Cómo YAMEN puso a esta doctora en el camino que siempre había deseado
La Dra. Ela Castro siempre supo que quería pasar su vida sirviendo a las personas necesitadas. Según todas las apariencias externas, esto es lo que ella estaba haciendo. Había estudiado durante años para obtener su título de medicina. Trabajaba en una clínica de salud. Ella estaba ayudando a la gente – pero faltaba algo. Sintió que su corazón la llamaba a servir, no solo a trabajar por un salario fijo.
Pero no fue hasta que dio un paso de fe que realmente sintió que había encontrado su propósito.
A través de una conexión en su iglesia local, la Iglesia Menonita Central en San Pedro Sula, Honduras, Ela Castro se enteró del programa y decidió probar un período de servicio de un año con YAMEN (Red de Intercambio Anabautista-Menonita para Jóvenes). YAMEN ofrece a adultos/as jóvenes de fuera de Canadá y de los EE.UU., la oportunidad de dejar lo que saben durante el periodo un año para servir, crecer y aprender en una ubicación internacional. YAMEN es un programa conjunto entre el Comité Central Menonita (CCM) y el Congreso Mundial Menonita (CMM).
La educación y la experiencia de Ela Castro la convirtieron en una candidata perfecta para un puesto que brinda atención médica a personas migrantes que reciben el apoyo de una organización socia del CCM en la Ciudad de Guatemala, Guatemala. Y ella dice que la experiencia fue la confirmación de que se estaba moviendo en la dirección del llamado de Dios en su vida.
“YAMEN es un gran lugar para que la gente confirme su don y su llamado, y para mí, fue una prueba de que puedo hacer algo diferente a lo que otros médicos/as están llamados a hacer”, dice Ela Castro, de 30 años.
La Casa del Migrante brinda refugio, alimento y atención médica a miles de personas migrantes que pasan por Guatemala, así como a personas guatemaltecas deportadas. Brindar atención a las personas desplazadas es un desafío y es increíblemente gratificante, dice Ela Castro. Pero, hay una historia sobre una niña que ella la lleva en lo profundo de su corazón.
“Había una niña de nueve años que era migrante y estaba vomitando – no se encontraba bien. En el refugio no teníamos todos los medicamentos que necesitábamos para tratarla bien”, dijo ella.
Ela Castro quería llevar a la niña a un hospital, pero la madre y el padre de la niña le suplicaron que no lo hiciera porque otros médicos les habían tratado muy mal en el pasado. Después de unas horas bajo el cuidado de Ela Castro, la niña se recuperó.
“Estas personas realmente me agradecieron más de lo que esperaba y necesitaba porque no era yo, era Dios obrando. Ese mismo día hubo una celebración en la Casa del Migrante y la niña estuvo conmigo hasta que estuvo lista para irse a la cama. Le dije que la mantendría en mis oraciones toda mi vida y a lo largo de su vida; he seguido orando por ella, incluso después de que me fui de ese lugar”.
Ela Castro recuerda su tiempo con YAMEN como un momento crucial en su vida, y uno que la preparó para uno de los años más desafiantes que jamás haya enfrentado.
Cuando terminó su periodo en YAMEN, en junio del 2020, ella regresó a casa y encontró a su madre y padre enfermos con COVID-19. Su padre falleció a causa de la enfermedad pocas semanas después de su regreso.
Mientras cuidaba a su madre en la casa y antes de decidir cuál era su próximo paso, Ela Castro, su novio y su hermana también contrajeron COVID-19. Todos se recuperaron, pero fue solo meses después que los huracanes Iota y Eta azotaron Centroamérica. Ela Castro y su madre se unieron a un grupo dirigido por una iglesia menonita local para ofrecer atención médica y asistencia a quienes sufrían el impacto de las tormentas.
Su tiempo en YAMEN brindando atención médica en entornos desafiantes la preparó perfectamente para un momento como este.
Además, ella dijo que su tiempo en YAMEN también jugó un papel fundamental en su formación en la fe y en la planificación de lo siguiente en su vida.
“Fue mi Getsemaní”, dice Ela Castro. “Fue una oportunidad para mí de experimentar mi fe por mí misma sin el apoyo de mi mamá, de mi papá y de mi familia más cercana. Yo no sabía que después de regresar de Guatemala no iba a tener a mi papá conmigo”.
Castro se casó recientemente y está brindando atención médica a nivel local a través de visitas domiciliarias o llamadas telefónicas mientras determina el siguiente paso en su camino para ayudar a las personas que más lo necesitan.
—Un comunicado conjunto del Congreso Mundial Menonita y del Comité Central Menonita. Escrito por Jason Dueck, un escritor del Comité Central Menonita que vive en Winnipeg.