Una ráfaga de viento recio

Tres razones por las cuales el Espíritu Santo es pertinente para la iglesia actual

Cincuenta días después de la Pascua Judía, la comunidad judía se reunió en Jerusalén para la Fiesta de las Semanas. Al mismo tiempo, los seguidores de Jesús se reunieron en un cuarto aguardando la promesa del Espíritu Santo.

Mientras esperaban, “De repente, un gran ruido que venía del cielo, como de un viento fuerte, resonó en toda la casa donde ellos estaban.... Y todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu hacía que hablaran” (Hechos 2,2-4). De forma milagrosa los seguidores de Jesús comenzaron a hablar en idiomas, para ellos, desconocidos.

Las noticias de los seguidores hablando en idiomas diferentes pronto se extendió por toda Jerusalén. La gente estaba desconcertada, asombrada o escéptica.

 Len Rempel

Luego Pedro – el mismo Pedro que 50 días antes había negado cualquier asociación con Jesús – se puso de pie y predicó su primer sermón. Ahora, con el poder del Espíritu Santo, Pedro se paró delante de miles de personas que habían crucificado a Jesús. La multitud que hace 50 días no podía soportar a Jesús ahora escuchó atentamente un sermón en defensa de Jesús. 

Según se informa, 3.000 personas creyeron en Jesús y ese día fueron añadidas a la iglesia.

Pedro interpretó los eventos de esa mañana a la luz de una profecía del profeta Joel. 

En Joel 2,28–29, Dios prometió derramar su Espíritu sobre toda carne. Dios prometió empoderar a todas las personas para ejercitar el poder divino. Y esta profecía se cumplió este día. Así fue como el día de Pentecostés pasó a ser el día del nacimiento de la iglesia.  

Dos mil años más tarde, ¿por qué nos importa que los primeros cristianos estuviesen llenos del Espíritu Santo? ¿Qué es lo que la iglesia podría aprender de los eventos de Pentecostés?

1. El Espíritu Santo sigue empoderando a la iglesia 

En Hechos 1,8, Jesús prometió a sus discípulos que recibirían el poder del Espíritu Santo para testificar. Antes de Pentecostés, los discípulos tienen miedo y se encuentran sin dirección. Después, de forma audaz, se presentan como seguidores de Jesús.

El empoderamiento que recibieron no llegó a su fin ese día. Llevan a cabo actos poderosos de sanidad, levantando a los muertos, y testificando en el Sanedrín. Viven con valentía, la mayoría hasta el punto de la crucifixión.

El Espíritu Santo continúa empoderando a la iglesia hoy. Las instituciones cristianas trabajan para abordar temas importantes tales como el tráfico humano, el desplazamiento, la pobreza y el hambre, la violencia y la guerra.

Miembros de la iglesia arriesgan sus vidas para para vivir su fe. 

Greta Lindecrantz de Colorado, EE.UU., eligió la cárcel en lugar de apoyar la pena de muerte.

Sang-Min Lee de Corea del Sur rehusó completar el servicio militar obligatorio del gobierno y pasó 15 meses en prisión como objetor de conciencia.

Los jóvenes menonitas de Colombia se han negado a unirse a los grupos armados porque creen que “no es compatible con las enseñanzas y los ejemplos de Cristo Jesús”.

En India, los creyentes siguen a Cristo en medio de la creciente intolerancia y persecución religiosa.

Esto es posible solo debido al poder del Espíritu Santo

2. La iglesia por naturaleza es diversa e inclusiva

El día de Pentecostés, el Espíritu Santo permitió a los creyentes reunidos “declarar las maravillas de Dios” en idiomas que nunca antes habían hablado. Este milagro reafirma la naturaleza diversa de la iglesia: multilingüe, multiracial y multicultural.

De ahí en más, en lugar de ser un grupo homogéneo de galileos, la iglesia pasó a ser una comunidad de personas de todas las naciones, atraídas unas a otras por el amor de Cristo.

En su sermón, Pedro cita al profeta Joel para interpretar los eventos de esa mañana:

“Sucederá que en los últimos días, dice Dios,
derramaré mi Espíritu sobre toda la humanidad;
los hijos e hijas de ustedes
comunicarán mensajes proféticos,
los jóvenes tendrán visiones,
y los viejos tendrán sueños.
También sobre mis siervos y siervas
derramaré mi Espíritu en aquellos días,
y comunicarán mensajes proféticos” (Hechos 2,17–18).

El día de Pentecostés fue un evento histórico, porque Dios cumplió la profecía que había sido dada cientos de años atrás.

En los días del Antiguo Testamento, el Espíritu casi siempre era derramado solamente sobre los profetas, los sacerdotes y los reyes; en el día de Pentecostés esto cambió. Todos los creyentes sin importar la edad, el género y el nivel económico recibieron el poder del Espíritu Santo

La iglesia pasó a ser un lugar donde todas las personas importaban, jóvenes y viejos, hombre y mujeres. Y todos recibieron el poder para contribuir a la vida y la misión de la iglesia.

3. La iglesia despliega un anticipo del reino de Dios

Hechos 2,42–47 muestra cómo es el aspecto del reino de Dios en la Tierra.

La primera iglesia convivía en unanimidad. Fraternizaban entre sí; se consagraban a las enseñanzas de los apóstoles. Oraban y partían el pan juntos. Vendían sus propiedades y posesiones para dar a cualquiera en necesidad. El Señor los bendecía “añadiendo cada día los que habían de ser salvos” (Hechos 2,47).

Las características del reino estaban presentes en la primera iglesia. Había unidad en medio de la diversidad; había satisfacción – un deseo de fraternizar y de aprender en lugar de dividir o dominar. Había un compartir y un cuidado mutuo con corazones alegres y sinceros, sin lugar para la avaricia; y un deseo de alabar a Dios.

 Len Rempel

La primera iglesia es para nosotros un modelo a seguir.

Es un modelo para examinar cómo las características del reino están presentes entre nosotros.

La mesa delante de nosotros

En su libro, Convivencia Radical, John Driver nos ofrece una bella imagen de una “mesa de comunión fraternal”.

A través del CMM, se nos presenta una mesa de comunión fraterna. En esta mesa se encuentran personas de todo el mundo, compartiendo historias de la obra del Espíritu Santo – empoderando a la iglesia; declarando las maravillas de Dios; y uniéndonos e incluyéndonos en el cuerpo de Cristo.

Que al participar de estas historias, seamos inspirados a tener fe en el empoderamiento del Espíritu Santo y nos sometamos a su obra del Espíritu Santo en y a través de nosotros.

Los problemas que se ciernen sobre nuestra generación requieren una intervención activa de la iglesia. No es posible abordar estos problemas simplemente por meros esfuerzos humanos. El empoderamiento del Espíritu Santo y el espíritu de unidad dentro de la familia anabautista mundial son necesarios para que la iglesia levante un estándar que sea de testimonio al mundo; que lleve los valores del reino.

Elisabeth Kunjam es miembro de la iglesia de los Hermanos Menonitas en la India. Sirvió en la Comisión de Diáconos (2015–2018).

Ella fue uno de los oradores en Renovación 2027 – El Espíritu Santo nos transforma – en Kisumu, Kenia, el 21 de abril de 2018. El artículo de esta sección es una adaptación de su presentación. 

Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2018.

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