El amor en tiempos de cambios climáticos

Indonesia

No puedo olvidar la inundación de la marea alta del 23 al 25 de mayo de 2022. 

Como pastor de GKMI Sidodadi en Semarang la provincial de Java Central, Indonesia, todavía recuerdo las ansiedades y el pánico de la comunidad. El edificio de nuestra iglesia está solo a 10 minutos a pie del aeropuerto marítimo de Tanjung Mas, de donde vino la inundación. 

El agua de mar corrió muy rápido, golpeando el embarcadero del muelle e inundando la zona. Nuestra iglesia y los asentamientos se inundaron. El nivel del agua era tan alto que llegaba a la altura de la cadera de una persona adulta. Nos quedamos horrorizados, especialmente los que trabajaban cerca del muelle. 

Los trabajadores entraron en pánico cuando vieron que el agua del mar entraba repentinamente en la fábrica. Ninguno de ellos salió de la fábrica con la ropa seca. Algunos incluso necesitaron la ayuda de vehículos pesados. Fue muy caótico.

La ruptura del dique de agua (debido a la gran presión y al aumento del nivel del mar) inundó los asentamientos por tres días. 

Por la tarde, el mar comenzó a subir e inundar los asentamientos de los residentes; el agua del mar comenzó a retroceder nuevamente a medianoche, antes del amanecer. Esta creciente duró tres días; se tuvo que cortar la electricidad. Durante la inundación la gente no pudo trabajar

No fueron pocas las personas que por razones de salud o seguridad se vieron forzadas a trasladar temporalmente  su residencia.  

Culpable del cambio climático 

Según la Agencia de Meteorología, Climatología y Geofísica (BMKG), la causa de la crecida de la marea fue el fenómeno natural del perigeo, en el que la tierra se encuentra a la distancia más cercana  a la luna. 

En los últimos años, la altura del nivel del mar aumentó y el terraplén del puerto no pudo contener el agua. También se cree que el aumento del nivel del mar se debió al calentamiento global. 

La gente de la zona del puerto sabía que las zonas costeras del norte de Semarang y la zona vecina de Sayung, Demak, a menudo se ven muy afectadas por las inundaciones producidas por la marea alta. 

Muchas casas en la zona costera debieron ser abandonadas por los propietarios porque la zona, que alguna vez fue una zona cómoda para vivir, se inundó con el agua del mar. 

Esta inundación producida por la marea interrumpió las actividades de la comunidad. Las actividades diarias se convirtieron en actividades sobre cómo salvar a los miembros de la familia y la propiedad; muchas casas y electrodomésticos sufrieron daños permanentes. 

Hoy agradecemos que el terraplén se haya reparado para que el agua del mar no pueda llegar a nuestras casas. Las actividades comunitarias han vuelto a la normalidad. Sin embargo, la gente debe estar atenta porque en cualquier momento pueden ocurrir inundaciones inesperadas. Somos conscientes de que el aumento del volumen y la presión del agua de mar en medio del calentamiento global y el cambio climático pueden destruir nuevamente nuestro vecindario. 

Llevando las cargas los unos a los otros 

Durante la marea alta, 55 familias de la congregación GKMI que viven a los alrededores de la iglesia sufrieron a causa del desastre. Algunos de ellos se vieron obligados a huir a otro lugar más seguro. 

En el primer y segundo día de la inundación, estas familias no contaban con suficientes alimentos porque sus casas se inundaron con agua de mar. Al tercer día, la situación mejoró porque comenzaron a recibir ayuda de diferentes grupos y de otras congregaciones de GKMI. 

Como mi casa no se inundó con agua de mar, la usé para cocinar y distribuir artículos de necesidad a nuestra congregación y a las comunidades aledañas afectadas por el desastre. 

Recibimos artículos de primera necesidad como arroz, huevos, fideos, artículos de limpieza, colchones. Nuestros miembros empaquetaron y distribuyeron los artículos a las 55 familias y a otros sobrevivientes en nuestra comunidad. 

Fue conmovedor ver que los miembros de nuestra iglesia, aunque experimentaron dificultades debido a la inundación, pudieron ayudarse unos a otros y a los demás más allá de las barreras religiosas  y étnicas. 

Creo que Dios quiere que nos sirvamos mutuamente con amor en tiempos de dificultad. El apóstol Pablo dice que debemos “llevar las cargas los unos de los otros” porque así “cumpliremos la ley de Cristo” (Gálatas 6,2-5). Durante la inundación producida por la marea, el poder de Dios se hizo visible a nuestra congregación. No solo servimos a nuestros miembros, sino también a los necesitados. 

Mientras contemplo el desastre natural, puedo ver que el ministerio del amor nos invita a contribuir a hacer justicia hacia los demás. Pero también sé que la ruptura del terraplén muestra que la naturaleza y nuestro medio ambiente no están bien. 

Por muy sólido que sea el terraplén, un día no podrá contener el fuerte oleaje y la presión del mar cuyos volúmenes siguen aumentando como consecuencia del cambio climático global. 

Nuestra tierra está sufriendo. El comportamiento humano ha causado daños ecológicos. Además, nuestra codicia trae consigo la explotación de la tierra. Como pueblo de Dios, debemos recordar que Dios les dio a los seres humanos el deber y la responsabilidad de “trabajar y cuidar” la tierra y todo lo que en ella hay. No debemos destruir sus riquezas, debemos restaurarlas. Si la naturaleza está enojada, los seres humanos recibirán las consecuencias. 

Basaria Sianturi es ministra en Gereja Kristen Muria Indonesia (GKMI) Sidodadi en el norte de Semarang, Java Central, Indonesia.