• Quienes hemos visto de cerca la migración, sabemos que es un problema que nos atañe como pueblo de Dios.

    Quien migra dejando su seguridad y comodidad, se expone a la adversidad y a un futuro incierto. Quien migra puede ser que lo haga por voluntad propia, pero la historia reciente nos dice que la migración actual es forzada. Hay circunstancias que obligan a las personas a desplazarse y aventurarse con cierta esperanza de que lo que suceda a futuro puedque a ser favorable para ellos y los suyos.

    Para la mujer es una situación más difícil cuando decide emprender ese camino cargando a sus hijos menores para protegerlos de un ambiente desesperanzador, y el esfuerzo se duplica o triplica según el número de hijos.

    Lo lamentable es que del otro lado del muro, de la barrera, de la frontera o como le llamemos, no se está encontrando esa idea, promesa o solución.

    La realidad es que antes de salir ya algunos están advertidos; otros, mientras van de camino provocan una reacción negativa; puertas cerradas por decirlo de alguna manera.

    El contexto

    En Honduras, un promedio de 250 a 300 personas emigran a diario; según encuestas realizadas por la Comisión de Acción Social Menonita (CASM)*, la mayoría se va por situaciones que obedecen a la violencia, falta de oportunidades y reunificación familiar. Dentro de este grupo, hay jóvenes que se van con código verde, lo que significa que por diversas razones están marcados para morir; las noticias evidencian, a través de los periódicos, que los jóvenes en estas condiciones que regresaron porque su migración se frustró, están muertos.

    En una entrevista, uno de estos jóvenes detenido para ser devuelto a su país, dijo lo siguiente: “Estoy consciente de que tengo orden de captura, y estoy aquí con mi madre y mis hermanos. Es cierto que maté a una persona miembro de una mara porque abusaba de mi mamá y mis dos hermanas; estoy amenazado y por eso nos vinimos. No importa si me matan a mí, pero quiero que mi familia esté segura.”

    Otra realidad es el drama que viven las personas que regresan, que no les dan ni el derecho a cambiarse la ropa para regresar. Al momento de apresarlos, les quitan la ropa así de sucia como la llevaban y les ponen el uniforme de la cárcel, como si la migración no fuera un derecho humano. Al excarcelarlos a los dos o tres meses, les devuelven la ropa sucia con la que se tienen que venir de inmediato.

    Mujeres y niños vienen llorando, madres con veinte días de haber dado a luz, en un viaje en el que hicieron un recorrido de catorce horas desde México.

    Las Escrituras

    Esta es la realidad que encontramos; usted y yo algo podemos y debemos hacer frente a esta situación.

    La pregunta es, ¿qué queremos hacer? Bueno… cada quien decide cómo responder ante situaciones de la vida desde su papel como líder eclesial, líder comunitario, líder político, familia, pastor, amigo o ciudadano.

    Para los hijos de Dios, él tiene una demanda de amor y obediencia.

    No hagan sufrir al extranjero que viva entre ustedes…” (Levítico 19:33)

    Pero yo no lo hago sufrir, solo cerré mi puerta; es mi derecho. Solo me libro de la amenaza porque me pueden atacar.

    No sé cuál podría ser una buena excusa, aceptada socialmente y hasta en el ámbito eclesial.

    La realidad es que en la vida cristiana no hacemos lo que queremos, hacemos lo que debemos. La palabra es clara en esta situación específica.

    ¿Cómo debo comportarme respecto a la migración?

    Fui forastero y me dieron alojamiento” (Mateo 25,35): Dios en su palabra apela a la condición que nos sensibiliza, la empatía; pienso particularmente que es la mejor forma de comprender la situación que vive el migrante. Cuando procuro comprender cómo se sentirá la persona, la palabra de Dios dice: “También ustedes fueron extranjeros en Egipto” (Levítico 19:34a).

    Dicho de otra manera, ustedes ya saben lo que se siente cuando no se está en su tierra, en la comodidad de su casa.

    Conclusión

    Hay que brindar amor, para identificarnos de la mejor manera con las personas que tienen la necesidad de migrar y con las que están sufriendo las consecuencias de la migración. Aunque ahora no nos afecte, sí quizá más adelante. Debemos tener una posición frente a este problema social, y lo mejor sería que siempre obedezcamos la palabra de Dios, les demos alojamiento, no las hagamos sufrir, nos pongamos en su lugar.

    —Adriana Belinda Rodríguez, psicóloga, casada, integra la Comisión de Paz. Es estudiante de Teología en SEMILLA y miembro de la Iglesia Menonita “Caminando con Dios” en La Ceiba, Honduras, donde participa en la enseñanza. Dirige el Proyecto Paz y Justicia, organización de servicio social de la Iglesia Evangélica Menonita Hondureña, que promueve la cultura de paz.

    Disertó en Renovación 2027, En pos de la justicia: Migración en la historia Anabautista-Menonita, en San Rafael de Heredia, Costa Rica, el 6 de abril de 2019. Este artículo es una adaptación de su presentación.

    La Comisión de Acción Social Menonita (CASM) es una organización ecuménica que ayuda a fortalecer los procesos de democratización, y desarrollo local y regional en Honduras.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2019.

  • Isisu somhambi asinganani, singangophondo lwempunzi, que literalmente significa: el estómago de un viajero es tan diminuto como el cuerno de un macho cabrío.”

    Barbara Nkala, representante regional del CMM para el sur de África, aprendió a ser generosa desde su infancia.

    Su madre, “quien tenía poco y era fastidiosamente generosa”, solía citar el anterior proverbio al dar comida a los visitantes; “aun así, nunca nos íbamos a dormir con el estómago vacío”.

    La amplia vivienda de su abuelo era un refugio y un lugar de celebración, no solo para la familia extendida, sino también para los vagabundos y cualquiera que tuviera menos que él.

    De modo que Barbara Nkala planifica su presupuesto para dar, y en su plan de donaciones incluye a las personas necesitadas del barrio, a las personas vulnerables que intentan ganarse la vida, los proyectos de la iglesia, la hospitalidad en el hogar y también al CMM.

    Además, “muchas veces, hago donaciones espontáneas con la guía del Espíritu”.

    Desde 2009, Zimbabue ha sufrido una crisis continua de hiperinflación. Recientemente, el gobierno prohibió el dólar estadounidense que servía a falta de una moneda nacional estable.

    “A pesar de vivir en uno de los países con más dificultades económicas, Barbara da generosamente a los más necesitados, y al CMM”, afirma Arli Klassen, directora de Desarrollo del CMM.

    “Todo lo que hagamos por las personas más humildes, lo entregamos a Dios”, expresa Bárbara Nkala. “Una profunda relación con Dios, su asombroso amor y sus numerosas bendiciones, me hicieron dar cuenta de que nada de lo que dé podría compararse con los dones y bendiciones gratuitas que he recibido de Dios.”

    “Valoro realmente el impulso de establecer relaciones significativas a nivel mundial”, dice Bárbara Nkala. “Es a través del CMM que he aprendido a comprender que la diversidad nos brinda un rico mosaico de perspectivas en el reino de Dios”.

    “Considero que cada vez más debemos cuidarnos unos a otros.”

    —Comunicado del Congreso Mundial Menonita

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2019.

  • Desde que se inició en Europa, el movimiento anabautista ha tenido una identidad migrante. El fundamento teológico que le dio vida se entrecruza con la realidad migrante del mundo actual, presentando desafíos para la labor misionera, pastoral y social de nuestra familia anabautista mundial.

    El poeta brasileño Carlos Drummond de Andrade nos ha dejado un bello poema*, con el cual deseamos iniciar y conducir estas breves reflexiones:

    “…Camino por un camino
    que pasa por muchos países…
    Yo preparo una canción,
    que despierte a mujeres y hombres
    y que haga soñar en paz a niños y niñas.”

    *Traducción libre de Jaime al español del poema original en portugués.

    Jesús el migrante perenne

    Carlos Drummond de Andrade clama a los cuatro puntos del universo, diciendo: “Camino por un camino (…)”. Sus palabras nos recuerdan la poesía nahúalt de Mesoamérica, en que el poeta se ve a sí mismo caminando, permitiendo que la luz de quien tiende flores blancas y rojas, ilumine su camino.

    El primer verso: “Camino por un camino”, nos recuerda de inmediato también, la poesía y la vida de Jesús en relación al camino. Pues Jesús se nos presenta en los cuatro Evangelios como el “migrante perenne” cuyo mensaje, vida y misión se encuentran siempre en el camino.

    El evangelio de Mateo nos describe una escena común a muchos migrantes en Centroamérica: Jesús, María y José regresando a Nazareth con miedo, de hurtadillas, del exilio en Egipto, después de la muerte del emperador Herodes (Mateo 2,13–18).

    La vida pública de Jesús se desarrolló en el camino al recorrer las ciudades y aldeas, predicando el evangelio del Reino, y curando toda enfermedad y toda dolencia (Mateo 9,35). Él cruzó los caminos de Samaria y traspasó las culturas judías, siro-fenicias, griegas y romanas, llevando pan, vida y paz. Haciéndose a sí mismo el camino, reveló el Camino: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14,6).

    Su muerte ocurrió en Jerusalén, después de enfrentarse a las autoridades políticas y religiosas judías del templo, y de ser llevado a juicio ante Poncio Pilatos. Después de su pasión y muerte, Jesús resucitado aparece caminando con los discípulos en Emaús para confortarles y explicarles las Sagradas Escrituras.

    El surgimiento migrante de las comunidades anabautista-menonitas

    Esa frase poética puede bien resumir la experiencia migratoria que ha caracterizado el surgimiento y la identidad de las comunidades anabautista-menonitas desde el siglo XVI. Estas comunidades se formaron con el modelo del camino que presentó Jesucristo, y tomando el ejemplo de los primeros seguidores y seguidoras de Jesús en Hechos 9,2, se autodenominaron como “los del camino”.

    En medio de la corrupción de la cristiandad medieval del siglo XVI ‚Äíque mantenía prisionero el cuerpo y el espíritu de campesinos, campesinas, textileras y mineros‚Äí, se concretó el testimonio renovador de anabautistas y reformadores radicales.

    Seguidores y discípulas de Jesús se vieron estremecidos por la experiencia del Espíritu Santo, que les hizo salir del temor provocado por las fuerzas del mal, el poder romano de Poncio Pilatos y de las autoridades religiosas y políticas de los fariseos, que dieron muerte a su maestro Jesús.

    La experiencia del Espíritu Santo gestó las primeras comunidades anabautistas, que se formaron en el sur de Alemania, Suiza, Austria, Tirol y en los Países Bajos. La lectura de las Sagradas Escrituras de los reformadores Calvino, Lutero, Melanchton y Zwinglio resaltan el evangelio de la gracia y tuvo gran impacto entre los anabautistas. Pero lo propio y característico de anabautistas y menonitas fue el seguimiento de Jesús a través de la experiencia confortadora del Espíritu Santo.

    El carácter migrante de los anabautistas se gesta en la decisión de imitar a Jesucristo. Históricamente hablando, las comunidades anabautista-menonitas del siglo XVI hicieron suyas las palabras del poeta, migrando por innumerables caminos, siguiendo el ejemplo de su maestro Jesús, anunciando shalom (la paz) y el evangelio del Reino, y creando comunidad solidaria con pobres, campesinos y migrantes.

    Expansión migratoria del anabautismo en el mundo

    El surco migratorio de familias anabautistas y menonitas de origen europeo continuó hacia América Latina. Encontramos grandes y medianos desplazamientos, que incluyen familias enteras de menonitas de origen europeo, quienes se han desplazado hacia México (1922–1926), Paraguay (1926–1958), Brasil (1930–1958) y Uruguay (1948–1959). Desde 1953 Bolivia se ha convertido en lugar de migración para colonias menonitas de origen europeo.

    En Asia como en África no podemos hablar de migraciones de grupos étnicos anabautistas de origen europeo, como los descritos para el caso de América Latina, donde el espacio geográfico sirvió para el asentamiento de colonias menonitas. Sin embargo, podemos afirmar que los ideales anabautistas, el mensaje de Jesucristo, la conformación de iglesias y los servicios de paz germinaron en el contexto de los poderes coloniales europeos y norteamericanos; también migraron a Asia, África y América Latina a través de juntas misioneras y organismos como el Comité Central Menonita.

    Ya fuese que la migración anabautista se realizara a través de desplazamientos masivos o medianos de familias étnicas de origen europeo, o por el envío de matrimonios de misioneros, las comunidades, iglesias, familias y los movimientos menonita-anabautistas se expandieron, recorriendo muchos caminos y pasando por fronteras y países del mundo entero.

    Las canciones del migrante

    Y nos remite a la realidad de los migrantes del mundo actual. Un total de unos 250 millones de personas, es decir el 3,4 por ciento de la población mundial está constituida por migrantes que cruzan las fronteras de sus países, huyen de las injusticias y la violencia, escapan de la muerte, en procura de trabajo para mejorar su situación económica y llevar sustento a sus familias pobres, o en busca de mayor tolerancia religiosa. Todo ello a fin de encontrar mejores oportunidades sociales y esperanzas de vida lejos de su patria.

    Se trata de los desplazamientos de un país a otro, como el caso de los migrantes venezolanos a Brasil y Colombia, a causa de la crisis política y económica que atraviesa su país. El caso dramático de miles de hondureños, guatemaltecos, salvadoreños y mexicanos, quienes procuran cruzar la frontera y el muro en México, huyendo de la violencia en sus países, en busca del “sueño americano”. De las migraciones masivas de africanos agobiados por las sequías, la violencia, y el hambre en sus países, desplazándose de sus fronteras y procurando refugio en Europa, Estados Unidos y otros continentes. En todo este drama humano, las familias, mujeres, niñas y niños sufren tremendas situaciones de injusticia e indignación.

    La dura realidad que viven millones de migrantes en el mundo, ha hecho que sean objeto constante de las noticias nacionales e internacionales. Poemas y canciones con ritmos populares, africanos, latinoamericanos, asiáticos e hispánicos están despertando a mujeres y hombres sobre la situación del migrante.

    El verso final del poema de Carlos Drummond de Andrade pone el acento en el elemento utópico de la canción migrante que “hace soñar a los niños y las niñas en paz”. Y nos hace pensar en la figura materna de Dios, que el profeta Isaías utilizó refiriéndose al exilio del pueblo judío en Babilonia. Dios aparece como mujer en parto, diciendo:

    “El Señor me abandonó, mi Dios se olvidó de mí.

    Pero, ¿acaso una madre olvida o deja de amar a su propio hijo?

    Pero, aunque ella lo olvide, yo no te olvidaré” (Isaías 49,14–15).»

    Las preguntas decisivas son: ¿Cómo contribuiremos desde las iglesias para ofrecer un futuro mejor a los migrantes, sus niños y niñas? ¿Será posible que podamos imitar y seguir a Jesús en el camino de los migrantes? ¿Permitiremos la unción de su Santo Espíritu para crear y cantar canciones a las niñas y niños migrantes, que les permita soñar en paz?

    Conclusiones: recomendaciones pastorales

    Las enseñanzas de Jesús, las experiencias migratorias de nuestra tradición anabautista-menonita y los cantos del migrante, deben entonces llevarnos a la acción pastoral.

    Las iglesias anabautistas en Centroamérica, Latinoamérica, América del Norte, Europa, África y Asia, el Congreso Mundial Menonita, el Comité Central Menonita, todas las instituciones de educación y de servicio social anabautistas, debemos orar, reflexionar y tomar acciones concretas sobre la realidad migratoria de nuestros países y la región donde vivimos.

    • Fortalecer la reflexión teológica y pastoral sobre el tema de las migraciones.
    • Avivar la reflexión en nuestras iglesias sobre los derechos de los migrantes y las motivaciones políticas, económicas, sociales de las migraciones.
    • Ofrecer espacios de amistad, apoyo psicológico-espiritual, ayuda y hermandad a los migrantes que visitan nuestras iglesias.
    • Separar ofrendas en nuestras iglesias para financiar proyectos de apoyo a migrantes.
    • Poner especial atención en la salud, alimentación, bienestar y educación de niños y niñas migrantes.
    • Acompañar espiritualmente a los migrantes.
    • Entrar en contacto con otras organizaciones internacionales, gubernamentales y no gubernamentales que están trabajando en el tema migratorio.¬†
    • Estudiar, planificar, desarrollar y evaluar actividades y proyectos en torno a la migración junto con entidades y otras organizaciones eclesiales afines a este trabajo pastoral.
    • Poner las reflexiones y proyectos sobre temas migratorios a disposición de iglesias en otros continentes, a fin de enriquecer la experiencia internacional y la tarea pastoral con migrantes.
    • Recrear con cantos, relatos, juegos y risas la vida de niños y niñas migrantes.¬†

    El tema migratorio nos hace meditar que Dios se presentó en la Torá y otros libros del Antiguo Testamento, como el Dios de los pobres, de los huérfanos, de las viudas y de los extranjeros. El Nuevo Testamento nos remite a las palabras de juicio y promesa de Jesús en Mateo 25,34-36: Vengan ustedes, los que han sido bendecidos por mi Padre; reciban el reino que está preparado para ustedes desde que Dios hizo el mundo. Pues tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; anduve como forastero, y me dieron alojamiento. Estuve sin ropa, y ustedes me la dieron; estuve enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a verme”.

    ‚ÄJaime Adrián Prieto Valladares, historiador menonita y líder eclesial de la Asociación Iglesias Cristianas Menonitas de Costa Rica.¬†Disertó en Renovación 2027, En pos de la justicia: migración en la historia anabautista-menonita, en San Rafael de Heredia, Costa Rica, el 6 de abril de 2019.¬†Este artículo es una adaptación de su presentación.

     

    Este artículo apareció por primera vez en¬†Correo/Courier/Courrier¬†en octubre de 2019.

  • Como canadiense, generalmente me agrada sentirme identificada con mi país. Soy consciente también de que mis antepasados llegaron a este país desde Ucrania hace cien o ciento cincuenta años. Sin embargo, ellos no eran ucranianos; habían salido de Prusia, y anteriormente de los Países Bajos.

    La migración forma parte de mi historia.

    Como anabautistas, trazamos nuestra historia de migración por toda Europa y hacia el resto del mundo como colonos y misioneros. Como cristianos, podemos trazar el hilo de la migración hasta la iglesia primitiva, extendiendo el cristianismo a través del Imperio romano al dispersarnos más allá de Jerusalén. El Antiguo Testamento nos lleva aun más allá: el exilio en Babilonia, los años en Egipto, los viajes de Abraham; incluso, Adán y Eva abandonando el jardín del Edén es una especie de migración.

    La migración forma parte de la historia humana.

    Un migrante se define sencillamente como una persona que se desplaza a través de una frontera internacional, independientemente de que la estadía sea voluntaria o involuntaria, del motivo de dicho desplazamiento o de cuánto durará la estadía.

    Por lo tanto, quizá no sea sorprendente que el número de migrantes hoy en día sea el más alto registrado en la historia. En 2017, había alrededor de 258 millones de personas, es decir, casi una de cada treinta viviendo fuera de su país de nacimiento por diversas razones: desde compartir el evangelio, buscar oportunidades económicas, huir de la guerra o la violencia, hasta procurar una vida más sostenible dados los efectos del cambio climático, entre muchas otras.

    Los migrantes son vulnerables cualquiera sean sus razones para desplazarse. La ONU informa que a menudo son los primeros en perder sus empleos en caso de una recesión económica, se les suele pagar menos que a los ciudadanos nacionales y tienen más probabilidades de sufrir la vulneración de sus derechos humanos.

    Conscientes de los muchos desafíos que enfrentan los migrantes en sus propios países, los líderes de las iglesias de América Latina elaboraron el tema, “En pos de la justicia: migración en la historia anabautista-menonita” para el evento de Renovación 2027, llevado a cabo en Costa Rica en 2019. El contenido de este número se basa en las presentaciones realizadas allí.

    El Antiguo Testamento contiene exhortaciones específicas sobre el trato justo al extranjero que vive entre nosotros, y en el Nuevo Testamento hay muchos llamados a brindar hospitalidad y a amar a los marginados de la sociedad.

    Citando este antecedente bíblico, Adriana Belinda Rodríguez llama a los lectores a responder a los migrantes que les rodean, obedeciendo el mandamiento de Dios de amar a los extranjeros.

    También en el artículo de fondo, Jamie Prieto Valladares llama a los lectores a soñar en paz y a seguir a Jesús en busca de justicia para aquellos que han sido desplazados o marginados de la sociedad.

    En los artículos de la sección Perspectivas, se podrá leer historias sobre nuestra familia anabautista brindando hospitalidad a través de la iglesia a los migrantes en Kenia, India, México, Alemania y Estados Unidos.

    Los migrantes adoptan diversas formas y tienen muchas motivaciones. Algunas veces somos nosotros, otras veces son “los otros”, pero siempre el llamado de Dios es a amar. ¿De qué manera responderán los anabautistas de todos los rincones del mundo a dicho llamado?

    Karla Braun, redactora jefa de Correo y escritora para el Congreso Mundial Menonita, reside en Winnipeg, Canadá.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2019.

  • “Ellos merecen lo que están sufriendo” –dijo una persona–, durante una reunión en una iglesia local en Colombia, al hablar de los inmigrantes que llegaban a ese país. “Dichas personas – continuó– lo hacen huyendo de las políticas de gobiernos que ellas mismas han elegido. Además, tomaron la decisión de llegar aquí ilegalmente. Por todo eso, digo que merecen lo que están sufriendo.”

    La realidad de la migración no es algo que afrontan solamente los países del Mundo Minoritario. Este es un fenómeno global. Como tal, muchas de nuestras iglesias en diferentes culturas enfrentan el mismo dilema: ¿debemos respaldar las leyes antimigratorias de nuestro país o debemos ayudar a aquellos que han llegado a pesar de su estatus legal? Dicho dilema se complica aún más cuando recordamos que en la sociedad no siempre lo legal es justo y lo justo algunas veces puede ser ilegal. Como diría Jesús, refiriéndose a las leyes de su época: “El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado”. (Marcos 2,27)

    Inmigrante es aquella persona que vive su realidad entre dos mundos: su cultura original y la del lugar donde ahora se encuentra. Un término equivalente en las Escrituras sería “peregrino”. Dicho término nos recuerda que como miembros del Pueblo de Dios vivimos en la dispersión, como exiliados en el mundo. Estamos llamados a no amoldarnos a la sociedad (Romanos 12,2) sino a vivir de acuerdo a los valores del Reino de Dios, Reino en el que ahora tenemos una nueva ciudadanía.

    Lo anterior implica que como comunidades de fe –aun cuando hayamos nacido en el país en el cual nos encontramos–, compartimos con otros inmigrantes la misma experiencia de no pertenecer al lugar donde vivimos. En nuestro continuo peregrinaje podemos identificarnos fácilmente con aquellos que han dejado su tierra y cultura. Podemos crear espacio y ofrecer la gracia a otras personas que como nosotros se encuentran en la periferia de la sociedad. Al fin de cuentas, Dios no nos ha dado lo que merecemos sino que nos ha hecho nuevos ciudadanos de su Reino. Parte de dicha ciudadanía se aprecia al renunciar a paradigmas humanos de dominio y poder, y al compartir con otros la hospitalidad que hemos recibido.

    Puede haber razones políticas e ideológicas para deportar inmigrantes, puede haber explicaciones económicas del porqué existen leyes antimigratorias, pero no hay razones teológicas o bíblicas para sustentarlas. Tal vez, algunos de los inmigrantes que llegan a nuestros países hayan tomado decisiones equivocadas que les llevaron a tener que salir de su hogar; tal vez, algunos de ellos merezcan el sufrimiento que enfrentan. Sin embargo, los seguidores de Jesús creemos en un Dios que no nos da lo que merecemos sino lo que necesitamos. Como cristianos estamos llamados a ser un pueblo de nuevos comienzos, un pueblo de esperanza, un pueblo en que el cuidado y el amor por el extranjero fluya naturalmente, aunque se considere ilegal en algunos contextos.

    En este número de Correo, hemos querido recordar este tema tan relevante para nuestro mundo hoy; un mundo en el que las políticas proteccionistas implican el trato inhumano de millones de personas. Se trata de inmigrantes que, como muchos anabautistas en siglos pasados, partieron de su tierra presionados por la violencia, la persecución o la falta de oportunidades. En nuevos contextos procuran comunidades de esperanza, anticipos del Reino de Dios que les permitan un nuevo comienzo. ¡Es mi oración que como iglesia mundial recordemos siempre que somos ciudadanos del Reino, peregrinos y extranjeros en medio de nuestra sociedad!

    César García, secretario general del CMM, oriundo de Colombia, reside en Kitchener, Ontario, Canadá.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2019.

  • Desde 2016, un presidente muy polémico por su campaña antidrogas, lidera las Filipinas. Ha habido un aumento en los asesinatos extrajudiciales; se dice que policías ejecutan a los traficantes de drogas y a los que se resistan. Existe un apoyo masivo por el carismático presidente, pero también hay controversias en torno a su carácter y su enfoque violento respecto al problema de la droga y la pobreza en el país.

     Ebenezer Mondez En la ciudad de Lumban, en la provincia de Laguna, el pastor Eladio Mondez dirige la congregación de la Iglesia Bíblica Menonita de Lacao. Los domingos por la mañana, se reúnen alrededor de cincuenta varones y mujeres, jóvenes y viejos, a escuchar la Palabra de Dios. Por la tarde, entre cuarenta y cincuenta niños de todo el barrio vienen a aprender de las historias bíblicas, a cantar y bailar, y a comer una comida saludable preparada por los voluntarios de la congregación.  

    Durante la semana, Eladio se desempeña como presidente de la Alianza Evangélica Lumbana de Pastores (LEAP, por sus siglas en inglés). Es la asociación ministerial de la ciudad, que une a doce iglesias evangélicas para causar un impacto en su municipio. Dichos pastores se han comprometido a asistir al gobierno local en la campaña nacional antidrogas, cumpliendo la función de facilitadores en las sesiones de rehabilitación de consumidores y traficantes de droga, quienes se entregan a la policía para comenzar a cambiar su vida. 

    Cada mes de enero, la Iglesia Bíblica Menonita de Lacao celebra el Mes Nacional de la Biblia y el Domingo de la Fraternidad Mundial del Congreso Mundial Menonita. 

    Un cuerpo en crecimiento

    Los menonitas llegaron por primera vez a las Filipinas en la década de los setenta, a través de las iniciativas de ayuda del Comité Central Menonita. Más tarde, las Misiones Menonitas del Este (anteriormente, Junta Menonita de Misiones y Caridades del Este [EMBMC, por sus siglas en inglés]) llegaron a las Filipinas y establecieron iglesias menonitas.

     Ebenezer Mondez

    La mayoría de los líderes de las iglesias menonitas locales son pastores de diferentes denominaciones, que se convirtieron a la práctica menonita de la fe, razón por la cual en 1991 se establecieron formalmente como Integrated Mennonite Churches, Inc. (Iglesias Menonitas Integradas [IMC, por sus siglas en inglés]). 

    IMC continúa creciendo, con cerca de 1?500 miembros bautizados en la actualidad. Las iglesias locales adheridas a IMC están conformadas por congregaciones rurales, que se encuentran en montañas de difícil acceso, donde la mayoría de los miembros son agricultores que dependen de cultivos agrícolas para vivir. Algunas iglesias están ubicadas en la ciudad, donde la nueva generación de jóvenes profesionales presta servicios como maestros/as, enfermeros/as y trabajadores de desarrollo de la comunidad.

    El cristianismo en las Filipinas está muy extendido, con iglesias predominantemente católicas romanas. Sin embargo, en la última década ha habido un aumento en el número de iglesias evangélicas. Esto quizá se deba al ingreso de las misiones extranjeras, y como resultado de la división de las iglesias. Hace más de una década IMC también sufrió una división. 

    En las comunidades locales, las iglesias de IMC participan activamente para responder a las necesidades de su entorno. Algunas iglesias tienen programas de alimentación para niños de bajos recursos. También proporcionan útiles escolares antes del inicio del año escolar como estímulo para los niños cuyos padres no pueden pagarlos. En otras zonas, llevan a cabo estudios bíblicos y escuela dominical, que se transforma en un espacio para que los niños y las niñas se diviertan, escuchen historias sobre Jesús y estén con otros creyentes que los aman y se preocupan por ellos.

    Una familia que fraterniza 

    IMC lleva a cabo una convención general anual, en la que todos los líderes y miembros se reúnen para fraternizar y aprender más sobre la teología de la paz, el anabautismo, y cómo abordar los desafíos a nivel local y nacional. Sin embargo, debido a los desafíos geográficos y financieros, solo el 20 por ciento de la membresía total puede asistir a dicha convención. Generalmente, solo aquellos que están cerca del lugar de la reunión pueden llegar debido a los gastos de viaje; los que llegan de lejos tienen que viajar entre cinco y dieciséis horas.

     Ebenezer Mondez

    La juventud de IMC también organiza un campamento todos los años, donde los jóvenes líderes se alientan y fortalecen mutuamente. Asimismo, es una vía para invitar a los jóvenes a conocer a Jesús y tener una relación con él. Los campamentos de jóvenes generalmente revitalizan a la juventud para servir en sus iglesias locales, fraternizar y testificar activamente

    Además, las congregaciones de IMC participan activamente junto con otras iglesias de su zona. Se convierten en miembros de asociaciones ministeriales en su municipio o provincia. Estas organizaciones fomentan la fraternidad entre los creyentes de Jesús. Aunque existan algunas diferencias, destacan la unidad de los creyentes de Cristo. Las iglesias menonitas ofrecen una teología de la paz que las inspira a organizar acuerdos pacíficos entre los candidatos durante los períodos de elecciones locales.

    Otros grupos anabautistas de las Filipinas

    Aparte de IMC, hay otras denominaciones menonitas presentes en las Filipinas, tales como los grupos conservadores de Nationwide Fellowship of Churches, con los cuales IMC no tiene comunicación. Hay una misión de los Hermanos Menonitas en el norte, pero todavía no han hecho contacto con IMC. También hay una Red de Iglesias de Paz (Peace Church Network) establecida por la Iglesia Menonita de Canadá en Metro Manila, la capital del país. La Red de Iglesias de Paz e IMC se han reunido en varias ocasiones para fraternizar y aprender juntas. 

     Ebenezer Mondez

    Como en otros países, los menonitas de las Filipinas enfrentan desafíos en el discipulado y la evangelización. La presencia evangélica en el país es abrumadora y casi no hay quien no haya escuchado el evangelio, pero optan por ignorarlo o alejarse. El desafío es cómo dar testimonio de la singularidad de la tradición anabautista al destacar la paz, la no violencia y la no resistencia.  

    Existe la posibilidad de llevar a la práctica nuestros principios de paz y de no violencia de manera concreta. Los grupos armados que desean una rebelión comunista, habitan en remotas regiones montañosas. Algunas iglesias IMC ubicadas en zonas donde se encuentran grupos rebeldes, dan testimonio ofreciendo meriendas y siendo amigables con ellos.  

    El anabautismo también ha tenido influencia en el proceso de paz del país, donde los líderes de la consolidación de la paz consideran la teología de la paz anabautista como un modelo para acercarse a los grupos separatistas musulmanes, como así también a los rebeldes comunistas.  

    A medida que se acerca el cincuentenario de la presencia menonita, nuestras iglesias ‚Äìque expresan una gran diversidad denominacional‚Äì continúan siguiendo a Jesús en el camino de la paz, testificando a nuestro prójimo por medio del amor y la justicia que Jesús demostró en sus interacciones con las personas en la Tierra.

    ‚ÄîRegina Lyn Mondez-Sumatra, Coordinadora Nacional de IMC, desde 2011. Se formó en la Iglesia Bíblica Menonita de Lumban. Actualmente, es investigadora a tiempo completo para una pequeña ONG, que brega por la consolidación de la paz en Metro Manila promoviendo el proceso de paz entre el Gobierno filipino y el Partido Comunista. /em>

     


    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en abril de 2019.

     

  • “Del Señor es el mundo entero, con todo lo que en él hay, con todo lo que en él vive. Porque el Señor puso las bases de la tierra y la afirmó sobre los mares y los ríos” (Salmo 24,1–2).

    “Cambio Climático”: estas dos palabras frecuentemente generan ansiedad con respecto al futuro, no solo de la humanidad, sino también de todo el planeta.

    Estudios científicos realizados en los últimos 100 años muestran que si las temperaturas globales aumentan más allá de 1.5 º centígrados, habrá impactos negativos en los ecosistemas de todo el mundo. Este pequeño cambio conlleva que los patrones de lluvia se alteren, que las temperaturas cambien y genera un mayor riesgo de olas de calor, inundaciones, derretimientos de las capas de hielo y los glaciares, lo que ocasiona un aumento del nivel del mar.

    El cambio climático plantea un riesgo para las sociedades humanas y los ecosistemas naturales. Una interrupción en el equilibrio del ecosistema ya se mide en especies de plantas y animales los cuales están cambiando fisiológicamente. Debido a efectos tales como la disminución del rendimiento de los cultivos; el cambio climático causará mayores tasas de pobreza.

    Si bien la evidencia científica presenta muchos aspectos negativos, la iglesia puede resaltar los aspectos positivos. Como cristiana, que actualmente estudia ciencias ambientales, creo que podemos buscar soluciones en la ciencia y al mismo tiempo exaltar a Dios por su grandeza, porque Él creó el mundo y nos otorgó el deseo de entenderlo.

    El compromiso de la iglesia es vital. A continuación, ofrezco 6 puntos de acción.

    Cambiar

    Muchos necesitamos cambiar nuestra mentalidad, perspectiva y actitud frente al cambio climático. Este no es un problema que solo corresponde a los políticos, científicos y expertos. Es un problema de todos, incluida la iglesia mundial.

    Aunque esperamos la vida eterna a través de Jesucristo, a medida que caminamos en la tierra somos los guardianes de la misma. Génesis 2:15 dice “Cuando Dios el Señor puso al hombre en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara”. Dios le ordenó a la humanidad que cuidara de su creación.

    Como hacerlo…

    El asunto no se trata de si el cambio climático es un fenómeno verdadero o no, sino de cómo nosotros, como miembros de la iglesia global, participamos en la adaptación de nuestras comunidades a los cambios. Es una cuestión mundial que debe abordarse mediante un esfuerzo conjunto en lugar de hacerlo individualmente.

    La iglesia global, al fomentar un espíritu de unidad y compromiso comunitario, puede ayudar a acercar a las personas a Cristo y dirigir a sus comunidades hacia una dirección positiva.

    Acción y Conciencia

    Como iglesia, podemos ser un lugar en donde las personas buscan información precisa sobre qué es el cambio climático, a quién afecta, cómo adaptarse y cómo mitigar sus efectos.

    La iglesia mundial podría ayudar no solo financieramente sino también espiritualmente, a comprender la dinámica entre los países desarrollados y los países en desarrollo. Los habitantes de los países en desarrollo sufrirán más los impactos del cambio climático en relación con las naciones desarrolladas. Como organismo global, podríamos ser un conducto para la información específica por regiones.

    Las congregaciones locales podrían promover estrategias de conservación que comiencen a nivel comunitario. La iglesia podría ofrecer recursos para mejorar la eficiencia en los sistemas de energía y alimentación, construir infraestructura verde y fomentar espacios verdes en áreas urbanas y rurales.

    La naturaleza

    Tome tiempo para apreciar la naturaleza y ver la grandeza de Dios en ella. Recuerde que a medida que cambie el clima, también lo harán ciertos aspectos de la misma.

    Dios

    Debemos mantener a Dios como el centro. Entonces, donde la evidencia científica nos decepciona, la Palabra de Dios sigue siendo una verdadera guía. La oración es una herramienta poderosa que nos conecta con Dios y con los demás.

    Espere cualquier cosa

    Vivimos en un mundo lleno de confusión. Los científicos confían en la evidencia y las proyecciones para predecir escenarios futuros, pero eso nunca puede ser 100% exacto. Sin embargo, como creyentes, nuestro consuelo reside en Dios como nuestra paz en los momentos de caos e incertidumbre.

    Nuestras vidas están fundamentadas en Cristo. Pase lo que pase, Dios está siempre con nosotros. Esta no es una excusa para sentarse y ver cómo se desarrolla el caos, más bien, es un momento para CAMBIAR. Como iglesia mundial, podemos aprovechar esta oportunidad para llegar a aquellos que están perdidos.

    —Makadunyiswe Ngulube es la representante de YABs para África. Ella es miembro de la iglesia Mount Pleasant de los Hermanos en Cristo en Zimbabue. Ella está estudiando Ciencias Ambientales en la Universidad de Saint Mary, Nueva Escocia, Canadá.

    Fuentes utilizadas (en inglés):

    Global warming of 1.5ºC. An IPCC Special Report, https://www.ipcc.ch/sr15/

    D. Lobell, M. Burke, C. Tebaldi, M. Mastrandrea, W. Falcon, and R. Naylor. “Prioritizing climate change adaptation needs for food security in 2030” in Science (2008).

    Terry L. Root, Jeff T. Price, Kimberly R. Hall, Stephen H. Schneider, Cynthia Rosenzweig, & J. Alan Pounds. “Fingerprints of global warming on wild animals and plants” in Nature (2003).

  • En Renovación 2027, El Espíritu Santo Transformándonos en Kisumu, Kenia, el 21 de abril de 2018, varias personas compartieron el testimonio de una experiencia acerca de la obra del Espíritu cambiando a las personas dentro la iglesia. Varios de los artículos en esta sección han sido adaptados a partir de esas presentaciones. Algunos testimonios adicionales también cuentan sobre la obra del Espíritu Santo transformando las vidas.


    Era el momento de reunirnos para un día de comunidad de la iglesia y celebrar – ¿pero celebrar qué? ¿La fidelidad de Dios en el pasado en nuestra larga historia a pesar de la amenaza de declive en el presente? ¿Nuestra rica herencia aún presente en las iglesias hoy día?

    Durante los últimos 15 años, en las iglesias menonitas suizas no se habían llevado a cabo reuniones de este tipo. Los preparativos para ésta llevaron dos años.

    Dedicamos mucho tiempo a la búsqueda de un tema que fuera el enfoque de nuestra celebración.

    • Alguien pensó que al reunirnos, todas las distintas identidades de nuestras 14 iglesias deberían hacerse visibles, un paisaje de perfiles desplegando la riqueza del evangelio de Cristo encarnado en muchas formas de comunidades eclesiales, cada una bastante diferente de las otras.
    • Otra persona sugirió que siguiéramos el modelo de las cartas a las siete iglesias que se encuentra en el libro de Apocalipsis de Juan. Se invitaría a las iglesias a escribir una carta imaginando lo que diría Dios sobre sus iglesias en la actualidad: los peligros, sus fortalezas y debilidades.
    • Alguien más mencionó que nuestras iglesias necesitan estímulo para entrar en la renovación y establecer una visión para guiarnos en los años venideros.

    Nos escuchamos mutuamente. Llevamos a casa lo que se trató, oramos al respecto, y lo discutimos en otros grupos.  

    Cuando nos volvimos a reunir, nos quedó grabada la idea de escribir una carta. Pero nos inquietaba la noción de tomar como modelo las cartas en Apocalipsis. ¿Quién puede hablar desde la perspectiva de Dios? Esto podría incitarnos a juzgarnos unos a otros. Siguiendo los hilos de lo que había en nuestros corazones para nuestras iglesias, finalmente decidimos que por cierto íbamos a invitar a las iglesias a escribir una carta a todas las otras iglesias de nuestra denominación.

    Pero debía ser una carta sobre sus esperanzas, imaginándose dentro de 10 años dando una mirada retrospectiva a este intervalo que tenían por delante. Describirían cómo Dios los habría guiado, qué caminos habrían recorrido, qué cambios habrían atravesado.

    Las invitamos a poner por escrito sus sueños para el futuro crecimiento de sus iglesias.

    ¿Responderían las iglesias? ¿Se mostrarían tan vulnerables ante las demás? No estábamos seguros si estaban listas para esta tarea.

    Nos arriesgamos. 

    El tema del día sería “Aire matutino”. A través de las cartas esperábamos tomar un nuevo ánimo, un aroma del futuro que Dios había puesto en nuestros corazones.

    El viento matutino del reino venidero de Dios ya estaba presente como un aroma en nuestros sueños.

    La respuesta fue asombrosa.

    • Algunas iglesias preguntaron si podían escribir dos cartas porque estaban por fundar una nueva iglesia.
    • Muchas iglesias se reunieron para discutir cómo veían los 10 años venideros.
    • La mayoría de las iglesias escribieron una historia audaz, llena de valor. Estaban al tanto de los desafíos que se avecinaban, pero vieron estos cambios que se avecinaban como el nacimiento de algo nuevo que estaban esperando.

    Esta fue una primera transformación por el Espíritu. Seguimos una fragancia que ya se encontraba en el aire. El Dios fiel entretejiendo nuestro futuro vino a encontrarse con nosotros en el presente.

    Para nuestro día de comunidad imprimimos todas las cartas en pancartas. Con mucha curiosidad, personas de todas las iglesias se juntaban para leer lo que otros habían escrito. 

    Este día se convirtió en un compromiso mutuo de las iglesias: oraremos por ustedes, que Dios cumpla lo que ha puesto en sus corazones, incluso si es muy diferente de lo que imaginamos para nuestro propio futuro.

    Esta fue una segunda transformación. Reconocimos y afirmamos que Dios está encarnando su evangelio de muchas maneras que se complementan mutuamente.

    Al finalizar el día, les pedí a las congregaciones que pasaran al frente con el panel mostrando su carta. A medida que las pancartas se movían de un lado al otro del salón, de repente me di cuenta que parecían velas listas para atrapar el viento de Dios.  

    En los dos años transcurridos desde entonces, hemos visto algunos de estos sueños convertirse en realidad.

    Como conferencia (iglesia nacional), estamos descubriendo esperanzas en común que nos unen. Algunas diferencias pueden originar tensiones que amenazan nuestra unidad y necesitan ser tratadas. Pero la apertura y las oraciones sinceras de estas cartas encienden un amor mutuo renovado que hace posible abordar preguntas difíciles que de otra forma podrían quebrantar nuestra unidad. 

    Mediante un proceso de escucharnos mutuamente en cuanto a lo que Dios había puesto en cada corazón, tanto a nivel de iglesias locales como a nivel de liderazgo conferencial, experimentamos el Espíritu de Dios transformándonos.

    —Jürg Bräker es miembro de la Comisión de Diáconos. Él es el secretario general de la conferencia menonita de Suiza/ Konferenz der Mennoniten der Schweiz (Alttäufer)/Conférence Mennonite Suisse (Anabaptiste), the Anabaptist church in Switzerland.

    Él fue uno de los oradores en Renovación 2027, El Espíritu Santo nos Transforma, en Kisumu, Kenia, el 21 de abril de 2018. Las columnas de esta sección se adaptaron de su presentación. 

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2018.

  • En Renovación 2027, El Espíritu Santo Transformándonos en Kisumu, Kenia, el 21 de abril de 2018, varias personas compartieron el testimonio de una experiencia acerca de la obra del Espíritu cambiando a las personas dentro la iglesia. Varios de los artículos en esta sección han sido adaptados a partir de esas presentaciones. Algunos testimonios adicionales también cuentan sobre la obra del Espíritu Santo transformando las vidas.

    El Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad: Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo (Mateo 28,19). Eso es lo que mi iglesia, la Iglesia de los Hermanos en Cristo (BICC, por sus siglas en inglés) en Zimbabue enseña. No podemos ver al Espíritu Santo con nuestros ojos, pero vemos a Dios en acción a través de su Espíritu, y el resultado es siempre asombroso, impresionante e inspirador.

    Cuando era niña, se nos enseñaba sobre Dios el Padre y Jesús, el gran amigo de los niños, y nuestro Salvador. El Espíritu Santo apenas era mencionado, aunque entonábamos cantos que propugnaban el poder de este consolador y maestro.

    Íbamos a la iglesia a adorar a Dios con otros creyentes a través de la oración, los estudios bíblicos/la escuela dominical, los himnos (de alabanza y de adoración), la ofrenda y el sermón.

    Durante muchos años, nuestras iglesias enseñaron bien la Biblia, pero nuestras acciones en la adoración, aunque apropiadas en lo que a forma se refiere, no coincidían con la ética, particularmente cuando se trataba de dar el diezmo y la ofrenda así como cualquier otro tipo de dádiva.

    Luego llegaron las enseñanzas sobre la persona del Espíritu Santo; comencé a presenciar cambios de actitudes.

    Cuando una iglesia permite el poder transformador del Espíritu Santo, vemos los frutos del amor, de la alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y del dominio propio (Gálatas 5,22–23). 

    El tiempo de oración se ha convertido en un tiempo de verdadera comunión con Dios. 

    Durante la alabanza y la adoración, el equipo está adorando a Dios de forma genuina, pudiendo dirigir al resto de la congregación a la presencia de Dios. La letra de los himnos adquiere un nuevo significado. 

    La práctica de dar está mejorando. Los adoradores ya no están dando los diezmos y las ofrendas por obediencia a la ley, sino más bien por amor, por gozo y con corazones agradecidos. Para la mayoría de las personas el dar generosamente como lo hicieron los macedonios en 2 Corintios 8 no es fácil, pero seguimos siendo testigos de la transformación que solo podemos atribuir a la obra del Espíritu Santo. 

    Un ejemplo de la obra del Espíritu Santo es el que ocurrió en 2011, durante la conferencia femenina de BICC en Mtshabezi Mission.

    El último día de la conferencia, la evangelista Silibaziso Nhliziyo basó su mensaje en Génesis?9,17–26. Esta querida mujer de fe profunda desafió a la iglesia a cuidar de nuestros padres espirituales, de nuestros pastores y líderes que están expuestos a las carencias y a las necesidades. 

    Ella puso el dedo sobre la llaga: “La esposa del obispo Ndlovu visita a los enfermos y a los desconsolados, y hace muchos mandados para la iglesia a pie, o toma los taxis de recorridos cortos. Sin embargo, vivimos con comodidad y manejamos buenos vehículos, ¿verdad? Hoy, vamos a dar, para que la esposa del obispo pueda comprar un vehículo. Den, mujeres: planten una semilla para aliviarle la vida a la esposa del obispo al servir a Dios. 

    “Vamos a dar $5.000 para comprar el vehículo. Lo que hacen por ella, lo están haciendo para Dios”. 

    Parecía una tarea difícil para muchos que generalmente daban el mínimo posible. 

    Sorpresa, sorpresa, las mujeres pasaron al frente comprometiéndose con sumas que sobrepasaban la cifra citada. Todas estuvimos de acuerdo en que el Espíritu Santo estaba obrando. Hasta la fecha, el vehículo de 10 asientos que compramos es utilizado por la esposa del obispo y por otras damas de la iglesia que están llevando a cabo el ministerio de mujeres.  

    Silibaziso continuó diciendo: “Siento en mi espíritu que hay mujeres que están teniendo problemas para concebir. Sus corazones claman por tener hijos. Algunas se están dando por vencidas. ¡Con Dios nunca te des por vencida!” 

    Muchas mujeres pasaron al frente para pedir oración.

    Seis años después, durante la conferencia anual de mujeres de los Hermanos en Cristo, Lovewyn Mhlanga, una talentosa maestra y conferencista, casada con un ministro del evangelio en la Iglesia de los Hermanos en Cristo de Lobengula en Bulawayo, dio un testimonio personal. 

    “En Mtshabezi [la conferencia mundial femenina de 2011] me encontré con mi Jesús de una forma especial”, dijo ella.

    “Estaba reacia a seguir adelante. Había perdido cuatro embarazos. Ya habían orado muchas veces por mí, pero mis esperanzas se habían desvanecido muchas veces. 

    “Me dirigí al frente de mala gana, con las lágrimas rodando por mi rostro. Mientras oraban por mí, Dios me tocó. 

    Poco después, tuve un embarazo que alimenté con una mezcla de alegría y ansiedad. Después de nueve meses, ingresé al hospital para un parto por cesárea. Cuando todavía me encontraba en el quirófano escuché llorar a mi bebé y dije, ‘¡Dios, eres tan bueno! Eres fiel. Eres Jehová y mereces toda la adoración!”

    Al estar sentada aquí, hay cosas por las cuales le crees a Dios. Cree que Dios traerá un avance en tu vida”, dijo Mhlanga. “Tuve a mi niña, Princesa. Oré por otro bebé, y Dios me dio un hijo, el príncipe Joshua.

    ¿Se encuentra el Espíritu Santo en nuestro medio transformando las situaciones y las vidas? ¡Sí, lo está! El mismo Espíritu Santo que trajo a los misioneros, que nos dio el evangelio, que vino con escuelas y hospitales, es el mismo Espíritu que obra en la actualidad construyendo el reino de Dios.

    —Barbara Nkala es representante regional del CMM para África meridional. Es miembro de la iglesia Hermanos en Cristo en Zimbabue. Ella fue una de las oradoras en Renovación 2027, El Espíritu Santo nos transforma, en Kisumu, Kenia, el 21 de abril de 2018. Las columnas de esta sección se adaptaron de su presentación.

    Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2018.