Una vez por semana, se presenta una visita esperada, trayendo regalos a la oficina del Congreso Mundial Menonita (CMM) en Kitchener, Ontario. Son los regalos de Tim Sauer o “Pie man” (el hombre de las tartas) que incluyen frutillas, uvas, ruibarbo, manzanas, guindas y cheques.
“Yo nunca podría haber sido predicador; no tengo buena voz para cantar; [hacer tartas] es algo que puedo hacer y que muestra amor por otras personas”, dice Tim Sauer.
Comenzó a hornear tartas para sus padres. Después de la muerte de ellos, continúo horneando tartas como una forma de agradecer a sus compañeros voluntarios en la tienda de segunda mano del Comité Central Menonita en Waterloo. En poco tiempo, su lista de organizaciones e individuos creció.
Jubilado, después de ejercer la biblioteconomía, Tim Sauer tiene como objetivo hacer un promedio de una tarta cada dos días. Con frecuencia, supera con creces ese objetivo con cerca de 360 tartas en un año.
Tim Sauer ha perfeccionado su técnica: tres tartas a la vez en el horno, aproximadamente en una hora.
“Soy muy quisquilloso con los rellenos”, explica: la mayor alegría y el mayor desafío. Ubicado cerca de la región frutícola de Niágara, siempre usa fruta (o calabaza), generalmente fresca y de temporada. En un mercado de frutas local, encuentra ofertas de frutas a granel que deben usarse de inmediato.
Lo que le toma más tiempo es la distribución. Las entregas a 50 Kent (donde se encuentran las oficinas del CMM) son convenientes porque encuentra varias agencias menonitas bajo un mismo techo.
Sin embargo, sus regalos no se limitan a los pasteles. Los esfuerzos de Tim Sauer como voluntario se están reduciendo, ya que su salud ofrece algunos desafíos, pero su chequera no deja de moverse.
“Nací en una familia que tenía una alta ética laboral. Tuve acceso a una excelente educación. Otras personas en un lugar diferente con padres diferentes podrían haberlo hecho igual de bien, pero no nacieron en un lugar en el que pudieran quedar establecidos”, agrega. “Tienen tanto derecho a una buena vida como yo”.
“Agonicé por años…Nunca pude sentirme bien sobre cuánto estaba dando. Por fin, decidí que el 50 por ciento era suficiente. El resto lo puedo gastar como quiera”, añade.
Tim Sauer divide sus donaciones: la mitad se destina a organizaciones canadienses, la otra mitad a organizaciones extranjeras, como a un hospital en Tanzania, para la matrícula escolar de mujeres en Uganda y para el CMM.
Debido a sus donaciones, no solo paga poco impuesto sobre la renta, sino que también obtiene un reembolso considerable. ¡Y ahí sale otra vez la chequera!
“Hay tantas oportunidades. Me encanta regalar dinero”.
A veces, sus entregas incluyen solo un cheque y una disculpa: “Lo siento, hoy no hay tarta”.
Tim Sauer se nutre de la afirmación que recibe cuando entrega una tarta.
Una de sus entregas memorables fue llevar una tarta hecha con raras cerezas locales (physalis) a una pareja de pastores jubilados. Estaban encantados con los sabores que no habían probado en una década o más. A los pocos meses, después de pasar sus vidas dedicadas al ministerio y a servir, los dos fallecieron. Tim Sauer se sintió agradecido de haberles bendecido con este dulce recuerdo en sus últimos días.
Tim Sauer demuestra que se puede usar cualquier habilidad para glorificar a Dios.
“Necesitamos encontrar jóvenes con dones y animarlos a desarrollar esos dones”, comenta.
“Soy afortunado. ¿Cuántas personas pueden hacer un cheque por $5 000? ¿Cuántos pueden donar $40 000 al año?”, expresa Tim Sauer. “Cuando hago un cheque, estoy en ‘las nubes’. ¡Soy bendecido!”