Al corriente: junio 9, 2022
Anabautistas y pentecostales
El Proyecto Anabautista Mundial* afirma: “El pentecostalismo es la expresión del cristianismo de más rápido crecimiento en el mundo, y los anabautistas no son ajenos a esta realidad”.
Los anabautistas de todo el mundo lo experimentan al practicar una expresión de fe que César García, secretario general del Congreso Mundial Menonita, llama “menocostal”.
Actualmente, muchos menonitas anabautistas combinan la teología Cristocéntrica y el énfasis en la construcción de la paz, con un enfoque espontáneo guiado por el Espíritu, que a menudo se asocia con el pentecostalismo y los movimientos carismáticos.
Sin embargo, la vitalidad de estas iglesias en rápido crecimiento también puede causar incomodidad cuando su expansión parece ocurrir a expensas de la propia familia.
¿Qué significa el crecimiento del pentecostalismo para los anabautistas?
“En el siglo actual, el pentecostalismo es lo más parecido a lo que fue el anabautismo en el siglo XVI”, escribe C. Arnold Snyder, en Historia y Teología Anabautista.
El anabautismo ha sido definido y redefinido por oleadas de renovación. En el siglo XVI hubo rebautizadores apasionados y arriesgados; avivamientos pietistas entre menonitas en lo que ahora es Ucrania; la influencia del avivamiento de África Oriental en la Iglesia Menonita de Tanzania y la Iglesia Menonita de Kenia en la década de 1930; el surgimiento de Jemaat Kristen Indonesia (JKI) al interior de un movimiento de oración juvenil; el florecimiento de la Iglesia Meserete Kristos de Etiopía en la década de 1980, pese a la persecución política.
“Los movimientos pentecostales, las renovaciones carismáticas atraviesan una experiencia similar a la que tuvimos como anabautistas menonitas. Compartir la relectura de la Biblia, la inspiración, la libertad, el gozo”, expresa Bernhard Ott, decano jubilado de Bienenberg, un instituto bíblico menonita de Suiza.
Pero “la apertura a lo que Dios está haciendo también está relacionada con la incertidumbre y a la falta de control”, agrega Bernhard. Un proceso de institucionalización presenta un desafío a la espontaneidad, para bien o para mal. Las olas de renovación anabautista fomentaron la teología, la capacitación, la reflexión crítica y, en el transcurso de dicho proceso, perdieron algo de apertura.
“El movimiento anabautista…fue perdiendo el entusiasmo que tenía al principio”, dice Pedro Calix, pastor menonita de Honduras.
¿Qué oportunidades ofrece el creciente movimiento pentecostal para los anabautistas?
Se presenta la gran oportunidad de replantearse la idea de volver a nuestras raíces carismáticas y abrirse a lo que el Espíritu Santo quiere hacer hoy en nuestras comunidades de fe, sin perder nuestra identidad anabautista”, afirma Pedro Calix
Neal Blough –profesor emérito de Historia de la Iglesia en la Facultad Libre de Teología Evangélica de Francia– comenta cómo el culto al estilo pentecostal sintoniza con las personas del Mundo Mayoritario más que las formas racionales del anabautismo de las corrientes suizas o rusas. Neal pertenece a una congregación urbana de Europa, pero influenciada por miembros procedentes de otras partes del mundo. “¿Cuánto es teológico y cuánto es cultural?”, pregunta. “El culto pentecostal y carismático es más físico, corporal, expresivo, dinámico, alegre, y esto concuerda con lo que conozco de la gente del Sur global.”
Para la iglesia de los Hermanos Menonitas de Brasil, el alejamiento de las congregaciones de la Convención Anabautista estancada y su acercamiento a los movimientos pentecostales de rápido crecimiento, llevó a que los líderes se dieran cuenta de que se abría una oportunidad.
“Podemos ver en las Escrituras que la iglesia primitiva fue guiada por el Espíritu Santo. Valoramos la Palabra de Dios. Sin embargo, no sabíamos lo que significaba ser guiados por el Espíritu Santo”, dice Rodrigo Justino, pastor de los Hermanos Menonitas de Brasil, quien actualmente estudia teología en Canadá. Se dio un punto de encuentro entre ambos movimientos a partir del aprendizaje, y ahora los Hermanos Menonitas de Brasil “no somos pentecostales, y no solo somos anabautistas. Somos una mezcla de ambos”.
“Los pentecostales aportan pathos; no son solo emociones asequibles, sino que también son los afectos. Los pentecostales recuperan una dimensión espiritual [a la ortopraxia]: es el poder de Dios, el poder del Espíritu que nos transforma; no es algo que hacemos nosotros mismos”, dice Bernhard Ott. “Podemos aprender mucho de ello.”
Los menonitas anabautistas son conocidos por su enfoque teológico centrado en en el correcto vivir (ortopraxia).
La ética puede convertirse en una carga sin el poder del Espíritu Santo; es necesario “el poder espiritual para la visión anabautista”, señala Bernhard Ott. Las perspectivas pentecostales pueden ayudar a los anabautistas menonitas a recordar nuestra teología del reino de Dios, que es “ya-y-aún-no. El poder de Dios está interviniendo ahora, no solo en el futuro”.
En la medida en que la iglesia sea un lugar de transformación social y una promotora de paz y justicia, será una señal del reino de Dios.
¿Cuáles son los desafíos?
Las iglesias anabautista-menonitas de América Latina tienen muchas influencias del pentecostalismo.
Entre los efectos negativos se encuentran que “su liturgia muchas veces está basada en pasajes bíblicos sacados de contexto; esto se puede ver en lo que se canta. Se hace mucho énfasis en la ‘guerra espiritual’ o en la teología de la ‘prosperidad’”, comenta Pedro Calix.
Rodrigo Justino señala que en Brasil los pentecostales “no se centran en criterios de autoridad, se centran en los dones. No pueden negar que la mujer tiene dones pastorales como profetisa, evangelizadora”. Sin embargo, el liderazgo “principal” de las iglesias todavía tiene un sesgo masculino.
Las iglesias pentecostales a menudo se basan en la espiritualidad de la persona fundadora; se construye una dinastía. “Puede haber un problema de aferrarse al poder”, señala Rodrigo Justino.
En Indonesia, la pasión del fundador de JKI por el servicio de oración dirigido por el Espíritu, ha impregnado el movimiento; sus raíces menonitas son menos evidentes, dice Rony Kristanto, pastor del sínodo “menocostal” de JKI.
El rápido crecimiento podría impulsar este problema de la fundamentación teológica. Es posible que los movimientos pentecostales crezcan “tan vastos como el océano, pero tan superficiales como un charco”, sostiene Rodrigo Justino. “Podrían convertirse en presa de otros movimientos. Nosotros [los anabautistas] podemos ayudar en términos de teología. Ellos pueden ayudarnos a discernir la voz del Espíritu, lo que significa vivir por la fe. Para iniciar algo, no se necesita tener dinero, estructura; sólo se necesita fe, valor para predicar. Todo lo demás lo hará el Señor entre nosotros. Esta es una gran lección.”
El pentecostalismo aún se caracteriza de alguna manera por la experiencia de la primera generación en cuanto a lo novedoso, a señales y prodigios.
“Todo movimiento protestante ha tenido este proceso cíclico”, afirma Neal Blough. Aquellos que integran movimientos nuevos necesitan pensar teológicamente, darse cuenta de que no son los primeros cristianos, observar cómo otros han transitado el cambio para volverse más estructurados y aprender de ellos.
¿Qué dones podrían brindarse mutuamente los anabautistas –ahora un movimiento maduro– y el movimiento pentecostal, aún joven y en desarrollo?
“Pienso que el don de servicio, la solidaridad y el discipulado, la enseñanza”, responde Pedro Calix.
“Todos quisiéramos traer el reino de Dios a este mundo”, enfatiza Rony Kristanto.
“Los pentecostales tratan de materializar y manifestar la salvación a través de la sanación, la salvación y la bendición física… [algo que] sucede aquí y ahora.
Este testimonio de salvación y estas buenas noticias no están en el cielo, en el futuro, están presentes ahora. “El problema en Indonesia es que las personas no tienen seguro social, por lo que la sanación física es muy importante para ellas.”
Los primeras miembros de JKI siguieron este ejemplo. “Comenzó con la oración. Cada vez que abordaban un área [del ministerio], oraban por dicha área”, comenta Rony Kristanto.
“El compromiso social no puede separarse de la experiencia carismática del Espíritu Santo”, asegura. Los menonitas también trabajan con las personas pobres y oprimidas, pero los pentecostales ejercen su ministerio “no solo como trabajo social sino debido a la visión, la oración… la guerra espiritual”.
“Necesitamos cantar las canciones de los demás”, dice Neal Blough, haciendo referencia al trabajo de Janie Blough, que estudia y enseña alabanza. “Necesitamos cantarnos unos a otros, no solo inspirarnos en una sola corriente”.
El vigor del culto pentecostal nos da lecciones de vitalidad a los menonitas, pero la tradición anabautista ofrece la idea de que formar personas en el discipulado es un proceso más profundo que la música emocional y un sermón. “Los anabautistas menonitas tienen algo que ofrecer con respecto a la humildad y a la comunidad”, sostiene Neal. El discipulado y la ética también son correctivos útiles para un movimiento que tiende a ser demasiado individualista.
Él observa un creciente compromiso ecuménico de los pentecostales, que procuran la experiencia de otras iglesias para que el movimiento en desarrollo logre mayor estructura.
Los anabautistas menonitas pueden ser un correctivo para los pentecostales a fin de que no solo consideren el prodigio y el poder, sino también la ética, cómo se vive, el testimonio de paz, dice Bernhard Ott. “La Palabra y las obras siempre han estado presentes en la teología y la práctica anabautista-menonitas. El movimiento pentecostal aporta la experiencia del poder de Dios. Este es un buen desafío... Los menonitas podrán hablar con los pentecostales si se vuelve algo demasiado unilateral.”
Claude Baecher, profesor de teología jubilado, nota un interés por la historia y la teología anabautistas en su región de Francia.
“Estar cerca, estar presente incluso fraternalmente con estas iglesias, me parece tan importante como nuestra participación en los círculos ecuménicos, lo cual tiene que hacerse con un sólido enfoque bíblico centrado en Cristo.
“Debemos evitar juicios (espirituales) demasiado rápidos y estar presentes con herramientas de enseñanza: historia anabautista, exégesis, ética, teología práctica, teología centrada en la paz, diálogo”, dice Claude Baecher.
Y con humildad.
En Brasil, al enfrentar una posible escisión de la iglesia –entre las iglesias de los Hermanos Menonitas más antiguas y conservadoras y las nuevas iglesias que siguen la guía del Espíritu–, el liderazgo de la iglesia encontró la manera de abrirse camino, aprendiendo juntos sobre la humildad. “Luchamos contra nuestro orgullo, contra nuestro resentimiento [debido a los miembros que se van]. Aprovechábamos las oportunidades y nos protegíamos de las amenazas”, explica Rodrigo Justino.
“Se trata de lo que Dios está haciendo en términos de gracia”, destaca Rodrigo Justino. Seguir a Jesús con humildad. “Cuando uno decide hacerlo, es hermoso. Es diferente que tú y yo, nosotros y ellos, empieza a ser nosotros. Trabajamos juntos.”
—Karla Braun, editora ejecutiva de Correo y escritora para el Congreso Mundial Menonita. Reside en Winnipeg, Canadá.
* Perfil Anabautista Mundial (GAP, según las siglas en inglés), una amplia investigación trienal realizada en 24 convenciones miembros del Congreso Mundial Menonita (CMM). Consulte: https://mwc-cmm.org/es/stories/unaoportunidad-singular-para-lograr-mayor...
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