¿Por qué importa la comunidad mundial? Profundizar nuestro compromiso común de ser una familia mundial
Como Congreso Mundial Menonita, compartimos el compromiso de ser una hermandad (koinonia) mundial de fe y vida. Juntos, anhelamos ser una hermandad que trascienda las fronteras de nacionalidad, raza, clase, género e idioma. Pero debido a nuestra diversidad, cada iglesia miembro del CMM aporta una singular comprensión de la importancia de la hermandad mundial al participar e invertir en el CMM.
El número de abril 2015 de Courier/Correo/Courrier procura discernir la variedad de razones que motivan a las comunidades anabautistas de todo el mundo a reunirse para constituir el CMM. A continuación, escritores y escritoras reflexionan en sendos artículos sobre la siguiente pregunta: ¿Por qué mi hermandad local o regional necesita una hermandad mundial?
Reunirnos nos fortalece
Tuve la oportunidad recientemente de conocer las nueve convenciones menonita-anabautistas y de los Hermanos en Cristo de India y Nepal. Estas convenciones tienen congregaciones (incluyendo iglesias en hogares) en zonas mayormente rurales, donde las personas no cristianas son mucho más numerosas que las cristianas. La membresía es, con frecuencia, escasa. Las personas a cargo de la tarea pastoral son pocas; debido a las limitaciones geográficas y falta de recursos, no pueden visitar y brindar apoyo espiritual a cada miembro. En consecuencia, muchas de estas congregaciones han sucumbido al complejo de grupo minoritario, con una sensación de aislamiento, temor, desconfianza e incluso abandono.
Ante tal situación, es difícil saber qué significa ser parte de una familia de Dios más amplia. Aunque dichas congregaciones saben a qué convención regional o nacional pertenecen, carecen de un espíritu de hermandad mundial.
Dicha realidad me llevó a un reciente contacto con las convenciones de India y Nepal, junto con un grupo de líderes anabautistas mundiales: Madhukant Masih, nuevo director de Mennonite Christian Service Fellowship of India (MCSFI), una organización intermenonita que brinda un foro para las nueve denominaciones de la India afines a la iglesia menonita, a fin de que se vinculen para fraternizar y servir a la sociedad; Henk Stenvers, secretario de la Comisión de Diáconos del CMM; y César García, secretario general del CMM. Uno de los objetivos de nuestra visita era compartir información sobre MCSFI y el CMM, y explicar los distintos roles y programas de cada organización. Otro objetivo –y quizá el más importante– era ayudar a cada convención a comprender nuestra interconexión mundial, a fin de que entendieran que, a través del CMM, estamos vinculados como hermanos y hermanas en Cristo.
Durante nuestra visita, observamos que muy poca gente conocía el CMM. (Las personas que sí lo conocían, habían asistido a la Asamblea del CMM en Calcuta, en 1997.) Comenzamos nuestra explicación partiendo del contexto local y pasando luego al mundial. Mediante estadísticas y fotografías explicamos la labor del CMM y cómo vincula las convenciones de todo el mundo a fin de fraternizar, adorar, testificar y servir. Conforme hablábamos, fueron prestando atención y mostrando aún mayor interés. Las personas que escuchaban se alegraban al enterarse de que pertenecían a una familia de Dios mucho más amplia. Hacia el final de cada visita, las convenciones locales querían saber cuándo sería la próxima visita. Tanto las iglesias muy numerosas como las menos numerosas deseaban conocer y fraternizar más con la comunidad cristiana de todo el mundo. Hubo quienes expresaron su interés de participar en la ‘Ofrenda de un almuerzo’ que se recaudará el Domingo de la Fraternidad Mundial. Conocer las necesidades de personas del resto del mundo impulsa incluso a la iglesia más pobre a querer compartir lo poco que tenga.
En India y Nepal nuestras iglesias anhelan saber qué significa ser una iglesia de paz. El CMM ha brindado la capacitación y los recursos necesarios para responder a su inquietud. En octubre y noviembre de 2014, el CMM coauspició (con MCSFI y el Comité Central Menonita) una serie de talleres en nuestras convenciones, tendientes a fortalecer la identidad anabautista. Alrededor de quinientos pastores, pastoras y líderes –incluyendo los jóvenes– se beneficiaron de la excelente enseñanza brindada por líderes de la iglesia mundial. (Para más información sobre estos talleres, véase el número de febrero 2015 de Correo Noticias.) La tan necesaria comprensión del concepto de “paz con justicia” se está clarificando ahora en el contexto de pobreza, injusticia y violencia en el que se encuentran nuestras iglesias. Líderes de la iglesia local se han comprometido a extender las enseñanzas recibidas en estos talleres, compartiendo la verdad y sabiduría cristianas con un grupo más amplio de personas en las zonas rurales de las convenciones.
La hermandad es otra necesidad que tienen nuestras convenciones. El ‘complejo de grupo minoritario’ de las iglesias ha sido a veces un obstáculo para el crecimiento espiritual. Sin embargo, los sentimientos asociados con este complejo parecen desaparecer cuando líderes y miembros de la iglesia descubren la comunidad anabautista mundial. Más y más, los/las creyentes saben que transitan un camino junto con hermanas y hermanos de todo el mundo, con el fin de conocerse, unir fuerzas y traer esperanza en medio de la desesperanza, injusticia y violencia.
Invertir en la labor del CMM ha generado cambios positivos en la mentalidad, actitudes y acciones de las iglesias. Las personas que participan en el ministerio local deben continuar haciendo todo lo necesario para fomentar este nuevo espíritu de hermandad mundial.
El CMM crea el ámbito en el que una diversidad de creyentes pueda reunirse para vincularse, aprender y compartir. En este contexto, llegamos a una comprensión más cabal de cómo Dios obra en todas las personas y en todas las circunstancias, brindando una comprensión más amplia de la acción del Reino de Dios en el mundo.
Cynthia Peacock, representante regional de Asia del Sur en el CMM, preside la Comisión de Diáconos del CMM. Antes de retirarse en 2006, se desempeñó como trabajadora social del Comité Central Menonita durante 38 años.