• “La mano que da siempre está arriba; la mano que recibe siempre está abajo”.  

    — Proverbio africano

    Una pastora congoleña cambió mi comprensión del dar y recibir. 

    La última vez que la vi fue en la Asamblea Global del Congreso Mundial Menonita (CMM) en Paraguay en 2009, donde expresó su gratitud a mi esposa y a mí por el apoyo financiero que nuestra congregación local en Colombia le había dado a ella y a su iglesia en el Congo. 

    Hospitalidad sacrificada 

    La conocí, a ella y a su esposo, durante una visita a Kinshasa en 2007. En ese momento, mi congregación local en Colombia tenía siete años. Como estábamos creciendo, nos enfrentábamos a los desafíos de no tener un lugar para el culto y a las enormes necesidades financieras de nuestro proyecto de plantación de iglesias. 

     En Kinshasa, me invitaron a predicar un domingo por la mañana en la iglesia de aquella pareja con la que llegaría a tener una hermosa amistad. Al igual que mi iglesia en Colombia, esta congregación no tenía edificio. Su iglesia se reunía en una carpa sin paredes. En ese contexto de extrema pobreza, tuve la bendición de almorzar después del servicio. Más tarde me di cuenta de que los miembros de la iglesia habían sacrificado su almuerzo para proveer el mío. 

    Cuando regresé a Bogotá, el llamado a apoyar a esa congregación era claro, más aún cuando recibimos la noticia del fallecimiento del esposo, que dejaba atrás a sus hijos, hijas y su esposa, quien se convirtió en la pastora principal de la iglesia. Mi congregación local decidió recaudar fondos para la iglesia en Kinshasa y para parte de las necesidades educativas de los hijos e hijas de la pastora. 

    Una prioridad más alta 

    Sabíamos que así no avanzaríamos en nuestro proyecto de construcción del templo, pero la iglesia congoleña se convirtió en una prioridad más importante para nuestra iglesia. 

    Algunos colegas en Colombia no podían entender cómo mi congregación local, con necesidades económicas tan inmensas, enviaba dinero para apoyar a una iglesia en el Congo. Teníamos la costumbre de solo recibir. Durante más de 60 años, las iglesias colombianas habían recibido apoyo extranjero para muchas iniciativas: respuestas a desastres, plantación de iglesias, trabajo por la paz, educación y desarrollo social. ¡Incluso hoy, las necesidades en Colombia siguen creciendo! 

    Sin embargo, dar es un aspecto fundamental del ser humano. Dar es una dimensión integral del ser creado a imagen de Dios. 

    Generosidad independiente 

    Sabemos que la ayuda económica en forma de caridad puede humillar a quien la recibe. Puede crear dependencia, reforzando el ciclo de privación en lugar de romperlo. Ser creado a imagen de Dios implica ser autosuficiente e interdependiente. La forma más elevada de ayuda permite a la persona convertirse en una fuente de apoyo para las demás. La ayuda humanitaria es esencial a corto plazo, pero, como vemos en la Biblia, a largo plazo incluso una persona dependiente del apoyo de otras debe dar apoyo a las demás. El dar es una parte esencial de la dignidad humana. 

    Durante sus 100 años de relación con el CMM, el Comité Central Menonita (CCM) ha nutrido y fortalecido a nuestra iglesia Anabautista global ofreciendo apoyo a las iglesias regionales y congregaciones locales en tiempos de guerra, desastres naturales, desplazamientos y pobreza. Hoy, muchas iglesias regionales y congregaciones locales están desarrollando la capacidad, valores y convicciones necesarios para crear estructuras que puedan hacer lo mismo, utilizando sus recursos locales para apoyar a otras personas cercanas y lejanas. Estas iglesias pueden aprender de la experiencia del CCM, siguiendo las mejores prácticas del CCM, evitando errores cometidos en el pasado y aprendiendo al mismo tiempo sobre los valores del servicio y la importancia de una buena planificación y gestión. 

    El CCM tiene un papel de liderazgo que puede orientarse hacia la enseñanza de cómo ser una fuente de apoyo para las demás personas. Ayudar a otras personas de manera que puedan, a su vez, dar es vital y restaurar así la dignidad a través de proyectos moldeados por el amor y la justicia. 

    Las iglesias anabautistas de África, Asia, Europa y América Latina están yendo más allá de sí mismas en su misión, incluso a través de la ayuda humanitaria, desarrollo y construcción de paz. Alrededor de 50 agencias de servicio y comisiones eclesiales Anabautistas llevan a cabo los esfuerzos misioneros de nuestra iglesia mundial. 

    Sin embargo, aún queda mucho por hacer para activar el potencial de la iglesia en los ministerios de ayuda, desarrollo y construcción de la paz. Más de la mitad de las conferencias nacionales de iglesias Anabautistas pertenecientes al CMM aún no han desarrollado tales agencias de servicio u otras estructuras para extender el amor de Cristo a través de ministerios prácticos de ayuda, desarrollo y construcción de paz. Aún existe el riesgo de dependencia. 

    El Congreso Mundial Menonita está capacitando a nuestras iglesias para que sirvan a los demás a través de las Redes. Las iglesias anabautistas de todo el mundo que han creado organizaciones locales para la misión, el servicio, la educación y la paz pueden apoyarse mutuamente. Reunidas como iguales en las Redes, enseñan y aprenden unas de otras mientras sirven en sus regiones. 

    Ir más allá de nosotros mismos 

    A medida que nos adentramos en el segundo siglo de la relación entre el CCM y CMM, espero que podamos soñar en conjunto sobre estas preguntas: 

    • ¿Podemos imaginar un futuro en el que cada iglesia nacional participe activamente en brindar apoyo local para ayudar a otras personas en necesidad? 
    • ¿Podemos elaborar estrategias conjuntas para acompañar a las personas que viven en pobreza y ayudar a las demás? 
    • ¿Podemos planificar intencionalmente cómo ayudar a las iglesias que históricamente sólo han recibido a convertirse en donantes y dadoras de dones? 

    Transformados a través del dar 

    Mi congregación local en Colombia nunca construyó el edificio de la iglesia que queríamos. Sin embargo, las vidas de nuestros miembros se transformaron gracias a la bendición de dar.  

    Además del apoyo que enviamos al Congo, iniciamos un proyecto de becas para la educación de niñas y niños de las tres zonas de extrema pobreza de Colombia. Decenas de niñas y niños recibieron apoyo durante varios años.  

    Contribuimos al sostenimiento económico de personas misioneras y trabajadoras de servicio colombianas que ministran en otros países.  

    Aprendimos por experiencia la verdad de las palabras de Jesús citadas por Pablo en Hechos 20:35: “Hay más dicha en dar que en recibir” (NVI).  

    Que en el próximo siglo colaboremos para que cada vez más iglesias de todo el mundo se unan para apoyar a otros que necesitan experimentar el amor de Dios como ellos mismos lo han recibido. 

    headshot César García

    César García
    Secretario General
    Congreso Mundial Menonita

    Una versión de este artículo apareció primero en Intersections: Teoría & práctica trimestral del CCM (Invierno 2025, Volumen 13, Número 1). 

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