“El cuidado de la creación” está adquiriendo una urgencia cada vez mayor.
Las noticias nos recuerdan a diario sobre los alarmantes cambios que se están produciendo en nuestro clima. Como muestra la encuesta llevada a cabo por el Grupo de Trabajo de Cuidado de la Creación, nuestros hermanos y hermanas de nuestra familia mundial de fe sufren sequías, inundaciones, tormentas destructivas, incendios, hambrunas y la devastación provocada por la guerra. Diversas especies están en peligro o incluso en vía de extinción.
Estamos siendo testigos de una violencia terrible contra la amada creación de Dios, y cada vez somos más conscientes de que tanto compartimos el daño, tanto en el rol de pecadores como el de víctimas.
¿Cómo respondemos?
Nuestras respuestas seguramente variarán según el lugar donde vivamos, nuestros recursos, la profundidad de nuestra fe, nuestra teología y nuestra voluntad de responder al llamado del momento. Sin embargo, es imperativo que respondamos, ya sea que vivamos en el Norte global, que carga con una parte desproporcionada de responsabilidad frente a la crisis, o en el Sur global, que carga con una parte desproporcionada de su impacto.
Vivimos en un mundo que ha sufrido los efectos de la pecaminosidad humana desde el Edén, que ha roto nuestra relación con Dios, con los demás y con la creación en toda su diversidad. Pero también vivimos en un mundo en el que el Espíritu misericordioso y liberador de Dios está produciendo una “nueva creación” en y a través de Cristo (2 Corintios 5:17).
¿Qué nos está diciendo ese Espíritu en este momento?
Las convicciones compartidas y el cuidado de la creación
Una de las formas en las que el Espíritu nos habla es al recordarnos nuestras convicciones compartidas en el CMM. A pesar de nuestras muchas diferencias, estas nos recuerdan que ya compartimos una base para responder como familia de fe a la crisis ambiental.
He aquí algunas implicaciones de las convicciones que compartimos:
Convicción compartida #1: Conocemos a Dios como Padre, Hijo, y Espíritu Santo, el Creador que tiene el propósito de restaurar a la humanidad caída convocando a un pueblo y llamándolo a ser fiel en fraternidad, adoración, servicio y testimonio.
En el marco de una interpretación bíblica, la acción restauradora de Dios en la Convicción #1 abarca “todas las cosas que están en el cielo y también en la tierra” (Efesios 1:10). Dios procura restaurar no solo “la humanidad caída”, sino también los ecosistemas que sufren los efectos de nuestro estado caído.
De hecho, Dios desea salvarnos de nuestro cruel y violento abuso de la amada creación de Dios, de modo que podamos unirnos a Él en el cuidado verdadero de la creación que está en peligro. No seremos salvos por nuestro trabajo como mayordomos de la creación; sino que somos “salvos por gracia” para la buena obra que incluye el cuidado de la creación (Efesios 2:8-10).
Convicción compartida #2: Jesús es el Hijo de Dios. Por medio de su vida y enseñanzas, su cruz y su resurrección, nos mostró cómo ser discípulos fieles, redimió al mundo, y ofrece vida eterna.
Cuando la Convicción #2 habla de que Jesucristo “redimió al mundo”, se refiere a un “mundo” que incluye toda la creación. Es porque Dios ama el cosmos (Juan 3:16) que Dios está en Cristo “uniendo todas las cosas” en el cielo y en la tierra (Efesios 1:10). Es este Jesús que ama al cosmos quien nos enseña cómo ser discípulos que aman al cosmos.
Convicción compartida #3: Como iglesia, somos una comunidad de aquellos a quienes el Espíritu de Dios llama a abandonar el pecado, reconocer que Jesucristo es Señor, recibir el bautismo previa confesión de fe, y seguir a Cristo en la vida.
Oímos al Espíritu que nos llama a responder al sufrimiento de la creación por medio de arrepentirnos, alejarnos de la codicia y la ambición egoísta. Reconocer el señorío de Cristo es una base sólida para nuestro llamado misionero a cuidar la creación.
Puesto que Cristo es el Señor, el cosmos entero es el campo de la misión de Dios para rescatar, redimir y restablecer. Seguir a Cristo en la vida es sumarse a esa misión, viviendo con sencillez, reduciendo el impacto de nuestro consumismo en el medio ambiente, defendiendo a los más vulnerables y respondiendo de manera práctica a su sufrimiento.
Convicción compartida #4: Como comunidad de fe, aceptamos que la Biblia es nuestra autoridad para la fe y la vida, interpretándola juntos bajo la guía del Espíritu Santo a la luz de Jesucristo, para discernir la voluntad de Dios y obedecerla.
El Jesucristo que encontramos en la Biblia es aquel por medio del cual se crearon todas las cosas, no sólo las personas, sino también todo lo demás (Juan 1:3 y Colosenses 1:16). Él es, en efecto, la “luz del cosmos” (Juan 9:12). Ese profundo misterio debe moldear nuestro discipulado (Juan 3:21).
Convicción compartida #5: El Espíritu de Jesús nos llena de poder para confiar en Dios en todos los aspectos de la vida, de manera que lleguemos a ser hacedores de paz que renunciamos a la violencia, amamos a nuestros enemigos, procuramos justicia, y compartimos nuestras posesiones con los necesitados.
Reconocemos que la violencia es una parte implícita de la explotación de los recursos naturales, donde los poderosos reclaman tierras y recursos, tratando de silenciar las voces que se alzan en oposición. Quienes protegen y defienden el medio ambiente están siendo perseguidos y asesinados en cantidades sin precedentes en todo el mundo.
El cuidado de la creación en nuestros días exige que, como cuerpo de Cristo, denunciemos la injusticia y la violencia en solidaridad con los más vulnerables. El cuidado de la creación y la búsqueda de justicia son inseparables.
Convicción compartida #7: Como comunidad mundial de fe y vida trascendemos fronteras de nacionalidad, raza, clase social, género e idioma, y procuramos vivir en el mundo sin conformarnos a los poderes del mal, dando testimonio de la gracia de Dios por medio del servicio a los demás, cuidando de la creación, e invitando a toda la humanidad a conocer a Jesucristo como Salvador y Señor.
Con esta convicción, afirmamos juntos claramente que el cuidado de la creación está en el corazón mismo de la misión de la Iglesia de “dar testimonio de la gracia de Dios”. Además, como “comunidad mundial de fe y vida”, que trasciende las fronteras geográficas, políticas y de recursos económicos, se nos presentan innumerables oportunidades de colaborar para responder a la necesidad crítica de cuidar la creación.
Damos gracias por la colaboración que ya se está llevando a cabo.
Del Señor es el mundo entero, con todo lo que en él hay, con todo lo que en él vive. Salmos 24:1
Thomas R Yoder Neufeld, presidente de la Comisión de Fe y Vida, miembro de la Primera Iglesia Menonita, Kitchener, Ontario, Canadá
Anicka Fast, secretaria de la Comisión de Fe y Vida, miembro de Doopsgezind Gemeente Bussum-Naarden, Países Bajos
“… Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz.” (Efesios 4:3).
Una comunidad mundial de 109 iglesias nacionales, 58 países, unas diez mil congregaciones, 1,4 millones de miembros, 45 idiomas: ¿podrá unificarse alguna vez?
A la Iglesia se la suele llamar el cuerpo de Cristo. Un cuerpo físico necesita diferentes órganos para funcionar. Lo mismo ocurre con la Iglesia: se necesita diversidad para funcionar, para ser una entidad completa.
Así ocurre también con la comunión mundial. Según su lugar en el mundo, según su contexto, las iglesias miembros del CMM son diferentes, a fin de que puedan apoyarse mutuamente y aprender unas de otras.
Ser una comunidad de fe en los Países Bajos es muy diferente que serlo en Indonesia o en Myanmar. Es diferente vivir como una minoría muy pequeña en un país donde otra religión constituye la gran mayoría o en un país desgarrado por la violencia de la guerra civil, que vivir en un país donde no ha habido guerras desde hace más de setenta años y donde hay libertad religiosa.
Las comunidades antiguas tienen desafíos diferentes a las comunidades nuevas, lo cual también nos permite aprender y animarnos mutuamente.
Dicha unidad en la diversidad es muy vulnerable. Protestamos con demasiada facilidad porque el otro no nos pertenece dado que no vive la fe exactamente igual que nosotros o porque su lectura de la Biblia es distinta a la nuestra.
Pero según la Escritura, la unidad la brinda el Espíritu: ¿quiénes somos para romperla?
Así que hay que hacer un esfuerzo, procurar el vínculo en lugar de la separación. Y debemos tener valor para soportarnos incluso cuando no estamos de acuerdo. Porque la “argamasa” de un Dios y un Espíritu es lo que une nuestras piezas dispares en un cuadro de hermosa diversidad.
De esta manera llegamos a establecer las siete convicciones compartidas del Congreso Mundial Menonita. Tardamos trece años en formularlas y aprobarlas por consenso en el Concilio General. Entre otras cosas, elaboramos los valores que compartimos sobre Dios, la Biblia, Jesús, el culto y el testimonio de paz.
Si nuestro fundamento se constituye a partir del vínculo basado en nuestras convicciones, entonces podemos hablar de las diferencias. Podemos acercarnos a los demás sin juzgar, con interés en lo que les preocupa.
Y si somos lo suficientemente valientes para sostenerlo, podremos crear un hermoso mosaico, mostrando al mundo que podemos traspasar las fronteras humanas de la nacionalidad, el idioma, el color y demás, a fin de vivir en paz unos con otros.
—Henk Stenvers, presidente del Congreso Mundial Menonita (2022-2028). Pronunció este discurso el Domingo de la Fraternidad Anabautista Mundial, ante su congregación local de Doopsgezinde Gemeente Bussum-Naarden, en los Países Bajos.
Era el 7 de octubre de 2023. Los cónyuges Simon Setiawan y Sarah Yetty, miembros de la iglesia Jemaat Kristen Indonesia (JKI) de Indonesia, se encontraban en Egipto, al frente de un grupo de viaje de más de cuarenta personas provenientes de Indonesia y de Estados Unidos, que pretendían ingresar a Israel-Palestina. Se enteraron de los ataques de Hamás contra Israel a primera hora de la mañana. Estaban preocupados por la seguridad de los participantes del grupo de viaje. Las embajadas de Indonesia en Egipto y Jordania se comunicaron telefónicamente con ellos para decirles que no ingresaran a Israel.
“Tras hablar con funcionarios de la Embajada y recibir información actualizada de nuestros colaboradores locales, explicamos la situación al grupo. Dijimos que haríamos lo que los participantes consideraran mejor”, señala Simon. “La gran mayoría quiso continuar, tras recibir garantías de nuestros colaboradores locales de que nuestras rutas se habían modificado hacia zonas seguras.”
Así que ese día ingresaron a Israel por el Cruce fronterizo de Taba, cruzando a la ciudad balnearia de Eilat. La espera para cruzar la frontera fue larga. Había más soldados de lo habitual en el puesto de control fronterizo. Los oficiales se mostraron amables, aunque tensos. Un oficial preguntó: “¿Saben lo que está pasando en Israel, verdad?” y se sorprendió cuando el grupo dijo que igualmente quería ingresar. Las calles estaban tranquilas; sólo se veía otros dos grupos de turistas.
Desde allí se dirigieron al norte, modificando sus planes según las últimas actualizaciones de seguridad. En una ocasión, se quedaron en su hotel porque oyeron que había disturbios en la zona. En otra ocasión, su plan de pasar la noche en Belén se cambió a Jerusalén por motivos de seguridad. Pero consiguieron visitar Jericó, Belén y Jerusalén, encontrándose con otros grupos de turistas.
Están planeando volver este año, dependiendo de las condiciones de seguridad sobre el terreno. “Porque amamos la Tierra Santa”, dice Simon.
El anhelo de visitar la Tierra Santa
En 2009, por primera vez, Simon Setiawan y Sarah Yetty se anotaron para ir a la Tierra Santa con su iglesia.
“Hacía mucho tiempo que deseábamos ir a la Tierra Santa, pero sabíamos que estaba fuera de nuestro alcance”, dice Yetty. “Yo era maestra de un jardín de infantes y Simon ayudaba en el programa misionero de la iglesia. No teníamos mucho.”
Renovaron sus pasaportes vencidos y oraban a diario por un milagro.
“Tres meses antes de que partiera el grupo de viaje, una mujer de una iglesia presbiteriana que no conocíamos, pagó íntegramente nuestro viaje. Dijo que un mes antes había tenido un sueño en el que veía a alguien con una túnica blanca y brillante que se le acercaba y le decía que bendijera a una pareja para que visitara la Tierra Santa”, cuenta Sarah.
“Y luego Simón dijo que porque alguien pagó nuestro viaje, teníamos que servir.”
Dios estará con ustedes
Cuando se lo contaron a su pastor, les dijo que podían ser quienes lideraran el grupo de viaje. “Aunque dijimos que no teníamos absolutamente ninguna experiencia, nos dijo que estaremos bien y que Dios estaría con nosotros.”
“Esa fue nuestra primera vez y nos encantó”, expresa Simon.
En ese primer viaje, dirigieron la visita guiada con once autobuses, unas quinientas personas. Tuvieron que dividir el grupo e ir en distintas direcciones, con Sarah Yetty al frente de un equipo y Simon Setiawan acompañando al resto.
“Partimos con sólo USD$20 en el bolsillo. Pero Dios siguió bendiciéndonos, como el maná de cada día”, dice Sarah Yetty.
“Después de aquel primer viaje, el pastor principal nos pidió que calculáramos los gastos para visitar la Tierra Santa y creáramos una empresa especializada en viajes a la Tierra Santa. También nos dijo que estudiáramos más sobre la Tierra Santa, así que nos capacitamos sobre cómo dirigir visitas guiadas a la Tierra Santa. Desde entonces, nos comprometimos a ofrecer viajes asequibles a la Tierra Santa, para que pastores y obreros fraternales de las iglesias, especialmente de ciudades y pueblos pequeños, pudieran tener la oportunidad de viajar allá”, comenta Simon.
“Me encanta acompañar los grupos, estar en la tierra donde estuvo Jesús y ver cómo la Biblia cobra vida. Pero lo más importante es que me encanta estar en el autobús turístico escuchando los testimonios de la gente: de un matrimonio que casi se divorcia hasta que llegaron a Caná y decidieron reconciliarse; de un médico que subió conmigo al monte Sinaí, y sólo después de llegar a la cima confesó que le habían colocado su decimotercera endoprótesis vascular justo una semana antes”, relata Simon.
“Siempre digo que es una peregrinación, no sólo una visita guiada. Oremos que, sea cual sea el plan de Dios para ustedes en este viaje, sus ojos se abran para verlo”, manifiesta Simon.
Anhelamos la paz
“Nuestra oración es por la paz para el pueblo de Israel y de Palestina”, expresa Simon.
“Todos tienen un apego emocional con la Tierra Santa. Cuando hay un poco de inestabilidad, todo el mundo se entera y se asusta. Cuando tienen miedo, no vienen, y la industria turística local se resiente, sobre todo los trabajadores que viven dentro de las zonas de la Autoridad Palestina (Jericó, Belén, Ramala)”, señala Simon Setiawan.
“Quisiéramos que las industrias locales prosperen y que la gente común pueda vivir su vida sin temor. La gente, de ambas partes, quiere estabilidad y seguridad. Y esto es lo que también deseamos”, afirman Simon Setiawan y Sarah Yetty.
—Interim Chief Communications Officer Elina Ciptadi spoke with Simon Setiawan and Sarah Yetty about their experience.
EE. UU.
Crecí en Guatemala en iglesias evangélicas y pentecostales. Nuestras canciones, enseñanzas de escuela dominical y sermones contenían teología cristiana sionista, que declara que la voluntad de Dios es el establecimiento de una patria judía en Palestina. El deber de los cristianos es apoyar a Israel. Algunas iglesias incluso exhiben una bandera israelí en su santuario.
Allí, al igual que en congregaciones menonitas evangélicas e hispanas en Calgary, Alberta (Canadá) y luego en Goshen, Indiana (EE. UU.), nuestro culto incluía canciones sobre el Dios de Israel que corta la cabeza de nuestros enemigos. Nuestras lecturas eran principalmente del Antiguo Testamento, que describía la violencia y el genocidio.
En nuestro culto, celebrábamos la muerte de los enemigos de Israel.
No me sorprende
No me sorprende que muchos que provienen de marcos teológicos similares no cuestionen las acciones del Gobierno israelí en el momento actual.
Consideran el Estado de Israel como un David que se enfrenta a un Goliat. Creen que Israel sigue siendo la pequeña nación bíblica que fue alguna vez, y no la superpotencia mundial que es actualmente.
Sostuve esa visión sionista de Israel durante la mayor parte de mi vida. Así fue, hasta que estudié historia y teología en Goshen College, en el programa de Ministerios Hispanos.
Profesores de teología como Juan (John) Driver y Ron Collins tuvieron la suficiente paciencia para ayudarme a deconstruir estos relatos violentos y reconstruir una nueva teología anabautista de la paz, con una visión diferente de Dios, Jesús e Israel.
Aprendí que la Biblia no es plana. Hay una montaña en los Evangelios, donde nos paramos con Jesús, y podemos ver y entender el resto de la Biblia a través de sus enseñanzas, visión y misión.
Por lo tanto, cuando mis hermanas y hermanos hispanos/latinos se opusieron a la resolución, “Buscar la paz en Israel y Palestina” en la Convención de la Iglesia Menonita USA en 2015, sabía exactamente de dónde venía dicha oposición.
Vengan y vean
El objetivo del grupo de trabajo era educar a los líderes sobre Palestina e Israel, y que se sumaran a un viaje de estudio en la Tierra Santa, que incluía una visita tanto a Israel como a los territorios palestinos ocupados.
Más de 110 líderes menonitas se inscribieron, incluyendo muchos de mis hermanas y hermanos hispanos/latinos que se acercaron al micrófono en la Convención en 2015.
Algunos afirmaron: “Soy pro Israel y no cambiaré de opinión”. Pero esa mentalidad fue cuestionada al escuchar historias de personas de ambos lados del muro de separación israelí.
En 2017, participé nuevamente de un viaje de estudio, que incluía líderes de la iglesia Menonita de EE. UU. (Iglesia Menonita Hispana), algunos líderes menonitas anglosajones y una pareja afroamericana.
Además de visitar los típicos «lugares santos» cristianos, fuimos detrás de los muros que cruzan muy pocos visitantes. Atravesamos puestos de control, que nos recordaban los desafíos a los que se enfrentan los miembros indocumentados de nuestras congregaciones de Estados Unidos.
Visitamos campos de refugiados palestinos y asentamientos israelíes.
Disfrutamos de la hospitalidad de hermanas y hermanos palestinos cristianos cerca de Belén, y escuchamos historias de judíos, cristianos y musulmanes por igual. En la Escuela Bíblica de Belén conocimos las complejas perspectivas teológicas cristianas respecto a dicha tierra.
Plantamos árboles de olivo en Cisjordania, cerca de asentamientos israelíes (construidos en contra del derecho internacional; los colonos querían desplazar a los agricultores palestinos cristianos.
Aprendimos que el conflicto no es entre musulmanes y judíos, ni entre judíos y palestinos, sino entre el Estado de Israel y cualquiera que se oponga a la expansión de su ocupación, incluso contra personas judías de conciencia que se oponen a la expansión ilegal y al desplazamiento de palestinos.
Experiencia del apartheid
Empezamos a tener una clara idea de la experiencia del apartheid tan pronto como llegamos, viendo la gran segregación y opresión de los palestinos bajo una brutal ocupación militar.
Pudimos sentir la tensión y la segregación racial. Las personas latinas compartimos algunos rasgos físicos con grupos étnicos de Oriente Medio; a mí me preguntaban constantemente si era libanés.
Al pasar por el control de inmigración y aduana israelíes, retuvieron a una mujer para interrogarla. Cuando aterrizamos ella estaba muy emocionada y contenta. Pero cuando salió de la zona de migración y aduana, estaba al borde de las lágrimas.
Cuando habían transcurrido tres días del viaje de estudio, la mujer afroamericana de nuestro grupo quiso volver a Estados Unidos. Se sentía insegura, haciendo referencia a la época de Jim Crow en Estados Unidos.
Al final de nuestro viaje de estudio “Vengan y vean”, ya no éramos capaces de considerar el relato único de nuestra educación sionista cristiana.
Nuestro sistema de creencias y nuestra teología habían cambiado.
Compromiso con la paz
En la Convención de la Iglesia Menonita de EE. UU. de 2017, los líderes menonitas hispanos y de color fueron algunos de los primeros en acercarse al micrófono para hablar en apoyo a la resolución ‘Buscar la paz’.
Pero nuestros nuevos relatos contenían la complejidad de las historias que escuchamos y de la humanidad compartida de palestinos e israelíes.
Nos comprometimos a leer y estudiar el Documento Kairós, elaborado por nuestras hermanas y hermanos cristianos de Palestina e Israel.
¡Nos comprometimos a alzar nuestras voces!
Al ser testigo de las atrocidades de la reciente violencia en Israel, Gaza y Cisjordania, tengo presente dicho compromiso.
Es hora de utilizar nuestra influencia política cristiana para pedir un alto el fuego permanente y una resolución justa del conflicto.
Es hora de abrazar la complejidad en un mundo en el que los medios de comunicación a menudo simplifican los relatos, promueven historias desinformadas y alimentan el conflicto.
Es el momento de buscar la paz incansablemente.
—Saulo Padilla es coordinador del Programa Nacional de Educación Migratoria, CCM EE. UU. Ministerios Nacionales de Paz y Justicia.
“Debería haber justicia. Deberían pagar por el terrible daño que han cometido.” Estas y otras frases similares se han repetido en las noticias de los últimos meses.
En Colombia, mi país, he escuchado demasiadas veces las mismas frases en boca de cristianos que dicen seguir a Jesús, el Dios que eligió la compasión antes que la represalia, el que nos enseñó a dar a nuestros enemigos e incluso a nuestros opresores, no lo que se merecen sino lo que necesitan.
Mientras reflexiono sobre las imágenes de las atrocidades causadas por la guerra en incontables lugares del mundo, recuerdo las palabras de un sabio rabino judío, Jonathan Sacks, quien sirvió como Gran Rabino de las Congregaciones Hebreas Unidas de la Mancomunidad de Naciones, de 1991 a 2013. … Permítanme citar algunos de sus escritos:
“Nuestra tarea [de la fe abrahámica] es ser una bendición para el mundo… Invocar a Dios para justificar la violencia contra los inocentes no es un acto de santidad sino de sacrilegio. Es una especie de blasfemia. Es tomar el nombre de Dios en vano.”1
“Nada es más desalentador que el ciclo de venganza que acecha a las zonas de conflicto y atrapa a sus poblaciones en un pasado que no afloja nunca su control. Ese ha sido el destino de los Balcanes, Irlanda del Norte, India y Cachemira, el Medio Oriente… Las represalias son la respuesta instintiva a lo que se percibe como injusto… Los agravios históricos rara vez se olvidan. Se convierten en parte de la memoria colectiva de un pueblo…. Esto es lo que hace que la idea del perdón sea tan contradictoria. Es más que una técnica de resolución de conflictos. Es una estrategia increíblemente original. En un mundo sin perdón, el mal engendra mal, el daño genera daño, y no hay manera de romper la secuencia que no sea el agotamiento o el olvido. El perdón rompe la cadena.”2
El rabino Sacks advierte –al igual que cualquiera que haya considerado el conflicto entre Israel y Palestina– que las cuestiones son complejas. Se habría implementado si fuera sencillo encontrar una solución aceptable para los principales involucrados.
Se trata de recuerdos de larga data: los israelíes reflexionan sobre los “dos mil años de sufrimiento judío y la necesidad existencial de los judíos de tener, en algún lugar de la Tierra, un espacio defendible”, escribe el rabino Sacks, y los palestinos recuerdan “el desplazamiento y la pérdida, la impotencia política y las dificultades económicas, la derrota humillante y la ira.”3
A medida que cada grupo intenta proteger su propio espacio, sus intentos de asegurarlo a veces resultan en daños que afectan a los demás y se vuelven contra ellos mismos. “El perdón parece absurdamente inadecuado para los conflictos de intereses sustanciales y la mera dinámica de la sospecha, la desconfianza y el agravio acumulados”, escribe el rabino Sacks.
“Sin embargo, al final la paz se logra ‚Çãsi es que se logra‚Çã por medio de las iniciativas de personas que reconocen la humanidad de sus oponentes. Hasta que israelíes y palestinos sean capaces de escucharse unos a otros, conozcan la angustia y la ira de cada uno, y crean un espacio cognitivo para las esperanzas de los demás, no habrá manera de avanzar [… Como judío] honro el pasado no repitiéndolo sino aprendiendo de él, negándome a sumar dolor al dolor, aflicción a la aflicción. Por eso debemos responder al odio con amor, a la violencia con paz, al resentimiento con generosidad de espíritu y al conflicto con reconciliación.”4
Mientras escribo estas palabras, el ciclo de violencia y represalias continúa profundizándose. Es casi imposible decir algo sobre dicha situación sin hacer enojar a alguien en algún lugar, como fue el caso de la declaración sobre la Respuesta reconciliadora a la guerra en el Medio Oriente que redactamos en octubre del 2023. Y, sin embargo, estamos llamados a responder, como comunión mundial, a este y muchos otros terribles escenarios de guerra que presenciamos actualmente. Por eso le invitamos, en este número de Correo, a reflexionar sobre cómo comprender los mensajes bíblicos en términos de la realidad actual.
Sí, en medio de terribles atrocidades, las personas ‚Çãsean quienes sean‚Çã tienen derecho a exigir que a los perpetradores les toque lo merecido por lo que han hecho. Pero, gracias a Dios, no tiene por qué ser así. Gracias a Dios, Jesús nos muestra otra manera.
—César García, secretario general del Congreso Mundial Menonita, es oriundo de Colombia y reside en Kitchener, Ontario, Canadá.
1. No en nombre de Dios
2. La dignidad de la diferencia
3. Ibid., 189-190.
4.Ibid., 189-190.
Bibliografía
Sacks, Jonathan. La dignidad de la diferencia: Cómo evitar el choque de civilizaciones. España: Nagrela Editores, 2013
———. No en nombre de Dios: Cómo afrontar la violencia religiosa. España: Nagrela Editores, 2019.
Alemania
Después de la escuela secundaria, pasé un año en Cisjordania ocupada por Israel, viviendo y trabajando en Carpa de las Naciones (Tent of Nations), un proyecto ecológico cristiano-palestino de paz. Aprendí muchas cosas durante ese tiempo: desde cocinar sobre un fuego al aire libre y cuidar animales hasta recuperarme de los gases lacrimógenos oliendo cebolla cruda.
Pero los aprendizajes más transformadores y duraderos se referían a cómo interpreto y sigo a Jesús.
Fueron cristianos palestinos quienes me enseñaron a ver que Belén, Nazaret y Jerusalén son lugares reales cuyas historias formaron a Jesús. Su contexto, afectado por la opresión militar, económica y cultural, no era tan diferente a la situación de los palestinos y palestinas que viven actualmente en los campos de refugiados de Cisjordania o Gaza. Hoy como entonces, la injusticia engendra resentimiento y represión, creando espirales de violencia y complejos patrones de trauma que parecen ineludibles.
Solidaridad con los oprimidos
Es en este mundo herido adonde Dios eligió venir y solidarizarse con los oprimidos, y nos ofreció un vivo ejemplo de una manera diferente de luchar por la dignidad y la libertad, una que libere tanto a la víctima como al opresor.
Los Nassar, mis anfitriones luterano-palestinos, me enseñaron a llevar a la práctica la enseñanza de Jesús de amar a nuestros enemigos. En unas rocas colocadas originalmente por soldados israelíes como barricadas, escribieron su manifiesto: “Nos rehusamos a ser enemigos”.
Fui testigo de cómo Daher Nassar invitaba a tomar el té a los colonos armados que irrumpieron en sus tierras, haciéndoles retroceder confundidos. Al mismo tiempo, él se rehusaba a renunciar a su vínculo con la tierra y a su sueño de un futuro compartido para todos.
Los judíos y musulmanes que integraban el Círculo de Padres y Madres Dolientes también me enseñaron un nuevo concepto del perdón. Al reunirse a llorar la muerte de sus hijos e hijas en el conflicto, se daban cuenta de que las represalias no les devolvían la vida. Sólo el perdón tiene el poder de liberar a las personas de la amargura, libres para bregar por la liberación de todos y todas.
Reconciliación antes que recriminación
Presenciar estas piedras vivas me ayudó a enfrentarme honestamente a mi propia implicación en este conflicto. Mis dos abuelos lucharon en el Ejército nazi y contribuyeron al asesinato de seis millones de judíos en Europa. Los judíos se refieren a esta atrocidad como la Shoah, palabra hebrea que significa «catástrofe». Este atroz crimen contra la humanidad representa la culminación de dos mil años de deshumanización y terror hacia los judíos.
Vale la pena repetir que esta violencia fue perpetrada especialmente por cristianos; gentiles que olvidaron que habían sido incluidos en el pueblo de Dios por la gracia.
El antisemitismo es el trauma que creó la necesidad de un Estado judío. Sin embargo, este Estado no se fundó sobre una «tierra vacía», como suele decir el relato colonial, sino desplazando a cientos de miles de palestinos, cuyos hijos e hijas, nietos y nietas siguen viviendo como refugiados apátridas en todo el mundo. Los palestinos se refieren a ello como la Nakba, que en árabe significa “catástrofe”.
Estas catástrofes gemelas son las heridas fundacionales de los dos pueblos y, como ocurre con las heridas, solemos prestar más atención a las propias.
Historias que inquietan
En conversaciones con activistas israelíes y palestinos por la paz, aprendí con humildad que asumir el legado de mi implicación en la violencia no me deshonraba. Por el contrario, abría conversaciones sobre cómo considerar el arrepentimiento y la reconciliación.
Estos activistas compartieron la lenta y dolorosa toma de conciencia de que les habían mentido. Aunque la Shoah era un tema central en la educación israelí, nunca habían oído hablar de la Nakba.
Mientras tanto, las escuelas palestinas describían a los sionistas sólo como colonizadores, omitiendo que huían de la violencia genocida en Europa.
De los activistas por la paz aprendí la importancia de compartir nuestras historias y de permitir que la verdad de los demás nos inquiete. A fin de bregar por una paz justa y duradera entre el Mediterráneo y el río Jordán, debemos arrepentirnos de nuestro antisemitismo tan profundamente arraigado así como de nuestro imaginario colonial, y resistirnos a sus manifestaciones en la sociedad actual.
Hay una imagen que fundamenta mi esperanza. Todos los años, los Nassar invitaban a la gente al viñedo para ayudar en la vendimia y disuadir de forma no violenta la violencia de los colonos. Recuerdo haber cosechado baldes y baldes de las uvas más dulces que jamás he comido junto con docenas de voluntarios de todo el mundo, incluyendo a algunos israelíes.
Los israelíes y mis anfitriones palestinos, los dos por igual, asumieron riesgos considerables en este encuentro, ya que de ambos lados hay personas que se oponen rotundamente a cualquier forma de coexistencia. Sin embargo, asumieron el riesgo conscientemente, porque estaban convencidos de que la paz requiere relaciones de confianza y solidaridad que sólo se fortalecen con el tiempo y con el trabajo compartido.
La alegría por esta cosecha y el banquete de hummus, aceitunas y falafel a la hora del almuerzo, es un anticipo del reino de la familia de Dios que atesoro y anhelo volver a saborear.
—Benjamin Isaak-Krauß, copastor junto con su esposa Rianna, de Mennonitengemeinde Frankfurt’, una congregación de Arbeitsgemeinschaft Mennonitischer Gemeinden (AMG), Alemania. Representa a Deutsche Mennonitische Friedenskomitee (Comité de Paz menonita-alemán) en el Comité de coordinación de los Equipos Comunitarios de Acción por la Paz.
El Congreso Mundial Menonita no tiene iglesias anabautistas miembros asociadas formalmente en el Medio Oriente. Fue una decisión misiológica de no iniciar otra iglesia en una región caracterizada por una gran diversidad.
Sin embargo, los cristianos palestinos dan testimonio de la comunión menonita en todo el mundo. Cuando la teoría se encuentra con la realidad, ellos les han demostrado a quienes estén prestando atención, lo que significa ser fiel al llamado de Jesús a la no violencia.
Desde el 7 de octubre de 2023, los ojos del mundo se han dirigido hacia el Medio Oriente, donde un acto de violencia y vulneración ha desatado una ofensiva de muerte y destrucción.
Como cristianos, podemos recurrir a nuestra Biblia para interpretar la realidad actual a la luz de las promesas de larga data.
La respuesta a esta cuestión es diferente para cada comunidad de fe, afirma Dorothy Jean Weaver. Las respuestas de una comunidad judía surgen de la Biblia hebrea, pero como cristianos estamos llamados a vivir fielmente el nuevo pacto en el que la geografía “ya no es un factor para los discípulos de Jesús”.
Dorothy se sumó a varios académicos menonitas con experiencia en la región a fin de reflexionar sobre la lectura de hoy.
Una trayectoria de inclusión
A partir de Génesis 12, se observa la trayectoria de inclusión presente en toda la Escritura, explica J. Nelson Kraybill. Se refiere a la bendición y a la maldición, pero que llegan a través del pueblo de Israel a los demás.
“En Amós 9:7, Dios libera no solo a los israelitas sino también a otros pueblos, incluso a aquellos que son considerados enemigos de Israel”, añade Paulus Widjaja.
“Uno de los temas que se evidencia en el Antiguo Testamento en pasajes como Levítico 26 o Jeremías 7, es que el pacto con el pueblo de Dios depende de que se actúe con justicia”, afirma J. Nelson Kraybill.
“Jesús luego retoma la visión de Isaías de todas las naciones yendo al monte de la casa del Señor (Isaías 2:2), cuando se refiere a que el monte del Templo es supuestamente una casa de oración para todas las naciones (Mateo 21:13)”, comenta J. Nelson Kraybill.
Mateo (que es un Evangelio muy judío) finaliza con los discípulos saliendo de Jerusalén, saliendo de Galilea y yendo a hacer discípulos a todas las naciones, expresa Dorothy Jean Weaver.
Y lo mismo sucede en el Evangelio de Lucas. La historia inicial de Jesús se centra mucho en Jerusalén, pero al final y aún más en el libro de Hechos, “el evangelio se traslada desde Judea a Samaria hasta los confines de la tierra”, afirma Dorothy Jean Weaver.
Un marco diferente
“Let Gaza Live,” artwork by Leyla Barkman
A veces existe un problema de ignorancia incluso de parte de algunos cristianos, sostiene Paulus Widjaja. “El Israel de la Biblia y el Estado de Israel moderno son dos cosas diferentes. No podemos simplemente integrarlos como si el Israel moderno fuera el Israel bíblico.”
“Lo que me entristece es que lo que se ha creado hoy es odio, no amor. Tanto los israelíes como los palestinos se han convertido en víctimas”, expresa Paulus Widjaja.
“Según Levítico, la tierra es de Dios: las personas somos arrendatarios y extranjeros en la tierra”, señala Alain Epp Weaver. Esto se aplica tanto si se trata de Israel, América del Norte o cualquier otro lugar.
“Recordemos que, como menonitas, hemos rechazado históricamente la idea del Estado nación y la soberanía de los reyes”, asevera Jonathan Brenneman.
“Si leemos la Biblia con atención, vemos que Abraham fue elegido no para sí mismo, sino para bendecir a los demás”, dice Paulus Widjaja.
“Y, en el Nuevo Testamento vemos que estas ideas se toman y amplían para incluir a quienes integran el pueblo de Dios y son seguidores de Jesús (1 Corintios 6:19, 1 Pedro 2:9)”, agrega Dorothy Jean Weaver.
“La puesta a prueba de que seamos administradores fieles de la tierra que habitamos es si allí estamos haciendo justicia. Es necesaria una teología humana para Israel y Palestina, una teología que reconozca la imagen de Dios y de cada persona: israelí, palestina, musulmana, cristiana o judía. Dios llama al ser humano a hacer justicia y a oponerse a la violencia del Estado nación que daña esa imagen de Dios”, declara Alain Epp Weaver.
“Como anabautista, procuro profundamente un sistema que trascienda lo nacional, que sea de base comunitaria y no estatal. No está relacionado con la etnicidad. No hay justificación para la violencia en la vida de ningún cristiano porque seguimos a alguien que –incluso tras ser capturado por el Ejército imperial (la policía)– dijo ‘no será por violencia’ y curó la oreja de Malco (Juan 18:10)”, comenta Sarah Nahar.
“Al leer la Biblia hasta el libro de Apocalipsis, encontramos nuestro llamado a ser grupos de personas igualitarias y transgresoras que vivan con integridad y profundo respeto por la tierra y por los demás”, asevera.
“Es un llamado a la complejidad, no a la simplicidad. Procuramos ser personas que vivan sin necesidad de controlar a los demás”, plantea Sarah Nahar.
“Las iglesias blancas de ascendencia europea, han recibido como legado las teologías antijudías que dicen que Dios ha repudiado al pueblo judío. Es necesario que examinemos y rechacemos las teologías antijudías que han alimentado el antisemitismo”, afirma Alain Epp Weaver.
“Históricamente, el antisemitismo ha sido parte integral del colonialismo y del racismo europeos. Como anabautistas, debemos oponernos firmemente al antisemitismo como una forma de racismo”, afirma Alain Epp Weaver.
Los lectores de las Escrituras en todas partes tenemos el mismo llamado: amar la misericordia, procurar justicia, liberar a los oprimidos, liberar a los cautivos, declarar el Jubileo (Miqueas 6:8)”, dice Jonathan Brenneman.
La respuesta a “quiénes son elegidos” está en las Bienaventuranzas: bienaventurados los pacificadores; bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia; bienaventurados los pobres (Mateo 5:3-10).
“Fundamentalmente, bienaventurados los que sufren opresión”, expresa Jonathan Brenneman.
Algunos comentaristas, y también las organizaciones de derechos humanos, se han referido al Medio Oriente actual como una realidad del apartheid. Los menonitas, ¿de qué manera podemos apoyar un lugar donde todas las personas, palestinas e israelíes, vivan sin temor bajo la vid y la higuera (Miqueas 4:4)?
«Es muy difícil ver qué hoja de ruta podría trazar un camino desde la realidad actual de violencia y discriminación estructural hacia una realidad futura en una tierra en la que tanto el pueblo palestino como el israelí puedan vivir libremente, con seguridad y en paz», opina Alain Epp Weaver.
“Oramos, y apoyamos a los palestinos e israelíes que se esfuerzan por derribar los muros divisorios que impiden que nos veamos unos a otros como hijos de Dios y que dichos muros divisorios se vean. Necesitamos oponernos a los muros divisorios en nuestros corazones –y a los muros físicos construidos por el Estado de Israel– que dañan, degradan y matan a las personas”, afirma.
“Vivimos en un mundo que ha sido dividido, donde hay terrenos en que algún grupo asevera: ‘¡esto es nuestro!’ Pero nuestro llamado a ser fieles desde cualquier lugar de la sociedad en el que estemos es impulsar la justicia de Dios en la tierra, en la medida en que tengamos la energía para avanzar hacia esa meta al ser empoderados por Dios: ‘¡Venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra!’ (Mateo 6:12)”, manifiesta Dorothy Jean Weaver.
“¿Quién es responsable de que se haga la voluntad de Dios en la tierra?”, pregunta Dorothy. “La respuesta definitiva es que Dios tiene poder sobre todas las cosas. Pero Dios también nos llama a actuar para hacer realidad la voluntad de Dios en la tierra. Es necesario que oremos el padrenuestro con audacia y valentía.”
Para quienes estén en Canadá y Estados Unidos, la Coalición Menonita para Desmantelar la Doctrina del Descubrimiento está ayudando a la gente en la ardua labor de reconocer que el pecado es estructural.
“Las tareas posibles para mí tienen que ver con comprender cómo las dinámicas de poder se manifiestan en todas partes; reconocer los sistemas de desplazamiento y despojo; indagar a qué costo y a costa de quién obtengo privilegios en la sociedad”, explica Sarah Nahar.
“El evangelio brinda una nueva manera de pensar acerca de nuestras vidas y nos anima a superar las barreras sin importar dónde estemos o quiénes seamos”, continúa.
“En cuestiones de ética, si quisiéramos que nuestra acción tenga sentido, dicha acción debería basarse en un relato porque, de lo contrario, la acción no tendrá ningún sentido”, comenta Paulus Widjaja.
Existe la oportunidad para aquellos que procuran relatos significativos de fundamentar la acción y el entendimiento respecto a la Tierra Santa. La Escuela Bíblica de Belén (Bethlehem Bible College), una escuela evangélica en el corazón de Cisjordania, organiza su séptimo congreso, Cristo en el puesto de control, del 21 al 26 de mayo de 2024. “Hacer justicia, amar la misericordia: testimonio cristiano en contextos de opresión”, una invitación a “¡vengan y vean!”, en persona o por transmisión en vivo. (Haga clic aquí para más información.)
Los menonitas, ¿cómo podemos ser pacíficos pero no pasivos? Cuando parece haber dos bandos, ¿es posible ser neutral sin ponerse implícitamente del lado del opresor?
“La neutralidad es una palabra muy peligrosa para nosotros porque nos permite imaginar que las cosas son equitativas y muy a menudo no son equitativas”, dice Dorothy Jean Weaver.
En gran parte del mundo, especialmente en Estados Unidos, se supone que los cristianos están del lado de los militares que están cometiendo el genocidio. Como cristianos, si no alzamos nuestras voces, se supone que estamos del lado del militarismo, de la violencia y del genocidio”, señala Jonathan Brenneman.
“Si consideramos esta cuestión desde una perspectiva teológica, entonces sí, tomamos partido, pero no con respecto al pueblo, y ciertamente no con respecto al Estado, sino que tomamos partido con respecto a los valores: la justicia, la paz, la reconciliación”, afirma Paulus Widjaja.
Los israelitas en la Biblia partían del supuesto de que Dios siempre estaba de su lado, pero en algunas ocasiones Dios dijo: “Estoy de tu lado cuando estás oprimido, pero también estoy con otros cuando ellos están oprimidos”.
Basta con considerar a los profetas bíblicos. Nunca se les podría acusar de ser neutrales frente a las situaciones que vivieron”, añade Dorothy Jean Weaver.
“Por eso me pongo del lado de los principios cristianos de la justicia, el amor y la reconciliación. Quienes estén siendo oprimidos, entonces estaré con ellos independientemente de su nacionalidad”, afirma Paulus Widjaja.
“Ha sido realmente muy valioso hacer teología en las calles, trabajando juntos con judíos, musulmanes, cristianos, bahá’ís y humanistas por un cese al fuego”, expresa Sarah Nahar, quien ve mucho más que dos bandos.
“Tuve la posibilidad de hacer teología junto a judíos antisionistas, que se afligen mucho al ver que, por un lado, su fe hermosa, multifacética y profunda está siendo destrozada por el nacionalismo y, por el otro, está siendo coartada por el militarismo”, comenta.
Los cristianos todavía se están recuperando del año 313 E.C. o d.C (Era Común o después de Cristo), cuando el Imperio se apoderó del cristianismo, por lo que podemos entender a las personas que dicen que no desean que se las asocie con una fuerza estatal.
“La violencia estatal no me protege: las relaciones me protegen. Podemos tener seguridad y espacio en un mundo compartido”, afirma.
“En un sentido escatológico”, dice Alain Epp Weaver, “hay un solo lado, el lado de la humanidad, la humanidad que Dios está reconciliando consigo a través de la obra del Espíritu, el Espíritu que derriba los muros de división y odio”.
“Para la iglesia, dar testimonio en este mundo quebrantado significa oponerse a todas las formas de injusticia, incluidas las estructuras de ocupación militar que levantan muros y profundizan las divisiones. Cuando alzamos nuestras voces a favor de la justicia, a veces la gente nos acusa de crear división. Pero, lo hacemos animados por esta visión de una humanidad reconciliada que Dios reconcilia consigo, llamándonos a volver a nuestra naturaleza creada”, afirma Alain Epp Weaver.
Los cristianos palestinos hicieron un llamado que se publicó a fines de octubre: “Responsabilizamos a los líderes y teólogos de las iglesias occidentales que apoyan las guerras de Israel por su complicidad teológica y política con los crímenes israelíes contra los palestinos”, escribieron. (Haga clic aquí para leer el documento completo).
“Vi y afirmo ese llamado”, manifiesta Alain Epp Weaver. “La Iglesia occidental ha sido cómplice del despojo de los palestinos. Y hace mucho que se debía haber alzado la voz y emprendido acciones.”
“La amplia coalición cristiana palestina que elaboró dicha carta están trabajando en armonía y denunciando el engaño de la Iglesia occidental. Ruego que la Iglesia occidental tenga oídos y corazón para escuchar”, asevera Dorothy Jean Weaver.
“Estoy agradecida por la tradición de pacifismo, que nos permite no solo tomar posturas valiente y humildemente, sino también actuar y orar con el compromiso de no eliminar a los demás”, dice Sarah Nahar.
“Si nos equivocamos, podremos esforzarnos, reparar y aprender. Transmitiré algunas de estas cuestiones en nuestro quincentenario, que algunos creen que debería ser una celebración porque hemos sido fieles, mientras que otros piensan que debería ser un momento para lamentar que nuestro cuerpo cristiano ha sido desgarrado, lo cual es también una cuestión compleja”, agrega.
“Sigamos todos trabajando y orando por la integridad en esa parte quebrantada del mundo y en nuestras propias vidas quebrantadas”, expresa J. Nelson Kraybill.
Autores
Dorothy Jean Weaver, profesora jubilada de Nuevo Testamento del Seminario Menonita del Este en Harrisonburg, Virginia, EE. UU. Además, tiene una larga trayectoria de viajes dentro y fuera de Israel-Palestina, tanto para períodos sabáticos académicos como liderando viajes de estudio y grupos de trabajo.
J. Nelson Kraybill, académico jubilado y expresidente del CMM (2015-2022). También ha tenido una participación de muchos años en Israel-Palestina como académico y líder de visitas guiadas. Recientemente se desempeñó como académico residente de la Escuela Bíblica de Belén (Bethlehem Bible College) en Cisjordania durante ocho meses.
Paulus Widjaja, pastor ordenado de GKMI. Es profesor de la Facultad de Teología de la Universidad Cristiana Duta Wacana en Yogyakarta, Indonesia.
Alain Epp-Weaver dirige la planificación estratégica del Comité Central Menonita. Vive en Lancaster, Pensilvania, EE.UU. Trabajó en la Palestina ocupada durante once años, incluidos dos años en Gaza como coordinador programático, y ha escrito y editado libros relacionados con Palestina.
Jonathan Brenneman, menonita palestino-estadounidense. Ha trabajado con Equipos Comunitarios de Acción por la Paz en Palestina y colaboró con la resolución, “Paz en Israel y Palestina” de la Iglesia Menonita USA, aprobada en 2017.
Sarah Nahar actualmente vive en Syracuse, Nueva York, EE.UU. (tierras no cedidas de la nación Onondaga). Fue la representante de América del Norte en AMIGOS, precursor del Comité YABs del CMM. Antigua directora ejecutiva de Equipos Comunitarios de Acción por la Paz, colaboró con el Comité Central Menonita en Jerusalén en el Centro Sabeel de Teología de la Liberación.
Updated 16 April 2024: date of Christ At The Checkpoint conference corrected
Paraguay
Me llamo Monika. Soy de Paraguay y fui voluntaria en Nazareth Village (Aldea de Nazaret), un museo al aire libre en Nazaret, Israel. Dicho museo recrea la vida del siglo I y su propósito es mostrar a los turistas a Nazaret en la época de Jesús.
Participé en el programa ¡YAMEN!* durante once meses, de 2022 a 2023.
Al recordar y reflexionar sobre dichas experiencias, me doy cuenta de que hubo muchas cosas que me formaron.
La Biblia, y por tanto también nuestra fe, está probada históricamente. Este hecho me quedó claro por primera vez en Israel/Palestina. Y me ayudó a valorar nuevamente mi fe. Para mí, la fe –y especialmente la persona de Jesús– era muy abstracta. Me resultaba difícil entender que Jesús se hiciera humano y viviera aquí en la Tierra.
Durante mi estadía en Nazaret, pasé mucho tiempo explicando la vida del siglo I a turistas. Transmitía la misma información una y otra vez, y de repente dejaba de ser un pensamiento abstracto. Cada vez era más fácil imaginar a Jesús enseñando en la sinagoga de Nazaret o paseando por el mar de Galilea. Me sentía partícipe de los acontecimientos de los Evangelios.
Hasta ese momento tampoco entendía que las escrituras del Antiguo Testamento se referían repetidamente a Jesús. Yo era consciente de que había versículos como el de Isaías 9 que se refieren a Jesús. Pero el hecho de que hubiera tantas promesas que Jesús cumplió era nuevo para mí. Y me entusiasmó descubrir estas conexiones.
No fueron los lugares en sí –las excavaciones o los lugares donde Jesús les habló a sus discípulos– lo que fortaleció mi fe. Fue el hecho de que lo que leo en la Biblia en muchos casos se ve confirmado por la historia. Me impresionó cómo Dios revela su existencia a través de las personas y de la naturaleza.
El museo es una réplica de un pueblo judío del siglo I, y Nazaret es ahora una ciudad árabe. La mayoría del personal son árabes cristianos, quienes representan a la Aldea.
Aunque no sabía nada de la cultura árabe y no hablaba ni una palabra de árabe, el equipo de la Aldea de Nazaret me acogió como parte del grupo desde el primer día. Siempre he admirado al personal por el tiempo y por la energía que le dedican a entablar un vínculo con los voluntarios, a pesar de que la mayoría solo se quedan unos meses.
La gente de la Aldea me enseñó a cultivar los vínculos y a no juzgar a las personas por su desempeño.
Algo muy típico de las personas árabes es preguntar por la familia. Todos los lunes me preguntaban si había hablado con mi madre por teléfono y cómo estaba ella. Llegó un momento en que procuraba llamar a mi madre el fin de semana para no tener que volver a decir que no había hablado con ella.
Aprendí que no siempre tienen que ser las palabras las que transmitan el amor de Jesús. A veces las acciones hablan más fuerte que las palabras. He llegado a querer y a apreciar al personal de la Aldea de Nazaret, y estoy agradecida por el testimonio que han dejado.
—Monika Warkentin es miembro de la iglesia Hermanos Menonitas Concordia, Asunción, Paraguay, integrante de la Convención de los Hermanos Menonitas de Paraguay. Su novio de Paraguay, la fue a visitar en su año de servicio y le propuso matrimonio en el Mar Muerto, y ahora está felizmente casada.
*La Red de Intercambio de Jóvenes Anabautistas Menonitas (¡YAMEN!) es un programa conjunto del Congreso Mundial Menonita y el Comité Central Menonita. Promueve la fraternidad entre las iglesias de tradición anabautista y el desarrollo de líderes jóvenes de todo el mundo. Participan de experiencias interculturales durante un año, desde agosto hasta el mes de julio siguiente.
“Dios está bajo los escombros en Gaza… nos acompaña en el valle de la sombra de muerte. Si deseamos orar, mi ruego es que quienes sufren, sientan esta presencia sanadora y reconfortante.”
El pastor, profesor y escritor Munther Isaac predicó estas palabras de lamento a su congregación en Cisjordania, en octubre. Compartidas en vídeo e impresas, resonaron de manera desafiante en todo el mundo en los meses posteriores, a medida que crecían los montones de escombros.
Este número de Correo aborda un tema controvertido en cualquier época. Al cierre de esta edición, la muerte ha caído sobre dos pueblos en tierras llamadas Israel, Palestina, Tierra Santa, Medio Oriente, Levante mediterráneo.
Según J. Daryl Byler, el tema “exige confesión y mucha humildad”. Daryl sirvió en el Comité Central Menonita (MCC, por sus siglas en inglés), brindando asistencia social en Palestina y Jordania por mucho tiempo.
A través del MCC, los menonitas han contribuido a la educación del pueblo palestino desde la década de 1940. En una tierra repleta de iglesias, los menonitas optaron por dejar su impronta a través del servicio en lugar de la fundación de iglesias.
Los menonitas también comparten una historia con los pueblos judíos. Los primeros anabautistas reconocieron los aportes que el judaísmo ofrece para nuestra comprensión de Jesús como hombre judío y para resistir al imperio en pos del Reino de Dios. Sin embargo, la coexistencia de menonitas y judíos, durante los siglos XIX y XX en Europa, muchas veces no fue armoniosa. En la Alemania nazi, era tan probable que los menonitas apoyaran al Estado como que se resistieran.
“Los cristianos han usado la Biblia para apoyar tanto posiciones antijudías como sionistas cristianas. Una posición sugiere que el pueblo judío es menos que humano y la otra sugiere que son elegidos y favorecidos especiales”, señala J. Daryl Byler. “Ninguna de estas posturas es coherente con los temas bíblicos fundamentales:
Dios ama al mundo
Todas las personas han sido creadas a imagen de Dios
Dios nos llama a actuar con justicia, amar la bondad y andar con humildad
Jesús nos llama a amar al prójimo como a nosotros mismos
“Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús.” (Gálatas 3:28).
Este número de Correo se aleja un poco del horror que se despliega cada día en nuestras pantallas, a fin de considerar esos temas bíblicos y compartir historias.
En nuestro artículo de fondo, académicos y profesionales comparten sus lecturas de la Biblia en relación con la tierra y los pueblos que la habitan.
Los autores de la sección de Perspectivas comparten cómo su estadía en esta tierra ha forjado su fe.
“Tenemos que desaprender los mitos”, dice Jonathan Kuttab, cristiano palestino con muchos puntos de intersección con los menonitas.
Hay mitos sobre el pueblo palestino que hay que desaprender y hay mitos sobre la inocencia menonita respecto al pueblo judío que requieren humildad y confesión.
Ejercer el poder sobre otras personas, deshumanizarlas, no construye un mundo en el que todas las personas puedan prosperar. Desde luego, no es la manera de Jesús. Ya sea que atravesemos opresión o riqueza, todos nos enfrentamos a la tentación de culpar a los demás y de destruirlos para nuestro propio beneficio: israelíes, palestinos, judíos, menonitas o cualquier otra identidad.
Pero como seguidores de Jesús, al leer nuestra Biblia, ojalá sintamos el llamado a ser la voz de quienes sufren, sin importar con qué “bando” se identifiquen. Acompañemos a quienes estén en el valle de la sombra de muerte. Opongámonos a la injusticia, sin importar quién la perpetúe. Y arrepintámonos de las tantas veces que no discernimos la injusticia, que no nos expresamos con valentía y que no actuamos con amor.
—Karla Braun es editora, escritora y coordinadora del sitio web del CMM. Vive en Winnipeg, Manitoba, Canadá.
¡Estás invitado! Únete a nosotros en Polinizadores Climáticos, una serie de seminarios web sobre el cuidado de la creación. Ver más abajo.
Andre Wiederkehr, de Ontario, Canadá, no tiene licencia de conducir. Esto se debe a que ha decidido no utilizar combustibles fósiles para movilizarse.
Sin utilizar un coche, asistir a la Iglesia Menonita de Hannover los domingos significa recorrer 21 kilómetros en bicicleta. André Wiederkehr, que vive en una granja con su hermano y sus padres, afirma que “ninguno de nosotros es realmente un entusiasta del ciclismo”.
La pregunta es: “¿Impulsamos y continuamos con el sistema que no puede continuar para siempre, por lo que eventualmente tendrá que haber una ruptura, o hacemos la ruptura ahora?”
Andre, su hermano Theo y sus padres han decidido romper con esto de muchas maneras.
En su granja de 100 hectáreas, están trabajando para cambiar tractores y herramientas eléctricas por métodos agrícolas impulsados por humanos.
Queman leña en lugar de usar una estufa de gas o eléctrica, y dejan que su estufa de leña sirva como calentador para su casa.
La familia cultiva la mayor parte de sus propios alimentos, eliminando la necesidad de transporte.
Utilizan, en la medida de lo posible, materiales de construcción locales, como madera, en lugar de metal o cemento.
El estilo de vida que han elegido no es fácil. Los hermanos trabajan duro y a veces se sienten aislados de amigos y familiares. Entonces, ¿cómo se mantienen motivados y qué los hace responsables?
Andre Wiederkehr, expresa “para mí, quiero ser una persona íntegra, quiero poder pensar bien de mí mismo”, ya que “la mayoría de la gente se apega a algún tipo de norma moral”.
A Andre Wiederkehr le gusta fabricar herramientas para usar en la granja y menciona que encuentra satisfacción en el trabajo bien hecho. También dijo que hay algo gratificante en “sentir que lo que hiciste, lo hiciste en la dirección correcta, de la manera correcta”.
Por otro lado, para Theo Wiederkehr, “Lo satisfactorio es… cuando trabajo bien con otra especie, eso me pasa sobre todo con nuestras plantas domesticadas”.
Theo Wiederkehr es propietario de una empresa de semillas y cultiva una amplia variedad de cereales, incluido el trigo. Theo expresa que, “hemos tenido esta relación con esta planta durante 10.000 años de historia humana, y ha dado forma a cómo se ha desarrollado nuestra especie y nosotros hemos dado forma a cómo se ha desarrollado su especie”.
Además Theo Wiederkehr menciona que, “sientes una enorme y extraña satisfacción cuando tienes en la mano un haz de grano que has cultivado y cosechado, lo sentí la primera vez que coseché”.
La sociedad moderna está estructurada en torno a muchos sistemas que son perjudiciales para la tierra y las personas. Theo dijo que, “debido a cómo se ha desarrollado nuestra sociedad, terminamos en situaciones en las que parece que no hay una buena opción”.
Por ejemplo, “¿Tomamos una mala decisión al viajar a la iglesia de manera perjudicial, o tomamos una mala decisión al no ser parte de esa iglesia? Ninguna de las dos parece una buena opción”.
En busca de inspiración, los hermanos recurren a su herencia menonita. Theo Wiederkehr, manifiesta, “¡el deseo de integridad es algo que está profundamente arraigado en nuestra fe!”.
Andre dio un ejemplo: “Me gustaba mucho la robótica, y disfruto mucho más de eso que de la jardinería a un nivel que me hace cosquillas en el cerebro, pero no creo que me sentiría bien con mi vida si eso fuera lo que estuviera haciendo ahora”.
Los miembros del Grupo de Trabajo sobre el Cuidado de la Creación del CMM de cada región organizarán una hora de narraciones, preguntas y respuestas. Los miembros de la iglesia de todo el mundo compartirán cómo les afecta el cambio climático y cómo responderán con acción resiliente y esperanza evangélica.
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La división y reunificación de la Iglesia Menonita de la Conferencia General de Bharatiya estuvieron marcadas por una serie de acontecimientos y desafíos. La división inicial fue causada por una disputa sobre los derechos del presidente y del secretario de la iglesia.
La división y reunificación de la Iglesia Menonita de la Conferencia General de Bharatiya estuvieron marcadas por una serie de acontecimientos y desafíos. La división inicial fue causada por una disputa sobre los derechos del presidente y del secretario de la iglesia.
En 1994, una cuestión aparentemente de poca importancia respecto a la elección de la fecha y el lugar del congreso anual, se convirtió en el catalizador para la división. Algunos miembros querían que el congreso se celebrara en Jagdishpur (en la zona norte de la iglesia) en vez de Janjgir (en la zona sur), lo que generó diferencias entre los miembros directivos.
Esto dio lugar a dos reuniones separadas, una en Janjgir y otra en Jagdishpur, lo que resultó en una iglesia dividida con dos presidentes.
Había una gran preocupación por las elecciones durante dicha época. Para resolver el asunto, se tomó la decisión de llevar a cabo las elecciones por separado en Janjgir y Jagdishpur, creando dos comités ejecutivos. Esta división se intensificó cuando el presidente intentó imponer restricciones a las operaciones bancarias, lo que dio lugar a disputas legales y a informes policiales.
Se realizaron esfuerzos por la reconciliación, incluidas intervenciones de pastores, el Comité Central Menonita (MCC) y la Fraternidad Evangélica de la India (EFI, por sus siglas en inglés). Sin embargo, estos intentos no dieron resultados positivos y la animosidad entre las dos facciones siguió aumentando.
La situación tomó un giro jurídico con audiencias en la Corte Suprema con ambas partes, y las firmas registradoras e instituciones involucradas. La Corte Suprema emitió un fallo, pero la disputa continuó.
En 1997 y 1998 se celebraron nuevamente las elecciones, lo que consolidó aún más la división. Parecía que la reconciliación se tornaba cada vez más improbable. Ninguna de las partes estaba dispuesta a cooperar.
Sin embargo, se dio un punto de inflexión cuando se produjo un encuentro casual entre el difunto N.S. Badhai y yo en 1999, en Gass Memorial, Raipur. Este encuentro inesperado dio lugar a una conversación sobre la reconciliación.
Ambos reconocíamos nuestro papel en el liderazgo y la responsabilidad de lograr la unidad en la iglesia. Decidimos buscar la mediación del Rev. C.S.R. Geer (ex menonita de Jaghdishpur), a fin de convocar un congreso conjunto (AGM).
Con el apoyo de un líder de la Fraternidad Evangélica de la India, se organizó un congreso conjunto en noviembre de 2002, en Jagdishpur. Pese a la competencia inicial, yo retiré mi candidatura para el cargo y N. S. Badhai fue elegido presidente. Un poderoso mensaje del líder de EFI sobre la historia del hijo pródigo (Lucas 15:11-32), conmovió los corazones.
Los miembros de ambas facciones se perdonaron mutuamente y decidieron unirse de nuevo y vivir juntos de cara al futuro.
Desde entonces, la Iglesia Menonita de la Conferencia General de Bharatiya ha mantenido la unidad, bajo el liderazgo del presidente de la conferencia. La gracia de Dios ha seguido guiando a la iglesia hacia un camino armonioso a pesar de muchos desafíos.
—Prem Kishor Bagh, secretario de la iglesia, en la oficina central de la Iglesia Menonita de la Conferencia General de Bhartiya, en Jagdishpur, India.