Un hermoso mosaico, elaborado por las manos de Dios.

La primera historia a continuación es de uno de nuestros hermanos en Argentina. Él eligió permanecer en el anonimato porque la historia trata temas delicados. Compartimos esta hermosa historia porque muestra cómo Dios juntó personas de diferentes colores y procedencias, creando un colorido mosaico de personas. De manera similar, la historia de Elisante es sobre Dios uniendo a las personas para encontrar la armonía entre sí a pesar de las diferentes creencias y prácticas, justo en su ciudad natal en Tanzania. 


Digno de ser rescatado 

Un testimonio de Argentina 

Un niño vino a vivir conmigo desde una ciudad cercana donde era conocido como el peor de los peores. Su familia (que eran policías) lo trataban muy mal porque era conocido como ladrón, consumía drogas y para conseguir las drogas lo mandaban a hacer cualquier cosa. 

Tenía muy mala reputación en ese lugar. 

En un momento de su vida sufrió un accidente automovilístico y una sobredosis, lo que le llevó a ser ingresado en un centro de rehabilitación. Después de cumplir su estancia allí, vino a vivir conmigo, un punto intermedio entre el centro y el inicio de su completa reinserción en la sociedad. 

Una de las cosas que más le impactó durante su tiempo aquí es cómo su imagen cambió, el hecho de que Dios pudo actuar en su mente y corazón, de que era digno de ser rescatado. 

Él logró forjar una nueva identidad. Mientras vivía con nosotros, se sorprendió de que la gente confiaba en él y le brindaba oportunidades. Incluso era conocido aquí como parte de nuestra familia. 

Una noche empezó a llorar porque no podía entender cómo después de haber sido la “basura de su pueblo”, había podido encontrar una vida totalmente diferente en el Señor. Eso lo llenó de alegría. 


Nosotros compartimos muchas cosas 

Una historia de Tanzania 

Vengo de un país que es casi mitad cristiano y mitad musulmán. Algunas iglesias cristianas han sufrido ataques, especialmente en Zanzíbar, una isla frente a la costa de Tanzania. En Zanzíbar, la población es 90% musulmana. Esa zona tiende a ser más violenta contra los cristianos, más desafiante. Y a veces hay violencia incluso en la parte norte, en Mwanza. 

En estos casos, alguien que va a la iglesia es asesinado o la iglesia y todo lo que hay en ella es quemado por desconocidos. Pero normalmente sabemos que es un grupo de personas que tienen diferentes creencias religiosas. 

Hablar de paz o de Jesús con los musulmanes de mi país puede ser desafiante. 

A veces ellos son un poco agresivos cuando les dices algo diferente de lo que creen. Esto me ha pasado en conversaciones cara a cara y también en las redes sociales. 

Yo solía participar activamente en grupos de Facebook para musulmanes y cristianos para conversar sobre la fe y las creencias. Cuando los musulmanes usaban palabras violentas, a veces los cristianos se ponían a la defensiva. Y vi que algunos cristianos también podían ser violentos, usando el mismo tipo de lenguaje. Entonces las discusiones simplemente aumentaban. 

Pero pronto me di cuenta de que las palabras no violentas calmarían la situación. 

Siempre que la otra parte usaba un lenguaje violento y agresivo, yo usaba palabras muy cordiales. Muchas veces decía: “Realmente me encanta lo que dijiste y entiendo lo que dices. Y realmente te amo”. Yo decía esto a pesar de que estaban muy enojados con los cristianos. 

Si amamos a las personas que no creen lo que nosotros creemos, demostraremos amor. Si demostramos acciones de paz y amor, ellos querrán saber qué es lo que creemos. 

No culpo a la religión islámica, porque tenemos muchos, muchos amigos islámicos que nos son de gran ayuda. Trabajamos juntos, comemos juntos. Podemos comer del mismo plato o beber de la misma taza. Compartimos muchas cosas. 

Pero tenemos muchas diferencias. Incluso entre los cristianos esto es cierto. 

Por eso, siempre que tengamos malentendidos, debemos venir, sentarnos y hablar juntos. Puede que tengamos diferencias, pero nuestras diferencias se vuelven cada vez menores a medida que hablamos. 

Elisante Daniel Lulu es un Menonita de Tanzania. Grabó este testimonio como parte del Proyecto “Somos testigos” durante la Asamblea del Congreso Mundial Menonita de 2015 en Harrisburg, Pensilvania, EE. UU. Mira el vídeo aquí.


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