Iglesia Menonita”?, Daniel respondió: “Hacemos el trabajo que Uds. deberían hacer, sólo que lo hacemos gratis”.

    Además del servicio social, los menonitas de Chile tienen una conciencia cabal de la necesidad de compartir el evangelio con sus vecinos. Samuel Tripainao, pastor de la iglesia de Peñaflor y secretario de la IEMCH, expresa el sentimiento compartido por la mayoría de los menonitas de este país: “Cuando salimos a la calle, acompañamos nuestro testimonio con un sándwich y un café”. Su servicio no se limita solamente a las comunidades más cercanas. Cada tanto, los pastores viajan a lugares más distantes, incluyendo a la vecina Argentina, para fortalecer a congregaciones hermanas, confraternizar con ellas y colaborar en campañas de evangelización locales. Cuando Samuel se enteró del conflicto por la tenencia de tierras en la región donde viven muchos mapuches (pueblo originario), manifestó que, “éste sería un buen lugar para fundar una iglesia”, llevando paz y sanidad a esta comunidad.

    Un informe sobre los menonitas de Chile estaría incompleto si no se hiciera referencia a la renovación anabautista en la numerosa Unión de Iglesias Bautistas Chilena (UBACH). Omar Cortés –profesor de un seminario bautista, y colaborador en los programas de la Iglesia Menonita Canada Witness y Red Menonita de Misiones (EE.UU.)– tuvo un papel central en este movimiento. Por medio de sus enseñanzas sobre la Reforma Radical, Omar ayudó a la Iglesia Bautista a redescubrir sus raíces como iglesia de paz. En 2008, UBACH y la Iglesia Menonita Canada se vincularon como iglesias hermanas. Está por verse si esto perdurará con el nuevo liderazgo de la UBACH.

    Nuestra experiencia personal al visitar una nueva comunidad eclesial, iniciada por dos profesores de un seminario bautista, nos sugiere que hay mucha vitalidad en este movimiento de renovación. Dichos cristianos están profundamente interesados en la eclesiología y práctica anabautistas, y además son muy inclusivos al enfatizar la paz, justicia y compasión en sus cantos y liturgia.

    Habría que destacar otras dos iniciativas de la iglesia del sur de Chile. Una fue iniciada en Valdivia por tres mujeres – Wanda Sieber, Marlene Dorigoni y Waleska Villa– de la Iglesia Menonita de Argentina (Patagonia). La otra, también en la región de Valdivia, liderada por los obreros Mike y Nancy Hostetter, de las Misiones Menonitas del Este.

    Hasta hace poco, los menonitas de Chile se sentían a menudo aislados del movimiento anabautista más amplio, aunque esto está empezando a cambiar debido a las visitas de administradores de las Misiones Menonitas y maestros de América del Norte y países vecinos. La participación de los miembros en el Congreso bianual del Cono Sur y en la Asamblea del Congreso Mundial Menonita en 2009, también ha contrarrestado apreciablemente esta sensación de aislamiento. Como resultado de estos intercambios, la Iglesia Evangélica Menonita de Chile se ha convertido recientemente en la iglesia miembro número cien de la familia del CMM.

    Otro hito en la vida de las iglesias menonitas chilenas tuvo lugar este año, cuando por primera vez fueron anfitriones del Congreso del Cono Sur. Este evento congregó a hombres, mujeres y jóvenes en las tareas cotidianas de cocinar, servir y limpiar, así como organizar y dirigir el programa.

    Dado su ministerio multifacético e integral, los menonitas de Chile enfrentan varios desafíos. En primer lugar, es necesario preparar a personas nuevas y más jóvenes para asumir roles de liderazgo. La mayoría de los líderes actuales de la iglesia son personas de edad avanzada; una nueva generación deberá surgir pronto para tomar la posta. Sin embargo, en el presente la preparación de la mayoría de los jóvenes para brindar servicio en el futuro se limita a ayudar en el ministerio de niños y jóvenes.

    También existe una carencia en la capacitación y conocimientos bíblicoteológicos de los líderes. Y lo peor es que hay poca evidencia de que la nueva generación tenga acceso a una mayor capacitación en este sentido. La Puerta (Concepción) con un estudiante inscripto en un seminario, es la excepción. Un tercer desafío se refiere a la retención de miembros y congregaciones individuales. Actualmente, se van casi tantos miembros como los que se suman. Otra cuestión es la igualdad de género, que sigue siendo un desafío para muchas de estas congregaciones, especialmente en cuanto al liderazgo pastoral. La participación en la iglesia más amplia ayuda a las congregaciones a superar su aislamiento y las acerca a la gran familia menonita. Esperamos que esto resulte en una mayor apertura a otras familias de fe.

    No obstante, los vientos del anabautismo siguen soplando por medio de las iglesias menonitas de Chile. Estos creyentes chilenos se fortalecen mediante el apoyo de los menonitas de todo el mundo, y a su vez, los chilenos están ayudando a que otros menonitas tomen conciencia de lo que significa ser anabautistas. Estos encuentros son una oportunidad maravillosa para compartir y complementar los diversos dones. Las iglesias más antiguas, basadas en una formación más bíblicoteológica, pueden compartir su sabiduría y experiencia, mientras que las iglesias chilenas más jóvenes les brindan nuevos aportes a sus hermanas y hermanos, como resultado de la relectura de la Biblia con una mirada nueva.

    -Titus Guenther, profesor adjunto de Teología y Misiones de la Universidad Menonita de Canadá (Winnipeg, Manitoba), y Karen Loewen Guenther, escritora free-lance y ex profesora de inglés, asignados actualmente a tareas especiales por la Iglesia Menonita Canada Witness en Chile.

  • En 2012, el CMM se asoció con el Instituto para el Estudio del Anabautismo Mundial, de Goshen College (Goshen, Indiana, EE.UU.), a fin de implementar una investigación de varios años. ¿El objetivo? Expresar los distintos matices de la membresía del CMM en particular, y de la iglesia anabautista mundial en general.

    El proyecto consta de dos partes. La primera, el Perfil Anabautista Mundial, es una encuesta armada a partir de las Convicciones compartidas del CMM con el objeto de recolectar estadísticas demográficas e información sobre creencias y prácticas. La segunda parte, el Proyecto “Damos testimonio: historias personales”, procurará reunir historias personales de discipulado y sufrimiento, según el espíritu de El espejo de los mártires.

    Courier-Correo-Courrier se comunicó recientemente con el personal del proyecto para analizar la iniciativa, cómo se había generado y su progreso hasta ahora.

    ¿Qué motivó esta investigación sobre el anabautismo mundial?

    John Roth (JR): La iglesia anabautista mundial ha experimentado una transformación impresionante en los últimos treinta años, pasando de 600.000 miembros en 1980 a casi 1,7 millones actualmente. Aunque el CMM ha trabajado arduamente para facilitar el intercambio entre los grupos miembros, aún estamos aprendiendo a conocernos mejor. Este proyecto representa un paso más en procura de una mayor comprensión de la información demográfica básica, y brinda a la vez la posibilidad de reunir información mucho más detallada sobre las creencias y prácticas, esperanzas y sueños de las iglesias miembros del CMM.

    ¿Hubo otras iniciativas para estudiar las creencias y prácticas de la comunidad anabautista-menonita internacional?

    Conrad Kanagy (CK): No muchas. Hace algunos años, Richard Showalter (Presidente de Misiones Menonitas del Este y de la Comisión de Misiones del CMM) y yo lanzamos el Perfil Anabautista Multinaciones, cuyo fin era aprender más sobre las creencias y prácticas de la comunidad anabautista mundial, y específicamente las iglesias nacionales vinculadas a Misiones Menonitas del Este. Los resultados de este estudio se publicaron recientemente en el libro, Winds of the Spirit (Herald Press, 2012).

    Alfred Neufeld (AN): Winds of the Spirit es un ejemplo excelente de cómo un estudio de este tipo puede fomentar la labor teológica y contribuir a la renovación de la identidad. Esperamos que del mismo modo el Perfil Anabautista Mundial ayude a nuestra Comisión.

    CK: El Perfil Anabautista Mundial tendrá un alcance más amplio que el Perfil Anabautista Multinaciones, y esperamos que aporte aun mayores conocimientos.

    ¿Cómo se proponen reunir las historias para el Proyecto:” Damos testimonio”?

    JR: Por un lado, el proyecto reunirá de manera más deliberada las historias de los siglos XVIII, XIX y XX (desde 1685, cuando se concluyó El espejo de los mártires, hasta el presente). Pero además, quisiéramos reunir historias de la iglesia contemporánea, y especialmente de las iglesias menonitaanabautistas del sur del mundo.

    En agosto de 2012, alrededor de cuarenta personas de nueve países (representando al menos seis grupos anabautistas distintos), se reunieron en Goshen College para establecer el marco del proyecto. En la consulta quedó claro que la recolección de historias nunca es fácil. Esperamos que poco a poco se vaya generando interés a través de instancias personales, Internet, convocatorias públicas y el uso de redes existentes (como el CMM).

    Hasta la fecha, ¿cuánto ha progresado el proyecto?

    JR: Tras casi un año de diálogo con líderes del CMM, directivos de organizaciones abocadas a la misión, representantes del Comité Central Menonita y un grupo de individuos interesados, el Comité Ejecutivo del CMM otorgó la aprobación preliminar del proyecto del Instituto, en mayo de 2011, confirmándose la aprobación definitiva del Concilio General en mayo de 2012.

    En agosto de 2012, un subgrupo de la Comisión de Fe y Vida del CMM se reunió para revisar la logística del Perfil Anabautista Mundial. También en agosto, Conrad convocó a varios sociólogos menonitas, todos con amplia experiencia en encuestas interculturales, para recibir asesoramiento metodológico. A fines de octubre concluimos nuestra muestra, y en noviembre la oficina del CMM en Bogotá envió notas oficiales a una muestra representativa de 25 iglesias miembros, invitándolas a participar. Actualmente estamos respondiendo preguntas y confirmando los grupos que desean participar del proyecto. Esperamos completar la encuesta en 2013-2014.

    En la actualidad, es común que investigadores norteamericanos realicen este tipo de estudios en el sur del mundo. Seguramente Ud. es consciente de esta percepción con respecto al actual proyecto.

    ¿Qué medidas han adoptado en respuesta a esta percepción?

    JR: Sí, es posible que algunos perciban que esto es meramente un proyecto académico norteamericano que “extrae” información de la iglesia mundial. Es una impresión falsa, aunque comprendo su preocupación. Obviamente, el Instituto –ubicado en EE.UU.– es el catalizador del proyecto, y todo el financiamiento proviene de América del Norte. Pero consideramos que es un proyecto que pertenece conjuntamente a todas las iglesias miembros de la familia del CMM. La propia encuesta está basada en las ‘Convicciones compartidas’ del CMM, fruto de un largo proceso de discernimiento, que incluyó el aporte de grupos de todo el mundo. Cada grupo participante tendrá la oportunidad de agregar preguntas al Perfil Anabautista Mundial que sean específicas a su contexto. Y los resultados de la encuesta de cada grupo participante estarán disponibles en forma accesible a los líderes de cada iglesia.

    Reunir información no es un fin en sí mismo; está claro que con esta información se procura ayudar a la iglesia –tanto local como mundialmente (CMM)– a ser seguidores más fieles de Jesús.

    ¿Cómo cree que los datos reunidos a través de este proyecto facilitarían la tarea del CMM de interrelacionar a la comunidad anabautista mundial?

    AN: En el siglo XVI existió una “multigénesis” en los comienzos del anabautismo: el grupo holandés y del norte de Alemania, liderado por Menno Simons, era muy diferente en cuanto a cultura, historia, espiritualidad y contexto político, al grupo suizo y del sur de Alemania que se iniciara en Zúrich, en 1925. Y ambos grupos se diferenciaban del movimiento liderado por Hans Hut y Tomás Müntzer, y del posterior “Reino Celestial” en la ciudad de Münster.

    Actualmente, las iglesias anabautistas nuevas –aquellas insertas en el contexto islámico en Indonesia o Nigeria, o en el contexto católico latinoamericano enraizado en la conquista española, o que forman parte del movimiento de la “iglesia clandestina” en China –tienen una vida espiritual y luchas cotidianas muy diferentes a las de las iglesias miembros menonitas de Ámsterdam, Berna, Lancaster o Winnipeg. Pero nos necesitamos unas a otras y necesitamos entendernos mutuamente.

    CK: En el libro de Apocalipsis, Jesucristo brinda un mensaje o una palabra a las siete iglesias de Asia. Me place imaginar que la labor del CMM en este proyecto será una manera más de escuchar –en parte, por supuesto– el mensaje de Cristo para nosotros en estos primeros años del siglo XXI.

    Participantes
    John Roth (JR) Director del Instituto para el Estudio del Anabautismo Mundial de Goshen College y Secretario de la Comisión de Fe y Vida del CMM
    Alfred Neufeld (AN) Presidente de la Comisión de Fe y Vida del CMM
    Conrad Kanagy (CK) Director Adjunto del proyecto de Perfil Anabautista Mundial
  • Reflexionamos sobre nuestro compromiso de celebrar el culto

    Como comunión mundial de iglesias afines al anabautismo, compartimos el compromiso de reunirnos regularmente para celebrar el culto. Aunque nuestra enorme diversidad nos lleva a asumir este compromiso de maneras muy distintas. En el número de octubre 2013 de Correo, líderes de toda nuestra hermandad exponen sobre las diferentes maneras en las que los anabautistas abordan el culto: lo que se ve y se escucha, los desafíos y las bendiciones.

    Resistir el culto norteamericano del “Reino Mágico”

    En su libro, Unfinished: Believing Is Only the Beginning (Thomas Nelson Publishers, 2013), Rich Stearns plantea la siguiente pregunta: “¿Cómo sería la gente si hubiese nacido y se hubiese criado dentro del parque “Reino Mágico” y nunca hubiese conocido el mundo exterior?» Por «Reino Mágico», Stearns se refiere al parque de diversiones de Disneylandia en los EE.UU., construido por la Corporación Walt Disney; mucha gente lo asocia a un lugar perfecto, con personajes ficticios e imaginaci6n fantasiosa.

    Según Stearns, esta visión del “Reino Mágico» es exactamente la manera cómo se podría describir gran parte de las iglesias del “Primer mundo” (o Norte del mundo). Muchos de nosotros vivimos en una suerte de lugar de fantasía, desconociendo mayormente las luchas cotidianas que tienen un impacto en la vida de aquellos que viven, en lo que Stearns denomina, el “Reino Trágico” (o Sur del mundo).

    A pesar de la disparidad de circunstancias, el Reino de Dios constituye el común denominador del Reino Mágico y el Trágico. Como seguidores de Cristo, y más allá de cuestiones geográficas, políticas, culturales o económicas, nuestra lealtad es al Reino de Dios. Como seguidores de Cristo, compartimos objetivos similares. Quisiéramos dirigirnos a los que están en nuestro contexto cultural, pronunciándonos sobre la esperanza y la gracia. Deseamos crear vínculos a fin de demostrar que Jesús es multicultural y relevante. En su Reino, el culto se desprende de la imagen y entendimiento que tenemos en cuanto a quién es Dios. En el reino terrenal, las acciones de la humanidad suscitan respuestas de sus dioses. En el reino celestial, las acciones de Dios suscitan una respuesta de adoración y asombro ante su Creación.

    Como creyentes, podemos proceder de distintos lugares, pero tenemos en común la ciudadanía del Reino de Dios. Por consiguiente, tendría que haber unidad entre los creyentes, a nivel local, nacional y mundial.

    Ésta es la visión del apóstol Pablo en Efesios 4:4-6. Estos tres versículos contienen siete “unos” de la unidad cristiana; y tienen coherencia tanto vertical como horizontalmente. Existe sólo un cuerpo, una esperanza, una fe y un bautismo (unidad horizontal) porque hay un solo Dios –Padre, Hijo y Espíritu Santo– a quien todos pertenecemos (unidad vertical).

    ¿Pero cómo se manifiesta esto en el culto, especialmente al reflexionar sobre nuestra comunidad eclesial mundial?

    La unidad cristiana se expresa a través del tiempo, el espacio y la cultura. Aunque nuestro estilo del culto, ubicación y liderazgo pueden variar, frente a nuestra diversidad tendríamos que poder discernir la unidad en el tejido común de nuestra teología. Por ejemplo, el acto de reunirnos es una expresión común de nuestra unidad, a pesar de las diferencias culturales.

    La unidad cristiana también se expresa en el modo en que llevamos a la práctica nuestra ciudadanía del Reino del Dios, desafiando la opresión e injusticia, y bregando para que los patrones del individualismo y la riqueza, se transformen en el cuidado de los pobres y de la Tierra, otra expresión de nuestro culto.

    Lamentablemente, en América del Norte vivimos actualmente en una cultura sumamente individualista. Ajenos a su entorno, jóvenes y ancianos caminan, conducen, comen e incluso duermen, inmersos en sus propias conversaciones y combinaciones personalizadas de entretenimiento. Nuestra cultura del “Reino Mágico” nos lleva incluso a mercantilizar el culto. En un artículo de 1992, “El culto es un verbo”, Tom Kraeutner afirma que, «nos interesa tanto hacer las cosas ‘bien’ a fin de que la gente responda ‘bien’, que perdemos de vista lo esencial: adorar a Dios”.

    Nuestra teología anabautista nos puede brindar un enfoque útil al reflexionar sobre esta tendencia. El culto es nuestra respuesta a la Palabra de Dios y su Creación. El culto abarca la vida toda, y esta perspectiva del mundo da cuenta de nuestras elecciones como seguidores de Jesús. Nuestro énfasis en la comunidad y en el valor de la diversidad de dones que cada persona aporta al cuerpo, es inclusivo y participativo.

    La realidad es que muchos de los que vivimos en el “Reino Mágico” necesitamos reconocer que nuestras “cosas” nos distraen del culto. Es necesario que hagamos un mayor esfuerzo por poner en práctica lo que decimos. Esto cobró mayor claridad para mí cuando escuché al pasar dos conversaciones después de sendos cultos. En África: “Ojalá pudiéramos quedarnos otra hora más. Es muy bueno estar juntos.” En América del Norte: “Me encantó el culto de hoy. El líder del culto fue increíble y el sonido excelente. Sólo desearía que pudieran ajustarse más al horario; se me hizo tarde para almorzar.”

    Reconozco que estoy generalizando, y agradezco que muchos en América del Norte se esfuercen concienzudamente por impulsar iniciativas renovadoras. Hay muchos recursos disponibles que nos ayudarían a reflexionar sobre cómo adoramos y a quién adoramos. A continuación algunas preguntas que me planteo respecto del culto anabautista en América del Norte:

    ¿Se ve reflejada nuestra teología en la forma y función de nuestro culto? Por ejemplo, dada nuestra diversidad, el estilo no tendría que constituir un criterio importante a la hora de evaluar el culto (forma). Aun así, una de las maneras en la que se expresa nuestra teología es por medio del estilo que elegimos.

    Al reflexionar sobre el género, estilo o temas de nuestro culto colectivo durante el año pasado, ¿incorporamos la gama completa de emociones humanas en nuestras experiencias del culto? ¿Cantamos sólo canciones alegres, o hay lugar para la reflexión y el lamento en nuestro culto? ¿Estamos tan enfocados en una sola dimensión del culto que no llevamos adelante un ministerio integral?

    ¿Procuramos que nuestro culto colectivo sea una expresión de nuestra comunidad en vez de responder a la tendencia cultural centrada en el individualismo?

    Al congregarnos para celebrar el culto y se incluyen actividades y experiencias específicas, ¿le damos lugar creativamente a la participación de la congregación? La inclusión es multifacética. ¿Somos deliberadamente inclusivos?

    Al planificar nuestras «experiencias» del culto, ¿a veces le prestamos demasiada atención a los detalles de cómo lo “haremos” y le prestamos menos atención a cómo esta elección da testimonio de nuestra interpretación de Dios?

    Quizá, como yo, hayan experimentado algunos “momentos especiales” como participantes de los cultos en las asambleas del Congreso Mundial Menonita. Las voces que entonan al unísono en un culto multicultural, en respuesta a la grandeza de nuestro Creador, Salvador y Señor, me brindan un vistazo del culto tal como se describe en el libro de Apocalipsis. Estoy deseoso de compartir esa visión de la eternidad con muchos de mis hermanos y hermanas de todo el mundo, cuando nos reunamos para la Asamblea 16 en Harrisburg, Pennsylvania, EE.UU., en 2015.

    Don McNiven (Kitchener, Ontario, Canadá) se desempeña como Director Ejecutivo de la Asociación Internacional de los Hermanos en Cristo (IBICA), miembro asociado del CMM. Es miembro del Comité de Supervisión Programática para la Asamblea 16, a cargo del area de Planificaci6n de la música y culto.

  • Reflexionamos sobre nuestro compromiso de celebrar el culto

    Como comunión mundial de iglesias afines al anabautismo, compartimos el compromiso de reunirnos regularmente para celebrar el culto. Aunque nuestra enorme diversidad nos lleva a asumir este compromiso de maneras muy distintas. En el número de octubre 2013 de Correo, líderes de toda nuestra hermandad exponen sobre las diferentes maneras en las que los anabautistas abordan el culto: lo que se ve y se escucha, los desafíos y las bendiciones.

    ¿El libro o la pared?

    Si uno participara del culto del domingo en alguna congregación menonita europea, probablemente se encontraría con dos estilos diferentes del culto. En uno, la congregación canta de un libro. Dicho estilo refleja su predilecci6n por la armonía a cuatro voces, que con frecuencia acompaña el canto con el órgano, el armonio o el piano.

    En el otro estilo del culto, la congregación depende de un proyector para exponer la letra de los himnos en la pared. Este estilo responde más al “culto contemporáneo”: las melodías y ritmos se asemejan a la música pop, que, por lo general, va acompañada de guitarras eléctricas, bajo y batería.

    Por supuesto, no es siempre fácil hacer distinciones tan precisas. Por ejemplo, en mi congregación, que es miembro de la Convención Menonita de Francia, los antiguos himnos de evangelización se cantan junto con los cantos evangélicos contemporáneos –por no decir cantos carismáticos– proyectados en la pared. Hace mucho que se dejó de usar el armonio, y la batería funciona bien. Algunos hermanos y hermanas, –mayormente ancianos– aún pueden cantar a cuatro voces, pero entre los más jóvenes va desapareciendo dicha habilidad. Parece que transitamos un proceso de transición: ¿cuánto tiempo seguiremos cantando de estos libros cubiertos de polvo? ¿Cuánto tiempo pasará hasta que los cambios tecnológicos borren otra parte de nuestra memoria, prácticas y espiritualidad?

    Puede ser que yo suene un tanto nostálgico, pero no considero que así sea. Ni tampoco creo que sea tecnofóbico: los proyectores pueden ser herramientas útiles. Aun así, es necesario que reflexionemos sobre cómo los usamos, ya que los objetos tienen un papel muy importante en nuestros cultos; son instrumentos que moldean nuestra espiritualidad.

    A veces estamos conscientes de este hecho, pero la mayor parte del tiempo no lo estamos. Y cuando esto sucede, entonces la tecnología no se controla y se convierte en amo silencioso a quien obedecemos sin darnos cuenta.

    Existe un contraste cultural entre los estilos del culto de los menonitas europeos, que impacta en las diferentes maneras en las que cultivamos la espiritualidad. Los objetos que usamos cuando nos congregamos para celebrar nuestra fe, domingo tras domingo, juegan un papel importante en dichas diferencias. Y los elementos que empleamos para cantar juntos, expresan la clase de cristianos que podríamos llegar a ser con el tiempo.

    Cantar es una actividad potente que moldea profundamente lo que creemos. Nuestras mentes podrán dispersarse al oír un sermón que probablemente escucha- remos una sola vez. Muy diferente son los Salmos, himnos y cantos de alabanza, que cantamos con frecuencia porque pertenecen al repertorio de nuestra comunidad (que incluye a cada uno de nosotros). Los conceptos teológicos expresados en un sermón podrán aparecer y desaparecer, no importa cuán elaborados sean o cuán interesantes y profundos pudieran sonar. Si se comunicaran por medio de un canto, las mismas ideas probablemente perdurarían, ya que se asientan en algún lugar de nuestro subconsciente.

    Una vez más, las congregaciones menonitas europeas resultan interesantes en este aspecto. Como se comentó anteriormente, algunas cantan de un libro, es decir, de un himnario menonita en el idioma de una convención y que las comunidades emplean para sus cultos.

    En el norte de Europa se conserva la tradición de los himnarios menonitas: los Doopsgezinden holandeses tienen su propio himnario, y los menonitas de habla alemana de Alemania y Suiza comparten el mismo himnario. Por supuesto que los anabautistas no compusieron todos los himnos incluidos en esos libros. Muchos de los cantos son de origen reformado, católico o ecuménico. Sin embargo, el repertorio contenido entre las tapas de dichos himnarios, están en sintonía con la teología y espiritualidad anabautistas. En tal sentido, al celebrar sus cultos, estos creyentes y sus comunidades expresan un modo distintivo de ser cristianos.

    La cuestión es diferente en el sur de Europa. Los menonitas españoles o de habla francesa (pensemos en Bélgica, Francia o Suiza), no disfrutan del privilegio de tener un “libro”. Tienden a cantar lo que aparece proyectado en la pared. Mayormente, su repertorio proviene de fuentes evangélicas y carismáticas. Los rasgos característicos del anabautismo tienden a desdibujarse, especialmente aquellos cantos que destacan el “poderío” de Dios, y con frecuencia le restan importancia al hecho de que, en Jesús, Dios se vació y se hizo débil a fin de acercarse a nosotros.

    Durante la última década, los estudiosos anabautistas han avanzado tremendamente recordándonos a los menonitas europeos la importancia de nuestras raíces históricas. Nos han dado un sentido de identidad. Sin embargo, para lograr que dicho conocimiento se convierta en una espiritualidad más profunda, quizá necesitemos una generación de autores, compositores y teólogos que nos brinden, aquí en el sur de Europa, un “libro” que esté en sintonía con nuestras creencias. Y si dicho libro fuera compatible con un proyector o una Tablet, sería tanto mejor.

    Philippe Gonzalez, pastor no ordenado de una iglesia menonita francesa (Saint-Genis- Pouilly), y conferencista de una universidad suiza.

  • Reflexiones sobre ser discípulo de Cristo

    Al reflexionar sobre mi peregrinación cristiana por la vida, un legado que atesoro de mi iglesia -los Hermanos en Cristo-, es la sencilla enseñanza de ser un discípulo obediente de Cristo. Esta enseñanza cambia la vida pues demanda un compromiso que implica sacrificio y entrega a Cristo y su causa.

    La obediencia significa sencillamente, “sumisión a la autoridad”. Requiere la disposición de cumplir las instrucciones de dicha autoridad. Es así como los anabautistas entendieron el discipulado cristiano. Recorramos las páginas de la historia de los primeros anabautistas –conozcamos las historias de los sacrificios que debieron padecer– y no podremos menos que reconocer que la motivación subyacente era ser obediente y fiel a Cristo, a la iglesia y a las escrituras según su entendimiento.

    Confesar y aceptar a Cristo como Señor, constituye un llamado a considerarlo la máxima autoridad de nuestras vidas. Por consiguiente, los discípulos deben seguir concienzudamente todo lo que él diga. Con dicho espíritu, los primeros anabautistas tomaron en serio las palabras de Cristo –particularmente el Sermón del Monte– porque no cumplirlo podría producir “un gran desastre”, como lo indican los últimos versículos del sermón de Jesús (Mateo 7:24-27).

    Por lo tanto, ¿qué significa practicar el discipulado cristiano?  Dicho de otra manera, ¿qué significa obedecer a Cristo?

    Confianza que a veces lleva al sufrimiento

    La necesidad de obedecer es fundamentalmente la necesidad de confiar en Dios y en el hijo de Dios, Jesucristo. No confiar en Dios lleva potencialmente a la idolatría. Desagrada a Dios. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento de la Biblia contienen muchas historias que destacan la necesidad e importancia de obedecer a Dios y su Palabra.

    Es sorprendente que la obediencia a Dios –aunque elogiada y bendecida– no conduce necesariamente a una vida de felicidad absoluta. De hecho, para muchos cristianos de todo el mundo en el presente y en el pasado, muchas veces derivó en sufrimiento. Los primeros anabautistas descubrieron en esta verdad una fuente de fortaleza, y perseveraron. Estos discípulos, merced a su obediencia a Dios, sufrieron en manos de quienes se oponían a la voluntad de Dios. En medio del sufrimiento hallaron ánimo en las historias bíblicas de personas como Moisés, Elías, Daniel, Jeremías, y Sadrac, Mesac y Abednego, y especialmente en la vida y enseñanzas de Cristo.

    Nuestros antepasados hubiesen respondido con un resonante “¡amén!” a las palabras del pastor y escritor estadounidense Chuck Swindoll, quien escribiera: “Cuando sufres y pierdes, no significa que estés desobedeciendo a Dios. De hecho, podría significar que estás justo en el centro de su voluntad. La senda de la obediencia está marcada con frecuencia por momentos de sufrimiento y pérdida.

    Llevar una vida de obediencia depende de una elección personal. Dios no nos obliga a obedecerle. Le obedecemos voluntariamente en toda circunstancia, al reconocer que Dios siempre sabe qué es lo que más nos conviene, y qué es lo mejor que él puede lograr a través de nosotros mientras transitamos juntos en medio de las pruebas y los triunfos de la vida. Según la misionera Elizabeth Elliot, “Dios es Dios.  Y porque él es Dios, es digno de mi confianza y obediencia. Hallaré descanso sólo en su santa voluntad, que excede increíblemente todas mis expectativas en cuanto a lo que él nos depara”.                               

    Es según este estilo de vida de confianza en Dios que uno puede cantar confiadamente con los fieles: “Seguiré donde él me guíe / Dondequiera, fiel le seguiré”. Como discípulos de Cristo, debemos comprender que el sufrimiento es inevitable. Y aunque no deberíamos aceptarlo ciegamente, es sin embargo un signo del verdadero discipulado, de nuestra confianza en Dios.

    Confianza en Dios, en la pobreza y la plenitud

    El llamado a la obediencia en la iglesia siempre se ha entendido como un llamado de fidelidad a las escrituras. Por tal razón, los anabautistas consideran el Sermón del Monte como una guía normativa de la conducta de sus vidas en relación a Dios, a los demás, a sus enemigos e instituciones terrenales como el Estado.

    Consideremos las vidas de los primeros anabautistas. La mayoría era pobre, y algunos fueron obligados a una pobreza forzosa por la persecución, a causa de su fe en Cristo y su interpretación de las escrituras. No sorprende que estos creyentes fuesen atraídos por pasajes como Mateo 6:25-34, que requieren confianza en Dios para las necesidades de la vida. La sobrevivencia diaria estaba de verdad en manos de Dios. Para ellos, Dios realmente era un Dios que lo abarcaba todo.

    Tales pasajes también atraen a nuestras comunidades que viven situaciones de opresión, conflicto o injusticia. Para aquellos hermanos y hermanas de todo el mundo para quienes la incertidumbre de la vida es el pan de cada día, la obediencia a dichas palabras de Cristo no es una opción, sino un signo de fidelidad que se necesita para seguir perseverando.

    Por otra parte, los que tiene el privilegio de asistir a los necesitados por obediencia a las escrituras, sienten el desafío de dar de modo que su “mano izquierda no sepa lo que hace su mano derecha”; y así son recompensados por el Padre que ve en secreto (Mateo 6:1-4). La obediencia en tal sentido significa fidelidad a las palabras de Cristo al abordar cuestiones éticas. Significa que revisemos constantemente qué motiva las decisiones que tomamos y las acciones resultantes que realizamos en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él (Col. 3:17).

    Vivir la verdad sin necesidad de juramentos

    Los verdaderos discípulos de Cristo viven en la verdad y con la Verdad. Nunca hay excusas para vivir una vida ambigua. La verdad debe ser la rúbrica de la persona.

    Los primeros anabautistas ejemplificaron este tipo de vida honesta. Por ejemplo, dichos creyentes se abstenían de hacer juramentos. En esa época, hacer juramentos se percibía como un reconocimiento de que había ocasiones cuando el “sí” de uno no era un “sí”, y el “no” de uno no era un “no” (Mateo 5:33-37). ¿Los verdaderos cristianos no tendrían que vivir vidas honestas todo el tiempo, no solamente cuando hablan con funcionarios del gobierno o hacen negocios?

    En este sentido la obediencia a Cristo –en un mundo que exaltaba hacer juramentos– significaba negarse a participar en dichos actos, y enfrentar las consecuencias.

    La senda de la obediencia a Cristo está plagada de diversas prácticas, algunas nacionales y otras culturales; algunas aparentan ser inocuas aunque malignas para nuestra fe. Como cristianos, nunca debemos ser ingenuos y de juntos examinar detenidamente nuestros contextos a la luz de las escrituras, abandonando las prácticas que nos impidan vivir la verdad del evangelio de Jesucristo. En otras palabras,  que nuestro “sí” sea “sí”, y que nuestro “no” sea “no”. Nuestra obediencia a Cristo debe manifestarse en el modo en que abordamos las cuestiones éticas y morales de nuestro tiempo. 

    Un espíritu de amor y humildad, y no de temor

    No se puede hablar de obediencia cristiana sin considerar a Cristo como nuestro modelo. Cuando Jesús expresaba su obediencia a Dios el Padre, decía, “Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y terminar su trabajo”.  Jesús se sujetó a la autoridad de Dios el

    Padre, porque lo amaba. En la oración sacerdotal en Juan 17:20-26, se vislumbra la íntima relación entre Jesús y Dios. Frases como, “Padre, así como tú estás en mí y yo en ti”  y “como tú y yo somos una sola cosa”, nos permiten entender muy bien la relación entre los dos. Un comentario final: “yo te conozco y éstos también saben que tú me enviaste. Les he dado a conocer quién eres, y aún seguiré haciéndolo, para que el amor que me tienes esté en ellos”, demuestra cómo dicha intimidad se manifiesta en el ministerio terrenal de Jesús.

    Quisiera dejar en claro que Jesús se vinculó íntimamente con Dios el Padre, y que el amor mutuo era intenso. Al tratar el tema de la obediencia es importante destacar que Jesús obedeció a Dios por amor y no por temor y coerción.       

    Por nuestra parte, nosotros obedecemos a Cristo por amor, con el mismo amor intenso que sentimos por él, y que expresa por nosotros en esta oración poderosa. Jesús estaba dispuesto a seguir hasta el fin y pagar con la vida –muerte de cruz– porque él sabía que Dios lo amaba incondicionalmente. La iglesia de Jesucristo sólo podrá destacarse reflejando la gloria de Cristo al entregarse con total sumisión y amor por él.

    La vida de obediencia que demuestra Cristo no sólo fluye de un corazón bondadoso, sino también requiere que asumamos una virtud muy importante, la humildad. El himno en Filipenses 2:5-11 nos permite ver cómo la humildad se vincula con la verdadera obediencia. De parte de Cristo había una disposición a despojarse de su naturaleza divina para asumir la menos sofisticada naturaleza humana de servidor. √âl sometió su autoridad voluntariamente a la de Dios. Cristo escuchó esa autoridad superior a fin de realizar eficazmente la misión para la cual había venido. Estaba dispuesto a perder aquello que en el presente se consideraría valioso e importante, para ganar lo que todavía no se veía, pero que tenía una importancia cósmica mayor.

    Por consiguiente, la obediencia que Cristo ejemplifica –dicho en términos románticos– está dónde el amor y la humildad se unen. La obediencia verdadera que enseña la iglesia es la buena disposición a sujetarse al señorío de Cristo, por amor a él, y en humilde sumisión a él, estar dispuestos a hacer todo lo que el Señor nos ha encomendado.

    Amar y orar por los enemigos

    Jesús no se disculpaba cuando decía, “si me aman obedecerán mis mandamientos” (Juan 14:15). Por consiguiente, necesitamos tomar seriamente uno de los importantes –aunque a veces difíciles– mandamientos dados a cada verdadero seguidor de Cristo: “También han oído que antes se dijo: ‚ÄòAma a tu amigo y odia a tu enemigo‚Äô. Pero yo les digo: amen a sus enemigos, y oren por quienes los persiguen‚Ķ Porque si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué premio recibirán? Y si saludan solamente a sus hermanos, qué hacen de extraordinario?” (Mateo 5:43-44, 46, 47) 

    Estos versículos intimidan, aunque son muy profundos. La iglesia hoy día no puede permitirse la lectura de dichas escrituras sin hacerse un profundo examen de conciencia; la iglesia de antaño hacía lo mismo. Por consiguiente, no sorprende que nuestra teología de la no violencia como anabautistas se base en tales pasajes.

    Uno no puede obedecer el mandato de Jesús de amar al enemigo, y a la vez quitarle la vida al así llamado enemigo. Pablo escribe, “Pero Dios prueba que nos ama, en que, cuando todavía éramos pecadores [sus enemigos], Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). En otras palabras, Dios amó a sus enemigos –nosotros– de tal modo que en vez de aniquilarnos, nos dio vida a través de Cristo. Obedecer a Cristo significa que debemos amar a quienes nos persiguen, y como Dios, desearles la vida en vez de la muerte.

    El mandato es que oremos por los que nos persiguen. Muchos cristianos creen en el poder de la oración. Muchos pueden decir sin pensarlo demasiado que, “la oración cambia las cosas”. Muchas veces los cristianos no están dispuestos o son reacios a orar por sus enemigos. Quisiera proponer algunas razones por ello. Primero, saben que la oración cambia las cosas. Tienen temor de que Dios les muestre misericordia a sus enemigos. Preferirían verlos sufrir o morir. Segundo, no quisieran que Dios abra los ojos de sus enemigos para que vean la verdad, y lleguen a aceptar la salvación de Dios. No quisieran compartir con sus enemigos la gloriosa herencia del reino de Dios.

    Cuando oramos por nuestros enemigos, Dios, general y ciertamente aborda las actitudes negativas que tenemos hacia nuestros enemigos. Dichas actitudes fomentan y alimentan el espíritu de venganza. Por lo tanto, albergarlas proviene de un espíritu rebelde que dice, ¡“Dios, déjame solo. Voy a resolver mis problemas a mi manera”!           

    No debería sorprendernos que Cristo, cuando concluye su enseñanza sobre la oración (Mateo 6:5-13), hace una fuerte declaración sobre el perdón: “Porque si ustedes perdonan a otros el mal que les han hecho, su Padre que está en el cielo les perdonará también a ustedes; pero si no perdonan a otros, tampoco su Padre les perdonará a ustedes sus pecados” (Mateo 6:14-15). Esta enseñanza está vinculada a la enseñanza sobre amar a nuestros enemigos y orar por nuestros perseguidores.

    Los que aman y siguen a Dios por medio de Cristo, amarán a sus enemigos hasta el final, aun sacrificando su vida. Orarán por ellos anticipando cuando ellos acepten a Cristo como Señor y Salvador. Al hacerlo, podrán ser “invitados al banquete de bodas del Cordero” (Apocalipsis 19:9).

    Conclusiones

    Esta enseñanza la he denominado mi legado. Es mi tesoro, y procuro pasársela a la próxima generación para que hagan lo mismo.

    El mundo es mejor gracias al servicio de una iglesia obediente: discípulos de Cristo comprometidos a entregarle todo a él a fin de ganarlo todo de él. Así es nuestra iglesia cuando toma conciencia de que tiene todos los recursos necesarios para ser una fuerza transformadora eficaz en el mundo de hoy.  

    por Danisa Ndlovu

     

    Danisa Ndlovu, Presidente del Congreso Mundial Menonita y obispo de la Iglesia de los Hermanos en Cristo de Zimbabwe (Ibandia Labazalwane kuKristu eZimbabwe).        

                                                                                                                                    

  • En la mañana del 7 de noviembre de 2013, Regina Mondez, junto con la mayoría de las personas de las Filipinas, seguía con ansiedad las imágenes del radar que mostraban cómo una tormenta masiva se dirigía directamente hacia ellos. Ya antes de que el súper tifón Haiyan golpeara las islas de la región central de las Filipinas, acercándose con vientos de 200 millas por hora, ella y otros miembros de la iglesia Peace Church, una pequeña congregación en Manila que cuenta con el apoyo de la iglesia Mennonite Church Canada Witness, estaban pensando cómo deberían responder a tal situación.

    Cuando el tifón tocó tierra varias horas más tarde, la destrucción del viento, la lluvia y las marejadas de la tormenta escapaba cualquier descripción posible. Además de los 6.000 muertos registrados, se estima que 14 millones de personas, incluyendo 1,8 millones de niños, fueron desplazados por la tormenta, cientos de pueblos desvastados y una ciudad importante, Tacloban, casi completamente destruida. A medida que el gobierno filipino se esforzaba por responder, millones de personas en la región – que no contaban con electricidad, refugio, comida, agua o seguridad – estaban cada vez más desesperadas.

    De acuerdo a una evaluación objetiva, la presencia menonita es muy pequeña. Las Filipinas es el duodécimo país más poblado del mundo y alberga cerca de 100 millones de ciudadanos – 80% de los cuales son católicos. Los menonitas, por el contrario, apenas llegan a 1,000: alrededor de 200 menonitas son de Church of God in Christ (Iglesia de Dios en Cristo); otros 150 están afiliados a varios grupos de compañerismo conservadores; el resto están asociados con las iglesias Integrated Mennonite Churches (IMC), cuyas 21 congregaciones están esparcidas por la isla central de Luzon, una región que no estuvo directamente afectada por la reciente tormenta.

    Sin embargo Regina y los voluntarios de Peace Church no se desanimaron. A los pocos días se unieron a un equipo organizado por PeaceBuilders Community, y se dirigieron a la ciudad de Ormoc en la isla de Leyte. Allí, trabajando en estrecha colaboración con los pastores locales, ayudaron a establecer una red de trabajo para la distribución eficiente de la asistencia que comenzaba a llegar.

    Regina Mondez es el rostro de una nueva generación de menonitas en la iglesia mundial. A principios de la década de 1980, sus padres se unieron a la iglesia menonita conservadora en Lumban, atraídos por su énfasis bíblico sobre la paz y un fuerte sentido de comunidad. Aunque su familia dejó la congregación, frustrados por las restricciones en la educación, Regina recuerda a la iglesia como su “segundo hogar – era mi familia.”

    Durante sus estudios en la Universidad de las Filipinas, Regina llegó a adquirir más consciencia de las profundas realidades de la pobreza y la injusticia en su país, y se dedicó a trabajar en busca de reformas sociales y políticas. Inmediatamente después de completar una licenciatura en Development Communication (Comunicación para el Desarrollo), se trasladó a la isla de Mindanao, una región devastada por la pobreza y décadas de guerra de guerrillas y la violencia interreligiosa.

    Durante los dos años siguientes trabajó como voluntaria con PeaceBuilders Community, una organización respaldada por la iglesia Mennonite Church Canada Witness, que ha entrenado a cientos de pastores locales y líderes de aldeas en los principios básicos de la transformación de conflictos y la justicia que restaura.

    Esa experiencia restauró en Regina un profundo aprecio por la iglesia menonita y las raíces teológicas de sus actividades en pro de la paz. “Durante mis años de crecimiento no pude percibir las enseñanzas anabautistas de una forma profunda,” dijo Regina. “Pero al escuchar a los promotores de la paz, a los funcionarios gubernamentales e incluso a los oficiales militares expresar su agradecimiento por el testimonio menonita hacia la paz, mi comprensión de la fe comenzó a profundizarse.”

    Durante los últimos tres años, Regina se ha desempeñado como coordinadora nacional de IMC, apoyando la labor de la Junta Directiva y la Junta de Obispos. Es miembro fundador de la iglesia Peace Church, una congregación nueva establecida en la ciudad de Global City, que está trayendo un testimonio vigoroso de paz al corazón del establecimiento político y militar de Manila. En 2010, Regina escribió la historia de la iglesia menonita en las Filipinas como un capítulo en el volumen de Asia de la serie Historia Menonita Mundial del CMM; actualmente se desempeña como socia en la investigación para el Perfil Anabautista Mundial del CMM en su país. Regina, que también trabaja tiempo completo, ¡tiene 23 años!

    En las últimas décadas, la iglesia menonita en las Filipinas, ha sufrido una serie de divisiones que han dejado a algunos de los jóvenes desilusionados. “Quiero ayudar a nuestra iglesia a convertirse en una familia que no está dividida por la cultura o la etnia,” reflexionó Regina. “Quiero ayudar a nuestra iglesia a vivir su comprensión del evangelio de una manera más poderosa.” Sueña con el día en que pueda ayudar a establecer una escuela anabautista en las Filipinas que permita que IMC ayude en el desarrollo de más líderes dependientes, eficientes y exitosos sin perder la particularidad de su identidad cultural o étnica.”

    La magnitud de los desafíos que enfrentan las pequeñas iglesias menonitas en las Filipinas – ya sean las operaciones de socorro, la consolidación de la paz, o la renovación de la iglesia – pueden parecer abrumadores. Pero el testimonio de Regina Mondez es inspirador. Oremos por ella, y por la comunidad que representa. Oremos por Darnell y Christina Barkman, pareja pastoral de la iglesia Peace Church; oremos por los líderes de la iglesia Integrated Mennonite Church; oremos por la labor de PeaceBuilders Community en Mindanao; y oremos por los habitantes de las Filipinas, devastados por el tifón Haiyan, que buscan esperanza y un futuro entre los escombros.

    Artículo de John D. Roth de Goshen, Indiana. Roth enseña historia en Goshen College y también sirve como secretario de la Comisión de Fe y Vida del Congreso Mundial Menonita. Este artículo fue publicado por primera vez en The Mennonite el 1º de enero de 2014.

  • Desigualdad económica: Examinemos nuestro compromiso común en pos del Shalom

    Como comunión mundial de iglesias afines al anabautismo, compartimos el compromiso de procurar el shalom. En dicha búsqueda, creemos en la necesidad de intentar alcanzar la justicia y de compartir nuestros recursos, sean materiales, económicos o espirituales. Nuestra enorme diversidad implica llevar a la práctica este compromiso de muchas maneras. En el número de abril 2014 de Courier/Correo/Courrier, líderes de toda nuestra hermandad –promotores del shalom y seguidores de Cristo–relatan cómo los anabautistas abordan las problemáticas relacionadas con la desigualdad económica y las brechas de riqueza en nuestras comunidades.

    La igualdad cristiana, ¿una utopía?

    Vivimos en un mundo perdido. El mundo en que vivimos no es el que Dios había previsto. Cuando decidimos pecar, elegimos nuestra propia manera, nuestro propio señor y nuestro propio camino, que no transmitió bendiciones ni a nosotros ni a los demás. Sin embargo, Dios no abandonó este mundo perdido. Constantemente procura redimir su creación, como lo avalan las Escrituras.

    Como seres humanos, debemos enfrentar dos elementos contradictorios en nosotros y en las estructuras en que vivimos. Aunque vivimos en un mundo perdido, la imagen de Dios no se ha perdido totalmente. Además, la decisión consciente de rebelarse contra Dios y sus propósitos, repercutió en la tierra. Esto significa que todas las culturas tienen elementos que se asemejan a la imagen de Dios en la humanidad, como también elementos de nuestra naturaleza perdida.

    Como cristianos, y anabautistas/menonitas, poseemos un fuerte legado espiritual. Los grupos anabautistas surgieron en tiempos de crisis. Su búsqueda de una vida cristiana a semejanza de la primera iglesia en Hechos influyó seguramente en su teología, dado que ésta no se desarrolla aisladamente. Como en la primera iglesia, las primeras comunidades anabautistas en general procuraron reducir las desigualdades económicas. La dimensión radical del “primer amor” también era evidente por el hecho que se atendía a los pobres. La dimensión económica no era un fin en sí mismo, sino un medio palpable para demostrar el amor de Cristo.

    Sin embargo, con el tiempo disminuyó la agitación y el cristianismo se alió con el mundo. Los cristianos siempre se han adaptado más al mundo, según las cartas a las siete iglesias de Apocalipsis 2-3. Si al principio, en gran parte, la cultura era considerada “mundana”, después de un tiempo las barreras se derribaron y la cultura obtuvo críticas favorables.

    Algo similar le ocurrió a los movimientos anabautistas. Luego de los años primeros de persecución, llegó la tolerancia y cierto distanciamiento del mundo. Sin embargo, no por ello, se evitó las inclinaciones de la carne, que fueron influenciadas por una cultura anterior. El distanciamiento del mundo creó una falsa sensación de seguridad: el mundo estaba muy lejos y su influencia no les afectaba.

    En general, los menonitas de Brasil ya no viven en colonias. El capitalismo y materialismo han dado lugar a enormes desigualdades, que parecen aun mayores en los centros urbanos. Los menonitas brasileños en general han recibido una fuerte influencia de la cultura predominante. Las desigualdades son tan pronunciadas en la iglesia como en la sociedad.

    Los menonitas llegaron como refugiados a Brasil provenientes de Rusia, prácticamente sin posesiones materiales. No obstante, el deseo de salir adelante y el espíritu comunitario inicial muy pronto les impulsó a buscar oportunidades económicas que les permitieran hacer un salto cualitativo. Esto no tardó en llegar y en poco tiempo la mayoría estaba mejor económicamente gracias a su gran laboriosidad. A los que no pudieron mejorar su situación se les acusaba de perezosos. Con la misión de la iglesia, las desigualdades se agudizaron. Muchos brasileños viven en situaciones de extrema pobreza. Los menonitas se comparan con estos brasileños, comentando lo siguiente: “Al principio, nosotros tampoco teníamos nada, y hoy, mira cómo estamos. Es evidente que ellos no quieren tener una vida mejor”.

    El crecimiento económico de Brasil en años recientes ha conllevado el materialismo de los menonitas. Al individualismo ha reemplazado el espíritu comunitario, y la problemática de la desigualdad apenas se trata aunque esté muy presente. En general, los brasileños pueden ver una mansión al lado de una favela sin inmutarse. Esta falta de compasión ha penetrado también en las iglesias. Incluso el trabajo social no formaba parte de la agenda de las iglesias hasta hace muy pocos años, debido a la influencia fundamentalista y al deseo de diferenciarse de la Iglesia Católica. Actualmente, en la mayoría de las iglesias menonitas de Brasil al menos se habla de hacer algo por los pobres. Algunos procuran ayudar donando alimentos, ropa u otra ayuda material. Intentan responder a algunas de las necesidades más apremiantes, pero la desigualdad en sí casi no se menciona, como ocurre también en la sociedad en general.

    Hace unos años, me invitaron a hablar en un retiro de familias sobre la sencillez como estilo de vida. Aunque algunas personas reflexionaron al respecto, la sesión no llevo a un debate grupal ni que se consideraran los aspectos prácticos. Al parecer, aún no estamos listos para ello. ¿Lo estaremos algún día?

    Arthur Dück es director y profesor de Estudios Interculturales de la Faculdade Fidelis Christian College, institución educativa de los Hermanos Menonitas de Curitiba, Brasil.

  • Desigualdad económica: Examinemos nuestro compromiso común en pos del Shalom

    Como comunión mundial de iglesias afines al anabautismo, compartimos el compromiso de procurar el shalom. En dicha búsqueda, creemos en la necesidad de intentar alcanzar la justicia y de compartir nuestros recursos, sean materiales, económicos o espirituales. Nuestra enorme diversidad implica llevar a la práctica este compromiso de muchas maneras. En el número de abril 2014 de Courier/Correo/Courrier, líderes de toda nuestra hermandad –promotores del shalom y seguidores de Cristo–relatan cómo los anabautistas abordan las problemáticas relacionadas con la desigualdad económica y las brechas de riqueza en nuestras comunidades.

    Reparar la brecha

    Últimamente en la televisión de Estados Unidos, ha aparecido mucha publicidad de organizaciones norteamericanas solicitando dinero para luchar contra el hambre en el mundo y buscando enternecer al público al mostrar niños tristes, en su mayoría africanos. Se informa que 17.000 niños mueren de hambre cada día, aproximadamente uno cada cinco segundos, un dato muy conmovedor.

    Pero, esto no representa toda la realidad. El hambre es ciertamente un problema grave en África, pero con frecuencia esta publicidad parece ignorar el problema del hambre en Estados Unidos y perpetúa los estereotipos de “esa pobre gente de África”. Se suele definir a Estados Unidos como el país más rico del mundo. Entonces por qué, según World Hunger Education Services, el 14,5 por ciento de los hogares (o casi 49 millones de personas) tiene carencias alimentarias ya que, “el consumo de comida de los miembros de la familia se redujo, y los patrones habituales de alimentación se alteraron debido a la falta de dinero… para obtener comida”. ¿Cómo es posible que una de cada siete personas de Estados Unidos viva debajo del índice de pobreza, incluido uno de cada cinco niños?

    Esta cruda realidad de hambre y pobreza es aun más inquietante si se considera lo siguiente: en 2007, según el Centro de Prioridades Presupuestarias y Normativas (Center on Budget and Policy Priorities) con sede en EE. UU., el 10 por ciento de los estadounidenses más ricos ganaba el 47 por ciento de los ingresos y poseía el 74 por ciento de la riqueza, brecha que no se ha reducido desde ese año. O este otro dato: durante los últimos 35 años, los ingresos del uno por ciento de los estadounidenses más ricos aumentó el 201 por ciento, mientras que el 60 por ciento del ingreso medio aumentó sólo el 40 por ciento, según la Oficina de Presupuesto Parlamentario de EE.UU. No es que no haya suficiente riqueza en Estados Unidos, sino que la distribución es muy desigual.

    Al citar los datos como los mencionados anteriormente, el presidente de Estados Unidos Barack Obama señaló, en diciembre de 2013, que la creciente desigualdad en EE.UU., “desafía la esencia de quiénes somos como pueblo… que un niño quizá nunca pueda escaparle a la pobreza porque carece de oportunidades educativas, o atención médica, o de una comunidad que considere el futuro de ese niño como propia, debería ser una ofensa para todos e impulsarnos a la acción. Como país somos mejor de lo que esto refleja”.

    ¿Por qué se incrementa la desigualdad económica en Estados Unidos? El problema es complejo y no hay respuestas fáciles a esta pregunta, pero es evidente que ciertos factores contribuyen al origen del problema, incluyendo los intereses corporativos de las empresas que prevalecen sobre las políticas públicas que serían más justas para todos; el miedo al socialismo y la así llamada “redistribución de la riqueza”; la idea de que es necesario que el gobierno deje de servir de red de contención; y la postura que plantea que la gente es pobre porque ha tomado decisiones equivocadas (no asumiendo responsabilidad personal), y no porque el sistema les sea desfavorable. A continuación, algunos ejemplos de las políticas que contribuyen a perpetuar la desigualdad: los recortes al Programa de Asistencia Nutricional Complementaria (Supplemental Nutrition Assistance Program, SNAP; conocido como el programa de cupones de alimentos que se dan a personas de bajos recursos) y al seguro de desempleo a largo plazo; también la falta de disposición de los políticos a aumentar el salario mínimo, mientras que al mismo tiempo continúan estableciendo beneficios impositivos para los ricos.

    La desigualdad económica constituye un importante desafío para la iglesia de Estados Unidos, y generalmente se ha respondido satisfactoriamente. Muchos cristianos (y otros) son muy generosos con su tiempo y riqueza, colaborando con organizaciones que ayudan a los necesitados. Muchas congregaciones han implementado sus propios ministerios o participan en ministerios comunitarios que brindan un servicio a personas pobres y/o que padecen hambre. Sin embargo, pese a nuestras mejores intenciones, persiste la desigualdad económica. La brecha entre ricos y pobres se profundiza. La generosidad y la práctica de la “religión pura” de Santiago 1:27 (ayudar a las viudas y huérfanos en situaciones apremiantes) representan importantes imperativos bíblicos a seguir. Pero también lo son los mandatos de “hacer justicia” y crear sistemas sociales que no opriman y pisoteen a los necesitados (véase Miqueas 6:8 y Amós 2:6-7). En el actual contexto de gran desigualdad en Estados Unidos y el resto del mundo, las palabras de Isaías 58 deberían representar un desafío a diario:

    El ayuno que a mí me agrada consiste en esto: en que rompas las cadenas de la injusticia y desates los nudos que aprietan el yugo; en que dejes libres a los oprimidos y acabes, en fin, con toda tiranía; en que compartas tu pan con el hambriento y recibas en tu casa al pobre sin techo; en que vistas al que no tiene ropa… (vs. 6-7)

    Isaías luego promete que si hacemos estas cosas, seremos llamados “reparadores de brechas” y “restauradores de calles donde habitar”, objetivos loables a lograr en nuestros tiempos.

    Harriet Sider Bicksler, miembro de la Iglesia de los Hermanos en Cristo Grantham (Mechanicsburg, Pennsylvania, EE.UU.). Se desempeña como Redactora responsable de Shalom!, una publicación trimestral que se especializa en temas referentes a la paz y la justicia.

  • Desigualdad económica: Examinemos nuestro compromiso común en pos del Shalom

    Como comunión mundial de iglesias afines al anabautismo, compartimos el compromiso de procurar el shalom. En dicha búsqueda, creemos en la necesidad de intentar alcanzar la justicia y de compartir nuestros recursos, sean materiales, económicos o espirituales. Nuestra enorme diversidad implica llevar a la práctica este compromiso de muchas maneras. En el número de abril 2014 de Courier/Correo/Courrier, líderes de toda nuestra hermandad –promotores del shalom y seguidores de Cristo–relatan cómo los anabautistas abordan las problemáticas relacionadas con la desigualdad económica y las brechas de riqueza en nuestras comunidades.

    Generosidad, no caridad

    Portugal es un país pequeño, de aproximadamente 92.000 km.² Sin embargo, a este pequeño país siempre le ha fascinado el crecimiento y la expansión. En el pasado, salimos a la mar en busca de nuevos países y nuevos modos de desarrollo económico. Dicha era de descubrimiento y exploración le dio al país una perspectiva más internacional. De hecho, no sería erróneo definir a Portugal como el primer país global del mundo.

    Pero en un momento de nuestra historia, Portugal sencillamente se quedó detenido en el tiempo. Esto ocurrió principalmente a causa de un dictador que “congeló” el país –económica, política y socialmente– por más de cuarenta años. Este periodo de estancamiento ha afectado la mentalidad de los portugueses hasta el presente.

    Cuando Portugal logró liberarse del gobierno dictatorial el 25 de abril de 1974, el país esperaba el inicio de una nueva etapa de desarrollo. Cuando nos adherimos a la Unión Europea doce años más tarde, de inmediato se hicieron evidentes los beneficios de esta adhesión: la construcción de nueva infraestructura, el surgimiento de nuevas oportunidades de empleo y las nuevas inversiones fortalecieron la economía. Había llegado la hora de que Portugal se pusiera a la altura del resto de Europa.

    Lamentablemente, los políticos no pudieron ver la otra cara de la moneda del desarrollo. Año tras año el gobierno portugués tenía déficit presupuestario. La deuda creció tanto que la Unión Europea, el Banco Europeo y el Fondo Monetario Internacional tuvieron que intervenir en el verano de 2011.

    De pronto, la economía de Portugal estaba en bancarrota. La tasa de desempleo subió a 16%. (Datos recientes indican que dicha cifra llegó a cerca del 20%.) La gente volvió a emigrar, mayormente las generaciones más jóvenes. Una vez más, la lucha por sobrevivir se convirtió en una realidad del presente.

    Los Hermanos Menonitas de Portugal empezábamos a percibir dicha realidad en nuestra propia comunidad. Sabíamos que debíamos responder de alguna manera. Lo primero que hicimos fue pedirles a nuestros miembros que todos los domingos donaran pequeños artículos que pudieran ser entregados a los necesitados. Además, durante los últimos años habíamos recibido donaciones de Alemania –principalmente ropa, artefactos, muebles y alimentos– enviados por camión cada dos o tres meses. Dichas donaciones brindan una manera más de vincularnos a las personas pobres que viven en nuestro entorno.

    No obstante, queríamos evitar la respuesta “fácil” de sólo hacer donaciones. Así fue que en octubre de 2013 inauguramos una tienda de artículos de segunda mano; algo pequeño pero que, mediante la ayuda de Dios, sigue funcionando bien. Está ubicada en un barrio pobre en las afueras de Lisboa, la ciudad capital; provee los artículos que recibimos de Alemania y brinda la oportunidad a personas de bajos ingresos de adquirir ropa y otros productos a un precio simbólico. Creemos que en vez de entregárselos sin costo alguno, es mucho más eficaz que los clientes paguen aunque sea un pequeño monto de dinero. Y hemos descubierto que, pese a sus dificultades económicas, los clientes pueden comprar los artículos.

    Aunque una persona no tenga el dinero, se busca la forma la manera de lograr un intercambio digno: puede llevar un kilo de arroz, un paquete de fideos u otro alimento y cambiarlo por lo que necesite. Una vez, un hombre muy pobre que vivía en la calle en nuestro barrio, quería comprar un saco pero no contaba con el dinero en ese momento. Le dijimos que podía pagarlo más adelante, y le dimos el saco. A fin de mes, regresó a la tienda para cumplir con su compromiso.

    De esta manera, le enseñamos a la gente a ser responsable, aun cuando tenga que pagar sólo un pequeño monto de dinero.

    Nuestra pequeña tienda también brinda la oportunidad de testificar. A los clientes les suele impresionar la manera en que damos testimonio del amor de Dios. Contamos con literatura cristiana a disposición de cualquiera que venga a la tienda a curiosear, y a veces algunas personas del barrio se acercan a nuestro culto dominical. Creemos que así también podrán tener una experiencia vivencial con Cristo y lleguen a comprometerse con él.

    Una vez por mes nos reunimos con personas del barrio para compartir una comida. Este día es especial porque vemos que la gente llega no solamente a comer sino también a escuchar el Evangelio durante unos diez o quince minutos. Realizamos esta predicación planificada entre el plato principal y el postre: un breve “intermedio” para escuchar la Palabra de Dios, y luego disfrutar de algo rico.

    La comunidad de nuestra iglesia está integrada por personas de bajos recursos. Y sin embargo, debido a nuestro ADN anabautista –evidente desde que comenzó la obra de los Hermanos Menonitas en Portugal en 1984– es muy fácil convocar a nuestras iglesias a fin de extender el amor y bendecir a los que nos rodean. No se trata de hacer el bien por el hecho de hacer caridad, sino de actuar compasivamente unos con otros porque reconocemos que en el Reino de Dios somos todos hermanos y hermanas que se reúnen todos los domingos para alabar a Dios, algunos ricos y otros pobres, pero unidos en Cristo.

    Por tal motivo, nuestra comunidad de Hermanos Menonitas está muy comprometida, deseosa y dispuesta a ser generosa, no caritativa, a fin de apoyar a los necesitados. En consecuencia, se observa el crecimiento de nuestras iglesias, y se ven las enseñanzas de Dios y su influencia en la vida del pueblo portugués.

    José Arrais es presidente de la Associação dos Irmãos Menonitas de Portugal (Asociación de Hermanos Menonitas de Portugal).

  • Desigualdad económica: Examinemos nuestro compromiso común en pos del Shalom

    Como comunión mundial de iglesias afines al anabautismo, compartimos el compromiso de procurar el shalom. En dicha búsqueda, creemos en la necesidad de intentar alcanzar la justicia y de compartir nuestros recursos, sean materiales, económicos o espirituales. Nuestra enorme diversidad implica llevar a la práctica este compromiso de muchas maneras.

    La igualdad cristiana, ¿una utopía? (Arthur Dück, Brasil)

    Como en la primera iglesia, las primeras comunidades anabautistas en general procuraron reducir las desigualdades económicas. La dimensión radical del “primer amor” también era evidente por el hecho que se atendía a los pobres. La dimensión económica no era un fin en sí mismo, sino un medio palpable para demostrar el amor de Cristo.

    Reparar la brecha (Harriet Sider Bicksler, EE.UU.)

    La desigualdad económica constituye un importante desafío para la iglesia de Estados Unidos, y generalmente se ha respondido satisfactoriamente. Muchos cristianos (y otros) son muy generosos con su tiempo y riqueza, colaborando con organizaciones que ayudan a los necesitados. Sin embargo, pese a nuestras mejores intenciones, persiste la desigualdad económica.

    Cristo, ejemplo de misión (Bijoy K. Roul, India)

    No es fácil responder por qué la mayoría en una sociedad sufre la desigualdad económica. Habría algunas teorías. Los factores varían según el lugar, momento histórico y sociedad; el factor determinante en una situación puede no serlo en otra.

    Generosidad, no caridad (José Arrais, Portugal)

    De pronto, la economía de Portugal estaba en bancarrota. La tasa de desempleo subió a 16%. (Datos recientes indican que dicha cifra llegó a cerca del 20%.) La gente volvió a emigrar, mayormente las generaciones más jóvenes. Una vez más, la lucha por sobrevivir se convirtió en una realidad del presente. Los Hermanos Menonitas de Portugal empezábamos a percibir dicha realidad en nuestra propia comunidad. Sabíamos que debíamos responder de alguna manera.

  • Cuando Conrado Grebel bautizó a sus amigos el 25 de enero de 1525 en Zúrich, Suiza, ni idea tenía que esta pequeña acción marcaría el origen de la familia mundial de fe que conocemos como el Congreso Mundial Menonita. Desde Suiza, el movimiento anabautista se extendió hacia el norte a Alemania, Francia y los Países Bajos. Tras la debacle en Münster y con el liderazgo de Menno Simons, los menonitas migraron hacia el este a Prusia y posteriormente a Rusia y Ucrania. Más tarde, los menonitas se trasladaron a América del Norte y América del Sur, y luego a todos los continentes del mundo.

    En los países de origen, permanecieron grupos de menonitas. Actualmente, existen congregaciones muy antiguas en Francia, Alemania, Suiza y los Países Bajos, miembros del CMM desde su inicio.

    Estas antiguas iglesias menonitas han heredado la rica historia y tradición de los anabautistas y menonitas de siglos pasados. Sin embargo, las antiguas iglesias de Europa occidental viven tiempos difíciles, no a causa de la persecución sino de la secularización. La membresía decae y las congregaciones desaparecen porque ya no hay suficientes miembros nuevos. Pero aunque sean más pequeñas numéricamente, las iglesias siguen siendo fieles a su identidad menonita y anabautista, y llevan a cabo la obra de Dios, cada una en su propio contexto.

    Los líderes de cada convención nacional y sus representantes en el Concilio General del CMM, se reúnen todos los años para compartir unos con otros e intercambiar las novedades de sus países y del CMM. Desde hace algunos años, las comunidades menonitas más nuevas del sur de Europa –en Portugal, España e Italia– han participado también de esta reunión, junto con los representantes de las convenciones de Austria y Bavaria, y de algunas comunidades que eran anteriormente Umsiedler. Está surgiendo una nueva forma de colaboración entre los menonitas de Europa, en la que comunidades nuevas y antiguas aprenden unas de otras y se inspiran mutuamente. Las iglesias nuevas están ávidas por aprender sobre las raíces de los menonitas; la misión, dinámica y modalidades que aportan las iglesias nuevas sirven de inspiración a las iglesias antiguas.

    Estos acontecimientos han convencido a los líderes de la importancia de intensificar el contacto entre todas las iglesias menonitas europeas, y convocar a más iglesias menonitas europeas –tales como las de Ucrania y Bielorrusia– a participar. Por dicho motivo, después de debatirlo varios años, se resolvió en la reunión de octubre de 2013, en Mainz, Alemania, nombrar un Coordinador menonita europeo, a partir de julio de 2014. Aunque no todas las convenciones han determinado su grado de apoyo, los líderes confían en que habrá suficiente respaldo para financiar dicho cargo, al menos durante los próximos años.

    Este acontecimiento es una clara señal de esperanza. Las comunidades menonitas de los países europeos, aunque pequeñas, tienen un gran compromiso con la tradición, identidad y misión menonitas y anabautistas. Juntas –sean más o menos conservadoras, evangélicas o pietistas– son parte del cuerpo mundial de Cristo. Y al colaborar, cada una en base a su propia identidad y con una maravillosa combinación de lo nuevo y lo antiguo, aprenden, se inspiran y se apoyan unas a otras.

    Henk Stenvers (Países Bajos) es secretario de la Comisión de Diáconos del CMM y secretario general/director de Algemene Doopsgezinde Sociëteit (Iglesia Menonita holandesa).

  • El cristianismo está experimentando un fuerte retroceso en Europa. Hemos pasado en las últimas dos o tres generaciones de ser una cultura exteriormente cristiana, a otra cosa posterior. En general las estadísticas del Congreso Mundial Menonita indican que la evolución de las antiguas iglesias menonitas europeas refleja también esa tendencia.

    Una excepción a este fenómeno es España, donde en menos de cuarenta años ha surgido una realidad anabautista floreciente. Vemos este crecimiento como una obra soberana del Espíritu, que sobrepasa nuestros esfuerzos inadecuados.

    Nuestros hermanos en las iglesias menonitas antiguas de Europa (que datan desde el siglo XVI) nos dicen que nuestra realidad les produce aliento y esperanza. Nosotros, a cambio, valoramos sus siglos de testimonio y fidelidad y nos sentimos honrados de que nos tengan en cuenta en actividades y organizaciones menonitas del continente.

    Historia

    La primera actividad documentada de menonitas en España fue durante la Guerra Civil Española (1936-1939), cuando el Mennonite Relief Committee (Comité Menonita de Ayuda Humanitaria) envió varios cooperantes desde Estados Unidos, para un programa de alimentación de niños refugiados de guerra. La victoria del bando fascista, de ideología nacionalcatólica, puso fin a la presencia menonita al concluir la guerra.

    En los años 70 empezó a ser posible enviar misioneros a España. Tras consultar con los líderes de las iglesias evangélicas españolas, los misioneros menonitas decidieron en principio cooperar con ellas en lugar de establecer otra denominación en el país. Los primeros misioneros, Juan y Bonnie Driver, fueron bien recibidos por la frescura de su mensaje hondamente bíblico, cuyos énfasis anabautistas resultaron renovadores para muchos jóvenes evangélicos. Los Driver permanecieron en España unos 10-15 años antes de regresar a Sudamérica, donde culminaron una dilatada carrera misionera.

    Entre tanto, se había establecido en Barcelona la primera iglesia menonita. El grupo que la impulsó llegó desde Bruselas (Bélgica), donde habían migrado años antes y donde se habían ido incorporando a la iglesia menonita en una misión norteamericana. José Luis Suárez fue el líder inicial de este grupo, y su pastor durante muchos años hasta su jubilación.

    Por aquella misma época, hubo novedades interesantes en la ciudad de Burgos. Allí se estaba produciendo un movimiento de conversiones entre adolescentes y jóvenes, dentro del seno de la Iglesia Católica. Con un fuerte componente de música y arte y de comunidad de vida en viviendas compartidas, este movimiento conmocionó la ciudad entera. Los líderes del movimiento invitaron a Juan Driver a hablar en Burgos, y su forma de enfatizar la enseñanza de Jesús cautivó la imaginación de estos cristianos jóvenes.

    Más tarde tres de los «ancianos» del movimiento realizaron un viaje a Estados Unidos para visitar comunidades cristianas radicales, y allí conocieron a Dionisio y Connie Byler, de Argentina. Les invitaron a venir a Burgos para dar continuidad al ministerio de enseñanza que habían recibido de Driver. La familia Byler ha seguido en Burgos desde 1981, con el apoyo de la Red Menonita de Misión. En los años 90, la comunidad de Burgos adoptó una identidad menonita.

    En los años 90 llegaron a Madrid Bruce y Merly Bundy, misioneros de Hermanos en Cristo (HEC), inaugurando otra zona de influencia anabautista en el país. Gracias a sus esfuerzos y los de otras personas, los HEC tienen ahora dos iglesias en la región de Madrid. Más recientemente, Juan y Lucy Ferreira, de Venezuela, han empezado una obra HEC en Tenerife (Islas Canarias), que se relaciona con las iglesias HEC de Madrid.

    Otra obra empezó a principios del presente siglo, cuando la Organización Cristiana Amor Viviente (una convención menonita de Honduras) envió a Antonio e Irma Montes a España para encabezar un impulso misionero. El fruto de sus esfuerzos incluye ahora dos iglesias en Catalunya y un grupo pequeño en Madrid.

    Encuentros Menonitas y asociación fraternal

    Desde los años 80 estos grupos diferentes en España, muy dispersos en ciudades distantes entre sí, han procurado conocerse y apoyarse mutuamente y fomentar juntos una identidad anabautista o menonita. Desde 1992, esta relación se cimenta en Encuentros Menonitas Españoles (EME), que se celebran cada dos años.

    Al cabo de algunos años nos organizamos como asociación fraternal con las siglas AMyHCE (Anabautistas, Menonitas y Hermanos en Cristo – España). Como AMyHCE participamos en FEREDE, la asociación de iglesias evangélicas españolas (donde somos conocidos como una de las «familias denominacionales» del protestantismo español) y también en el Congreso Mundial Menonita. En CMM tenemos la particularidad de que todas nuestras iglesias, con su diferente filiación denominacional histórica, participamos juntas con esta representación única.

    Por último, nuestra identidad anabautista o menonita se ha fortalecido mediante relaciones fraternales con las iglesias menonitas antiguas de Europa. En 2006, por ejemplo, se celebró en Barcelona el Congreso Menonita Europeo (MERK). MERK reúne a menonitas del continente europeo para mutuo estímulo y diálogo.

    Características sobresalientes

    Como indica esta breve reseña histórica, uno de los rasgos de AMyHCE es nuestra gran diversidad. Diversidad de vinculación con denominaciones históricas del anabautismo mundial, pero también diversidad de énfasis y vivencia. A pesar de ser tan pocas nuestras comunidades, se pueden encontrar entre nosotros prácticas más o menos pentecostales, pero también un cierto recelo del emocionalismo. Teológicamente hay entre nosotros tendencias fundamentalistas y también liberales —pero tampoco nos falta una «tercera vía» anabautista, que explora otras formas de explicar la fe cristiana.

    Aunque pocos en número, nuestras iglesias no han olvidado el servicio y las misiones. Durante años la congregación en Burgos fue conocida por su centro de rehabilitación de drogadictos, mientras que la de Barcelona tenía un hogar de ancianos y otro para discapacitados mentales. La iglesia de Burgos ha establecido un hogar de niños en Benín (África) y un ministerio con ex niños soldados en Costa de Marfil. Este ministerio en África tiene la bendición de recibir apoyos de otras iglesias e individuos.

    Desde los comienzos en los años 70, hay entre nosotros un componente importante de exploración bíblica y teológica en clave menonita o anabautista, que se expresa en ministerios de enseñanza y en literatura, en imprenta y en la internet (www.menonitas.org). Y ahora desde 2010, el Dr. Antonio González, pastor de una de las iglesias HEC, lidera con otros un pequeño centro de estudios teológicos —CTK, Centro Teológico Koinonía— para la formación de una nueva generación de líderes.

    Algunos otros énfasis claramente anabautistas afloran reiteradamente en nuestras comunidades:

    • La iglesia como comunidad estrecha, como familia con fuertes vínculos afectivos y ayuda mutua.
    • Jesús como Maestro y ejemplo, además de Salvador y Señor.
    • No violencia y objeción al servicio militar.
    • Una teología pragmática, más que dogmática: interesa más la integridad del seguimiento personal de Jesús, que afirmaciones teóricas.

    Mirando hacia el futuro

    Este nuevo vástago del cristianismo anabautista o menonita en España ha de afrontar algunos retos importantes. En los próximos 10-15 años, la mayoría de nuestras iglesias deberá abordar un importante relevo generacional. Surgirán líderes nuevos o bien habrá de importarlos desde otras iglesias. ¿Conservará este liderazgo de segunda generación un sentido de identidad más allá de una identidad genérica evangélica? La creación de CTK espera contribuir a dar forma a la respuesta a esa pregunta. Pero es sólo el paso de los años que dará una respuesta definitiva.

    Por otra parte, el cristianismo evangélico en general —y el cristianismo anabautista o menonita como una de las formas del cristianismo no católico— son de implantación relativamente reciente en España. No es una casualidad que llegaron precisamente en la generación cuando los españoles empezaron a replantearse la antiquísima conexión entre la identidad española y la religión católico romana. Pero el debilitamiento del poder del catolicismo sobre el pueblo español no supone necesariamente una apertura a otras formas de cristianismo. Es, al contrario, una señal más de una tendencia en toda Europa, hacia otra forma de entender la existencia humana: una forma postcristiana, hondamente atea. Están en alza la superstición y una credulidad ingenua.

    Esta cultura emergente no es necesariamente hostil al cristianismo, pero pronuncia el cristianismo absolutamente carente de interés, acaso primitivo y desfasado. El reto para nuestras iglesias —conjuntamente con iglesias hermanas de todas las tradiciones— es hallar una forma de encender la llama del interés, la curiosidad y el compromiso. Esencialmente, esto constituye un llamamiento a ser una iglesia donde desborda la vida y presencia del Espíritu de Dios.

    No nos hacemos ilusiones de ser capaces de generar con nuestros recursos humanos el fuego de un interés, una convicción y una pasión por Cristo. Y sin embargo, naturalmente, estamos comprometiendo nuestras energías y recursos para ese fin. No nos engañamos imaginando que el hecho de nuestras oraciones genere automática y mecánicamente una respuesta de Dios. Y sin embargo redoblamos nuestro compromiso con la oración, rogando de rodillas a Dios, que derrame su Espíritu sobre este país.

    Al final va a ser que este último retoño del cristianismo anabautista o menonita en Europa comparte con nuestras iglesias hermanas mayores de origen anabautista, la realidad de que nuestra supervivencia —ni qué hablar de propagación— depende absolutamente de la gracia de Dios. Sólo la gracia de Dios nos podrá asegurar un futuro.

    Aunque parezca extraño, esta es precisamente la razón de nuestra esperanza y confianza y fe en un futuro para nuestras iglesias.

    Dionisio Byler es un escritor y es profesor en la Facultad de Teología SEUT, en El Escorial, cerca de Madrid. Viene siendo secretario de AMyHCE desde su creación.


    Lo que significa ser anabautista en España

    Agustín Melguizo
    Pastor, Comunidades Unidas Anabautistas (Burgos)

    Algunas de las demandas del anabautismo original, han sido asumidas por la mayor parte de las iglesias evangélicas contemporáneas con las que convivo: separación iglesia-estado, bautismo de adultos‚Ķ Eso significa convivir y colaborar con diferentes iglesias cristianas con las que tenemos diferencias pero también mucho en común.

    También significa vivir con la atención puesta en el entorno para llevar la luz de Jesús a cualquiera que se abre a él, y desde el testimonio personal y comunitario, presentar una conversión que afecta a todas las áreas de la vida y también implica ser un discípulo durante toda la vida.

    David Becerra
    Pastor, Iglesia Menonita de Barcelona

    Soy menonita porque un día descubrí que el mensaje y la vida de Jesús estaban revestidos de una no violencia radical. La lectura del Evangelio desde esta perspectiva me llevó a declararme objetor de conciencia al servicio militar.

    Soy menonita porque un día el pastor de la iglesia Menonita de Barcelona se arrodilló, y de forma completamente inesperada me lavó los pies. Este gesto me reveló la auténtica manera de ser autoridad: siendo el servidor (esclavo) de todos.

    En el contexto español ser menonita es entender y vivir el Evangelio de una manera diferente a la habitual, centrada en Cristo y en Su mensaje de reconciliación.

    Antonio González
    Pastor y Teólogo, Iglesia de Hermanos en Cristo

    Para mí, ser anabautista en España no es una mera coincidencia biográfica, sino más bien el resultado de una opción. Durante un tiempo, el Señor me fue llevando a la búsqueda de un modelo auténtico y radical de cristianismo. No se trata primeramente, por tanto, de la opción por una iglesia local o por una denominación. Mi camino con el Señor (y sin √âl), y mi búsqueda teológica me fueron llevando a buscar una conexión más cercana con el proyecto de comunidad que pretendieron Jesús y los apóstoles.

    Ciertamente, muchos cristianos actuales podrían reclamar también una vuelta a los orígenes. Sin embargo, en esa vuelta se suelen olvidar algunos aspectos del mensaje de Jesús, como el pacifismo, o la dimensión comunitaria de la fe, que para mí son esenciales, aunque hayan sido olvidados por las corrientes principales del cristianismo occidental.