Correo 2024 / 1 Febrero

Inspiración y reflexión

Perspectivas

Recursos

Secretario General


De la Redacción 

Confesión y mucha humildad

“Dios está bajo los escombros en Gaza… nos acompaña en el valle de la sombra de muerte. Si deseamos orar, mi ruego es que quienes sufren, sientan esta presencia sanadora y reconfortante.” 

El pastor, profesor y escritor Munther Isaac predicó estas palabras de lamento a su congregación en Cisjordania, en octubre. Compartidas en vídeo e impresas, resonaron de manera desafiante en todo el mundo en los meses posteriores, a medida que crecían los montones de escombros. 

Este número de Correo aborda un tema controvertido en cualquier época. Al cierre de esta edición, la muerte ha caído sobre dos pueblos en tierras llamadas Israel, Palestina, Tierra Santa, Medio Oriente, Levante mediterráneo. 

Según J. Daryl Byler, el tema “exige confesión y mucha humildad”. Daryl sirvió en el Comité Central Menonita (MCC, por sus siglas en inglés), brindando asistencia social en Palestina y Jordania por mucho tiempo.

A través del MCC, los menonitas han contribuido a la educación del pueblo palestino desde la década de 1940. En una tierra repleta de iglesias, los menonitas optaron por dejar su impronta a través del servicio en lugar de la fundación de iglesias. 

Los menonitas también comparten una historia con los pueblos judíos. Los primeros anabautistas reconocieron los aportes que el judaísmo ofrece para nuestra comprensión de Jesús como hombre judío y para resistir al imperio en pos del Reino de Dios. Sin embargo, la coexistencia de menonitas y judíos, durante los siglos XIX y XX en Europa, muchas veces no fue armoniosa. En la Alemania nazi, era tan probable que los menonitas apoyaran al Estado como que se resistieran. 

“Los cristianos han usado la Biblia para apoyar tanto posiciones antijudías como sionistas cristianas. Una posición sugiere que el pueblo judío es menos que humano y la otra sugiere que son elegidos y favorecidos especiales”, señala J. Daryl Byler. “Ninguna de estas posturas es coherente con los temas bíblicos fundamentales: 

  • Dios ama al mundo 
  • Todas las personas han sido creadas a imagen de Dios 
  • Dios nos llama a actuar con justicia, amar la bondad y andar con humildad  
  • Jesús nos llama a amar al prójimo como a nosotros mismos 
  • “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús.” (Gálatas 3:28). 

Este número de Correo se aleja un poco del horror que se despliega cada día en nuestras pantallas, a fin de considerar esos temas bíblicos y compartir historias. 

En nuestro artículo de fondo, académicos y profesionales comparten sus lecturas de la Biblia en relación con la tierra y los pueblos que la habitan. 

Los autores de la sección de Perspectivas comparten cómo su estadía en esta tierra ha forjado su fe. 

“Tenemos que desaprender los mitos”, dice Jonathan Kuttab, cristiano palestino con muchos puntos de intersección con los menonitas. 

Hay mitos sobre el pueblo palestino que hay que desaprender y hay mitos sobre la inocencia menonita respecto al pueblo judío que requieren humildad y confesión. 

Ejercer el poder sobre otras personas, deshumanizarlas, no construye un mundo en el que todas las personas puedan prosperar. Desde luego, no es la manera de Jesús. Ya sea que atravesemos opresión o riqueza, todos nos enfrentamos a la tentación de culpar a los demás y de destruirlos para nuestro propio beneficio: israelíes, palestinos, judíos, menonitas o cualquier otra identidad. 

Pero como seguidores de Jesús, al leer nuestra Biblia, ojalá sintamos el llamado a ser la voz de quienes sufren, sin importar con qué “bando” se identifiquen. Acompañemos a quienes estén en el valle de la sombra de muerte. Opongámonos a la injusticia, sin importar quién la perpetúe. Y arrepintámonos de las tantas veces que no discernimos la injusticia, que no nos expresamos con valentía y que no actuamos con amor. 

—Karla Braun es editora, escritora y coordinadora del sitio web del CMM. Vive en Winnipeg, Manitoba, Canadá.