• Tres razones por las cuales el Espíritu Santo es pertinente para la iglesia actual

    Cincuenta días después de la Pascua Judía, la comunidad judía se reunió en Jerusalén para la Fiesta de las Semanas. Al mismo tiempo, los seguidores de Jesús se reunieron en un cuarto aguardando la promesa del Espíritu Santo.

    Mientras esperaban, “De repente, un gran ruido que venía del cielo, como de un viento fuerte, resonó en toda la casa donde ellos estaban…. Y todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu hacía que hablaran” (Hechos 2,2-4). De forma milagrosa los seguidores de Jesús comenzaron a hablar en idiomas, para ellos, desconocidos.

    Las noticias de los seguidores hablando en idiomas diferentes pronto se extendió por toda Jerusalén. La gente estaba desconcertada, asombrada o escéptica.

     Len Rempel

    Luego Pedro – el mismo Pedro que 50 días antes había negado cualquier asociación con Jesús – se puso de pie y predicó su primer sermón. Ahora, con el poder del Espíritu Santo, Pedro se paró delante de miles de personas que habían crucificado a Jesús. La multitud que hace 50 días no podía soportar a Jesús ahora escuchó atentamente un sermón en defensa de Jesús. 

    Según se informa, 3.000 personas creyeron en Jesús y ese día fueron añadidas a la iglesia.

    Pedro interpretó los eventos de esa mañana a la luz de una profecía del profeta Joel. 

    En Joel 2,28–29, Dios prometió derramar su Espíritu sobre toda carne. Dios prometió empoderar a todas las personas para ejercitar el poder divino. Y esta profecía se cumplió este día. Así fue como el día de Pentecostés pasó a ser el día del nacimiento de la iglesia.  

    Dos mil años más tarde, ¿por qué nos importa que los primeros cristianos estuviesen llenos del Espíritu Santo? ¿Qué es lo que la iglesia podría aprender de los eventos de Pentecostés?

    1. El Espíritu Santo sigue empoderando a la iglesia 

    En Hechos 1,8, Jesús prometió a sus discípulos que recibirían el poder del Espíritu Santo para testificar. Antes de Pentecostés, los discípulos tienen miedo y se encuentran sin dirección. Después, de forma audaz, se presentan como seguidores de Jesús.

    El empoderamiento que recibieron no llegó a su fin ese día. Llevan a cabo actos poderosos de sanidad, levantando a los muertos, y testificando en el Sanedrín. Viven con valentía, la mayoría hasta el punto de la crucifixión.

    El Espíritu Santo continúa empoderando a la iglesia hoy. Las instituciones cristianas trabajan para abordar temas importantes tales como el tráfico humano, el desplazamiento, la pobreza y el hambre, la violencia y la guerra.

    Miembros de la iglesia arriesgan sus vidas para para vivir su fe. 

    Greta Lindecrantz de Colorado, EE.UU., eligió la cárcel en lugar de apoyar la pena de muerte.

    Sang-Min Lee de Corea del Sur rehusó completar el servicio militar obligatorio del gobierno y pasó 15 meses en prisión como objetor de conciencia.

    Los jóvenes menonitas de Colombia se han negado a unirse a los grupos armados porque creen que “no es compatible con las enseñanzas y los ejemplos de Cristo Jesús”.

    En India, los creyentes siguen a Cristo en medio de la creciente intolerancia y persecución religiosa.

    Esto es posible solo debido al poder del Espíritu Santo

    2. La iglesia por naturaleza es diversa e inclusiva

    El día de Pentecostés, el Espíritu Santo permitió a los creyentes reunidos “declarar las maravillas de Dios” en idiomas que nunca antes habían hablado. Este milagro reafirma la naturaleza diversa de la iglesia: multilingüe, multiracial y multicultural.

    De ahí en más, en lugar de ser un grupo homogéneo de galileos, la iglesia pasó a ser una comunidad de personas de todas las naciones, atraídas unas a otras por el amor de Cristo.

    En su sermón, Pedro cita al profeta Joel para interpretar los eventos de esa mañana:

    “Sucederá que en los últimos días, dice Dios,
    derramaré mi Espíritu sobre toda la humanidad;
    los hijos e hijas de ustedes
    comunicarán mensajes proféticos,
    los jóvenes tendrán visiones,
    y los viejos tendrán sueños.
    También sobre mis siervos y siervas
    derramaré mi Espíritu en aquellos días,
    y comunicarán mensajes proféticos” (Hechos 2,17–18).

    El día de Pentecostés fue un evento histórico, porque Dios cumplió la profecía que había sido dada cientos de años atrás.

    En los días del Antiguo Testamento, el Espíritu casi siempre era derramado solamente sobre los profetas, los sacerdotes y los reyes; en el día de Pentecostés esto cambió. Todos los creyentes sin importar la edad, el género y el nivel económico recibieron el poder del Espíritu Santo

    La iglesia pasó a ser un lugar donde todas las personas importaban, jóvenes y viejos, hombre y mujeres. Y todos recibieron el poder para contribuir a la vida y la misión de la iglesia.

    3. La iglesia despliega un anticipo del reino de Dios

    Hechos 2,42–47 muestra cómo es el aspecto del reino de Dios en la Tierra.

    La primera iglesia convivía en unanimidad. Fraternizaban entre sí; se consagraban a las enseñanzas de los apóstoles. Oraban y partían el pan juntos. Vendían sus propiedades y posesiones para dar a cualquiera en necesidad. El Señor los bendecía “añadiendo cada día los que habían de ser salvos” (Hechos 2,47).

    Las características del reino estaban presentes en la primera iglesia. Había unidad en medio de la diversidad; había satisfacción – un deseo de fraternizar y de aprender en lugar de dividir o dominar. Había un compartir y un cuidado mutuo con corazones alegres y sinceros, sin lugar para la avaricia; y un deseo de alabar a Dios.

     Len Rempel

    La primera iglesia es para nosotros un modelo a seguir.

    Es un modelo para examinar cómo las características del reino están presentes entre nosotros.

    La mesa delante de nosotros

    En su libro, Convivencia Radical, John Driver nos ofrece una bella imagen de una “mesa de comunión fraternal”.

    A través del CMM, se nos presenta una mesa de comunión fraterna. En esta mesa se encuentran personas de todo el mundo, compartiendo historias de la obra del Espíritu Santo – empoderando a la iglesia; declarando las maravillas de Dios; y uniéndonos e incluyéndonos en el cuerpo de Cristo.

    Que al participar de estas historias, seamos inspirados a tener fe en el empoderamiento del Espíritu Santo y nos sometamos a su obra del Espíritu Santo en y a través de nosotros.

    Los problemas que se ciernen sobre nuestra generación requieren una intervención activa de la iglesia. No es posible abordar estos problemas simplemente por meros esfuerzos humanos. El empoderamiento del Espíritu Santo y el espíritu de unidad dentro de la familia anabautista mundial son necesarios para que la iglesia levante un estándar que sea de testimonio al mundo; que lleve los valores del reino.

    Elisabeth Kunjam es miembro de la iglesia de los Hermanos Menonitas en la India. Sirvió en la Comisión de Diáconos (2015–2018).

    Ella fue uno de los oradores en Renovación 2027 – El Espíritu Santo nos transforma – en Kisumu, Kenia, el 21 de abril de 2018. El artículo de esta sección es una adaptación de su presentación. 

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2018.

  • Muchos testimonios escritos acerca del comienzo del movimiento anabautista apuntan hacia la obra del Espíritu Santo como la principal fuerza propulsora. El Espíritu Santo viene a aquellos que lo esperan. Ese fue el caso en Pentecostés (Hechos 2) mientras los discípulos estaban orando; fue también el caso del tiempo de la Reforma, y es el caso en el presente.

    El Espíritu Santo desde el tiempo de los apóstoles hasta Lutero

    En general, los anabautistas y los protestantes deben de tener cuidado al recordar que la iglesia cristiana no comenzó con ellos. Habían transcurrido ya 1500 años con muchas manifestaciones y frutos del Espíritu Santo. Recordemos a los primeros mártires cristianos, quienes por el poder del Espíritu estuvieron dispuestos a dar sus vidas y ser fieles durante la tortura hasta la muerte. Existen muchos místicos quienes en monasterios, desiertos, cuevas y a menudo en puestos importantes dentro del liderazgo de la iglesia, buscaron ser llenos del Espíritu Santo y actuaron por el poder y la sabiduría del Espíritu. Luego están los misioneros que llevaron el evangelio a Europa, Rusia, India y al norte de África; lo que demuestra que el espíritu de Dios es uno que envía y está deseoso de cruzar todas las barreras culturales.

    El Espíritu Santo en tiempos de la Reforma

    Lutero, Zwinglio y Calvino apuntaron hacia el Espíritu de Dios cuando redescubrieron y redefinieron el evangelio bíblico de la gracia. Con ello no solo vino una profunda experiencia de paz y confort espiritual, sino también un fuerte sentido de “libertad de la religión” y “libertad de la opresión social”. Thomas Müntzer, aunque trágicamente engañado al final, aplicó la obra del Espíritu Santo a las cuestiones de la justicia social y a los derechos de los pobres y los marginados. Melchior Hoffman lo relacionó con una sensibilidad espiritual muy especial, el derramamiento del Espíritu a la Nueva Jerusalén venidera.

     Roland zh Wikimedia CommonsEl Espíritu Santo y la disidencia anabautista en 1525 en Zúrich 

    El grupo de jóvenes intelectuales alrededor de Zwinglio, en una etapa muy temprana, relacionó la autoridad de las Escrituras con la práctica de la iglesia bajo la guía y el liderazgo del Espíritu. En los debates de octubre de 1523, ellos desafiaron a Zwinglio a subordinar la decisión del concejo municipal a la autoridad del Espíritu. Conrado Grebel lo expresó de esta manera: “El Espíritu de Dios ya ha tomado una decisión”.

    En la noche del 21 de enero de 1525, “15 hermanos estaban reunidos en oración en casa de Félix Manz, esto fue después que el mandato del concilio de Zúrich prohibió la futura propagación de su fe. Se nos dice que se levantaron de la oración y movidos por el Espíritu, George Blaurock pidió a Conrado Grebel que lo bautizara según la confesión de su fe…”

    Muy pronto los anabautistas nuevamente se vieron atrapados en un problema diferente: ¿está el nacionalismo suizo o la seguridad europea por encima del mandato de Dios en cuanto a la no violencia y el amor a los enemigos? Los creyentes anabautistas en Suiza exhortaron a Thomas Müntzer, y a los que se unían a la revuelta campesina, a no tomar la espada, sino a confiar en la intervención del Espíritu de Dios.

    Y cuando Michael Sattler escribió la Confesión de Schleitheim, la congregación dejó en claro que los cristianos renuncian a la espada física tomando la “espada del Espíritu”. En su juicio de muerte, Michael declaró que prefería que un musulmán lo matara en lugar de ser parte de un “ejército cristiano” que los mata a ellos.

    Entonces, el testimonio de paz y el poder del Espíritu están estrechamente vinculados en la tradición anabautista.

    El Espíritu Santo en nuestros días

    Cuando menonitas y pentecostales se reunieron en Pasadena 2006 para celebrar los 100 años del avivamiento de la calle Azusa, se dieron cuenta de que el movimiento de renovación y el anabautista tienen un número considerable de cosas en común, incluyendo las misiones, la no violencia, la doctrina del nuevo nacimiento espiritual y el bautismo en el Espíritu.

    Conclusión

    En mi opinión, el movimiento anabautista recuperó tres dimensiones cruciales de la teología y la práctica del Espíritu Santo:

    • El Espíritu guía a la verdad y a una nueva vida en Cristo.
    • El Espíritu da fortaleza en la debilidad y en la persecución.
    • El Espíritu derriba barreras (culturales, sociales, nacionales) y se mueve hacia la misión.

    Pablo resume esta experiencia en 2 Timoteo 1,7–8: “Porque Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino de poder, de amor y de disciplina. Por lo tanto, no se avergüencen, del testimonio de nuestro Señor”.

    —Alfred Neufeld fue presidente de la Comisión de Fe y Vida (2009–2018). Recientemente se desempeñó como rector de la Universidad Evangélica del Paraguay en Asunción, Paraguay. Es miembro de Vereinigung der Mennoniten Brüdergemeinden Paraguays (Hermanos Menonitas).

    Él fue una de las oradoras en Renovación 2027, El Espíritu Santo nos transforma, en Kisumu, Kenia, el 21 de abril de 2018. El artículo de esta sección se adaptó de acuerdo a su presentación. 

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2018.

  • ¿Hay alguna manera de ganarse la vida sin matar el medio ambiente?

    Este es un gran interrogante para un país que presencia miles de muertes cada año debido a los efectos agravados de los súper tifones. Ha costado vidas humanas y dañado miles de millones en infraestructura debido a las intensas inundaciones y deslizamientos de tierra provocados por la denudación de los bosques, la sedimentación de los ríos, la acumulación excesiva de basura, y la explotación indiscriminada de las industrias extractivas.

    En este momento, la cubierta forestal en las Filipinas pierde 262.500 hectáreas cada año. Las prácticas agrícolas en las Filipinas son en su mayoría monocultivos, cortando árboles a cambio de cultivos comerciales, que en gran medida dependen de fertilizantes inorgánicos y pesticidas. La gente sabe la destrucción que están causando al medio ambiente, pero “¿hay alguna alternativa?”

    Este es un problema que Peacebuilders Community Inc. (PBCI, por sus siglas en inglés) encuentra en la mayoría de las comunidades con las que trabaja. Como consecuencia de la labor de los obreros Dann y Joji Pantoja de Menonite Church Witness, PBCI se inició en 2006 en Mindanao, la parte sur de la Filipinas, que ha enfrentado décadas de conflicto armado. Los grupos armados no estatales son muy activos allí, alimentados por la corrupción, la distribución desigual de la riqueza, la discriminación y las injusticias históricas, que comenzaron con la conquista colonial y continúan hasta el presente.

    A medida que PBCI se relaciona con las comunidades allí, la gente pregunta, “¿cómo podemos hablar de paz cuando nuestros estómagos están vacíos?” Por lo tanto, existe la necesidad de buscar soluciones que encaren las necesidades económicas de la gente y, al mismo tiempo, cuiden el medio ambiente de acuerdo con la siguiente definición bíblica de paz:

    • Armonía con el Creador: transformación espiritual
    • Armonía con el ser: transformación psicosocial
    • Armonía con los demás: transformación sociopolítica
    • Armonía con la creación: transformación económica y ecológica

    Una de las soluciones que surgió fue la producción de café. PBCI observó que los cristianos, musulmanes y lumads (pueblo originario de Mindanao) ofrecían café a los visitantes. El café se convirtió en un ícono de la paz porque estos tres grupos, que suelen estar en desacuerdo, tenían esto en común. Por consiguiente, en 2008 se concibió Coffee for Peace Inc.

    Por otra parte, el café se desarrolla mejor en una ecología equilibrada ya que el café absorbe el sabor de su entorno. Entonces, el café fomenta la reforestación y las prácticas agrícolas que respetan el medio ambiente.

    Utilizando principios de comercio justo para crear una cadena de valor justo y sostenible, PBCI capacita a los agricultores en temas tales como paz y reconciliación, producción y procesamiento del café, comercio justo y emprendimientos sociales.

    En 2013, en la parte central de Filipinas, la comunidad de Immanuel Christian Assembly of God Church (ICACG, por sus siglas en inglés) de Pres. Roxas, Capiz, sufrió los efectos devastadores del tifón Haiyan. Como consecuencia, sus fuentes de ingresos y sus viviendas resultaron terriblemente dañados. Era necesario rehabilitar su economía y, a la vez, desarrollar sus propias capacidades para que pudieran ayudar de inmediato cuando ocurriera otro desastre. También era necesario abordar el tema de la denudación del bosque en las colinas, donde se cultiva principalmente maíz.

    En febrero de 2017, ICACG invitó a integrantes de PBCI para que se capacitaran. A partir de diciembre, han reforestado las colinas con 5.000 árboles de café, que se espera que den fruto en 2020. Para ayudar con sus necesidades diarias, en su finca de café intercalaron diversas hortalizas sin utilizar fertilizantes inorgánicos y pesticidas. En los próximos cinco años, ICACG va a reforestar 25 hectáreas más con 25.000 árboles de café. Cuatro barangayes (aldeas) cercanas que tienen los mismos problemas de pobreza y deforestación intensiva, le han pedido que les enseñen los principios de la agricultura orgánica, en el marco de la paz y la reconciliación.

    Estas comunidades son un vivo testimonio de que no hace falta matar nuestro medio ambiente para vivir. Podemos estar en armonía con la creación tal como el Creador nos ordenó que hiciéramos.

    —Twinkle A. Bautista, misionera por la paz y la reconciliación de Kalinga, Filipinas, donde trabaja con Peacebuilders Community Inc., de raíces anabautistas

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en abril de 2018.

  • “¡El avión! ¡El avión!” Así empezaba un programa de televisión que veía en Bogotá cuando era niño. Se trataba de una isla donde todo aquel que llegaba podía cumplir los deseos que quisiera. “La Isla de la Fantasía” era su título en español.

    Es posible vivir en la isla de la fantasía hoy por hoy, anhelando que todos nuestros deseos materiales se cumplan. Muchos comerciales de televisión dicen: “¿Te gustaría tener esto o aquello? Entonces lo único que tienes que hacer es…” Estrategias de marketing, redes sociales, medios de comunicación y hasta iglesias plantan en nosotros deseos disfrazados de necesidades que antes no existían.

    La vida de consumo es importante para Dios. Nuestro estilo de vida –y lo que consumimos–siempre predica un mensaje. Jesús mismo nos advierte sobre los riesgos que corremos con las cosas materiales. Poseerlas –o no poseerlas– puede producir afán y ansiedad, e incluso puede llegar a desplazar a Dios. ¡Cuán difícil es distinguir entre verdaderas necesidades, deseos y lujos!

    En nuestra tradición anabautista creemos que la forma de administrar el dinero y lo que consumimos es profundamente espiritual. Es por eso que el concepto de “simplicidad” se desarrolló muy tempranamente en nuestras comunidades. “Vivir en simplicidad” requiere de un estilo de vida opuesto a mucho de lo que nuestras sociedades enseñan.

    Una de las personas que me impactó profundamente al respecto era miembro de nuestras iglesias en Canadá. Siendo dueño de una poderosa empresa, había decidido limitar su salario como gerente y donar todas las ganancias adicionales de su empresa a proyectos de carácter eclesial. ¡Su vida era un ejemplo concreto de rechazo a la acumulación material y opción voluntaria por una vida simple!

    Sin embargo, también he encontrado en nuestras iglesias y entidades personas que malentienden lo que es “simplicidad”. Vivir simplemente a veces se confunde con pobreza. Pero no todo aquel que es pobre tiene una vida simple, por cuanto los pobres también necesitan optar por este estilo de vida. Es diferente vivir en simplicidad porque se ha decidido vivir así a hacerlo porque no hay otra opción.

    Vivir en simplicidad a veces se confunde también con falta de aseo y orden. El querer aparentar simplicidad a veces conduce al descuido personal, a la suciedad, al desorden y al mal gusto. Sin embargo, aparentar simplicidad no necesariamente resulta en opciones más económicas. ¡Qué especial es encontrar personas y entidades que practican un estilo de vida simple que atrae por su sentido estético, por su orden y limpieza!

    La vida en simplicidad abarca muchas cosas. Tiene que ver con nuestra administración del tiempo y el uso del dinero. Enseña que menos realmente puede ser más. La práctica de una vida simple afecta nuestras prioridades, el uso de créditos, el propósito del ahorro, la forma en que administramos nuestro tiempo de trabajo y de descanso. Nos invita a la generosidad y a revaluar la idea de “poseer”. Vida simple tiene que ver con el cuidado del medio ambiente, lo cual a su vez está relacionado con desarrollo sostenible, comercio justo, agricultura orgánica y reciclaje, entre otras cosas.

    En este número de Correo hemos querido enfocarnos en este último aspecto: el cuidado del medio ambiente. En los últimos años muchas de nuestras iglesias han sufrido por causa de desastres naturales. Sin lugar a dudas, lo que hacemos para saciar nuestros deseos consumistas termina por

    afectar negativamente a sociedades completas en otras partes del mundo y a miembros de nuestra propia familia de fe que habitan en ellas.

    Esta es una de las razones por las cuales necesitamos recordar que lo opuesto a la vida simple es el individualismo, el egocentrismo y el consumismo. Todos estos “-ismos” refuerzan la idea de que tú eres lo más importante en la Tierra, alejándonos así de Jesús y de su mensaje de compasión; mensaje que nos invita a centrarnos en los demás, compasión que se extiende y abarca toda la creación.

    Vivir en simplicidad y compasión no es algo sobre lo que necesitemos legislar. Jesús no nos llama a elaborar un listado universal de qué vestir, gastar o consumir. No es lo mismo vivir en simplicidad en el campo que en la ciudad; no es lo mismo vivir simplemente en el Mundo mayoritario que en el Mundo minoritario. Estas son decisiones que necesitamos tomar en cada contexto. Corresponde a cada iglesia, en el medio en que se encuentre, discernir y decidir en dependencia del Espíritu Santo y en diálogo con otras comunidades de fe, lo que significa practicar una vida simple en su contexto concreto. Es mi oración que este número de Correo pueda servir para continuar creciendo en dicho intento.

    —César García, secretario general del CMM, desde su oficina en la sede central en Bogotá, Colombia.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en abril de 2018.

  • Bogotá, Colombia – Agradecemos las constantes contribuciones de apoyo al Congreso Mundial Menonita, ya sea de nuestras iglesias miembros nacionales, congregaciones locales o individuos. Estamos un tanto sorprendidos de que se esté donando menos del promedio, lo que ha resultado en un retraso del presupuesto a fines de agosto. Las contribuciones que presentan mayores retrasos son las de individuos y congregaciones en comparación con las tendencias normales. Nos representa un desafío poder prever cuánto habremos de recibir cuando tantas contribuciones se reciben en diciembre.

    Les solicitamos que tengan a bien considerar cómo podrían seguir apoyando actualmente el ministerio y la presencia del CMM, especialmente en estos años entre las Asambleas mundiales.

    Véase www.mwc-cmm.org/donar 

    —Len Rempel, Director de Operaciones


    Contribuciones recibidas según porcentaje del presupuesto al 31 de agosto de 2016

    Presupuesto total de 2016
    US$663.451
    Contribuciones recibidas
    US$256.740
    39%

    Donaciones promedio por mes

    Enero–agosto 52%
    Septiembre–noviembre 22%
    Diciembre 26%
  • Los primeros anabautistas en Augsburgo, Alemania, pagaron un alto precio por reunirse en la gran casa blanca que aparece a la izquierda en esta foto. El historiador, teólogo y activista por la paz alemán Wolfgang Krauss, relata la historia a los anabautistas modernos que recorren los sitios históricos en Augsburgo, durante las reuniones del Comité Ejecutivo del Congreso Mundial Menonita en el mes de febrero de 2017.

    El domingo de Resurrección de 1528, 100 anabautistas se reunieron de forma secreta en esta casa para celebrar la resurrección de Jesús. Algunos escaparon cuando se enteraron que las autoridades los estaban vigilando, pero 88 se quedaron. La policía allanó el edificio y se llevó encadenados a todos los fieles adoradores. Las autoridades expulsaron a todos los visitantes que estaban en el lugar que no eran originarios de Augsburgo, además azotaron a los lugareños. Torturaron a algunos y ejecutaron al líder del grupo que se negó a retractarse de sus convicciones.

    “Afortunadamente, hoy en día los anabautistas no son perseguidos,” comentó alguien – lo que dio lugar a una respuesta inmediata de un hombre de otro continente. “¡Sí, lo somos!” dijo.

    La conversación empezó a girar en torno a las costosas decisiones que los anabautistas toman en la actualidad para seguir a Jesús en países donde los cristianos son una minoría despreciada o marginada.

    J. Nelson Kraybill, Presidente del CMM

  • “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.”

    En Renovación 2027, Transformados por la Palabra: leer las Escrituras desde una perspectiva anabautista, en Augsburgo, Alemania, 12 de febrero de 2017, el Comité de YABs (Jóvenes Anabautistas) reflexionó sobre Mateo 28,19–20 desde sus perspectivas locales. Las columnas de esta sección se adaptaron en base a sus presentaciones.


    Dios nos ha asignado muchas tareas. Está prohibido robar o matar (Exódo 20,15.13). Se nos instruye a no ser celosos (Exódo 20,17), y a vivir una vida de paz y verdad (Romanos 12,18).

    Muchas de estas instrucciones nos exigen cambiar nuestra manera de vivir: comportarnos mejor, ser más generosos, perdonar a quienes nos hayan agraviado.

    Otras obligaciones se centran más en la vida de los demás: atender a los pobres, a los que sufren hambre o necesitan ropa (Mateo 25,34–36).

    Pero, ¿y qué de la tarea que Jesús les encomendó a sus discípulos en Mateo 28,19–20?: “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes.”

    Muchos cristianos, incluyendo los menonitas, consideran esta tarea como una de las más importantes de las Escrituras. Merced a este mandamiento, hoy día hay muchos cristianos en el mundo. Imaginen si los discípulos hubiesen regresado a sus familias y a sus trabajos. Quizá de vez en cuando habrían pensado en los buenos momentos que pasaron con Jesús, pero seguramente las enseñanzas de Jesús poco a poco se hubiesen perdido.

    Al contrario, vemos que en todo el mundo se reúnen personas comprometidas con las enseñanzas de Cristo. Juntos compartimos nuestra esperanza, fe y visión de amor y paz, y establecemos vínculos fraternales en asociaciones como el CMM.

    Una sociedad multicultural

    Sin embargo, partiendo de mi contexto holandés, me resulta algo problemático llevar a cabo dicha tarea. Los Países Bajos conforman una sociedad multicultural. Tal como en otros países occidentales, el número de inmigrantes ha aumentado constantemente desde la Segunda Guerra Mundial, brindándonos muchas cosas buenas. Nuestra cultura se ha enriquecido mediante el conocimiento de otras creencias.

    ¿Cómo deben entenderse las instrucciones de Jesús en un mundo multicultural?

    ¿Mi tarea consiste en acercarme a mi vecino musulmán y pedirle que se convierta a mi religión? ¿Me corresponde decirles a mis amigos judíos que están equivocados y que les enseñaré lo que está bien? Esto no me parece correcto.

    Me encanta hablar de mi fe con personas de todas las religiones, culturas y trasfondos. Pero mi fe también es algo personal. Existen muchas diferencias aun entre menonitas; a veces hay tantas cosas en común entre un amigo musulmán y yo, como entre otro cristiano y yo. ¿Se supone que tengo que decirles a los demás que yo estoy en lo cierto?

    Me parece mejor seguir el ejemplo de Jesús con la mujer samaritana en Juan 4. Al sentarse y tomar agua juntos, compartieron historias y, de esa manera, compartían también su fe. Creo que éste es un ejemplo de personas de todas las naciones que conviven en armonía.

    Una sociedad secular

    No obstante, no sólo vivo en un mundo multicultural, sino que vivo en un mundo secular donde mucha gente siente que la “iglesia como institución” está desactualizada, y que la fe ya carece de sentido. Entonces, les digo a todos los que quieran escuchar que soy pastora no ordenado de nuestra iglesia menonita. Invito a la gente a que venga a escuchar, a ver si le interesa mi fe y ser cristiana también.

    Fundamentalmente, creo que las acciones de todos son la manera más potente de dar a conocer lo que significa tener fe, de crear un mundo mejor y más pacífico en derredor.

    Así que llevo a la práctica las demás palabras finales de Jesús:

    Al velar por mis vecinos, actuando siempre amablemente más allá de mis propios sentimientos y ayudando a quienes estén necesitados, procuro poner manos y pies a la obra. Todos podemos.

    —Jantine Huisman, miembro del Comité de YABs (Jóvenes Anabautistas), pertenece a la Iglesia Menonita Joure (Doopsgezinde Kerk Joure), una congregación (Algemene Doopgezinde Societeit) de los Países Bajos.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2017.
  • “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.”

    En Renovación 2027, Transformados por la Palabra: leer las Escrituras desde una perspectiva anabautista, en Augsburgo, Alemania, 12 de febrero de 2017, el Comité de YABs (Jóvenes Anabautistas) reflexionó sobre Mateo 28,19–20 desde sus perspectivas locales. Las columnas de esta sección se adaptaron en base a sus presentaciones.


    Este texto es un llamado y un encargo de Jesús a sus discípulos. Jesús quería que el evangelio llegara a todas las naciones y para eso decidió valerse de las personas. En una primera instancia se valió de sus primeros discípulos. Éstos a su vez hicieron más discípulos, que tenían el mismo encargo: “ir y hacer discípulos”. Así, la misión de la iglesia, como conjunto de discípulos de Cristo, fue acercarse a otras personas con las buenas nuevas.

    La palabra “vayan” tiene una connotación activa. Jesús no dijo: “Esperen que les envíe personas para hacer discípulos”, sino dijo: “Vayan y hagan discípulos.” Por eso, si el discípulo de Cristo quiere hacer más discípulos, necesita ser una persona proactiva. En vez de esperar que otras personas se acerquen a la iglesia, tiene que ir al mundo para compartir las buenas nuevas con sus prójimos.

    Ahora, la pregunta es, ¿cómo voy a compartir las buenas nuevas con las personas que me rodean?

    Existen varios métodos para evangelizar. Los tres más conocidos y usados en Sudamérica son: evangelización casa por casa, evangelización de masas y evangelización a través de amistades. Cada uno de estos métodos tiene sus aspectos a favor y en contra, especialmente al considerar el tiempo y la profundidad del trabajo. Sin embargo, todos son métodos válidos que pueden ser usados según el contexto y la necesidad.

    En el caso de la Asociación Hermanos Menonitas del Paraguay, un método usado es el del impacto social. Es decir, se dedican a fundar hogares para niños carenciados, hospitales, colegios y establecer iglesias, siempre dependiendo de la necesidad de la zona. Además, se fundó una emisora de radio para transmitir el evangelio y valores cristianos.

    A través de estas organizaciones se busca brindar, en primer lugar, un servicio básico a las personas de su alrededor, para luego poder compartir el evangelio con ellos.

    Un método usado en nuestro grupo de jóvenes y en algunas otras iglesias del Paraguay es el fútbol. En Paraguay casi no se juega al vóleibol, al básquetbol o al béisbol; sólo existe el fútbol y todos lo juegan. Por eso, algunas iglesias, entre ellas la nuestra, optan por jugar al fútbol los sábados y domingos por las tardes para atraer a las personas. El propósito principal de este evento no es evangelizar, escuchar una prédica o cantar canciones espirituales, sino solamente jugar al fútbol y entablar amistades con personas nuevas. Se espera que estas personas luego se animen a ir a las reuniones de jóvenes y acepten a Cristo como su Salvador.

    En Latinoamérica creemos que la evangelización debe estar adaptada a la cultura y al contexto de cada iglesia. Independientemente del método, se motiva a los creyentes a transmitir de manera natural y activa su fe personal en Cristo.

    Para nosotros, evangelizar no significa ser intolerante. Creemos que la obra redentora de Jesús en la cruz es el único camino al Padre y al cielo, y por eso es nuestro deber compartir este mensaje de gracia y salvación con las personas que nos rodean.

    —Dominik Bergen, miembro de la Iglesia de los Hermanos Menonitas de Paraguay, fue nombrado representante de América Latina en el Comité de YABs (Jóvenes Anabautistas) durante la Cumbre Mundial de la Juventud en conjunción con la 16ª Asamblea en Harrisburg, Pensilvania, EE.UU., en julio de 2015 y hasta la reuniones del Comité Ejecutivo en Augsburgo, Alemania. A fin de iniciar estudios teológicos en un seminario de Alemania, renunció a su cargo para asegurar la representación local de América Latina. Actualmente, Oscar Suárez, de Colombia, es el representante latinoamericano.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2017.
  • “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.”

    En Renovación 2027, Transformados por la Palabra: leer las Escrituras desde una perspectiva anabautista, en Augsburgo, Alemania, 12 de febrero de 2017, el Comité de YABs (Jóvenes Anabautistas) reflexionó sobre Mateo 28,19–20 desde sus perspectivas locales. Las columnas de esta sección se adaptaron en base a sus presentaciones.


    Me crié en una pequeña aldea de las Filipinas alejada de las ciudades, cerca de las montañas, lagos y fincas. Vivo en una comunidad de estilo de vida sencillo y cuyos integrantes mantienen lazos muy estrechos.

    Somos personas que privilegiamos los vínculos. Compartimos nuestras cosas con los vecinos, esperando que algún día también podamos pedir su ayuda en caso de necesidad. A veces, varias generaciones conviven bajo el mismo techo. Solemos ser muy emotivos: el filipino cuenta con palabras para expresar una variada intensidad de emociones que quizá otros idiomas no tengan.  

    En una comunidad pobre como la nuestra, cuando nos hacen falta ciertas cosas se las pedimos al Señor. Cuando un niño sufre de una enfermedad, rogamos por su sanación porque es nuestra única opción. Cuando no posees nada, lo que tienes son milagros, y valoras cada pequeña acción de la gracia de Dios.  

    Tenemos pastores que apenas han finalizado la escuela secundaria, y sólo pocos líderes de nuestras iglesias lograron acceder a la educación formal. Ninguno de ellos es graduado de un seminario menonita. Mi sueño es que nuestros jóvenes tengan mayor exposición internacional, sean debidamente capacitados y estén más unidos teológicamente.  

    Lo que me lleva a nuestro texto: las instrucciones de Jesús a sus discípulos al final de su vida en la tierra.

    El primer paso del discipulado es permitir que Cristo se adueñe de ti. Depender totalmente de su voluntad, como barquito sin remo, completamente dependiente del viento. Fomentar un corazón dispuesto a vender todas sus posesiones y dárselas a los pobres sólo para seguir a Cristo: éste es el corazón de un discípulo. Al igual que los primeros menonitas, dispuestos a morir por su fe, dispuestos a renunciar a todo para vivir en paz en otras partes del mundo.

    El segundo paso del discipulado tiene que ver con la capacitación, aprender a seguir a Cristo. Uno no se convierte inmediatamente en un discípulo maduro tras el bautismo.  

    Tercero, ser discípulo significa que eres responsable de formar discípulos. El discipulado constituye un mandato para cada uno de los creyentes, no sólo para los pastores. Es tu destino como seguidor de Cristo. Jesús buscaba discípulos deliberadamente, pidiéndoles que le siguieran, enseñándoles, ocupándose de ellos, y luego, pidiéndoles que hicieran lo mismo y formaran más discípulos. No es un don de unos pocos, sino responsabilidad de todos.  

    La pasión por el discipulado proviene de nuestra profunda comprensión y plena experiencia del poder y la gracia de Dios.

    La tarea de orientar o enseñar a los demás debería realizarse de manera sistemática.

    En nuestra organización de jóvenes menonitas en las Filipinas, nos dimos cuenta de que los jóvenes se alejaban, por tanto implementamos un método que, en los últimos meses, ha duplicado el número de nuestros asistentes jóvenes y la formación de muchos líderes. El concepto de esta iniciativa se basa en un ciclo de orientación y enseñanza que promueve los vínculos y la responsabilidad mutua.  

    Elegimos a algunos jóvenes comprometidos con el ministerio. Empezamos a capacitarlos para ser buenos líderes, para enseñar, para ocuparse de los nuevos creyentes, y para dirigir un pequeño grupo. A medida que se les prepara y anima, empiezan a ocuparse unos de otros, a invitar a sus amistades, a realizar sus propios estudios bíblicos, acercándose a sus padres, hermanos/as y amigos/as, formando más discípulos para Cristo.  

    Tengo la esperanza de que nuestra cultura inste a todos a orientar al prójimo y a ser mutuamente responsables. Y pido que quienes sean graduados de un seminario, sean teólogos/as, o personas con más experiencia, tengan la amabilidad de compartir sus conocimientos.

    Si realmente quisiéramos seguir teniendo un rol relevante en este mundo, y ser portavoces y embajadores de paz, es necesario que tengamos un enfoque más consciente en obediencia al mandamiento de Cristo. Debemos sumergirnos profundamente en el amor de Dios a fin de descubrir la pasión indescriptible por el discipulado. Los asiáticos nos multiplicamos por nacimiento, pero como iglesia, nos multiplicamos por medio del discipulado.

    Ebenezer G. Mondez, miembro del Comité de YABs (Jóvenes Anabautistas), pertenece a Lumban Mennonite Bible Church, Integrated Mennonite Churches, Inc., de las Filipinas.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2017.

  • “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.”

    En Renovación 2027, Transformados por la Palabra: la lectura de las Escrituras desde una perspectiva anabautista, en Augsburgo, Alemania, el 12 de febrero de 2017, el Comité de YABs Jóvenes Anabautistas) reflexionó sobre Mateo 28,19–20 según las perspectivas locales. Las columnas de esta sección se adaptaron de acuerdo a sus presentaciones.


    Me crié en Zimbabwe, en el sur de África, donde el cristianismo se introdujo a mis antepasados junto con la civilización y el comercio. En este contexto, nunca sentí la obligación de transmitir el mensaje de Cristo a persona alguna.

    El Gran Mandato era para la élite, aquellos que habían sido “llamados” para ello. Como miembro del cuerpo de Cristo, sencillamente tenía que acabar con el pecado, leer la Biblia, orar y esperar para entrar al cielo. Difundir el mensaje era la obligación de quienes habían llevado el cristianismo a nuestras iglesias en Zimbabwe. El misionero era una persona cuya piel era más clara que la mía; que hablaba un idioma que se consideraba superior al mío porque no tenía chasquidos; y que había llegado desde muy lejos. Nunca se me ocurrió que fuera necesario que un hombre negro o una mujer negra tuvieran siquiera que pensar en ser misioneros.

    Un mandato a seguir

    Hoy día, me doy cuenta de que una vez que te arrepientes, tienes que cumplir una obligación y adherirte a un mandato, es decir, hablar a los demás de Jesús.

    Como cristianos, una vez que empezamos a seguir los pasos de Jesucristo, deseamos también amar como él, vivir como él, y sobre todo, compartir acerca del reino de Dios precisamente como lo hacía él cuando anduvo en esta tierra. Nuestro deber es ayudar a los que están perdidos, presentándoles a Jesús para que él los pueda salvar.

    A mi entender, Mateo 28:19 se centra en el hecho de que el Gran Mandato es para todos los que siguen a Jesucristo. Y este mandato es decisivo para la extensión del reino de Dios.

    Formar discípulos

    Formar discípulos tiene que ver con una serie de acciones que nos convoca a salir de nuestra rutina. Implica ir más allá de lo que estamos acostumbrados. A veces tendremos que acercarnos a extraños y contarles de Jesucristo. En mi país, la recepción varía. Si intentas compartir individualmente el mensaje de Cristo, te podrían confundir con un ladrón o alguien que no tiene nada importante que hacer. En mi contexto, podrías compartir el mensaje de Cristo en campañas de evangelización o programas de divulgación en las que la respuesta es generalmente positiva.

    Formar discípulos significa también que los seguidores de Cristo no sean selectivos respecto a aquellos con quienes comparten. El evangelio es para todos. No existe la segregación cuando se trata del mensaje de Cristo, ni para quienes lo compartan ni para quienes lo reciban: Jesucristo nos instruyó que fuéramos y formáramos discípulos de todas las naciones. Independientemente de su raza, tribu, idioma, género o edad, nunca se es demasiado joven ni demasiado anciano para hablarle a alguien de Cristo.

    Nuestra percepción de los demás y nuestra visión de su mundo jamás debería afectar nuestra decisión en cuanto a si merecen recibir el mensaje de Cristo. No puedes ser nunca suficientemente bueno ni demasiado malo para recibir la gracia de Dios: es un don. El Espíritu Santo transformará a cada persona en tanto transite el camino personal de la fe.

    En tanto andas por la faz de la Tierra, ¿adhieres al mandato de Cristo? Una vez que todos reconozcamos que se trata de una cuestión de vida eterna y castigo eterno, seremos firmes en nuestro empeño por formar discípulos, a fin de contarles de Jesucristo a tantas personas como podamos. Si estás siendo selectivo respecto a quién o dónde predicarás el mensaje de Cristo, piensa detenidamente y ora, dado que el reino de Dios está abierto a todos.

    —Makadunyiswe Ngulube, miembro del Comité de YABs (Jóvenes Anabautistas), pertenece a la Iglesia de los Hermanos en Cristo Mount Pleasant, una congregación de Ibandla Labazalwane kuKristu eZimbabwe en Harare, Zimbabwe.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2017.

  • Dice un dicho que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y yo añadiría, o hasta cuando vea la amenaza real de llegar a perderlo.

    Algo parecido nos pasó con nuestros recursos naturales. Por mucho tiempo tuvimos agua limpia a nuestro alcance, aire saludable para respirar, y un entorno limpio y agradable. Pero cuando nuestra ciudad empezó a crecer, comenzamos a ver basura a nuestro alrededor y nuestro aire se volvió de mala calidad. De pronto, nos dicen que están en peligro los ríos y quebradas de donde proviene el agua cada vez menos disponible, -porque el país concesionó los lugares donde nacen estas aguas para la explotación minera, en especial del oro-, entonces empezamos a preocuparnos.

    Nuestra responsabilidad con el medio ambiente

    Ello nos llevó a tomar en serio el cuidado de la naturaleza y unirnos a esta causa con muchas personas no necesariamente cristianas, pero con un profundo amor por la naturaleza. En concreto, pensamos que era nuestro deber involucrar a nuestra iglesia en la lucha contra la explotación minera de oro en la región de Cajamarca, con graves implicaciones ambientales para la región.

    Es así que empezamos a participar de multitudinarias “Marchas Carnaval” por la vida, el agua y la soberanía de nuestro territorio. Además de implicaciones ecológicas y sociales, también tuvo repercusiones de tipo político, pues llevó a que las regiones promovieran consultas populares sobre si querían explotaciones mineras que afectaran el medio ambiente en su territorio. Esto contradecía las leyes que facultaban a nuestro gobierno con el argumento que la Nación era la dueña del subsuelo, al concesionar estas tierras sin consultar con sus habitantes.

    Las grandes movilizaciones y la negativa de las comunidades expresadas en las consultas llevaron, por ahora, a la suspensión y el retiro de la compañía minera de Cajamarca, que esperamos sea definitivo.

    Conciencia ambiental en la iglesia

    Paralelamente, nos dimos cuenta de que en nuestras comunidades eclesiales no se tenía un conocimiento o, mejor aún, una conciencia ambiental. Por tal motivo, en la escuela dominical empezamos una serie de enseñanzas para adolescentes, jóvenes y adultos sobre el tema medioambiental, que llamamos Eco-teología. Varios de nosotros compartimos sobre el tema, entendiendo las razones por las cuales Dios, nuestro Padre Creador de todo cuanto existe, nos llama a ser cuidadores de su creación.

    El tema suscitó mucho interés en nuestra comunidad y comenzamos a ver claros compromisos e iniciativas de nuestros hermanos y hermanas. Algunas de las iniciativas vistas individualmente parecerían esfuerzos inútiles, pero miradas en conjunto, cuando se suman a las de los demás, comienzan a tener repercusión.

    Por ejemplo, nos dimos cuenta que teníamos que reciclar y empezar a hacerlo desde el origen de los desechos, lo cual nos llevó a adquirir e instalar en nuestra iglesia un punto ecológico donde clasificamos nuestras basura para facilitar su reciclaje. La gente empezó a traer las tapas plásticas de sus envases de refrescos y agua y donarlas a una entidad “tapas para sanar”, que las recicla y usa las utilidades para el cuidado de niños con cáncer. Cuando hablamos sobre el daño que hacen las pilas y baterías de celulares al medio ambiente, algunos hermanos comenzaron a llevar sus pilas en desuso a la iglesia; ahora tenemos que conseguir un contenedor adecuado para recibirlas y después llevarlas a un lugar apropiado. Otra hermana entendió que si gastábamos menos papel en nuestra iglesia y usábamos el proyector para mostrar el orden del culto en lugar de entregar una copia impresa a cada persona, íbamos a contribuir a salvar algunos árboles.

    Y así, pequeñas acciones como recoger la basura, caminar, andar en bicicleta, no usar desechables y otras cositas, empezaron a ser importantes para todos.

    Durante casi un año enfatizamos la enseñanza sobre el cuidado del medio ambiente. Creemos que ahora somos una comunidad con un alto grado de compromiso y conciencia medioambiental.

    —José Antonio Vaca Bello, miembro de la Iglesia Cristiana Menonita de Ibagué, de Tolima, Colombia.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en abril de 2018.

  • ¡Justicia climática ya!” “¡El pueblo al poder!” “¡Mantengan los recursos donde pertenecen!”, resonó a través de los pasillos mientras caminaba por la Zona Azul, el lugar donde 197 Estados miembros de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC por sus siglas en inglés), se reunieron en diciembre de 2015 para decidir sobre el futuro de nuestro clima. Era la primera vez que asistía a estas negociaciones sobre el clima y resultó ser una reunión histórica en la que se aprobó el Acuerdo de París (un acuerdo mundial para salvar/proteger el clima y las personas que viven en este planeta).

    Era también la primera vez que entraba en contacto con un gran número de comunidades basadas en la fe que abogaban por entornos sostenibles y resiliencia climática, luchando junto a las comunidades y personas más vulnerables. Admitidos como observadores oficiales, las comunidades basadas en la fe tuvieron la oportunidad no solo de hacer un arduo trabajo preliminar de incidencia política acercándose a los negociadores uno a uno, sino que incluso se les dio un espacio para hacer oír su voz ante una audiencia de ministros y Jefes de Estado en el Diálogo de alto nivel.

    El cambio climático no es una “noticia falsa”, sino una dura realidad en todo el mundo, que se hace sentir más intensamente en nuestros hermanos y hermanas del Sur global. La destrucción del medio ambiente y el cambio climático, intensificados a través del estilo de vida que se lleva en el hemisferio norte, son factores clave que contribuyen a la pobreza. La presión continua sobre nuestros recursos compartidos priva a los más pobres y más vulnerables de tener vidas sostenibles y dignas; y esto no es rara vez motivo de conflicto.

    La crisis climática actual y las injusticias climáticas muestran claramente que un entorno sostenible, la dignidad humana y una mayor resiliencia de las comunidades más vulnerables, están estrechamente relacionados y son mutuamente dependientes. Por lo tanto, como menonitas y cristianos en Alemania, procuramos un mayor grado de sostenibilidad en nuestras acciones a fin de proteger la creación de Dios para las generaciones futuras y para el sustento de millones de personas en la actualidad.

    A menor escala, esto comienza con algunas de nuestras congregaciones que tienen paneles solares en sus techos para reducir el consumo de energía de combustibles fósiles.

    Continúa con algunos de nuestros miembros que se niegan a poseer un automóvil, porque simplemente no es necesario en las zonas urbanas.

    Muchas de nuestras congregaciones participan en actividades de los barrios para fortalecer las comunidades locales y apoyar a los menos privilegiados.

    Todas estas iniciativas derivan del compromiso de cuidar la maravillosa creación que se nos ha encomendado.

    Sin embargo, es necesario que incluyamos más de estos temas en la agenda de nuestras iglesias: el 100 por ciento de energía renovable, consumo responsable, educación teológica para el desarrollo sostenible y trabajo de incidencia local. Además, participar activamente en la familia de fe ecuménica podría ampliar este compromiso local y llevarlo a un nivel mundial. A través del trabajo de incidencia en la escena política e influyendo en las políticas y decisiones, podemos cuidar a quienes son parte del pueblo de Dios y no son exactamente nuestros vecinos, sino miembros de la familia de Dios a nivel mundial.

    Volviendo a las negociaciones sobre el clima: como comunidad ecuménica mundial de iglesias, el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) tiene un rol prominente entre las comunidades basadas en la fe y las negociaciones sobre el clima. La AMG (nuestra convención) y otras convenciones menonitas que son miembros del CMI, se unieron al “Peregrinaje por la justicia y la paz”, en 2013, en resonancia con los valores anabautistas. En el contexto del clima, esto se ha traducido en el “Peregrinaje por la justicia climática y la paz”: creando conciencia de que no se debe olvidar la justicia climática y que se debe dar voz a los más débiles y vulnerables de nuestra comunidad mundial.

    “Necesitamos la sabiduría de la creación”, dijo Olav Fykse Tveit, secretario general del CMI, durante el culto por la justicia climática en recientes negociaciones sobre el clima: “Una sabiduría que vea la realidad, entienda y reconozca los tiempos en que vivimos. Una sabiduría que […] tenga el valor de actuar y de abrir un nuevo camino para que podamos prepararnos juntos para el futuro”.

    Nuestro amor por Dios y por el pueblo de Dios nos impulsa a alzar nuestras voces, a acompañar a los vulnerables, a participar activamente en política y a luchar por la justicia climática en el mundo. Por lo tanto, unamos nuestras fuerzas ecuménicas y oremos mientras seguimos caminando en este peregrinaje: “Dios de la vida, guíanos a la justicia y la paz”.

    –Rebecca Froese, miembro de AMG (Arbeitsgemeinschaft Mennonitischer Gemeinden en Deutschland), una iglesia menonita miembro de Alemania. 


    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en abril de 2018.


    El Grupo de Trabajo de Cuidado de la Creación trabajará con las iglesias miembro del CMM para:

    •     Incrementar la conciencia sobre la crisis climática.
    •     Presentar maneras prácticas de alentar un estilo de vida fiel desde un punto de vista ecológico.
    •     Explorar las formas en la que los países representados están siendo afectados por la crisis climática.
    •     Alentar el desarrollo de capacidades bíblicas y teológicas relevantes para la crisis climática.
    •     Desarrollar un plan estratégico para el CMM que incluya proyectos prácticos a corto plazo y compromisos a mediano y largo plazo.

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