Una respuesta reconciliadora a la guerra en el Medio Oriente

Octubre del 2023 

En un momento de creciente derramamiento de sangre entre israelíes y palestinos, con una tensión cada vez mayor entre las naciones del Medio Oriente y más allá, líderes del Congreso Mundial Menonita emiten tres llamados urgentes: 

  1. Que las iglesias miembros del Congreso Mundial Menonita oren y actúen para poner fin a la espiral de violencia e injusticia1 en el Medio Oriente, reconociendo que favorecer a una nación o etnia en detrimento de otra le hace daño al evangelio2 y a la humanidad. 
  2. Que las milicias palestinas cesen sus ataques contra los israelíes, liberen a los rehenes y busquen formas noviolentas de reivindicar sus justos reclamos. 
  3. Que el gobierno israelí ponga fin a su actual ataque contra Gaza y Cisjordania y comience a reparar las décadas de ocupación y despojo perpetuados sobre el pueblo palestino. 

Cuidar tanto a israelíes como a palestinos 

Nosotros como cristianos somos el “brote de olivo silvestre” injertado en una raíz judía (Romanos 11:17). Por lo tanto, honramos al judaísmo y respetamos a la nación moderna de Israel cuando gobierna con justicia y trata a todos los pueblos por igual. Asimismo, nos solidarizamos con el pueblo palestino en su necesidad de vivir con seguridad y dignidad en su propia tierra. Lamentamos y protestamos por la masacre de israelíes cometida recientemente por Hamás. También lamentamos y protestamos frente a las constantes pérdidas y humillaciones que los palestinos han sufrido durante los últimos setenta y cinco años de ocupación israelí. 

Hacemos un llamado a las y los cristianos, por el poder del Espíritu Santo, a encarnar la amplia aceptación del evangelio (Mateo 28:19-20) en el que no hay “ni judíos ni gentiles” (Gálatas 3:28). Las promesas de posesión de tierras que Dios hizo a los patriarcas bíblicos han sido cumplidas desde hace mucho tiempo (Josué 21:43–45). El evangelio deja de ser una buena noticia si significa que los palestinos deben sacrificar sus vidas y sus esperanzas por el bienestar del pueblo judío que los desplaza. 

El Israel moderno y las promesas antiguas  

Si bien condenamos el antisemitismo y apoyamos la necesidad de que el pueblo judío viva con seguridad en el tiempo actual, recalcamos que es inapropiado ver al Estado moderno de Israel simplemente como una continuación del antiguo Israel. El amor de Dios revelado  

en Jesucristo incluye por igual a judíos y palestinos. Los cristianos y cristianas ponemos nuestra esperanza para el futuro en la Nueva Jerusalén global (Apocalipsis 21, 22), y no en ninguna secuencia de eventos escatológicos centrados específicamente en el Medio Oriente. 

Les recordamos a las y los cristianos que ven al Estado moderno como una continuación del Israel bíblico que las promesas divinas sobre la tierra tienen una condición: el pueblo de Dios debe obedecer el pacto (Levítico 18:26-29; Deuteronomio 28:15). Al recordar su propio sufrimiento en Egipto, los israelitas debían tratar a las personas vulnerables de manera justa (Deuteronomio 24:16-22). Las últimas palabras de Jesús antes de la Ascensión fueron una advertencia en contra de que sus seguidores especularan sobre los últimos tiempos con respecto al futuro de Israel (Hechos 1:7-8; vea también Marcos 13:32). En cambio, Jesús dijo: proclamad el evangelio a todos los pueblos de la tierra. 

Aunque hoy son una pequeña minoría, existe una presencia cristiana autóctona en Palestina cuyas raíces se remontan a la iglesia apostólica. Estos cristianos sufren cuando los demás creyentes en otras partes del mundo brindan su apoyo acrítico a Israel.3 

Jesús encarna una visión de justicia global 

Cuando Jesús se acercó a Jerusalén en la semana de su Pasión, lloró sobre la ciudad diciendo: “¡Si en este día tú también entendieras lo que puede darte paz!” (Lucas 19:42). Jesús también actuó: entró en los tribunales del poder religioso y político para confrontar a quienes abusaban de su poder. La intención de Dios era que el templo fuera una “casa de oración para todas las naciones” (Marcos 11:17), Jesús encarnó la profecía de Isaías de que todas las naciones acudirían a Jerusalén, que los pueblos del mundo convertirían sus espadas en arados y no recibirían instrucción para la guerra (Isaías 2:2-4). Hoy seguimos comprometidos con esa visión reconciliadora para los israelíes y los palestinos, y para los pueblos en conflicto en cualquier parte del mundo. 

Hablaremos con gobiernos y líderes religiosos de todo el mundo, instándolos a buscar justicia tanto para los palestinos como para los israelíes y no simplemente apoyar a un lado o al otro. Pedimos a las naciones del mundo que dejen de suministrar armas a las partes en conflicto y que trabajen con la comunidad de naciones para buscar una paz justa. 

Al final será Dios quien traiga sanación a las naciones. Vivimos esa esperanza orando, “venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” – y siguiendo el camino noviolento de Jesús, el Príncipe de la Paz. 

Hasta entonces clamaremos “¡Dios, ten misericordia!”. 

Henk Stenvers, Presidente del CMM
César García, Secretario General del CMM


1 Some scholars speak about three forms of violence that perpetuate the “spiral of violence”: Systemic Violence (Violence #1), Revolt (Violence #2), and Repression (Violence #3).

2 “Gospel” refers to a holistic, all-encompassing, liberating message of God’s peaceable (and, therefore, justice-filled) kingdom made known and visible in the world. This message overturns the logic of death and its different manifestations, including violence, oppression, injustice, and death itself, into that of life in abundance.

3 See “A Call for Repentance: An Open Letter from Palestinian Christians to Western Church Leaders and Theologians”