El Espíritu Santo transforma la cárcel

“Los miembros de mi congregación son violadores, secuestradores, asesinos y estafadores –todos lavados por la sangre de Jesús nuestro Señor”, expone el pastor Ignacio Chamorro Ramírez.

Chamorro es el director de un programa de transformación integral y uno de los pastores de la Iglesia La Libertad en la hacinada penitenciaria nacional de Tacumbú en Paraguay –él fue alguna vez prisionero como aquellos hombres a quienes ahora sirve. La vida de Chamorro es un testimonio de la transformación por causa del Espíritu Santo.

El hecho de pasar su juventud en las calles sin supervisión lo llevó a tomar malas decisiones. A la edad de 19 años, Chamorro fue a la cárcel durante 20 días por robo; “fue una experiencia traumática, pero no generó cambio alguno en mi vida”, comenta. Unos años más tarde, Chamorro fue encarcelado, según él mismo explica, “por un crimen que no cometí; no me cobraron por el crimen que sí había cometido”. El resentimiento y la amargura crecían en su corazón, no obstante, rechazaba cualquier invitación a la iglesia.

Un día, fue con un amigo a estudiar matemáticas; “la persona que lideraba estaba hablando de Dios, y como yo no tenía nada más que hacer, me quedé”, resalta. “Allí, Dios tocó mi corazón; algo nuevo comenzó en mi vida”.

Así conoció La Libertad: una iglesia dentro de una prisión. “Aprendí sobre el beneficio del discipulado… fui bautizado, y comencé a hacer por otros lo que ellos habían hecho por mí”. Cuando fue liberado, terminó la secundaria, estudió teología en el Instituto Bíblico Asunción, y ha trabajado con La Libertad desde el año 2012.

 Ignacio Chamorro Ramirez.

Miembros de Mennoniten Brüder Gemeinde Concordia (Iglesia Concordia de los Hermanos Menonitas) comenzaron un ministerio en la cárcel en 1984. Por más de una década, el ministerio de justicia ha tenido un acuerdo con la congregación para administrar esta área con 535 de los 3290 presos de esa cárcel. Aproximadamente 130 de ellos son miembros comprometidos con la iglesia.

El programa administrado por la iglesia al interior de la cárcel, hace énfasis en la espiritualidad y la educación. Ofrece alfabetización y programas vocacionales: “provee oportunidades para restablecer la dignidad y la libertad económica”, argumenta Chamorro, “y, lo más importante, oportunidades para crecer y desarrollar la vida de la persona en Cristo, además de continuar en el camino en paz”.

“Dios tiene poder. Dios cambia a las personas,” afirma.

Chamorro compartió su historia en la reunión trienal de la Fraternidad Mundial Misionera (GMF por su sigla en inglés) y de la Red de Servicio Anabautista Mundial, en Kenia en abril del 2018. El ministerio carcelario es parte del trabajo realizado por Vereinigung der Mennoniten Brüder Gemeinden Paraguays, miembro de la GMF. “Les animo a tener una iglesia dentro de una penitenciaria”, finalizó Chamorro, “es un gran honor”.

—Karla Braun, Comunicado del Congreso Mundial Menonita

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