Oraciones de gratitud e intercesión

  • La Comunidad Internacional de los Hermanos Menonitas (ICOMB, por su sigla en inglés) está compuesta por 21 iglesias nacionales en 19 países con aproximadamente 450.000 miembros. ICOMB existe para fomentar las relaciones y los ministerios, para resaltar el testimonio y el discipulado de sus iglesias nacionales miembros – conectando, fortaleciendo y ampliando.

    Reunión con César García

    Después de la Cumbre de Panamá, me reuní con César a fin de tener la tercera reunión anual entre el Congreso Mundial Menonita (CMM) e ICOMB. Discutimos asuntos de interés y preocupaciones mutuas. Consideramos a la familia global CMM como nuestro “paraguas”. Siempre colaboramos para que no se relacionen a los organismos nacionales de los HM, en diferentes maneras, sobre todo si hay problemas.

    ICOMB es la comunidad de los Hermanos Menonitas – la “denominación” global. ICOMB es el resultado final de la misión. El servicio a los demás y el anuncio del Evangelio son los medios para establecer iglesias locales, que eventualmente se traducirá en una iglesia nacional de los Hermanos Menonitas – un cuerpo autóctono que sirve y proclama dentro de su propio contexto cultural. ICOMB es la expresión de la familia mundial de los Hermanos Menonitas. Otra manera de decirlo: en conjunto formamos la denominación HM como una “comunidad internacional”.

    –David Wiebe

  • Desde el martes 5 hasta el sábado 9 de julio de 2016, se realizó en El Salvador la Consulta Anabautista Menonita de Centroamérica, México y el Caribe. Sandra Campos, miembro de la Iglesia Menonita de Costa Rica y del Comité Ejecutivo del Congreso Mundial Menonita junto con el Pastor menonita de El Salvador Samuel Martínez fueron los organizadores de este exitoso evento. Un total de 59 personas provenientes de México, Puerto Rico, Guatemala, Belize, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y Argentina participamos de este importante evento que se realizó en la Escuela de Capacitación Adventista Salvadoreña, en San Juan Opico, La Libertad.

    Realmente fue una gran bendición participar en este evento, donde recibimos muchos impulsos para un trabajo pastoral más adecuado frente a los desafíos contemporáneos. El pastor Gilberto Flores, con más de 40 años de pastorado en Centroamérica y los Estados Unidos, fue el conferencista invitado. El tema general de la consulta fue «El Ministerio Pastoral Frente a los Desafíos Contemporáneos. Reimaginando nuestra acción pastoral en la posmodernidad.»

    El programa incluyó un informe sobre el «Movimiento de Mujeres Anabautistas haciendo Teología desde América Latina (MTAL)». Olga Piedrasanta de Guatemala, Mary Cano y Ondina Murillo de Honduras fueron las coordinadoras de MTAL y Ester Bornes de Argentina la encargada de ofrecer el Seminario-Taller «Creadas y creados como Iguales».

    También recibimos un breve informe sobre la programación del Seminario Anabautista Latinoamericano: SEMILLA, la Red de Paz de Centroamérica y el Comité Central Menonita.  En el contexto de este evento Willi Hugo Pérez, Rector de SEMILLA, dio a conocer su anhelo de un trabajo conjunto con iglesias, organizaciones, hermanos y hermanas de las iglesias menonitas y anabautistas en su rol como nuevo representante regional del Congreso Mundial Menonita en la región de Centroamérica. Los presentes impusimos las manos y elevamos palabras de oración de bendición y envío de Willi Hugo para esa importante tarea.

    Destacamos la renovación de CAMCA y el deseo expresado por todos los participantes de volvernos a reunir en Honduras para el año 2018. La Iglesia Menonita de Honduras será la anfitriona de este próximo evento y la fecha del mismo será anunciado por ellos posteriormente.

    De igual manera, cada país nombró un representante para promocionar CAMCA al interior de las iglesias, con el propósito de que muchos jóvenes, mujeres, pastores y hasta familias se vayan organizando para participar en la próxima consulta. 

    Agradecemos mucho a la Iglesia Menonita de El Salvador, quien nos acogió con tanto cariño y ternura. Todos los participantes hemos sido impactados para realizar nuestro mejor aporte en las tareas pastorales y hemos sentido a través de las presentaciones, el estudio de la Palabra, los testimonios, oraciones y cantos, la presencia del espíritu amoroso de Dios. Hemos vuelto a recordar las palabras de Jesucristo, el cordero inmolado: «Yo hago nuevas todas las cosas» (Apocalipsis 21:5). 

    —Jaime Prieto es costarricense, casado con la brasileña Silvia de Lima; juntos tienen un hijo llamado Thomáz Satuyé. Jaime es Doctor en Teología de la Universidad de Hamburg, República Federal de Alemania (1992), miembro de la Iglesia Menonita de Costa Rica desde 1971, y actualmente pertenece a la Asociación de Iglesias Evangélicas Menonitas de Costa Rica (miembro del Congreso Mundial Menonita). 

    Participantes de CAMCA 2016. Foto: Andrew Boden.

     

     

     

     

     

     

    Grupo de participantes en el evento del Movimiento de Teólogas de América Latina. Foto: Andrew Boden.

     

  • ¿En qué piensas cuando oyes la palabra hospitalidad? Por lo general, me recuerda la experiencia que tuve cuando visité un país de otro continente.

    Creía que los colombianos eran buenos anfitriones hasta que me hospedó una familia de una cultura diferente. Fue algo increíble: la cantidad y calidad de la comida que me ofrecían, sus esfuerzos tan evidentes en hacerme sentir bienvenido, cada detalle de mi habitación, sus preguntas, su respeto y buena disposición para servirme tanto como fuera posible.

    No obstante, lo que me conmovió más que cualquier otra cosa fue su actitud. Estaban dispuestos a dejar de lado todas sus actividades y concentrarse muy generosamente en servir a su huésped.

    La hospitalidad se define como la capacidad de prestarle atención a un huésped. Esto es muy difícil porque estamos preocupados por nuestras propias necesidades. Nuestra ansiedad nos impide desviar la atención desde nosotros hacia los demás. Si pecado es cuando el alma se centra en sí mismo, como lo definiera Agustín de Hipona, entonces una vida sin pecado sería poder centrar nuestra atención en los demás. Es decir, cuando uno vive brindando hospitalidad, vive sin pecado.

    Jesús es el mejor ejemplo de lo que significa la hospitalidad. Mediante su vida y muerte en la cruz, Dios ingresa al mundo de la existencia humana. Por medio de su compasión, centra su atención en los demás, en vez de en sí mismo. Es a través del sufrimiento y quebrantamiento de Jesús que Dios comparte la mortalidad, fragilidad y vulnerabilidad de la humanidad. Y entonces, en el libro de Apocalipsis, Jesús hace lugar en su gloria para la multitud de todas las naciones que llegan a adorarle. 

    La actitud y atención de Jesús en el otro trae sanación a las personas que han sido abusadas, que han padecido dolor y sufrimiento. Ni la injusticia de las heridas de Jesús ni la realidad de su triunfo y señorío finales lo llevan a cuidarse de sí. Está presente, cual pastor, para brindar consuelo y guía a los demás. Jesús ha venido a servir, no a ser servido, y esto es así aun en su gloria.

    Actualmente, al afrontar la crisis de los refugiados que observamos en todo el mundo, nuestro llamado a la hospitalidad como cuerpo de Cristo nos convoca a revelar la presencia de Dios en medio de dicho sufrimiento y dolor. Es un llamado a brindar esperanza, sanación, guía y cuidado. Es un llamado a  centrar nuestra atención en los perseguidos, enfermos y sin techo. Aunque quizá tengamos muchas necesidades y bastantes motivos para estar preocupados, el llamado a servir a los demás aún está presente. Al margen de nuestra pobreza, falta de recursos, desacuerdos, conflictos, proyectos y planes, el llamado a centrar nuestra atención en los demás aún está presente. 

    Ésa es la razón por la que este número de Courier/Correo/Courrier aborda dicho tema. La familia que me recibió fue una anfitriona excelente, tanto por su cultura como por la manera en la que vivían su experiencia con Cristo. Que Dios guíe a nuestra comunidad mundial a fin de responder a los demás con la misma actitud, viviendo nuestra experiencia con Dios, ¡siguiendo los pasos de nuestro Señor Jesucristo!

    —César García, secretario general del CMM, desde su oficina en la sede central en Bogotá, Colombia.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en abril de 2016. 

     

  • La Comunidad Internacional de los Hermanos Menonitas (ICOMB, por sus siglas en inglés) está compuesta por 21 iglesias nacionales en 19 países con aproximadamente 450.000 miembros. ICOMB existe para fomentar las relaciones y los ministerios, para resaltar el testimonio y el discipulado de sus iglesias nacionales miembros – conectando, fortaleciendo y ampliando.

    Visita fraternal a Platanares, Panamá: 6-8 Junio 2016

    Después de un aventurero paseo en barco, bastante húmedo, atravesando la lluvia de la tormenta y las olas del mar que golpeaban nuestro bote, 11 delegados de la asamblea anual de ICOMB fueron recibidos calurosamente por Hermes y Aleida Barrigon. Su casa era espaciosa; la comida era deliciosa; así como la comunión que nos conecta en Cristo.

    Designación del Director Asociado para América Latina

    Rudi Plett, actualmente el delegado de Vereinigung der Mennoniten Brüder Gemeinden Paraguays (la Conferencia Alemana en Paraguay) y Presidente de ICOMB, se convertirá en Director Asociado medio tiempo, bajo David Wiebe. Su misión es dirigir y entrenar a las Iglesias Nacionales Hermanos Menonitas en América Latina, para fortalecerles y conectarles mutuamente, con el fin de brindarles mayor vitalidad y capacidad para su misión. Su otra función a medio tiempo será la de Líder de Equipo Regional para la Misión HM, al servicio de los misioneros en América Latina. Estamos expectantes en ver lo que Dios hará, ya que Él ha estado trabajando de una manera especial, trayendo a Rudi (y su esposa Ruth) a este punto.

  • Bogotá, Colombia – La universidad Conrad Grebel fue la anfitriona de académicos, profesionales, artistas y lideres de iglesias en la inauguración de la Conferencia y Festival Mundial Menonita para la Consolidación de la Paz que se celebró del 9–12 de junio de 2016. En Waterloo, Ontario, Canadá, 203 personas de 20 países (desde Canadá a Colombia a la RD del Congo) asistieron a 30 sesiones simultáneas.

    Tres oradores de plenarias (incluyendo a Fernando Enns de Alemania y Paulus Widjaja de Indonesia, conocidos por su servicio con el Congreso Mundial Menonita), dos oradores en el banquete, siete narradores y seis oyentes dirigieron el evento. Además de ponencias, la conferencia incluyó siete instalaciones de arte, fotografía y sonido, un concierto, una obra de teatro, tres reuniones de adoración y dos círculos de percusión.

    La conferencia examinó una diversidad de temas relacionados con la paz, como la inclusión y la exclusión en la iglesia menonita, desarrollo y medios de subsistencia, historia y teología, la práctica reflexiva, y estudios de casos desde la India hasta Indonesia y desde Laos hasta Sudáfrica.

    La Comisión de Paz del CMM condujo un taller para explorar la idea de una Red Mundial Anabautista de Paz (GAPN, por sus siglas en inglés). Jenny Neme y Robert J. Suderman (ambos de la Comisión de Paz) y Noé Gonzalia (miembro del Comité Asesor de GAPN) compartieron historias para resaltar la importancia de la red, las bendiciones de estar interconectados y el apoyo y la solidaridad que vienen con ella.

    “Hubo un buen espíritu de participación e interés en la idea de la Red Mundial Anabautista de Paz y en la propuesta presentada. La mayoría de los comentarios y preguntas se centraron en la estructura orgánica de la red,” dice Andrew Suderman, secretario de la Comisión de Paz, quien dirigió el taller y el debate posterior. “Es emocionante ver cómo esto ya ha inspirado a algunos a pensar en maneras en las que ya estamos apoyandonos y en como podemos brindarnos apoyo mutuo hacia el futuro en la medida en que la red comienza a tomar forma.”

    El evento incluyó eventos creativos por la noche: el jueves concierto público “Voces por la Paz” y el sábado el estreno de la obra “Yellow Bellies: Una Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mundial” en el teatro Theatre of the Beat’s y la clausura con un culto de adoración el domingo por la mañana y la plenaria final.

    Los fondos para el evento provinieron de 23 patrocinadores y donantes, incluyendo el Concilio de Investigación de Ciencias Sociales y Humanidades de Canadá y la Cooperativa de Ahorros y Unión de Crédito Menonita.

    —Comunicado del Congreso Mundial Menonita

  • Bogotá, Colombia – Sonrisas y una cálida bienvenida fueron recibidas por Steven Mang’ana, miembro del Comité Ejecutivo del Congreso Mundial Menonita (CMM) y la Representante Regional (África Central/Occidental) Francisca Ibanda al visitar a la Église Mennonite du Burundi (EMB).

    En mayo de 2016, Mang’ana e Ibanda visitaron dos iglesias menonitas nacionales sin membresía en el CMM para fomentar aún más la conexión.

    Llevaron saludos del CMM, distribuyeron copias de Correo y pasaron tiempo de adoración juntos con la EMB de Burundi en Bujumbura, Burundi. Ibanda y Mang’ana también viajaron a la congregación de la EMB en Gatumba donde también se les brindó una cálida bienvenida.

    Una serie de contratiempos impidieron que Mang’ana e Ibanda hicieran contacto con los líderes de la iglesia nacional cerca de Mbuyi-Mayi, RD del Congo.

    Los Representantes Regionales del CMM entablaron relaciones fraternas con las iglesias en su zona de influencia. Este personal voluntario de tiempo parcial es responsable de desarrollar y apoyar las relaciones con las iglesias miembros del CMM, miembros asociados, iglesias miembros potenciales, además, las congregaciones locales, los socios y organizaciones relacionadas al CMM.

    Desde que se tuvieron las reuniones del Comité Ejecutivo en febrero se han unido dos rostros nuevos al equipo de Representantes Regionales del CMM.

    La representante para África del Sur es Barbara Nkala, una líder de la Iglesia Hermanos en Cristo de Zimbabue. Fue líder de una sesión plenaria de adoración en la Asamblea 2003, además realizó aportes para la elaboración de la Serie de Historia Menonita Mundial en el volumen sobre África. Ha servido con la Sociedad Bíblica Internacional de Zimbabue y Malawi.

    El representante para la región de América Latina – Centroamérica es Willi Hugo Pérez, presidente de SEMILLA (Seminario Anabautista Latinoamericano), Guatemala. Anteriormente sirvió como profesor de teología y de estudios políticos, además como director de REDPAZ (Red de Paz y Justica Anabautista-Menonita Mesoamericana).

    —Comunicado del Congreso Mundial Menonita

  • Reporte sobre “Llevando Fruto”, El grupo de trabajo de la Federación Luterana Mundial para dar seguimiento a la “Acción Menonita” en la décima asamblea de la FLM en 2010.

    Bogotá, Colombia – El proceso de reconciliación entre la Federación Luterana Mundial y el Congreso Mundial Menonita ha creado un terreno fértil para la colaboración. Un reporte que resume la acción de la FLM y el CMM para reconciliarse con los menonitas sobre temas referentes a las enmiendas o demandas de la confesión de Augsburgo, pretende ayudar a las iglesias de la FLM, a los pastores, seminarios y congregaciones a “implementar el compromiso de la FLM de enseñar de manera diferente sobre los anabautistas, especialmente en como ellos son descritos en la antes mencionada confesión.”

    «Las semillas de reconciliación sembradas hace más de 30 años, que florecieron en el culto de reconciliación en Stuttgart en 2010, ahora están verdaderamente llevando fruto” dice John D. Roth, representante del CMM para el grupo de trabajo de la FLM y participante en la elaboración del documento. “Los pastores y líderes eclesiales Menonitas y Luteranos encontrarán muchas ideas de cómo se podrían comprometer mutuamente en el nivel local.”

    El proceso tiene sus raíces en los diálogos iniciados para celebrar el aniversario número 450 de la Confesión de Augsburgo. Reconociendo que “las diferencias teológicas en curso no podrían ser examinadas constructivamente hasta que las heridas del pasado fueran confrontadas directamente”, la FLM comenzó un proceso formal de reconciliación en 2003. El principal trabajo de la comisión de estudio era “escribir una historia común sobre las dolorosas relaciones durante el siglo XVI.” Este proceso era “en sí mismo un acto ecuménico y de ese modo ya era una contribución a la reconciliación.”

    Las dos comuniones reconocieron “la necesidad de las comunidades y de los individuos, de reconocer cuando necesitan arrepentimiento genuino y perdón”.

    “El trabajo de este Grupo de Trabajo ha sido responder a los compromisos (sobre enseñar las confesiones luteranas, explorar cuestiones sin resolver, profundizar la relación a través de la oración conjunta y el trabajo por la paz)… en la convicción de que el trabajo del Espíritu no ha terminado en nuestras iglesias” dice el reporte.

    Un “fruto” de este trabajo son los diálogos sobre el bautismo; impulsados por el Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos, el CMM sugirió que la FLM se uniera también.

    Llevando Fruto explora otro punto de diferencia en curso – la autoridad civil y la participación Cristiana en la guerra – a través de un honesto y respetuoso diálogo entre los representantes Menonitas y Luteranos.

    “El duro e incluso doloroso, trabajo de reevaluar el pasado ha abierto el camino para nuevas relaciones”, declara el reporte. “Árboles de esperanza han sido plantados. Ahora es tiempo de cuidar que los frutos continúen siendo nutridos y cosechados”.

    Hace quinientos años, los anabautistas y los luteranos manejaban de modo diferente la presión de los poderes políticos de gobierno y se levantaron condenas unos contra otros, dice Alfred Neufeld, presidente de la Comisión de Vida y Fe del CMM. “Pero todo eso es historia. Hoy, la iglesia mundial de Cristo (tanto Menonitas como Luteranos) se da cuenta que la iglesia está llamada a hablar la verdad a los poderes. Esa nueva conciencia mundial y transnacional nos libera para mantenernos juntos y cerca.

    Refiriéndose al proceso en un evento de la FLM en Indiana, EE.UU, el presidente del CMM Nelson Kraybill dijo: “Ahora recae sobre nosotros – pastores como usted y yo, líderes en todos los niveles de nuestras iglesias y cuerpos regionales – el acordar que nos amaremos y respetaremos mutuamente y encontraremos modos de colaborar con la construcción de paz y la proclamación del evangelio.”

    Haga clic aquí para ver el reporte completo de “Llevando Fruto” en inglés escrito por la FLM.

    —Comunicado del Congreso Mundial Menonita

  • Estas reflexiones articulan muy brevemente el desarrollo histórico, perfil y tendencias de las comunidades anabautistas e iglesias menonitas multiétnicas en América Latina pertenecientes al CMM; y presenta los desafíos de los menonitas en sus tareas misionológicas, trabajo pastoral y en su testimonio de justicia y paz siguiendo a Jesús en un continente multiétnico.

    1. El carácter multiétnico de las comunidades e iglesias menonitas y anabautistas

    Argentina. En 1917, Josephus W. y Emma Shank, Tobías K. y Mae Hershey, misioneros de la Junta Menonita de Misiones y Caridades de Elkhart, Indiana, se instalaron en Argentina; en 1919 fundaron la primera iglesia menonita de América Latina, en el pueblo de Pehuajó. De esta iniciativa misionera surgiría en 1943, el trabajo y fundación de iglesias entre el pueblo toba/qom.

    México. Desde las primeras décadas del siglo pasado, la presencia menonita tuvo un carácter étnico de migración. Un ejemplo es Old Colony Mennonite, de origen ruso y procedente de Manitoba y Saskatchewan (Canadá). Se ubicó en la ciudad de San Antonio de los Arenales, México, desde 1922 hasta 1926, con una migración de aproximadamente 6.000 personas.

    Paraguay. Un total de 1.763 colonos menonitas provenientes de Canadá, emigraron a Paraguay entre 1926 y 1927, estableciendo la Colonia Menno. La Colonia Fernheim, que se ubicó también en el Chaco paraguayo, estuvo conformada por 2.000 emigrantes provenientes de: a) Molotschna en Rusia (1930–32), b) Amur, región cercana a Charbin en China (1932) c) y un pequeño grupo proveniente de Polonia. La tercera colonia llamada Friesland se formó en 1937 debido al desmembramiento de la Colonia Fernheim y se ubicó en el este de Paraguay. Desde dicha colonia se inició el trabajo misionero entre el pueblo enhelt en 1937, surgiendo así una nueva organización eclesial indígena menonita en Yalve Sanga (Lago Armadillo).

    La historia menonita-anabautista en América Latina debe verse como el encuentro entre las hermanas y hermanos evangélicos enviados por sociedades misioneras norteamericanas, y los pueblos latinos y autóctonos de este continente. Por otro lado, las colonias menonitas con muchas costumbres étnicas y culturales heredadas en Europa desde el siglo XVI, se asentaron en los territorios de pueblos indígenas, afrodescendientes y mestizos. En contextos históricos y países muy distintos se produjo el encuentro de personas de gran diversidad cultural; por medio de ayudas mutuas y de tensiones culturales, étnicas y sociales, surgieron las iglesias que hoy conforman el Congreso Mundial Menonita.

    En las comunidades e iglesias menonita-anabautistas se puede escuchar conversaciones y alabanzas a Dios en inglés, francés, alemán, español, portugués, inglés-criollo, francés-criollo, pero también en toba/qom, guaraní, bribri, enlhet, cabécar, kekchí, tupí, garífuna, quechua, emberá-wounaán y en muchas otras lenguas autóctonas. Esa dinámica de interacción entre las diversas culturas en la conformación de las iglesias y comunidades de fe se vio impulsada desde sus inicios por la acción del Comité Central Menonita, los cuerpos voluntarios menonitas, organizaciones educativas, seminarios y universidades menonitas (mayormente de Estados Unidos y Canadá, pero también de Europa), aportando elementos de vital importancia en la práctica de seguir a Jesús. A lo largo de esta historia de constantes migraciones, puede verse la tensión entre quienes percibieron como prioridad el crecimiento de comunidades y la edificación de templos – sin cuestionar las estructuras sociales de sus tiempos – y quienes enfatizaron la lucha por la justicia y la paz como exigencia prioritaria del Evangelio. A partir de dichas migraciones – tanto de grupos menonitas de origen germano, como también de las migraciones dentro y fuera de los países por parte de comunidades y familias de pueblos autóctonos – surgieron comunidades e iglesias anabautistas.

    Algo característico de las últimas décadas (1980–2015) con respecto a los inicios de este movimiento en América Latina, es que prácticamente en todos los países ya hay presencia de iglesias y comunidades menonita-anabautistas. Al comparar las estadísticas del CCM de 2009 con sus estadísticas de 2015, se observa que los países de mayor crecimiento del movimiento se localizan en Cuba (150%), Haití (70%) y Bolivia (80%). Aquí se percibe que el perfil de las comunidades menonitas que están cruzadas por el encuentro intercultural y el entendimiento de lo que debe ser la evangelización y la pastoral, tienen grandes trazos que las unen con su pasado.

    Cuba. En los años cincuenta, los Hermanos en Cristo llegaron a La Habana, Cuba, a evangelizar junto con los cuákeros y nazarenos en Cuatro Caminos. En 1954, la Junta Menonita de Misiones y Caridades de Franconia, EE.UU., también envió a los misioneros Henry Paul Yoder y su familia para fundar una iglesia en la provincia de Las Villas, en el pueblo de Rancho Veloz. La revolución encabezada por Fidel Castro contra la dictadura de Fulgencio Batista en 1959, produjo una gran desbandada de misioneros norteamericanos que abandonaron la isla en los años sucesivos. Durante los años de la revolución, el liderazgo de Juana M. García fue fundamental para mantener el trabajo eclesial que iniciaron los Hermanos en Cristo en el pueblo de Cuatro Caminos, en La Habana. El 19 de agosto de 2008 se inició un nuevo trabajo misionero de los menonitas en Cuba. El pastor Alexander Reyna Tamayo y su familia habían trabajado anteriormente como pastores en la Iglesia Evangélica Misionera. En 2004 conoció a Janet Breneman de EE.UU. y Jack Suderman de la Iglesia Menonita de Canadá, después de que ellos ofrecieran cursos sobre la tradición anabautista en la Iglesia Evangélica Libre. En común acuerdo con la Iglesia Evangélica Misionera, Alexander Reyna inició contactos con la Iglesia Menonita de Canadá y llegó a conformar esta nueva organización que trabaja en pequeñas células en los hogares, en las provincias de Santiago de Cuba, Olguín, Granma, Villa Clara y Cienfuegos. El enorme crecimiento experimentado en Cuba, sobre todo en la última década, nos remite a la nueva situación política que vive la Isla, que últimamente inició relaciones diplomáticas con Estados Unidos, y la apertura religiosa que está experimentando.

    Haití. País de origen afrodescendiente y el más pobre de América Latina, sacudido además por el devastador terremoto del 12 de enero de 2010, y la crisis económica y política de sus gobiernos. Es otro ejemplo que remueve la temática del perfil anabautista de las iglesias y las tendencias del servicio que prestan organizaciones anabautistas y sociedades misioneras. Tanto en el caso de Cuba como en el de Haití, se hace necesario un detallado estudio que explique su gran crecimiento numérico así como el perfil cultural presente en la vida y misión de los miembros de sus comunidades.

    Bolivia. Se ha convertido en el país de mayor migración de menonitas conservadores de origen alemán en América Latina en las dos últimas décadas. Desde 1980 hasta 2007, se han establecido un total de 53 nuevas colonias en las provincias de Pando, Beni y Santa Cruz. Estas colonias provenían de la división interna de muchas otras colonias menonitas en Bolivia y otros países como: Belice, Paraguay, México, Argentina y Canadá. En 2007, estas nuevas colonias completaban una población de 30.618 personas (adultos, niños y niñas).

    En la sociedad civil, una de las reacciones a esa situación es que pareciera que la Reforma Agraria aún no ha llegado a América Latina para fortalecer a los grupos más desfavorecidos, como las poblaciones indígenas o de origen afrodescendiente. Nuestras preguntas se orientan otra vez sobre: a) la relación que surge en este contexto, entre colonias de grupos menonitas de origen europeo con las poblaciones indígenas de sus alrededores; b) el rol de las sociedades misioneras y la conformación de iglesias que tienen el propósito de seguir a Jesús desde sus propias raíces culturales y étnicas. Los desafíos del evangelio en el encuentro y/o desencuentro de comunidades con un trasfondo étnico y cultural tan diverso, están presentes y latiendo fuertemente como el tiempo de las primeras migraciones étnicas de los menonitas en América Latina.

    2. Estadísticas de los menonitas en América Latina

    I. Región de Mesoamérica:

    País:¬† Número de miembros:
    México 33.881
    Guatemala 9.496
    Honduras 21.175
    El Salvador 909
    Nicaragua 11.501
    Costa Rica 3.869
    Panamá 820

    II. Región del Caribe

    País:¬† Número de miembros:
    Bahamas 25
    Cuba 8.664
    Jamaica 733
    Haití 5.566
    República Dominicana 5.780
    Puerto Rico 798
    Belice 5.405
    Granada  8
    Trinidad & Tobago 300

    III. Región América del Sur

    País:¬† Número de miembros:
    Venezuela 596
    Colombia 3.664
    Ecuador 1.340
    Perú 1.524
    Brasil 14.748
    Bolivia 26.661
    Chile 1.452
    Paraguay  34.574
    Uruguay 1.464
    Argentina 4.974

    Gran Total: 199.912

    Estadísticas del Congreso Mundial Menonita, Membresía, Una comunidad de iglesias afines al anabautismo, Membresía, Junio de 2015.

    3. Desafíos pastorales desde la realidad multiétnica de América Latina

    Estas breves reflexiones nos llevan a considerar los siguientes desafíos pastorales desde la realidad multiétnica de América Latina.

    Renovación en el Espíritu. La experiencia en el Espíritu, al igual que nuestros antepasados del siglo XVI, debe significar iluminación y fortaleza para recrear nuestra identidad anabautista, a fin de asumir una actitud crítica ante el Estado, una teología y práctica pastoral a favor de los pobres, una hermenéutica contextual de la Biblia de no resistencia, un compromiso por la justicia y la paz, una tolerancia grande hacia las diversas formas de concebir el misterio profundo de Dios en la multietnicidad de las iglesias y comunidades anabautistas y la sociedad civil.

    Movimiento de teólogas latinoamericanas. El encuentro con teólogas africanas en Zimbabwe, marcó un gran desafío para las mujeres latinoamericanas que se dieron cita en la Asamblea del CMM realizada en Bulawayo, en 2003. De ahí surgiría el ‚ÄúMovimiento de teólogas latinoamericanas‚Äù, que en base al apoyo del proyecto ‚ÄúCompartir Dones Globalmente‚Äù del CMM, ha realizado diversos encuentros en América Latina. En la Asamblea del CMM realizada en julio de 2009, en Asunción, Paraguay, 120 mujeres menonitas latinoamericanas se reunieron para reflexionar respecto al lema: ‚ÄúEl mensaje liberador de Jesús para las mujeres hoy‚Äù. En la reciente Asamblea del CMM celebrada en Pennsylvania, EE.UU., del 21 al 26 de julio de 2015, el ‚ÄúMovimiento de Teólogas Anabautistas de América Latina‚Äù se reunió con las teólogas anabautistas de todo el mundo para promover una red mundial. Uno de los grandes desafíos de este movimiento es cómo integrar en su liderazgo y en el seno de su trabajo, a mujeres que representen ese carácter multiétnico de los menonitas en América Latina. Es a partir de esa gran diversidad de pueblos y culturas que nuestras familias, iglesias y movimientos alcanzarán un mayor testimonio en la sociedad y en el seno mismo del CMM.

    Testimonio de paz. El testimonio de quienes trabajan por la paz, arriesgando inclusive sus vidas por el bienestar de otras personas, nos recuerdan las palabras de Jesús: ‚ÄúBienaventurados los que construyen la paz, porque ellos serán llamados hijos e hijas de Dios‚Äù. (Mateo 5:9) Los testimonios ofrecidos por el trabajo de organizaciones menonitas como Justapaz en Colombia, y el Comité Central Menonita durante la revolución en Centroamérica durante los años setenta y ochenta, nos recuerdan que es posible dar nuestra contribución por la paz. Pero, esto nos lleva a reflexionar cómo hemos de dar este testimonio en los nuevos escenarios de nuestra América Latina, frente al crecimiento de la población, la destrucción de las culturas y pueblos ancestrales, el racismo, la xenofobia, la desocupación laboral de los jóvenes, la polución y contaminación ambiental, y nuevas formas de opresión y violencia que destruyen poblaciones y la vida del planeta.

    Modelos pastorales. Se hace necesario un análisis más detallado de lo que ha sido el testimonio de los anabautistas y menonitas en América Latina. En la década de los setenta, se desarrolló un método que orientaba la acción pastoral de muchas comunidades tomando como punto de partida las palabras: ver, juzgar y actuar; en otras palabras, analizar con las ciencias sociales lo que¬† acontece actualmente en nuestros pueblos latinoamericanos, juzgarlo a la luz de los desafíos de la Palabra en el seguimiento de Jesús, y finalmente responder pastoralmente con acciones concretas. Quizá sea hora de reconocer que el método antes descrito nos desafía nuevamente a revisar nuestras tareas pastorales, pero no sólo en el sentido de analizar la situación de injusticia a nivel macroeconómico y social, sino también desde las necesidades de una pastoral que esté atenta a las nuevas expresiones de familia en todo el continente, a los gritos de nuevos grupos marginados en nuestra sociedad, que incluye también a nuestros pueblos indígenas, afrodescendientes y a los pueblos mestizos pobres.

    La expresión afrocaribeña. El Caribe ha sido la región latinoamericana que más dificultades ha tenido en organizarse desde la colonia a causa de su historia, su complejidad política y la gran diversidad de lenguas. En la Asamblea del CMM celebrada en Asunción, Paraguay en julio de 2009, los representantes de la zona del Caribe expresaron en el caucus latinoamericano la necesidad de organizarse también como región. El fortalecimiento de las reflexiones teológicas, sociales y pastorales de las iglesias y comunidades anabautistas del Caribe debe ser una prioridad del CMM. La realidad de las iglesias afrodescendientes del Caribe enriquece enormemente el carácter multiétnico del CMM, que permitirá fortalecer el diálogo de dichas iglesias con las iglesias afrobrasileñas, y también con las iglesias menonitas de √Åfrica.¬†

    La gran diversidad étnica y cultural. En medio de la pobreza económica, las comunidades menonitas de los pueblos originarios y de trasfondo africano de todo el continente, comparten con nosotros su riqueza histórica, cultural y espiritual. Por medio de sus historias y sus mitos hundidos en las entrañas de la selva, los mares, los ríos, las rocas y las praderas, nos exhortan a proteger y velar por la madre tierra. Sus visiones y sueños nos hacen ver el desorden provocado en la creación por los sistemas económicos que protegen los intereses económicos de las transnacionales, o ‚Äúpromueven el desarrollo‚Äù a costa de la destrucción de la diversidad cultural.¬†

    La visita de hermanos y hermanas de los pueblos originarios como los métis y ojibwe (América del Norte), los quechuas (Perú), los kekchíes (Guatemala), los emberá y wounaan (Panamá), a las tierras de los pueblos originarios del Chaco paraguayo durante la Asamblea del CMM en Paraguay (2009), es una bella señal de fraternidad y unidad en medio de la diversidad. Desde este anhelo de aprender unos de otros y de poner nuestros talentos al servicio de los demás, es que esta gran variedad étnica de los menonitas en América Latina sólo puede nutrir a la comunidad anabautista; y, además, hacer real nuestros esfuerzos de ser instrumentos de Dios en la creación que añora con dolores de parto su liberación, así como nosotros gemimos y suspiramos por la redención de nuestros cuerpos (Romanos 8:18–25).

    ‚ÄîJaime Prieto es costarricense, casado con la brasileña Silvia de Lima; juntos tienen un hijo llamado Thomáz Satuyé. Jaime es Doctor en Teología por la Universidad de Hamburg, República Federal de Alemania (1992), miembro de la Iglesia Menonita de Costa Rica desde 1971, y actualmente pertenece a la Asociación de Iglesias Evangélicas Menonitas de Costa Rica (miembro del Congreso Mundial Menonita). Es autor de Misión y migración, el tomo sobre América Latina de la Colección de Historia Menonita Mundial publicada por el CMM.

    Este artículo apareció¬†por primera vez¬†en¬†Correo/Courier/Courrier¬†en abril de¬†2016.¬†

     

     

  • Los primeros menonitas llegaron a Brasil en el transcurso del año 1930, en calidad de refugiados de Rusia/Ucrania, donde sus propiedades, iglesias y escuelas fueron confiscadas por el Estado durante la era estalinista.

    Miles de menonitas (15.000–25.000) y otros grupos se trasladaron a Moscú en 1929 para obtener una visa. Sólo 5.000 fueron autorizados a irse del país. Al llegar a Alemania, no se les permitió permanecer allí, de modo que optaron por emigrar a Canadá. Debido a la depresión económica de la década de 1930, Canadá sólo aceptó a unos pocos de estos inmigrantes, principalmente aquellos que gozaban de buena salud y que tenían parientes radicados en el país.

    Los otros dos países que los recibirían eran Brasil y Paraguay. Líderes de iglesias de Europa y América del Norte alentaron a los refugiados a trasladarse como grupo a Paraguay, donde había un asentamiento de menonitas de Canadá. En Paraguay, los menonitas ya gozaban de varios privilegios tales como la exención al servicio militar y el derecho a la autonomía de las colonias; alrededor de 3.000 optaron por ir a Paraguay.

    Las primeras luchas

    Otros 1.300 decidieron trasladarse a Brasil. Los verdaderos motivos de esta elección no son muy claros. Al llegar a Brasil, se dispuso su asentamiento en una región serrana de bosques tropicales en el sur, totalmente diferente a lo que habían conocido en Rusia. Un grupo de colonos (Stolz Plateau) no pudo progresar, y encontraron un buen sitio en Curitiba (300 km al norte), donde había llanuras y un clima más frío. En unos años, todos los menonitas se habían mudado del lugar de asentamiento original.

    Entre los colonos, había tres grupos diferentes: Hermanos Menonitas, Iglesia Menonita (kirchliche) y Evangélicos Menonitas. Al principio, todos los cultos se realizaban conjuntamente, excepto las asambleas, y todo en alemán. Durante la Segunda Guerra Mundial – a la que Brasil entró en 1942 – se prohibió hablar en alemán en público hasta fines de 1945. Por consiguiente, las iglesias celebraban sus cultos en alemán bajo, a veces en ruso, e incluso empezaron a emplear el portugués.

    Acción social

    El primer proyecto social comenzó en 1948 con un orfanato para niñas/os abandonados, y con la primera congregación exclusivamente de habla portuguesa en las afueras de Curitiba. Contaban con el apoyo de los obreros fraternales de la Iglesia de los Hermanos Menonitas (MB) de América del Norte. Luego, siguieron otros proyectos de fundación de iglesias, y poco después se conformó la Asociación de Iglesias de los Hermanos Menonitas con las congregaciones de habla portuguesa. En 1994, la Convención de habla alemana y la Convención de habla portuguesa se unieron y conformaron la Convención de Iglesias Evangélicas de Hermanos Menonitas de Brasil (COBIM, Convenção Brasileira das Igrejas Evangélicas Irmãos Menonitas). Actualmente, COBIM tiene más de sesenta congregaciones y varios proyectos misionales en Brasil y África.

    En 1955, la Junta Menonita de Misiones y Caridades de la Conferencia General, de la Iglesia Menonita de Estados Unidos, enviaron sus primeros misioneros a Brasil. Se establecieron varias congregaciones en San Pablo, en la región central de Brasil y en la región amazónica, conformando la Alianza Evangélica Menonita (AEM). La Asociación de Iglesias Menonitas de Brasil (AIMB) – fruto de la unión de dos grupos de habla alemana y otros evangélicos menonitas – y COM (Comisión sobre la Misión en el Extranjero), se sumaron a este proyecto de fundar iglesias, comenzando a enviar misioneros en 1976. La AEM tiene actualmente unas treinticinco iglesias y congregaciones, y proyectos misionales en Brasil y Albania.

    En 1965, el Comité Central Menonita (MCC) inició varios proyectos agrícolas y de desarrollo social en el noreste de Brasil. En 2012, finalizó esta labor social y comunitaria. Algunas organizaciones locales (AMAI) le están dando continuidad a varios de los proyectos que promueven la paz y la reconciliación. Se establecieron tres congregaciones, afiliadas a la AEM.

    AIMB, la Convención conformada por menonitas y evangélicos menonitas, tiene nueve iglesias y congregaciones. Durante muchos años, sus cultos se celebraban en alemán. Esto empezó a cambiar en la década de 1980, a medida que las iglesias fueron empleando más el portugués, procurando un mayor acercamiento con sus vecinos y el contexto brasileño. Su proyecto misional más importante es el de la Asociación Menonita de Asistencia Social (AMAS), que cuenta con seis guarderías para familias de bajos ingresos que atienden diariamente a más de mil niñas/os.

    En la década de 1960, un grupo de menonitas Holdeman (menonitas de la Iglesia de Dios en Cristo) se trasladaron desde EE.UU. a la región central de Brasil (400 km al oeste de Brasilia, la capital del país), y establecieron su colonia en Rio Verde, en el estado de Goiás. Se mantienen en contacto con la comunidad menonita general de Brasil a través de la distribución de literatura anabautista/menonita.

    Tras ochenta y cinco años en Brasil, se calcula que el número de miembros de las iglesias de todas las convenciones es de 12.000 a 15.000. En los últimos treinta años, ha habido varias divisiones y escisiones en las iglesias y convenciones, mayormente a causa de los movimientos de renovación pentecostales/carismáticos. El deseo de alejarse de la cultura de una iglesia étnica alemana ha sido también un factor que llevó al establecimiento de varias congregaciones menonitas independientes.

    ¿Cuáles son los principales desafíos para los menonitas de Brasil?

    1. Identidad. ¿Qué significa ser cristiano menonita en Brasil, donde el 90 por ciento de todos los cristianos evangélicos son pentecostales/carismáticos/neocarismáticos? Relacionado con esto, aún tenemos la cultura de una iglesia étnica. Un líder hacía la siguiente observación: “Ya no vivimos en una colonia, pero la colonia aún la llevamos dentro de nosotros”. Los brasileños no entienden esta mentalidad menonita y les parece que es ajena a su cultura.
    2. Extensión comunitaria y aculturación. Cómo comprometerse con y ser fiel a una interpretación de la Biblia que esté centrada en Jesús, en medio de un contexto en el que existe todo tipo de religiosidad, “superstición cristiana”, “revelación divina directa”, evangelio centrado en el control del poder, evangelio de la prosperidad, etc.
    3. Diversidad y conflicto. Las congregaciones con trasfondo de habla alemana están llegando al final del proceso de cambio idiomático. Algunas tienen dos cultos, uno en cada idioma, y otras tienen cultos bilingües. Los casamientos interétnicos son más comunes que antes. Los miembros bautizados nuevos son mayormente de trasfondo no alemán. La diversidad cultural y teológica está cada vez más presente.
    4. Liderazgo. El concepto del líder servidor designado por la congregación, y que establece un liderazgo en equipo, está siendo cuestionado por un liderazgo jerárquico, autodesignado, centrado en la productividad y en ambiciones de poder.

    No obstante, el Espíritu Santo está presente en las diferentes convenciones y congregaciones, a fin de que se apoyen y ayuden unas a otras. El Instituto Teológico Fidelis pertenece a las tres entidades: AEM, COBIM y AIMB.

    Existen otros proyectos tales como la Escuela Menonita Erasto Gaertner y el Hogar de Ancianos Lar Betesda, que están bajo la dirección conjunta de menonitas y Hermanos Menonitas.

    Cada vez se hace más importante la necesidad de dialogar, compartir experiencias y aprender unos de otros.

    Peter y Gladys Siemens conforman un equipo pastoral de la Iglesia Vila Guaíra, Curitiba, Brasil. Gladys integra, además, la Comisión de Diáconos del Congreso Mundial Menonita.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en abril de 2016.

    Iglesias menonitas nacionales de Brasil

    *Alliança Evangélica Menonita

    Miembros: 2.900

    Congregaciones: 35

    Sede: Paulista, Brasil

    Presidente: Cristiano Maiximiano de Oliveira

    *Associação das Igrejas Menonitas do Brasil

    Miembros: 1.184

    Congregaciones: 9

    Sede: Curitiba, Brasil

    Presidente: Fridbert August

    Church of God in Christ, Mennonite

    Miembros: 344

    Congregaciones: 5

    ¬±Convenção Brasileira das Igrejas Evangélicas Irmãos Menonitas

    Miembros: 6.960

    Congregaciones: 70

    Sede: Curitiba

    Presidente: Emerson Luis Cardoso

    Igreja Evangélica Irmãos Menonitas Renovada

    Miembros: 3.350

    Congregaciones: 27

    Sede: Sao Paulo

    Presidente: Jose Eguiny Manente

    * Indica membresía en el CMM.

    ¬± COBIM ha reanudado la solicitud de aceptación como miembro del CMM.

    Fuente: Mapa Mundial del CMM

    www.mwc-cmm.org/maps/world

    Consultado, enero de 2016

  • La hospitalidad: Consideremos qué significa brindar hospitalidad como seguidores de Cristo

    En septiembre del 2015, el mundo occidental tomó conocimiento de la crisis de los refugiados a través de las fotos impactantes difundidas en los medios informativos. Ante una mayor conciencia del problema, la comunidad anabautista mundial considera qué significa recibir al extraño, en tanto personas de diferentes trasfondos religiosos se integran a nuestros barrios.

    El número de abril 2016 de Courier/Correo/Courrier procura discernir la variedad de razones que motivan a las comunidades anabautistas de todo el mundo a reunirse para constituir el CMM. A continuación, escritores y escritoras reflexionan en sendos artículos sobre la siguiente pregunta: ¿Cómo el amor de Cristo por nosotros motiva y guía nuestra respuesta a los extraños en nuestro contexto local?

    Un ministerio de hospitalidad incluyente

    Escritura: “Este fue el pecado de tu hermana Sodoma: ella y sus aldeas se sentían orgullosas de tener abundancia de alimentos y de gozar de comodidad, pero nunca ayudaron al pobre y al necesitado” (Ezequiel 16:49 DHH).

    Cuento: “Un refugiado se quejaba amargamente ante Dios porque no lo habían dejado entrar en una iglesia, y Dios le contestó: No te preocupes que a mí tampoco me dejan entrar”.

    Teniendo como punto de referencia para la reflexión este pasaje bíblico y la historia anexa, quiero hacer esta pequeña y sencilla nota desde mi propio testimonio personal para marcar la diferencia con el texto referido.

    Colombia, donde vivo actualmente, es un país en guerra interna desde hace más de sesenta años, siendo el último conflicto armado interno que queda en el hemisferio occidental. Más de cinco millones de personas en desplazamiento forzado, segundo país en el mundo con este fenómeno según datos de las Naciones Unidas, y cerca de un millón de refugiados en otros Estados. Veinticinco mil muertes violentas cada año, miles de desaparecidos y secuestrados, y más de seis millones de víctimas reconocidas por el gobierno.

    Un cuadro social impresionante, que si estuviera impregnado de petróleo o cualquier otro interés económico de las multinacionales, hubiese aparecido en las noticias de los medios masivos de EE.UU., Canadá y Europa, y entonces las iglesias anabautistas del Norte se hubiesen enterado.

    Amenazas e incertidumbre

    Después de vivir por muchos años en Bogotá, en 1986 nos trasladamos con mi esposa e hijos a un pequeño pueblo en el caribe colombiano, al norte del país, llamado San Jacinto.

    Allí adquirimos una finca, casa, maquinaria agrícola, vehículos, y vivíamos con mi esposa y cuatro hijos de la abogacía, la agricultura y el periodismo. Apoyábamos el trabajo social y organizativo de los campesinos de la región.

    Debido al trabajo con los campesinos me acusaron de ser un ideólogo de la guerrilla, y comenzó contra mí una persecución y amenazas permanentes por parte del comandante de policía del lugar, y más tarde por un grupo paramilitar llamado “MAS” (Muerte a Secuestradores).

    En marzo de 1988, el Ejército Nacional colombiano y la policía unieron fuerzas y nos hicieron un allanamiento en nuestra casa; las amenazas de muerte aumentaron, nuestros amigos nos evadían, los bancos no nos atendían. Vivir allí se hizo insoportable. Huyéndole a la muerte, nos vimos forzados a desplazarnos hacia la cercana ciudad de Cartagena, perdiendo todo lo que habíamos adquirido con nuestro trabajo.

    Allí en Cartagena recibimos la hospitalidad de un tío mío, quien nos abrió las puertas de su casa. En el patio construimos un lugar para habitar mientras pasaba la tormenta, gracias al apoyo de la Iglesia Menonita.

    Pero la situación del desplazado, nacional o internacional, es bien difícil. Por un lado está dejando atrás su territorio, amigos, familiares, trabajo, bienes, cultura, contactos, buen nombre, y por otro, entra en un terreno desconocido, amenazante, inhóspito, y se adentra al mundo de los prejuicios y estigmas.

    De ser una persona “de bien”, de pronto entra a ser sospechoso de terrorismo, de criminalidad, creando un gran temor entre sus vecinos. Entra en el ámbito del miedo, no sólo del desplazado sino de las personas que lo rodean, sus amigos, familiares, iglesias, todos con el miedo de que los confundan o los señalen como enemigos, los declaren “objetivo militar”, los amenacen y les hagan daño.

    El miedo impregnado en los demás es lo que más afecta a los desplazados, pues paraliza e impide la hospitalidad y la solidaridad. Existen muchas personas, miembros de una iglesia que creen y quieren ser hospitalarios, pero tienen familia, hijos pequeños, deudas hipotecarias, y tienen miedo de poner en peligro la vida y estabilidad de estas personas que dependen de ellos. Dicen que si estuvieran solos darían la vida por ayudar, pero en esas condiciones sería irresponsabilidad e injusto con los menores.

    En julio de 1989 llegamos nuevamente a Bogotá, derrotados pero no vencidos, una pareja de amenazados y desplazados, con cuatro hijos menores de edad. Llegamos a una ciudad afectada por el terrorismo, llena de muertos vivientes pidiendo limosna en cada semáforo, niños y niñas abandonados en las calles, una delincuencia amenazante, cercada por zonas de miseria, racista y discriminadora.

    El gobierno central había aprovechado la excusa de la guerra para suprimir la mayoría de las libertades públicas, y ordenaba allanamientos y detenciones arbitrarias cada día en la ciudad y el país. La desconfianza y el miedo reinaban en la ciudad. Como dice el maestro oriental, “la guerra es el arte del engaño” y “donde la primera víctima es la verdad”, lo que dificulta creer en alguien y aun creerle a Dios.

    Recibir y cobijar

    Pero hoy mi familia y yo estamos vivos gracias a la acción decidida de un grupo de personas, perteneciente a la Iglesia Menonita de Teusaquillo (Bogotá), encabezado por el pastor Peter Stucky. Aunque tenían hijos menores de edad y personas a su cargo, vencieron el miedo a la estigmatización y ser declarados auxiliares de la guerrilla; organizaron una acción de hospitalidad incluyente que nos cobijó y nos dio energía suficiente para despertar nuestro poder de resiliencia y recuperarnos.

    Es allí con ese acto de hospitalidad donde se rompe la maldición de Sodoma y se hace realidad esa bella recompensa de Jesús cuando dice, “Pues tuve hambre, y ustedes me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber; anduve como forastero y me dieron alojamiento, les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí lo hicieron” (Mateo 25:35–40).

    Pero esto no terminó allí con el auxilio a una familia miembro de esa iglesia, sino que se amplió el concepto de hospitalidad incluyente, que no excluye a nadie. Siempre encuentra lugar para el forastero, el extranjero, el que sufre, abriendo las puertas de la iglesia; se creó

    todo un ministerio eclesial para apoyar a cientos de desplazados que llegaban allí huyendo de sus territorios después de haber perdido sus bienes y la esperanza. “El refugiado o desplazado es el vivo mensajero del infortunio, trae con él la imagen, el olor y el sabor de la tragedia de la guerra, del genocidio, de la masacre y del abandono del hogar por la violencia.”(Javier Jurado).

    Durante muchos años ha funcionado este ministerio en la Iglesia Menonita de Teusaquillo en Bogotá. Cientos de personas han sido auxiliadas y reconfortadas; decenas de desplazados fueron acogidos desde allí por la iglesia menonita canadiense y hoy gozan de tranquilidad y nueva vida en ese país. Además se amplió a la ciudad de Quito (Ecuador), para recibir a los cientos de colombianos que huían y huyen de su país buscando refugio.

    Crear, iniciar y mantener un ministerio así, abierto a cualquier persona sin importar de dónde venga, en qué crea, qué ideología política tenga, que sea perseguido por guerrilleros o paramilitares, significa un gran riesgo y hace que muchos de los miembros de la congregación dejen de asistir. Pero se siente la coherencia con el mandato de Jesús y el derecho de asilo; la comunidad se fortalece y surgen nuevos liderazgos abiertos a la hospitalidad.

    Se siente la satisfacción de ser una iglesia anabautista histórica de paz donde ningún refugiado se queje ante Dios porque no lo dejan entrar, y que como Job podamos decir, “siempre abrí las puertas de mi casa al forastero” (Job 31:32).

    ‚ÄîRicardo Esquivia, abogado, es miembro de la Iglesia Menonita de Colombia, y tiene más de 45 años de experiencia en la construcción de paz integral desde una base eclesial y comunitaria. Actualmente, es director de Sembrandopaz y trabaja con comunidades en retorno en el caribe colombiano.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en abril de 2016.

  • La hospitalidad: Consideremos qué significa brindar hospitalidad como seguidores de Cristo

    En septiembre del 2015, el mundo occidental tomó conocimiento de la crisis de los refugiados a través de las fotos impactantes difundidas en los medios informativos. Ante una mayor conciencia del problema, la comunidad anabautista mundial considera qué significa recibir al extraño, en tanto personas de diferentes trasfondos religiosos se integran a nuestros barrios.

    El número de abril 2016 de Courier/Correo/Courrier procura discernir la variedad de razones que motivan a las comunidades anabautistas de todo el mundo a reunirse para constituir el CMM. A continuación, escritores y escritoras reflexionan en sendos artículos sobre la siguiente pregunta: ¿Cómo el amor de Cristo por nosotros motiva y guía nuestra respuesta a los extraños en nuestro contexto local?

    El corazón de un extraño

    Una vez escuché que un recién llegado a Canadá describía el alivio que sintió al ser recibido en una comunidad religiosa conformada por otros recientes inmigrantes tras una prolongada etapa de desorientación. Me quedaron grabadas sus palabras:

    Sabían cómo abrazar al extraño porque ellos mismos tenían el corazón de un extraño.

    Es decir, quienes han vivido la experiencia de ser forasteros –la deseperación y soledad que acompañan la separación de todo lo que es familiar y de todo lo que les brinda seguridad y estabilidad; la frustración de no poder hablar el idioma; lo que significa añorar un abrazo–, ellos son los que tienen el corazón de un extraño; un corazón que esté dispuesto a hacer lugar a los demás.

    Elegir lo extraño

    Y, sin embargo, la experiencia de ser un “extraño” de una manera significativa es algo ajeno para muchos de nosotros. Algunos nos hemos sentido incómodos al transitar contextos no familiares por elección propia. No obstante, constituyen mayormente los inconvenientes surgidos de las opciones que existen dentro de los parámetros del privilegio. Otras personas ni siquiera han tenido el lujo de ser “extraños” porque nunca han podido viajar más allá de su lugar de nacimiento.

    Pero, ¿cuántos de nosotros habremos sido empujados a tierras lejanas por la violencia, inestabilidad política y pobreza? ¿Alguna vez habremos llegado a una tierra desconocida con pocas pertenencias, sin conocer el idioma, y habiendo sufrido situaciones traumáticas durante años? ¿Nos habremos aventurado en contextos donde pocas personas se nos parecían o hablaban como nosotros, donde las costumbres eran incomprensibles y las creencias insondables? ¿Cuántos de nosotros habremos sido extraños de manera tal que hayamos generado “el corazón de un extraño?”

    Entonces, ¿qué haría falta para adquirir el “corazón de un extraño” en nuestro presente cultural, con tanto discurso que polariza a cristianos (y a otros) respecto a la crisis de los refugiados sirios, y qué exigiría de nosotros? Hay tanto temor y sospechas, tantas palabras cargadas de enojo y desinformación, tanto rechazo reaccionario e impulsivo, tantos brazos que, en lugar de abrirse en un abrazo, se cierran en actitud defensiva. ¿Cómo podríamos avanzar más allá de estas respuestas automáticas y vislumbrar mejores caminos?

    Memoria e imaginación

    ¿Podría ser tan sencillo como mirar en retrospectiva varias generaciones atrás y recordar que, en algún nivel, casi todos somos parte de una historia de extraños? ¿Podría ser que nuestra reticencia a abrazar a un extraño se debe, en parte, al hecho de que nuestro corazón ha perdido u olvidado, o nunca ha desarrollado la capacidad de ponernos en su lugar?

    ¿Podría ser que nuestro principal problema sea más que nada falta de memoria o de imaginación, no poder recordar cómo es ser el “otro” que anhela ser acogido o ni siquiera imaginar dicha posibilidad? ¿Podría ser que el “corazón de un extraño” esté tan cerca de cada uno de nosotros en la medida que elijamos recordar e imaginar de manera diferente?

    En las Escrituras hebreas, el mandamiento divino de cuidar al extraño está vinculado directamente al hecho de que los hijos de Israel alguna vez también fueron extraños (Deuteronomio 10:19). En el Evangelio de Mateo, Jesús resume toda la Ley y los Profetas –y se deber recordar que “todo” es una palabra bastante amplia– en la sencilla exhortación de que hagamos a los demás lo que queremos que nos hagan a nosotros (Mateo 22:40). Primero, nos insta a que tengamos mejor memoria; segundo, a que tengamos mejor imaginación. Ambas son necesarias si alguna vez habremos de adquirir un buen corazón. Y una vez que empecemos a seguir estos consejos, –una vez que procuremos recordar e imaginar de una manera mejor– será más fácil acercarnos deliberadamente al extraño.

    La iglesia a la que pertenezco recibirá a nueve personas de Siria en nuestra comunidad y en nuestras vidas; y, durante meses, hemos estado haciendo los preparativos para su llegada. Conseguimos una vivienda, le dimos una mano de pintura, compramos comida, ropa y juguetes. Hicimos contacto con otras personas de la comunidad: otras iglesias cristianas, gente de la universidad, un grupo de médicos locales, y miembros de la comunidad musulmana local. Tuvimos la oportunidad de compartir la mesa con familias sirias que ya vivían en Lethbridge, y de aprender de ellos en clases improvisadas de cocina y veladas de información cultural. Entablamos nuevas amistades.

    Hemos procurado adquirir el corazón de un extraño. Y al hacerlo, descubrimos que, en realidad, el corazón de un extraño no está lejos de ninguno de nosotros, mientras estemos dispuestos a recordar e imaginar correctamente.

    Ryan Dueck es pastor de la Iglesia Menonita Lethbridge de Alberta, Canadá. La iglesia forma parte de un Grupo Ecuménico local de Acción Social, que patrocina la reubicación en Lethbridge de dos familias de refugiados sirios. Escribe frecuentemente en su blog en ryandueck.com y colabora con Wondering Fair, “un café online” para el intercambio de ideas sobre cuestiones de fe.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en abril de 2016.