Colombia
¿Qué pide de ustedes el Señor su Dios? Solamente que lo honren…, que lo amen y lo adoren de todo corazón,…y que cumplan sus mandamientos y sus leyes, para que les vaya bien. Tengan en cuenta que del Señor su Dios son los cielos y lo más alto de los cielos, la tierra y todo lo que hay en ella. Deuteronomio 10,12-14)
¿Qué significa honrar a Dios y seguir sus caminos teniendo en cuenta que “de Dios son los cielos y la tierra y todo lo que hay en ella?” ¿Y qué implicaciones tiene esto para nosotros como iglesia, en una era como la presente?
Desde 2016, un pequeño grupo de nuestra congregación menonita de Teusaquillo en Bogotá, Colombia, comenzó a reunirse para estudiar el cuidado de la creación. Nos inquietaba la crisis ambiental que veíamos en el país y en el mundo, las frecuentes sequías e inundaciones en diferentes lugares, y el grave impacto que ello tiene especialmente en comunidades menos privilegiadas, donde también están presentes hermanas y hermanos nuestros.
Comenzamos a poner en común lo que sabíamos de la crisis climática y su impacto, y a estudiarlo a la luz de la Biblia.
Leímos juntos secciones de libros tales como: La salvación de toda la Creación de Howard A. Snyder, Earth Trek: Celebrating and Sustaining God’s Creation de Joanne Moyer, La creación: La niña de los ojos de Dios de Justo L. González y el Llamado a la Acción de la Red Latinoamericana Lausana por el Cuidado de la Creación. De este grupo ad hoc de estudio inicial, surgió más adelante un “Comité por el Cuidado de la Creación” para trabajar e impulsar este tema en la congregación.
Desde el principio teníamos claro que queríamos llevar el tema a toda la congregación, y no solo en forma teórica sino para ponerlo en práctica en nuestras propias vidas.
Se nos dio la oportunidad de dirigir un culto: escogimos cantos, textos bíblicos y una predicación acorde al tema del cuidado de la creación.
Una segunda acción fue contratar a una modista de nuestra congregación para hacer bolsos de tela que sirvieran a los miembros de la iglesia para cargar sus compras. Estos bolsos llevaban como leyenda: “Cuidando la creación seguimos a Jesucristo. Génesis 9.16: Reevaluar, Rechazar, Reducir, Reutilizar y Reciclar”.
Los bolsos tenían doble función: educar en el tema, y ser una alternativa práctica a las bolsas de plástico desechables al momento de hacer compras. Algunos bolsos se dieron como regalo de agradecimiento a personas que sirvieron durante el año en diferentes ministerios de la iglesia, y otros se vendieron a miembros de la congregación que los solicitaban.
La pandemia por COVID-19 activó la transmisión por YouTube, de servicios dominicales de nuestra congregación. Nos brindó la oportunidad hermosa de continuar ofreciendo información y sugerencias prácticas a la congregación.
Durante meses preparamos videos cortos de dos o tres minutos, y los presentamos antes del cierre de cada culto virtual. Incluimos temas como: el “consumo consciente”, “el cuidado del agua”, “minimización y manejo de basuras en nuestros hogares”, “la deforestación” y “la minería”.
Organizamos talleres presenciales sobre “alimentación saludable” y sobre cómo hacer reciclaje. Este último se hizo en colaboración con miembros de la congregación que se dedican al reciclaje. Llevamos empaques, frascos y envases, e hicimos el ejercicio de distinguir cuáles se podían reciclar y cuáles no. Descubrimos a la vez, cuánto material innecesario recibimos al hacer compras en supermercados y almacenes.
También aprendimos de nuestros hermanos, lo duro y mal pago que es el trabajo para quienes se ganan la vida reciclando. Muchas personas recicladoras viven en situaciones precarias, aunque prestan un servicio fundamental.
Tratamos así de enseñar lo que cada uno puede hacer desde su hogar; además, examinamos nuestras prácticas como congregación.
Por ejemplo, los domingos al finalizar el culto, las personas toman un café mientras conversan y se saludan. Nos preguntamos: ¿qué pocillos usar para servir el café? ¿De poliestireno expandido, papel, plástico? Al fin nos decidimos por la vajilla plástica reutilizable, reconociendo que esta alternativa requiere del uso de agua, aunque sea en mínima cantidad, y de que alguien la lave cada vez. Nos damos cuenta de que no hay acciones puras y libres de afectación ambiental, y de que siempre hay que evaluar los pros y los contras, pero procuramos mejorar cada vez.
Recientemente realizamos en grupo, una autoevaluación metódica y dirigida, del impacto de nuestra edificación y de nuestras prácticas sobre el ambiente, lo cual nos llevó a identificar varias áreas a mejorar. Cambiamos la iluminación a luces LED, incluimos elementos ahorradores en nuestros tanques de inodoro, entre otros, lo que nos está ayudando a una mayor coherencia congregacional.
El Comité de Cuidado de la Creación ha tenido sus propios desafíos. Muchas veces las ocupaciones laborales y familiares dificultan mantener la constancia que quisiéramos, pero esta estructura mínima nos ha ayudado a sostener el tema en la congregación.
También ha sido clave el reconocimiento y apoyo recibido del pastor y del grupo de liderazgo de la iglesia.
Nuestro énfasis ha sido mayormente en nuestras prácticas personales y congregacionales para cuidar de los cielos y la tierra de Dios. Pero somos conscientes también de que gran parte del daño ambiental y su solución radica en acciones y políticas de empresas, gobierno y prácticas sociales que van más allá del alcance de nuestros esfuerzos individuales.
¿De qué manera nos corresponde incidir en políticas y prácticas sociales y empresariales hacia una mayor responsabilidad ambiental?
¿Cómo podemos como iglesia solidarizarnos y ayudar a quienes más sufren el impacto de la escasez o del deterioro ambiental?
Seguimos preguntándonos y aprendiendo cómo honrar a Dios y seguir sus caminos.
—Por el Grupo Cuidado de la Creación, Iglesia Menonita de Teusaquillo, Bogotá, Colombia