Oraciones de gratitud e intercesión

  • El redescubrimiento de las Escrituras fue raíz, y a la vez fruto de la Reforma, movimiento del cual surgió el anabautismo. No era que la Biblia se hubiese perdido, sino que no era accesible a la persona común. Muchos que se definían como cristianos tampoco estaban convencidos de que la Biblia tuviera algo que decir sobre cómo vivían. Los anabautistas en particular nos caracterizamos por centrar nuestra atención en las Escrituras, hasta el punto incluso de apropiarnos del apelativo “pueblo del Libro”.

    El Congreso Mundial Menonita nos convoca a reconocer el quincentenario del comienzo del movimiento que dio a luz al anabautismo, instándonos a que examinemos las Escrituras como una guía en nuestra vida cotidiana. Es un recordatorio que, aunque hubiese mucho para celebrar respecto a la Reforma, existió una gran escisión que debemos lamentar. El lapso de diez años de eventos conmemorativos del CMM se denomina Renovación 2027.

    El primer evento de Renovación 2027 se realizó en febrero de 2017 y se llamó, “Transformados por la Palabra: la lectura de la Biblia desde diversas perspectivas anabautistas”.

    El presente número de Correo comparte presentaciones del primero de diez eventos anuales que conmemoran el nacimiento del movimiento anabautista.

    ¿Cómo es actualmente la lectura de las Escrituras, quinientos años después de la Reforma radical? Quizá las leamos desde nuestro celular, en vez de la hoja impresa. Tal vez podamos optar por diferentes traducciones para leerlas en nuestro idioma de origen. Algunas cosas han cambiado, pero las historias siguen siendo las mismas.

    No se ha debilitado nuestra convicción de que se trata de la Palabra de Dios. Sin embargo, podría haberse enriquecido nuestro entendimiento sobre cómo fue escrita y por tanto, cómo es nuestra lectura.

    Antonio Fernández González, de la Comisión de Paz, nos lleva de nuevo a la clave interpretativa fundamental de los anabautistas: la Palabra de Dios, Jesucristo. Dios encarnado. La sencillez de las palabras podrían inducirnos a sacar conclusiones simples a partir de nuestra lectura, pero González nos anima a mantener a Jesús como nuestro guía. Dios inspiró la Biblia, aunque la Biblia no es Dios mismo.

    Valerie Rempel, de la Comisión de Fe y Vida, desafía a los anabautistas a que abordemos la Biblia con el fervor radical de los primeros reformadores que tanto admiramos. Pero, nos insta a hacerlo plenamente consciente del mundo en que vivimos. Nos invita a llevar a la práctica nuestra fe con el afán de reunirnos con otros creyentes –que a veces sostienen perspectivas diferentes a las nuestras– “a fin de indagar, estudiar, aprender unos de otros, e impulsarnos a amar y realizar buenas obras”.

    En la sección “Perspectivas”, los miembros del Comité de Jóvenes Anabautistas analizan la Palabra misma. Estos jóvenes líderes, que representan a las cinco regiones continentales, interpretan el Gran Mandato de acuerdo a la comprensión de su entorno.

    Argentina –lugar de la primera misión anabautista en América Latina– conmemora el centenario en 2017. En la sección “Perfil de país”, Mario Snyder, líder de la iglesia, nos relata la historia de la Iglesia Evangélica Menonita Argentina.

    Phyllis Tickle, académica religiosa norteamericana, señaló que cada quinientos años se observa un cambio en el cristianismo. Con la Reforma comenzamos a centrarnos en las Escrituras, la cual duró quinientos años. ¿Quizá sea tiempo de comenzar otro cambio de enfoque? Algunos sugieren que los próximos quinientos años podrían ofrecernos la oportunidad para que aprendamos más sobre el Espíritu Santo. Estemos atentos al evento de Renovación 2027, a realizarse en 2018 en Kenia, en torno a “El Espíritu Santo nos transforma”.

    —Karla Braun, redactora jefa de Correo y escritora para el Congreso Mundial Menonita, reside en Winnipeg, Canadá.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2017.

  • Hablar de futuro, en Europa, puede parecer a veces sombrío. La crisis económica, la falta de visión política y la situación religiosa, puede dar poco lugar para la esperanza. La secularización parece haberse impuesto sobre las viejas iglesias nacionales, e incluso algunos atisban un porvenir donde el islam sería la religión mayoritaria del continente. Hablar del futuro de la interpretación bíblica puede sonar como algo casi sin sentido.

    Se podría pensar, por un lado, que ya todo está dicho en torno a los modos en los que la Escritura puede ser interpretada. Y, por otro lado, la misma secularización tiende a relegar la Biblia a un texto apenas relevante, si no es más que para conocer formas religiosas ya preteridas.

    Esta decadencia de la autoridad de la Escritura no es mero fruto de la secularización. Las dinámicas tradicionales de interpretación bíblica han contribuido decisivamente a este proceso. En la perspectiva católica clásica, el texto bíblico es la base de la construcción dogmática protagonizada por las autoridades eclesiásticas, que continúa a lo largo de los siglos produciendo nuevos estratos de conocimiento que cubren con su autoridad al texto original.

    En la perspectiva protestante liberal, la autoridad tampoco pertenece al texto bíblico, entregado a la crítica histórica. La verdadera autoridad pertenece a las distintas construcciones culturales y teóricas desde las cuales se juzga al texto. A lo largo del tiempo, la “actualidad” se va desplazando y, de este modo, va negándose a sí misma.

    En este contexto, la solución “fundamentalista”, no proporciona demasiadas esperanzas de futuro. Se trata de una solución que parece exigir una especie de sacrificio intelectual, cuando espera de los “verdaderos” creyentes una ruptura con la cultura científica. La alternativa fundamentalista ignora su propio proceso de interpretación bíblica. De este modo, se confunde la idea anselmiana de la redención, o la doctrina calvinista de la justificación, o la concepción arminiana de la gracia, o la oposición a Darwin del siglo XIX, o las especulaciones modernas sobre el milenio, con doctrinas que siempre estuvieron en la Escritura, con independencia del contexto en el que fueron formuladas.

    Por supuesto, algunas personas siempre preferirán las interpretaciones otorgadas por la autoridad religiosa al riesgo de su propia responsabilidad en el proceso interpretativo. Otros, desengañados con diversas formas de abusos religiosos, encontrarán su “nicho” en aquellos ámbitos en los que se niega el autoritarismo sufrido, y se permite una conciliación con la cultura dominante, convertida en criterio sobre la Escritura. Y, siempre habrá un “nicho” fundamentalista, porque humana es la tendencia a confundir las doctrinas temporales con aquello que se quisiera que el texto bíblico dijera de una vez por todas.

    Sin embargo, los nichos son justamente eso: nichos o tumbas. No son lugares donde la interpretación bíblica pueda esperar caminos de futuro.

    ¿Dónde mirar entonces hacia el porvenir? A mi modo de ver, algunos elementos del modo en que los anabautistas se aproximaron originariamente a la Escritura nos ofrecen caminos que tal vez merezca la pena explorar. Explorarlos como caminos relativamente nuevos, muchas veces formulados, pero pocas veces practicados.

    La autoridad de la Palabra

    Ante todo, habría que recordar que, en la perspectiva anabautista, la autoridad interpretativa no es primeramente la autoridad eclesiástica, ni la autoridad de un “papa de papel”, como decía Karl Barth. La autoridad es la autoridad de la Palabra, el Verbo, Jesús mismo, el Mesías. La interpretación bíblica presupone, no una especie de aceptación ciega, o meramente cultural o pseudo-científica, de la autoridad de determinados textos. La interpretación bíblica presupone el acontecimiento del encuentro del creyente con su Señor, y la confesión de que este Señor es Jesús.

    De ahí el carácter primeramente relativo de toda Escritura: las Escrituras son relativas a Jesús, el Señor, y no el Señor relativo a las Escrituras.

    Y lo decían los primeros anabautistas del siglo XVI: las Escrituras son el odre, pero no el vino. Si las Escrituras no son “el vino”, ellas no son tampoco primeramente una especie de manual de doctrina intemporal, ni necesitan ser sustituidas por otra doctrina intemporal; sino que, toda doctrina contenida en las Escrituras, está últimamente referida al Señor, quien es la Palabra por excelencia, y quien confiere a toda Escritura el carácter de Palabra.

    La referencia de la Palabra

    La referencia o relatividad de las Escrituras respecto al Señor Jesús implica entonces otro elemento esencial a la hermenéutica del futuro. Es lo que podemos llamar su carácter histórico-práctico. El encuentro con el Señor resucitado, y el reconocimiento de su autoridad, lleva al uso de las Escrituras en función del seguimiento de ese Señor. No se puede conocer al Señor, si no se le sigue en la vida, decían los anabautistas. Las Escrituras, antes que un libro de teología, son un manual de instrucciones para seguir al Señor. No se trata de negar los aspectos doctrinales, o “cosmovisionales” que las Escrituras pueden contener. De lo que se trata es de caer en la cuenta de que esos aspectos están siempre referidos al seguimiento de Jesús, que es un proceso práctico, históricamente situado, en el que tiene lugar toda interpretación.

    De hecho, el reconocimiento del carácter práctico de toda interpretación implica una cura de humildad necesaria para la misma unidad del cuerpo de Cristo. Nuestras interpretaciones, en el seguimiento de Jesús, están vinculadas a un contexto determinado. Y ese contexto está siempre envuelto en toda significación. Sea el contexto local-eclesial, sea el contexto más amplio de la cultura o de las épocas culturales, los textos siempre significan en relación a ese contexto. Reconocer esta vinculación contextual no implica negar los elementos espirituales presentes en el proceso interpretativo. Solamente se trata de reconocer que el Espíritu, al guiarnos a toda verdad, lo hace de un modo histórico, por medio de las personas, de los contextos, y de las situaciones concretas. Si no fuera así, de hecho no se necesitaría ningún Espíritu Santo: nos bastaría con un manual eterno de doctrina, válido para todos los tiempos.

    El Espíritu y la Palabra

    De hecho, la interpretación bíblica es inevitablemente un proceso espiritual. Esto se puede olvidar fácilmente cuando se confunde la Escritura con un sistema de doctrina, o se evalúa la Escritura desde doctrinas más “modernas”.

    El Espíritu sopla donde quiere. De hecho, esta libertad “espiritual” es la que encontramos en los modos concretos en los que el propio Jesús, Pablo o Juan leyeron el Antiguo Testamento. Lejos de buscar significados definitivos, asentados en el pasado, el Espíritu Santo abre nuevos significados, en función de nuevos contextos, convirtiendo la letra muerta en Palabra viva.

    El proceso de interpretación

    Esto significa entonces que el proceso interpretativo es siempre un proceso abierto. Incluso en la perspectiva católica, dispuesta a asumir interpretaciones “definitivas”, estas mismas interpretaciones se ven sometidas a un necesario proceso de revisión a lo largo de la historia. Incluso en la perspectiva fundamentalista, que identifica la Escritura con determinadas doctrinas, es imposible evitar la revisión o enriquecimiento de las interpretaciones pasadas. Y esto significa que ninguna interpretación puede pretender un carácter definitivo.

    “Mañana tendremos más luz”, decían los primeros anabautistas. Y precisamente por ello, no es posible ocultar la Escritura bajo la acumulación continua de nuevas capas de sedimentos interpretativos. La apertura de toda interpretación relativiza las interpretaciones acontecidas en el pasado, porque ninguna es definitiva. Y esta relatividad permite la transparencia de todas las experiencias históricas, por importantes que sean, respecto a un acontecimiento originario. Sin embargo, este acontecimiento originario no es la redacción y compilación de los textos que componen la Escritura. El acontecimiento originario es Cristo mismo, como Palabra auténtica y definitiva de Dios.

    El criterio absoluto

    Precisamente por ello, la apertura del proceso interpretativo no aboca al caos. Toda interpretación bíblica tiene un criterio “absoluto” para el creyente, que es Jesús mismo como Palabra definitiva de Dios. La interpretación bíblica no puede reducirse a la interpretación privada. Es un mismo Señor aquél con el que los creyentes se han encontrado. Es un mismo Espíritu el que guía la interpretación.

    De ahí que la interpretación bíblica sea un proceso comunitario, como bien entendieron los anabautistas. No es por ello que pueda ser entregado a una autoridad definitiva. Tampoco es un proceso que pueda delegarse en los teólogos oficiales a sueldo de las iglesias nacionales o del Estado (o de las nuevas interpretaciones que el creyente encuentra en Internet).

    La interpretación comunitaria

    Frente a todas estas perspectivas, la idea anabautista de una interpretación comunitaria goza de enorme relevancia para el futuro. La interpretación comunitaria entiende que la iglesia local es un agente hermenéutico de primer orden, y ayuda a relativizar toda autoridad humana o eclesial en función de la autoridad definitiva del Mesías. La interpretación comunitaria, precisamente porque es interpretación de una comunidad concreta, sabe por propia experiencia de su historicidad y fragilidad, o al menos sabe sobre ellas más de lo que suelen saber los papas, los pastores, o los teólogos. La interpretación comunitaria sabe de su carácter no definitivo, de su necesidad constante de aprender.

    Y sabe también de su necesidad del Espíritu para que tal interpretación no se convierta en un juego intelectual, o en una mera lucha de influencias. Cuando esta interpretación busca penosamente la unanimidad, como hicieron los primeros anabautistas, los procesos interpretativos se entregan a un caminar abierto, necesitado siempre de futuro. Procesos que pueden eventualmente abrirse a horizontes más amplios en un contexto ecuménico, pero que no pueden pasar por alto que el seguimiento de Jesús es un caminar juntos, humildemente, con nuestro Dios.

    ‚ÄîAntonio González Fernandez, miembro de la Comisión de Paz del CMM, pastor de la Iglesia de los Hermanos en Cristo de España, y profesor del Centro Teológico Koinonía.

    Disertó en Renovación 2027, Transformados por la Palabra: la lectura de las Escrituras desde diversas perspectivas anabautistas, en Augsburgo, Alemania, el 12 de febrero de 2017. Este artículo se adaptó de acuerdo a su presentación.

    Este artículo apareció por primera vez en¬†Correo/Courier/Courrier en octubre de 2017.
     
  • “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.”

    En Renovación 2027, Transformados por la Palabra: leer las Escrituras desde una perspectiva anabautista, en Augsburgo, Alemania, 12 de febrero de 2017, el Comité de YABs (Jóvenes Anabautistas) reflexionó sobre Mateo 28,19–20 desde sus perspectivas locales. Las columnas de esta sección se adaptaron en base a sus presentaciones.


    Dios nos ha asignado muchas tareas. Está prohibido robar o matar (Exódo 20,15.13). Se nos instruye a no ser celosos (Exódo 20,17), y a vivir una vida de paz y verdad (Romanos 12,18).

    Muchas de estas instrucciones nos exigen cambiar nuestra manera de vivir: comportarnos mejor, ser más generosos, perdonar a quienes nos hayan agraviado.

    Otras obligaciones se centran más en la vida de los demás: atender a los pobres, a los que sufren hambre o necesitan ropa (Mateo 25,34–36).

    Pero, ¿y qué de la tarea que Jesús les encomendó a sus discípulos en Mateo 28,19–20?: “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes.”

    Muchos cristianos, incluyendo los menonitas, consideran esta tarea como una de las más importantes de las Escrituras. Merced a este mandamiento, hoy día hay muchos cristianos en el mundo. Imaginen si los discípulos hubiesen regresado a sus familias y a sus trabajos. Quizá de vez en cuando habrían pensado en los buenos momentos que pasaron con Jesús, pero seguramente las enseñanzas de Jesús poco a poco se hubiesen perdido.

    Al contrario, vemos que en todo el mundo se reúnen personas comprometidas con las enseñanzas de Cristo. Juntos compartimos nuestra esperanza, fe y visión de amor y paz, y establecemos vínculos fraternales en asociaciones como el CMM.

    Una sociedad multicultural

    Sin embargo, partiendo de mi contexto holandés, me resulta algo problemático llevar a cabo dicha tarea. Los Países Bajos conforman una sociedad multicultural. Tal como en otros países occidentales, el número de inmigrantes ha aumentado constantemente desde la Segunda Guerra Mundial, brindándonos muchas cosas buenas. Nuestra cultura se ha enriquecido mediante el conocimiento de otras creencias.

    ¿Cómo deben entenderse las instrucciones de Jesús en un mundo multicultural?

    ¿Mi tarea consiste en acercarme a mi vecino musulmán y pedirle que se convierta a mi religión? ¿Me corresponde decirles a mis amigos judíos que están equivocados y que les enseñaré lo que está bien? Esto no me parece correcto.

    Me encanta hablar de mi fe con personas de todas las religiones, culturas y trasfondos. Pero mi fe también es algo personal. Existen muchas diferencias aun entre menonitas; a veces hay tantas cosas en común entre un amigo musulmán y yo, como entre otro cristiano y yo. ¿Se supone que tengo que decirles a los demás que yo estoy en lo cierto?

    Me parece mejor seguir el ejemplo de Jesús con la mujer samaritana en Juan 4. Al sentarse y tomar agua juntos, compartieron historias y, de esa manera, compartían también su fe. Creo que éste es un ejemplo de personas de todas las naciones que conviven en armonía.

    Una sociedad secular

    No obstante, no sólo vivo en un mundo multicultural, sino que vivo en un mundo secular donde mucha gente siente que la “iglesia como institución” está desactualizada, y que la fe ya carece de sentido. Entonces, les digo a todos los que quieran escuchar que soy pastora no ordenado de nuestra iglesia menonita. Invito a la gente a que venga a escuchar, a ver si le interesa mi fe y ser cristiana también.

    Fundamentalmente, creo que las acciones de todos son la manera más potente de dar a conocer lo que significa tener fe, de crear un mundo mejor y más pacífico en derredor.

    Así que llevo a la práctica las demás palabras finales de Jesús:

    Al velar por mis vecinos, actuando siempre amablemente más allá de mis propios sentimientos y ayudando a quienes estén necesitados, procuro poner manos y pies a la obra. Todos podemos.

    —Jantine Huisman, miembro del Comité de YABs (Jóvenes Anabautistas), pertenece a la Iglesia Menonita Joure (Doopsgezinde Kerk Joure), una congregación (Algemene Doopgezinde Societeit) de los Países Bajos.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2017.
  • “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.”

    En Renovación 2027, Transformados por la Palabra: leer las Escrituras desde una perspectiva anabautista, en Augsburgo, Alemania, 12 de febrero de 2017, el Comité de YABs (Jóvenes Anabautistas) reflexionó sobre Mateo 28,19–20 desde sus perspectivas locales. Las columnas de esta sección se adaptaron en base a sus presentaciones.


    Este texto es un llamado y un encargo de Jesús a sus discípulos. Jesús quería que el evangelio llegara a todas las naciones y para eso decidió valerse de las personas. En una primera instancia se valió de sus primeros discípulos. Éstos a su vez hicieron más discípulos, que tenían el mismo encargo: “ir y hacer discípulos”. Así, la misión de la iglesia, como conjunto de discípulos de Cristo, fue acercarse a otras personas con las buenas nuevas.

    La palabra “vayan” tiene una connotación activa. Jesús no dijo: “Esperen que les envíe personas para hacer discípulos”, sino dijo: “Vayan y hagan discípulos.” Por eso, si el discípulo de Cristo quiere hacer más discípulos, necesita ser una persona proactiva. En vez de esperar que otras personas se acerquen a la iglesia, tiene que ir al mundo para compartir las buenas nuevas con sus prójimos.

    Ahora, la pregunta es, ¿cómo voy a compartir las buenas nuevas con las personas que me rodean?

    Existen varios métodos para evangelizar. Los tres más conocidos y usados en Sudamérica son: evangelización casa por casa, evangelización de masas y evangelización a través de amistades. Cada uno de estos métodos tiene sus aspectos a favor y en contra, especialmente al considerar el tiempo y la profundidad del trabajo. Sin embargo, todos son métodos válidos que pueden ser usados según el contexto y la necesidad.

    En el caso de la Asociación Hermanos Menonitas del Paraguay, un método usado es el del impacto social. Es decir, se dedican a fundar hogares para niños carenciados, hospitales, colegios y establecer iglesias, siempre dependiendo de la necesidad de la zona. Además, se fundó una emisora de radio para transmitir el evangelio y valores cristianos.

    A través de estas organizaciones se busca brindar, en primer lugar, un servicio básico a las personas de su alrededor, para luego poder compartir el evangelio con ellos.

    Un método usado en nuestro grupo de jóvenes y en algunas otras iglesias del Paraguay es el fútbol. En Paraguay casi no se juega al vóleibol, al básquetbol o al béisbol; sólo existe el fútbol y todos lo juegan. Por eso, algunas iglesias, entre ellas la nuestra, optan por jugar al fútbol los sábados y domingos por las tardes para atraer a las personas. El propósito principal de este evento no es evangelizar, escuchar una prédica o cantar canciones espirituales, sino solamente jugar al fútbol y entablar amistades con personas nuevas. Se espera que estas personas luego se animen a ir a las reuniones de jóvenes y acepten a Cristo como su Salvador.

    En Latinoamérica creemos que la evangelización debe estar adaptada a la cultura y al contexto de cada iglesia. Independientemente del método, se motiva a los creyentes a transmitir de manera natural y activa su fe personal en Cristo.

    Para nosotros, evangelizar no significa ser intolerante. Creemos que la obra redentora de Jesús en la cruz es el único camino al Padre y al cielo, y por eso es nuestro deber compartir este mensaje de gracia y salvación con las personas que nos rodean.

    —Dominik Bergen, miembro de la Iglesia de los Hermanos Menonitas de Paraguay, fue nombrado representante de América Latina en el Comité de YABs (Jóvenes Anabautistas) durante la Cumbre Mundial de la Juventud en conjunción con la 16ª Asamblea en Harrisburg, Pensilvania, EE.UU., en julio de 2015 y hasta la reuniones del Comité Ejecutivo en Augsburgo, Alemania. A fin de iniciar estudios teológicos en un seminario de Alemania, renunció a su cargo para asegurar la representación local de América Latina. Actualmente, Oscar Suárez, de Colombia, es el representante latinoamericano.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2017.
  • “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.”

    En Renovación 2027, Transformados por la Palabra: leer las Escrituras desde una perspectiva anabautista, en Augsburgo, Alemania, 12 de febrero de 2017, el Comité de YABs (Jóvenes Anabautistas) reflexionó sobre Mateo 28,19–20 desde sus perspectivas locales. Las columnas de esta sección se adaptaron en base a sus presentaciones.


    Me crié en una pequeña aldea de las Filipinas alejada de las ciudades, cerca de las montañas, lagos y fincas. Vivo en una comunidad de estilo de vida sencillo y cuyos integrantes mantienen lazos muy estrechos.

    Somos personas que privilegiamos los vínculos. Compartimos nuestras cosas con los vecinos, esperando que algún día también podamos pedir su ayuda en caso de necesidad. A veces, varias generaciones conviven bajo el mismo techo. Solemos ser muy emotivos: el filipino cuenta con palabras para expresar una variada intensidad de emociones que quizá otros idiomas no tengan.  

    En una comunidad pobre como la nuestra, cuando nos hacen falta ciertas cosas se las pedimos al Señor. Cuando un niño sufre de una enfermedad, rogamos por su sanación porque es nuestra única opción. Cuando no posees nada, lo que tienes son milagros, y valoras cada pequeña acción de la gracia de Dios.  

    Tenemos pastores que apenas han finalizado la escuela secundaria, y sólo pocos líderes de nuestras iglesias lograron acceder a la educación formal. Ninguno de ellos es graduado de un seminario menonita. Mi sueño es que nuestros jóvenes tengan mayor exposición internacional, sean debidamente capacitados y estén más unidos teológicamente.  

    Lo que me lleva a nuestro texto: las instrucciones de Jesús a sus discípulos al final de su vida en la tierra.

    El primer paso del discipulado es permitir que Cristo se adueñe de ti. Depender totalmente de su voluntad, como barquito sin remo, completamente dependiente del viento. Fomentar un corazón dispuesto a vender todas sus posesiones y dárselas a los pobres sólo para seguir a Cristo: éste es el corazón de un discípulo. Al igual que los primeros menonitas, dispuestos a morir por su fe, dispuestos a renunciar a todo para vivir en paz en otras partes del mundo.

    El segundo paso del discipulado tiene que ver con la capacitación, aprender a seguir a Cristo. Uno no se convierte inmediatamente en un discípulo maduro tras el bautismo.  

    Tercero, ser discípulo significa que eres responsable de formar discípulos. El discipulado constituye un mandato para cada uno de los creyentes, no sólo para los pastores. Es tu destino como seguidor de Cristo. Jesús buscaba discípulos deliberadamente, pidiéndoles que le siguieran, enseñándoles, ocupándose de ellos, y luego, pidiéndoles que hicieran lo mismo y formaran más discípulos. No es un don de unos pocos, sino responsabilidad de todos.  

    La pasión por el discipulado proviene de nuestra profunda comprensión y plena experiencia del poder y la gracia de Dios.

    La tarea de orientar o enseñar a los demás debería realizarse de manera sistemática.

    En nuestra organización de jóvenes menonitas en las Filipinas, nos dimos cuenta de que los jóvenes se alejaban, por tanto implementamos un método que, en los últimos meses, ha duplicado el número de nuestros asistentes jóvenes y la formación de muchos líderes. El concepto de esta iniciativa se basa en un ciclo de orientación y enseñanza que promueve los vínculos y la responsabilidad mutua.  

    Elegimos a algunos jóvenes comprometidos con el ministerio. Empezamos a capacitarlos para ser buenos líderes, para enseñar, para ocuparse de los nuevos creyentes, y para dirigir un pequeño grupo. A medida que se les prepara y anima, empiezan a ocuparse unos de otros, a invitar a sus amistades, a realizar sus propios estudios bíblicos, acercándose a sus padres, hermanos/as y amigos/as, formando más discípulos para Cristo.  

    Tengo la esperanza de que nuestra cultura inste a todos a orientar al prójimo y a ser mutuamente responsables. Y pido que quienes sean graduados de un seminario, sean teólogos/as, o personas con más experiencia, tengan la amabilidad de compartir sus conocimientos.

    Si realmente quisiéramos seguir teniendo un rol relevante en este mundo, y ser portavoces y embajadores de paz, es necesario que tengamos un enfoque más consciente en obediencia al mandamiento de Cristo. Debemos sumergirnos profundamente en el amor de Dios a fin de descubrir la pasión indescriptible por el discipulado. Los asiáticos nos multiplicamos por nacimiento, pero como iglesia, nos multiplicamos por medio del discipulado.

    Ebenezer G. Mondez, miembro del Comité de YABs (Jóvenes Anabautistas), pertenece a Lumban Mennonite Bible Church, Integrated Mennonite Churches, Inc., de las Filipinas.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2017.

  • “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.”

    En Renovación 2027, Transformados por la Palabra: leer las Escrituras desde una perspectiva anabautista, en Augsburgo, Alemania, 12 de febrero de 2017, el Comité de YABs (Jóvenes Anabautistas) reflexionó sobre Mateo 28,19–20 desde sus perspectivas locales. Las columnas de esta sección se adaptaron en base a sus presentaciones.


    Al acercarnos al quincentenario del anabautismo, parece oportuno que abordemos el Gran Mandato renovando nuestra visión y fervor. Después de todo, este Mandato fue central a la vida y misión de los primeros anabautistas durante la Reforma. Desde el principio, la predicación evangelizadora fue una fortaleza del anabautismo junto con el discipulado práctico y eficaz, y destacando la vida en comunidad.

    En Estados Unidos, el cristianismo se ha adormecido respecto al llamado de Cristo a “formar discípulos de todas las naciones”. Los cristianos del Sur global vienen a evangelizar a Occidente. Los cristianos blancos ya no son mayoría; las personas que nunca escucharon el evangelio están yendo a lugares que se consideran “cristianos”, en vez de que los misioneros estén acercándose a los que aún estén excluidos.

    Actualmente, sin abandonar sus propias ciudades, todos los creyentes pueden amar y servir a inmigrantes y a estudiantes internacionales que quizá nunca hayan escuchado el evangelio.

    Amenazas a la fe

    En mi opinión, las dos amenazas más grandes al cristianismo norteamericano son el pluralismo y el materialismo. ¿Jesús es el único camino? ¿Jesus es lo más valioso de este mundo? Al vivir en una sociedad individualista y materialista comparativamente rica y cómoda, he luchado para hallar mis respuestas. Pero, creo que mientras más nos responda nuestro corazón que “sí”, tanto más nos sentiremos atraídos con alegría a la misión.

    En una sociedad pluralista, multicultural y secular, nos hemos vuelto más sensibles al proselitismo, y tendemos a considerar la fe como algo personal y privado. La gente piensa que las creencias individuales pueden ser correctas y a la vez diferentes, en la medida en que no menoscaben el bienestar de los demás. Las “misiones” se han convertido en un tabú para mi generación, casi sinónimo de imperialismo y colonización occidental.

    Todos nosotros tenemos creencias limitadas acerca de Dios y de cómo vivir una vida santa. A lo largo de los años mi crianza menonita ha sido cuestionada y puesta a prueba al interactuar con cristianos de otros trasfondos, y también con musulmanes, hindúes y ateos. Personas de otras culturas entienden mejor que nosotros ciertas cosas sobre Dios. Sin embargo, pese a nuestras diferencias, el mensaje de Jesús sigue siendo el mismo: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14,6).

    ¿Cómo podemos pretender saber la verdad absoluta? La respuesta a esta pregunta yace en nuestra relación con una persona, y no en conceptos o valores morales. Debemos presentar a Jesús humildemente sin limitar su mensaje a nuestras propias tradiciones y bagaje culturales.

    Juntos en el camino

    Lo que más me ha animado es la promesa de Jesús de acompañarnos en este camino. No podemos cumplir su llamado por nuestra cuenta. “Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió”, dijo Jesús (Juan 6,44). Compartir el evangelio con los demás por medio de palabras y acciones tiene que ver con si creemos que Jesús sea quien dice ser. ¿Creemos que sea el Hijo de Dios, la plenitud de la vida en la tierra y para la eternidad? ¿Creemos que el don de conocerle sea más grandioso que todo lo demás?

    Es obra del Espíritu Santo conmover el corazón de la gente y condenarla, atrayéndola al Padre. Nuestra labor, como embajadores de Cristo, es que seamos fieles a su llamado. Es posible que nos hayamos vuelto demasiado complacientes en nuestra fe, pero nuestro Dios soberano sigue atrayendo a la gente hacia él. ¿Prestaremos atención a la siguiente advertencia de Pablo?: “…Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? (Romanos 10,13–15)

    Dios sigue revelándose a quienes le busquen de todo corazón (Jeremías 29,13). Dios no nos necesita, pero si estamos dispuestos, obra a través de nosotros. Nuestra elección es permitir que se valga de nosotros para encaminar a la gente a su glorioso reino.

    —Larissa Swartz, miembro del Comité de YABs (Jóvenes Anabautistas), pertenece a Christian Fellowship, una iglesia de la Conferencia Menonita Conservadora de Ohio, EE.UU.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2017.

  • “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.”

    En Renovación 2027, Transformados por la Palabra: la lectura de las Escrituras desde una perspectiva anabautista, en Augsburgo, Alemania, el 12 de febrero de 2017, el Comité de YABs Jóvenes Anabautistas) reflexionó sobre Mateo 28,19–20 según las perspectivas locales. Las columnas de esta sección se adaptaron de acuerdo a sus presentaciones.


    Me crié en Zimbabwe, en el sur de África, donde el cristianismo se introdujo a mis antepasados junto con la civilización y el comercio. En este contexto, nunca sentí la obligación de transmitir el mensaje de Cristo a persona alguna.

    El Gran Mandato era para la élite, aquellos que habían sido “llamados” para ello. Como miembro del cuerpo de Cristo, sencillamente tenía que acabar con el pecado, leer la Biblia, orar y esperar para entrar al cielo. Difundir el mensaje era la obligación de quienes habían llevado el cristianismo a nuestras iglesias en Zimbabwe. El misionero era una persona cuya piel era más clara que la mía; que hablaba un idioma que se consideraba superior al mío porque no tenía chasquidos; y que había llegado desde muy lejos. Nunca se me ocurrió que fuera necesario que un hombre negro o una mujer negra tuvieran siquiera que pensar en ser misioneros.

    Un mandato a seguir

    Hoy día, me doy cuenta de que una vez que te arrepientes, tienes que cumplir una obligación y adherirte a un mandato, es decir, hablar a los demás de Jesús.

    Como cristianos, una vez que empezamos a seguir los pasos de Jesucristo, deseamos también amar como él, vivir como él, y sobre todo, compartir acerca del reino de Dios precisamente como lo hacía él cuando anduvo en esta tierra. Nuestro deber es ayudar a los que están perdidos, presentándoles a Jesús para que él los pueda salvar.

    A mi entender, Mateo 28:19 se centra en el hecho de que el Gran Mandato es para todos los que siguen a Jesucristo. Y este mandato es decisivo para la extensión del reino de Dios.

    Formar discípulos

    Formar discípulos tiene que ver con una serie de acciones que nos convoca a salir de nuestra rutina. Implica ir más allá de lo que estamos acostumbrados. A veces tendremos que acercarnos a extraños y contarles de Jesucristo. En mi país, la recepción varía. Si intentas compartir individualmente el mensaje de Cristo, te podrían confundir con un ladrón o alguien que no tiene nada importante que hacer. En mi contexto, podrías compartir el mensaje de Cristo en campañas de evangelización o programas de divulgación en las que la respuesta es generalmente positiva.

    Formar discípulos significa también que los seguidores de Cristo no sean selectivos respecto a aquellos con quienes comparten. El evangelio es para todos. No existe la segregación cuando se trata del mensaje de Cristo, ni para quienes lo compartan ni para quienes lo reciban: Jesucristo nos instruyó que fuéramos y formáramos discípulos de todas las naciones. Independientemente de su raza, tribu, idioma, género o edad, nunca se es demasiado joven ni demasiado anciano para hablarle a alguien de Cristo.

    Nuestra percepción de los demás y nuestra visión de su mundo jamás debería afectar nuestra decisión en cuanto a si merecen recibir el mensaje de Cristo. No puedes ser nunca suficientemente bueno ni demasiado malo para recibir la gracia de Dios: es un don. El Espíritu Santo transformará a cada persona en tanto transite el camino personal de la fe.

    En tanto andas por la faz de la Tierra, ¿adhieres al mandato de Cristo? Una vez que todos reconozcamos que se trata de una cuestión de vida eterna y castigo eterno, seremos firmes en nuestro empeño por formar discípulos, a fin de contarles de Jesucristo a tantas personas como podamos. Si estás siendo selectivo respecto a quién o dónde predicarás el mensaje de Cristo, piensa detenidamente y ora, dado que el reino de Dios está abierto a todos.

    —Makadunyiswe Ngulube, miembro del Comité de YABs (Jóvenes Anabautistas), pertenece a la Iglesia de los Hermanos en Cristo Mount Pleasant, una congregación de Ibandla Labazalwane kuKristu eZimbabwe en Harare, Zimbabwe.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2017.

  • En el siglo XVI, algunas de las mentes teológicas más brillantes de dicha época, empezaron a hacer una lectura diferente de la Biblia. El texto en sí no había cambiado, pero dada su experiencia en la Iglesia Católica Romana, el estudio que realizaron de las Escrituras y la obra del Espíritu Santo en sus vidas, comenzaron a desarrollar un nuevo entendimiento de la gracia de Dios y su libre oferta de salvación.

    Entre quienes se habían comprometido a reformar la iglesia estaban los que querían una reforma más radical de la teología y la práctica, y anhelaban restaurar la clase de comunidades descriptas en el Nuevo Testamento. Eran hombres y mujeres que eran conocidos como anabautistas. Muchos de ellos perdieron la vida por dar testimonio de un camino nuevo.

    Discípulos de Jesús

    Los primeros anabautistas hacían una lectura radical de la Biblia. Consideraban que el reino de Dios se centraba en la iglesia en vez del Estado; y creían que el cuerpo de Cristo debía dar testimonio visible a su propia ciudadanía. Se consideraban discípulos de Jesús del presente y, debido a ello, le daban una importancia especial a las enseñanzas de Jesús: a la exhortación a vivir generosamente, al llamado a amar a sus enemigos, a su incentivo a participar en la labor de sanación, justicia y esperanza de Dios. Establecieron iglesias voluntarias basadas en la confesión de fe de los adultos. Practicaban la ayuda mutua. Practicaban la disciplina de la iglesia.

    Como descendientes espirituales de dichos primeros radicales, esas ideas han influenciado nuestra tradición teológica y las prácticas de nuestra iglesia. Pero, casi quinientos años después, vivimos en un contexto muy diferente. La separación de la Iglesia y el Estado, como concepto teológico de las lealtades apropiadas, en mi contexto norteamericano, ha mutado en un concepto político, incorporado a la Constitución.

    Antiguos enemigos, organismos eclesiales que perseguían a los primeros anabautistas, ahora son hermanas y hermanos en emprendimientos comunes, tales como las iniciativas relacionadas a la misión, proyectos de desarrollo comunitario, ministerios de salud y servicios humanos, y programas educativos.

    Seguimos siendo testigos de la declinación de la cristiandad, una realidad política y cultural que privilegiaba al cristianismo, pero que también instaba –por cierto, valoraba positivamente– el consenso. Ha sido reemplazado por una sociedad cada vez más secularizada y una iglesia cada vez más secularizada.

    De nuevo una lectura radical de la Biblia

    No obstante, nuestro presente también nos exige una lectura radical de la Biblia con el espíritu de los primeros anabautistas. El texto no ha cambiado, pero los tiempos en que vivimos sí. Éstos nos llaman a comprometernos de nuevo con la Palabra de Dios y con nuestra propia tradición teológica para descubrir cómo podría brindarnos sabiduría para vivir como cristianos en el mundo, a fin de participar en la misión que invita a todas las personas a convertirse en seguidores de Jesús e hijos de Dios.

    Imaginación activa y valentía para liderar

    El anabautismo es tan necesario en el siglo XXI como lo fuera en el siglo XVI. La cuestión de la lealtad –a Dios o al Estado– no ha desaparecido. Para quienes vivimos en Estados Unidos, con su poderío militar, la tentación de depender del Estado para nuestra protección es especialmente grande.

    Nos hemos acostumbrado a nuestros privilegios. En mi contexto, enfrentamos una sociedad cada vez más secularizada, y cómo ésta impacta en la iglesia. Nos fuimos acomodando al mundo. A veces es difícil resistirnos al atractivo de la sociedad de consumo, y vivir nuestra vida con sencillez y generosidad. Lamentablemente, aun en nuestra propia tradición nos encontramos peleándonos por diferencias teológicas, en vez de unirnos para proclamar el mensaje de que Jesús salva verdaderamente, y que por medio de él, las personas y comunidades pueden transformarse.

    Hace falta una imaginación activa para poder vislumbrar las maneras en que nuestras congregaciones puedan llevar a la práctica su llamado a ser el cuerpo de Cristo, y necesitamos la valentía para liderar. La Biblia aún nos habla de estos temas.

    Descentralizar el anabautismo

    Algo más ha cambiado. Durante siglos, el anabautismo como movimiento teológico se incluía principalmente dentro de las tradiciones históricas de las iglesias menonitas y anabautistas. Sin embargo, actualmente el anabautismo está siendo adoptado por un grupo diverso de cristianos que se vinculan a través de redes en vez de denominaciones, y se están descubriendo a través de publicaciones y sitios web. Cristianos de todo el planeta han descubierto los conceptos bíblicos que dieron origen al primer movimiento anabautista, y procuran llevarlos a la práctica en sus propias comunidades de fe.

    Estos neoanabautistas, o anabautistas “al desnudo” (según el término de Stuart Murray), permanecen integrados habitualmente en sus propias tradiciones eclesiales, pero se ven atraídos a la orientación y prácticas teológicas que hace mucho caracterizan a las comunidades anabautistas. Es emocionante vivir en una época en que los anabautistas “antiguos” y “nuevos” se reúnan para indagar, estudiar, aprender unos de otros, e impulsarse a amar y realizar buenas obras. Ello me da esperanzas para la iglesia y para el mundo.

    Creo que es importante la lectura de la Biblia según la perspectiva del pensamiento y la práctica anabautistas, no para simplemente recuperar el pasado u honrar a nuestros antepasados espirituales; sino para que podamos vivir fielmente como seguidores de Jesús del siglo XXI. Que Dios nos conceda la valentía de dichos primeros reformadores radicales.

    —Valerie G. Rempel, profesora del Seminario Bíblico Pacífico, de Fresno, California, EE.UU., y miembro de la Iglesia College Community y miembro de la Comisión de Fe y Vida del CMM.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2017.

  • Nosotros, los miembros de la Iglesia Evangélica Menonita de Argentina, celebramos los cien años de la llegada de los primeros misioneros [de Estados Unidos], José Shank y su esposa Emma E. Shank; y Tobías Hershey y su esposa Mae E. Hershey, cuya obra cambiaría para siempre la vida de muchas personas. Prueba de ello hoy día es el testimonio de cincuenta congregaciones, con unos 3600 miembros en diferentes provincias del país.

    Llegaron la mañana del 11 de septiembre de 1917, al puerto de Buenos Aires, después de un viaje en barco de unas cuatro semanas. Fueron recibidos por representantes metodistas, bautistas; de la Alianza Cristiana y Misionera, y la Sociedad Bíblica Argentina, quienes fueron instrumentos de Dios para aconsejarles y guiarles en los primeros pasos y, finalmente en la radicación definitiva que dio lugar al inicio de la obra en la ciudad de Pehuajó, Provincia de Buenos Aires.

    Iglesia Evangélica Menonita Argentina (1917–2019)

    Dedicaron el primer año y medio a conocer el país, su gente, sus costumbres, a aprender el idioma español, a hacer visitas o giras para ver dónde se radicarían; además, a obtener las fuerzas y la confianza que Dios les había dado a José y Emma Shank, que según Apocalipsis 3:8, promete que, “Deja abierta una puerta, que nadie puede cerrar”. También, Tobías y Mae Hershey expresaban tal entusiasmo y fe, demostrando así la misma disposición que el apóstol Pablo manifestara en Romanos 1,15, “Así que en cuanto a mí estoy dispuesto a anunciarles el evangelio también a ustedes”. Esta frase caracterizó a estos primeros misioneros en su labor en aquellos comienzos, porque fueron siervos incansables que recorrieron con inagotable firmeza la tierra a conquistar. Todo ello marcó a los otros misioneros que iban llegando, para luego trabajar junto a los pastores argentinos. Los primeros fueron don Albano y doña Querubina Luayza, fieles exponentes del “evangélico” proveniente de la Alianza Cristiana, quienes valientemente salían a las plazas y calles para anunciar que en Cristo había esperanza de una nueva y verdadera vida.

    Damos gracias primero a Dios, y a los miembros de la Iglesia [Menonita] de Estados Unidos, y más tarde de Canadá, por haberse interesado en continuar la obra misionera hacia América del Sur.

    El festejo de los cien años

    Es así que el sábado, 16 de septiembre de 2017, se hizo un acto conmemorativo al aire libre en el mismo lugar donde había arribado el barco, hoy el hermoso barrio de Puerto Madero de la ciudad capital. Allí participaron J. Nelson Kraybill, presidente del CMM, John Lapp, Madeline Maldonado y Linda Shelly, de la Red Menonita de Misiones, junto con otros representantes de la Iglesia Evangélica [Menonita] local; además, asistieron varios funcionarios del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, delegados menonitas de países vecinos, representantes de dieciocho congregaciones, miembros menonitas, y los pastores que habían organizado este acto especial. Agradecemos al Señor

    Esa noche también se compartió una cena conmemorativa con un buen grupo de pastores nacionales, visitantes y dignatarios. El domingo 17 de septiembre, valorando la presencia de los representantes de la iglesia madre, se realizó un Congreso Misionero, en las modernas dependencias cedidas por el señor Nardini, intendente de la Municipalidad de Malvinas Argentinas. Agradecemos al Señor y a aquellos hermanos todas sus bondades. Ellos nos inspiran a seguir sirviendo al Señor con el amor, sacrificio y valentía de los primeros cristianos y nuestros antepasados anabautistas del siglo XVI. Proclamamos el Evangelio de esperanza en Cristo y Su Reino, hasta la segunda venida del Señor a la tierra.

    Una reunión de la iglesia de Morón en 1996. Foto: Gentileza de la comisión para la celebración del Centenario de la Iglesia Evangélica Menonita Argentina (IEMA)

    Inicio de la obra en Pehuajó (1919)

    Se decidió iniciar la obra en la ciudad de Pehuajó por recomendación de la Sociedad Bíblica, cuyos colportores recorrían todo el país para hacer conocer la Palabra de Dios, y sabían que en la zona oeste de la Provincia de Buenos Aires no había obra evangélica. Los primeros misioneros se trasladaron a dicha ciudad, llegando el 21 de enero de 1919. Fue así que en el primer culto del domingo 26 de enero de 1919, cantaron con alegría y gratitud, “Cerca más cerca, oh, Dios de Ti”, como relata Ernesto Suárez en su libro del 50º Aniversario de la Iglesia Menonita Argentina. Destacamos con gratitud haber conocido personalmente a los primeros convertidos; entre ellos, algunos miembros de la familia Cavadore, especialmente Carlos, Anita, [María y Santina], y la abuela [Nicolasa] Fattone (pariente nuestra), gente que creyó y permaneció fiel toda su vida, sirviendo al Señor con todas sus fuerzas.

    Avance de los Pueblos por el Oeste

    Después llevaron el Evangelio a Trenque Lauquen, Carlos Casares, Tres Lomas, Bragado, y muchos pueblitos intermedios, donde establecieron iglesias, pequeños grupos de discípulos de Cristo. Fundaron también jardines de infantes, salas de primeros auxilios, un hogar de niños, y años después, una imprenta.

    Además, se estableció un Colegio Bíblico en Pehuajó. Éste después se trasladó a Bragado donde permaneció hasta que se trasladó a Montevideo, Uruguay, para establecerse como Seminario Evangélico Menonita de Teología, al que se unieron los hermanos de las colonias [y convenciones] menonitas de Uruguay, Brasil y Paraguay.

    Este importante esfuerzo se realizó bajo la dirección del misionero Nelson Litwiller. Dicho hermano líder visionario, tuvo también mucho que ver con el asentamiento de los colonos que escapaban de la [Segunda Guerra Mundial en Europa]. Desembarcaron en Montevideo, Uruguay, para fundar tres colonias en nuestro país vecino, con las cuales hemos tenido una relación bendecida y fraterna hasta hoy.

    En un estudio muy provechoso, el profesor Delbert Erb, preparó una síntesis de las cuatro etapas de la historia de la Iglesia Menonita de Argentina, que explica el desarrollo de la misma de la siguiente manera:

    1. Primera etapa: La misión y sus misioneros (1919–1954)

    Líderes de la IEMA en 1990 (izq. a der.): Mario Snyder, Sara Buhlman, David Dutra y Delfín Soto.Fotos: Gentileza de la comisión para la celebración del Centenario de la Iglesia Evangélica Menonita Argentina (IEMA)

    2. Segunda etapa: La transición (1954–1989), llevó a su fin la conducción de la Misión [de Estados Unidos], durante la cual extranjeros y argentinos trabajaron juntos. La Misión introdujo nuevos principios a seguir:

    (a) autogobiernob) autofinanciamiento; y c) propagación.

    Surgieron entonces, los siguientes Proyectos Misioneros:

    (i) Proyecto Patagónico (ii); Proyecto del norte argentino (PROMINOA); (iii) Proyecto de la Región Central (VEMZO); (iv) Proyecto de la iglesia de Córdoba (EMIDOCOR).

    3. Tercera etapa: La organización nacional.

    4. Cuarta etapa: La reorganización de la iema, en cuatro regiones (1989-2019), cada una con su propia organización, liderazgo, encuentros y actividades (véase mapa).

    Misioneros Frank y Anna Byler y familia.

    Durante este último año hemos estado evaluando todos estos cambios y avances, viendo y orando cómo podríamos mejorar y seguir para alcanzar lo que falta, “y hasta lo último de la tierra”.

    Quiénes somos y qué creemos

    Debemos confesar con sinceridad y humildad que el énfasis de los misioneros y la Iglesia, siempre ha sido esencialmente “evangélico”: es decir, que hombres y mujeres son hijos de Dios, hermanos, somos miembros los unos de los otros. En los papeles [documentos oficiales] figuraba como Iglesia Menonita, pero sin las características anabautistas, aunque éstas estuvieran impregnadas en el andar de los hermanos y hermanas fieles que nos precedieron. Más que transmitir y establecer otra denominación, nos hemos definido como cristianos.

    Pero, sí tenemos una confesión de fe desde una perspectiva anabautista que nos dirige, y que debemos profundizar en nuestro conocimiento y práctica. Tenemos además, los problemas comunes a todas las convenciones, y algunas situaciones de conflictos muy serios a resolver con nuestros hermanos. Por tales motivos, pedimos las oraciones de la hermandad mundial.

    ‚ÄîMario O. Snyder, Pablo Snyder, Billy Nuesch y Heriberto Bueno conforman la comisión para la celebración del Centenario de la Iglesia Evangélica Menonita Argentina (IEMA), la convención menonita afiliada más numerosa de Argentina, y la única iglesia nacional miembro del Congreso Mundial Menonita. Véase cuadro (pág. 16).

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2017.

    Argentina

    Nombre Alianza Evangélica Menonita
    Miembros bautizados 33
    Congregaciones 1
    Presidente Esteban Alejandro Memetow
    Nombre Alkolonier Mennonitengemeinde (Colonia Las Delicias, Pampa de los Guanacos, El Algarrobal, Nueva Esperanza)
    Miembros bautizados 292 + 376+ 14 + 67= 1354
    Presidente Omar Onischuk
    Nombre Eastern Pennsylvania Mennonite Church (Argentina)
    Miembros bautizados 7
    Congregaciones 1
    Presidente David Weaver
    Nombre Iglesia Hermanos en Cristo, Argentina
    Miembros bautizados 75
    Congregaciones 2
    Persona de contacto María Caridad Perdomo
    Nombre *Iglesia Evangélica Menonita Argentina
    Miembros bautizados 3650
    Congregaciones 79
    Persona de contacto Juan Sieber
    *Indica membresía en el CMM

    Fuente: Estadisticas mundiales – Guía 2015

  • Dice un dicho que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y yo añadiría, o hasta cuando vea la amenaza real de llegar a perderlo.

    Algo parecido nos pasó con nuestros recursos naturales. Por mucho tiempo tuvimos agua limpia a nuestro alcance, aire saludable para respirar, y un entorno limpio y agradable. Pero cuando nuestra ciudad empezó a crecer, comenzamos a ver basura a nuestro alrededor y nuestro aire se volvió de mala calidad. De pronto, nos dicen que están en peligro los ríos y quebradas de donde proviene el agua cada vez menos disponible, -porque el país concesionó los lugares donde nacen estas aguas para la explotación minera, en especial del oro-, entonces empezamos a preocuparnos.

    Nuestra responsabilidad con el medio ambiente

    Ello nos llevó a tomar en serio el cuidado de la naturaleza y unirnos a esta causa con muchas personas no necesariamente cristianas, pero con un profundo amor por la naturaleza. En concreto, pensamos que era nuestro deber involucrar a nuestra iglesia en la lucha contra la explotación minera de oro en la región de Cajamarca, con graves implicaciones ambientales para la región.

    Es así que empezamos a participar de multitudinarias “Marchas Carnaval” por la vida, el agua y la soberanía de nuestro territorio. Además de implicaciones ecológicas y sociales, también tuvo repercusiones de tipo político, pues llevó a que las regiones promovieran consultas populares sobre si querían explotaciones mineras que afectaran el medio ambiente en su territorio. Esto contradecía las leyes que facultaban a nuestro gobierno con el argumento que la Nación era la dueña del subsuelo, al concesionar estas tierras sin consultar con sus habitantes.

    Las grandes movilizaciones y la negativa de las comunidades expresadas en las consultas llevaron, por ahora, a la suspensión y el retiro de la compañía minera de Cajamarca, que esperamos sea definitivo.

    Conciencia ambiental en la iglesia

    Paralelamente, nos dimos cuenta de que en nuestras comunidades eclesiales no se tenía un conocimiento o, mejor aún, una conciencia ambiental. Por tal motivo, en la escuela dominical empezamos una serie de enseñanzas para adolescentes, jóvenes y adultos sobre el tema medioambiental, que llamamos Eco-teología. Varios de nosotros compartimos sobre el tema, entendiendo las razones por las cuales Dios, nuestro Padre Creador de todo cuanto existe, nos llama a ser cuidadores de su creación.

    El tema suscitó mucho interés en nuestra comunidad y comenzamos a ver claros compromisos e iniciativas de nuestros hermanos y hermanas. Algunas de las iniciativas vistas individualmente parecerían esfuerzos inútiles, pero miradas en conjunto, cuando se suman a las de los demás, comienzan a tener repercusión.

    Por ejemplo, nos dimos cuenta que teníamos que reciclar y empezar a hacerlo desde el origen de los desechos, lo cual nos llevó a adquirir e instalar en nuestra iglesia un punto ecológico donde clasificamos nuestras basura para facilitar su reciclaje. La gente empezó a traer las tapas plásticas de sus envases de refrescos y agua y donarlas a una entidad “tapas para sanar”, que las recicla y usa las utilidades para el cuidado de niños con cáncer. Cuando hablamos sobre el daño que hacen las pilas y baterías de celulares al medio ambiente, algunos hermanos comenzaron a llevar sus pilas en desuso a la iglesia; ahora tenemos que conseguir un contenedor adecuado para recibirlas y después llevarlas a un lugar apropiado. Otra hermana entendió que si gastábamos menos papel en nuestra iglesia y usábamos el proyector para mostrar el orden del culto en lugar de entregar una copia impresa a cada persona, íbamos a contribuir a salvar algunos árboles.

    Y así, pequeñas acciones como recoger la basura, caminar, andar en bicicleta, no usar desechables y otras cositas, empezaron a ser importantes para todos.

    Durante casi un año enfatizamos la enseñanza sobre el cuidado del medio ambiente. Creemos que ahora somos una comunidad con un alto grado de compromiso y conciencia medioambiental.

    —José Antonio Vaca Bello, miembro de la Iglesia Cristiana Menonita de Ibagué, de Tolima, Colombia.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en abril de 2018.

  • Mi nombre es Eileen, tengo 22 años y vivo en Suiza. Cuando me pidieron que compartiera un pequeño testimonio acerca del “llamado a ser libres – una fe que sobrepasa fronteras”, inmediatamente recordé una experiencia relacionada con este tema.

    Hace dos años y medio tuve el privilegio de viajar a Ciudad de Cabo, Sudáfrica, y con el apoyo de la Misión Menonita de Suiza (SMM) pude realizar un servicio voluntario de 8 meses en un hogar de niños. Durante esos meses tuve que vivir en Mitchels Plain, el barrio marginal más grande de la ciudad. Tuve muchas nuevas, valiosas y preciosas experiencias, algunas divertidas como también otras muy tristes. Uno de estos desafíos tuvo que ver con el tema “seguridad”.

    En Suiza es común para mí pasearme sola por las calles a cualquier hora del día. Eso no fue posible en Mitchels Plain debido al alto nivel de delincuencia, mucho menos siendo una mujer jóven. En un comienzo me costó bastante adaptarme a no poder moverme independientemente por las calles, a siempre tener que caminar en grupo y a no poder estar afuera después del atardecer. También se me prohibió hablar con gente extraña y siempre tuve que mantener todas mis cosas de valor escondidas.

    Eileen Hofer (Suiza)

    El hogar de niños se dividía en varias residencias y nosotros los voluntarios fuimos asignados para abarcar cada una de ellas. Dado que estas casas estaban a cierta distancia la una de la otra, no podíamos siempre movernos en grupo. Fue por eso que tenía que caminar sola cada mañana desde mi casa hasta la residencia a la cual fui asignada como voluntaria. Cada mañana pasaba cerca a una casa, en frente de ella solía haber dos mujeres conversando y mirándome como si me estuvieran criticando. Siempre tenía una sensación desagradable al pasar por ese lugar, pero cada mañana trataba de saludar a las damas de manera cordial.

    Un día al caminar al trabajo, estas mujeres me llamaron para preguntarme algo. No supe qué hacer ni cómo reaccionar, ya que no debíamos hablar con extraños en la calle por motivos de seguridad. Me armé de valor y me acerqué a ellas. Las mujeres me miraban con preocupación y me preguntaban: “¿mag ons vir u bid?” – ¿podemos orar por ti?

    ¡Me hubiera imaginado cualquier cosa pero nunca que ellas quisieran orar por mí! Luego, las mujeres me contaron que eran buenas amigas, una cristiana y la otra musulmana, y cada mañana se reunían para orar por el vecindario y el barrio en general. Me compartieron que hace rato me habían estado observando y que se preocupaban por el hecho de que yo tuviera que caminar sola por esta zona, debido a que es muy peligrosa.

    Es por eso que desde el primer día que me vieron habían pedido a Dios que me protegiera en mi camino al trabajo.

    Desde ese entonces me encontraba con estas mujeres cada mañana, y siempre me detenía para orar junto a ellas además de conocerlas un poco mejor.

    Me impacto profundamente tener esta experiencia y encontrar que la fe y la oración pueden traspasar las barreras del idioma, nacionalidad, cultura y religión.

    –Eileen Hofer (Suiza), Comunicado del Congreso Mundial Menonita

    Este testimonio hace parte de los recursos para el culto de la Semana de la Fraternidad YABs 2018. Haga clic aquí para ver más: mwc-cmm.org/semanafraternidadyabs
  • Un testimonio para Renovación 2027: perfil histórico

    Renovación 2027 es una serie de eventos que se llevarán a cabo durante 10 años, con la finalidad de conmemorar el aniversario 500 de los inicios del movimiento anabautista. Esta serie destaca a los líderes del movimiento desde épocas históricas hasta el presente.


    Más de la mitad de las congregaciones rurales en la Conferencia de la Iglesia de los Hermanos en Cristo (BICC por su sigla en inglés) en Zimbabue son dirigidas por pastoras. Muchas de las mujeres que plantan iglesias de los Hermanos en Cristo lo hacen porque llegan a lugares donde no hay congregaciones similares a las que acostumbran a asistir, además, estas mujeres tienen ansias de fraternizar con otros creyentes. Al comienzo, comparten comunitariamente en reuniones en las casas; algunas veces una mujer es identificada como la líder por su madurez espiritual y conocimiento de la Palabra. Muchas de las mujeres predicadoras de la BICC son altamente respetadas en sus áreas de influencia.

    Una de las primeras mujeres de los Hermanos en Christo que estuvo involucrada con el trabajo de sembrar iglesias y predicar el evangelio en los años iniciales de la misión, fue Sitshokuphi Sibanda, quien ya era una adolescente cuando los primeros misioneros se establecieron en Matopo en Zimbabue en 1898.

    Ella hizo parte del grupo de los primeros conversos quienes en ese entonces recibieron educación literaria de la misión. Allí Sitshokuphi le entregó su vida a Dios y nunca volvió su mirada atrás.

    En el frente doméstico, Sitshokuphi enfrentó inmensos desafíos de aldeanos hostiles que apreciaban mucho las creencias tradicionales y estaban inmersos en el culto ancestral.

    Esta mujer también enfrentó oposición y ridiculización incluso por parte de su familia, vecinos y pares. ¿Qué pensaba ella que estaba haciendo al tratar de tomar las manos que ayudaban en los campos?

    Hubo un tiempo en que ella provocó la ira de todo su pueblo al acompañar a algunos misioneros a un santuario en donde se hacían ceremonias para hacer llover. Esta fue una empresa arriesgada ya que no se le permitía a cualquiera visitar el sitio sagrado. Cuando las lluvias dejaron de caer durante años, la culpa recayó sobre ella; no obstante, eso no la disuadió de evangelizar. Posteriormente, ella vivió en el hospital de Mtshabezi por un largo periodo de tiempo.

    Ser anciana y no tener la capacidad de viajar no la hizo desistir de su llamado. El hospital se volvió un nuevo campo de misiones para ella.

    El 4 de noviembre de 1971 Sitshokuphi falleció. Ella había corrido adecuadamente su carrera, dejando una maravillosa herencia de fe en Dios.

    Una declaración conmovedora sobre el trabajo de Sitshokuphi consiste en que, “es bueno trabajar de tiempo completo para el Señor, pero no es bueno trabajar de tiempo completo para la iglesia”.

    Sitshokuphi fue sepultada en la misión Matopo, en un lugar reservado para algunos de los más honorables siervos de Dios.

    —Un comunicado del Congreso Mundial Menonita escrito por Barbara Nkala, obtenido de la obra “Silent Labourers” de Doris DubeBárbara es la Representante Regional del CMM para África del Sur e hizo una presentación sobre las mujeres predicadoras contemporáneas de las Iglesias de los Hermanos en Cristo (1960s–2010s) en Crossing the Line: Women of Anabaptist Traditions Encounter Borders and Boundaries, una conferencia en la Universidad Eastern Mennonite University, Harrisburg, Virginia, EE.UU.