Renovación a través del diálogo

En estos momentos, la pandemia y el racismo cobran gran importancia en las Américas y en muchas partes del mundo. Esos flagelos también estaban muy extendidos hace 500 años, cuando surgió el anabautismo. El racismo alimentó las conquistas europeas en América del Norte y del Sur, y las personas colonizadoras trajeron enfermedades que mataron a millones de indígenas. Muchas de las personas colonizadoras llevaron la cruz y la espada, lo que refleja una alianza entre la iglesia y el estado militarizado.

Una generación después de que comenzara esta expansión colonial en las Américas, surgió la renovación anabautista en Europa. La mayoría de las personas anabautistas no aceptaron el matrimonio de la iglesia y del estado; así que no participaron directamente en la conquista militar.

Fracasos

Aun así, algunas veces, las personas anabautistas que se establecieron en las Américas se beneficiaron de la conquista imperial. El ejército de los Estados Unidos expulsó a los últimos pueblos nativos de Indiana, mi estado natal, en 1838. Mis antepasados anabautistas pronto llegaron para poseer tierras donde la gente Potawatomi había vivido durante mucho tiempo.

Es importante reconocer esos fracasos morales del pasado. Sin embargo, también podemos celebrar que Dios ha levantado un pueblo anabautista mundial cuya mayor lealtad es hacia Jesús y el Reino de Dios. El Congreso Mundial Menonita y las personas anabautistas de todo el mundo están conmemorando los 500 años desde que comenzó este movimiento de renovación en 1525. Las primeras personas anabautistas eran misioneras enérgicas, quienes traspasaban las fronteras nacionales y culturales para llamar al arrepentimiento y para enseñar el camino pacificador de Jesús.

Mejores Maneras

El teólogo anabautista R. Bruce Yoder estudió recientemente cómo una agencia misionera norteamericana (Junta de Misiones Menonita) se extendió en África, Asia, Europa y Sudamérica buscando el diálogo con iglesias y culturas en los países anfitriones. Este enfoque enfatizó la “indigenización” y la “descolonización”.

En lugar de simplemente tratar de transferir lo que consideraban una teología correcta, estas personas que eran trabajadoras misioneras querían que las nuevas congregaciones fueran auto-teologizadas, auto-financiadas, auto-administradas y auto-propagables.

El carácter global del anabautismo hoy es, al menos en parte, el resultado de tal misión dialógica. Yoder sugiere que el Congreso Mundial Menonita debe operar de manera similar, ya que las diversas culturas de 86 países se relacionan entre sí.

El anabautismo mundial necesita la guía del Espíritu Santo, la afirmación del señorío de Jesucristo, el compromiso con las Escrituras, el escuchar profundamente y la articulación clara de los entendimientos teológicos.

Esas cualidades son esenciales para el futuro del Congreso Mundial Menonita y son consistentes con nuestra declaración de Convicciones Compartidas. Con el Espíritu Santo uniéndonos e inspirándonos, diversas expresiones culturales pueden florecer para la gloria de Dios.

R. Bruce Yoder, “Dialogue as Theological Method: Mennonite Missionaries, West African Churches, and Twenty-First-Century Anabaptist Identity,” en Laura Schmidt Roberts et al eds., Recovering from the Anabaptist Vision: New Essays in Anabaptist Identity and Theological Method (New York: T&T Clark, 2020), 127-149.

—J. Nelson Kraybill, presidente del CMM, reside en Indiana, EE.UU.  


R. Bruce Yoder, “Dialogue as Theological Method: Mennonite Missionaries, West African Churches, and Twenty-First-Century Anabaptist Identity,” in Laura Schmidt Roberts et al eds., Recovering from the Anabaptist Vision: New Essays in Anabaptist Identity and Theological Method (New York: T&T Clark, 2020), 127-149.