Dar y recibir en el Cuerpo de Cristo

El segundo seminario web estudió el informe, “Bautismo e incorporación al cuerpo de Cristo, la Iglesia: diálogo trilateral entre luteranos, menonitas y católicos romanos 2012-2017”.

Thomas R Yoder Neufeld entrevistó a Larry Miller, cosecretario de la delegación menonita en el diálogo trilateral.


Aprender del diálogo menonita-católico-luterano sobre el bautismo

Tom Yoder Neufeld

¿Podría decirnos cómo surgió este diálogo? ¿Qué lo motivó?

Larry Miller

El diálogo trilateral sobre el bautismo surgió de dos diálogos previos del Congreso Mundial Menonita, uno con la Iglesia Católica (1998-2003) y el otro con la Federación Luterana Mundial (2005-2008). En cada caso, se trató del primer diálogo oficial a nivel mundial entre dichas iglesias y la familia de fe anabautista-menonita desde los conflictos del siglo XVI, conflictos que se dieron, sobre todo, respecto al significado y la práctica del bautismo.

El objetivo de los diálogos fue lograr una mejor comprensión y mejores relaciones entre nosotros. El bautismo fue un punto fundamental de divergencia que se destacó en ambos diálogos.

bautismo con estas dos iglesias surgió aproximadamente al mismo tiempo (2009- 2010). El liderazgo del CMM acordó que tal diálogo era importante, pero consideró que no era posible comenzar simultáneamente dos diálogos mundiales sobre el bautismo. Entonces propusimos un diálogo trilateral.

Tom Yoder Neufeld

¿Hubo sorpresas, tanto positivas como negativas?

Larry Miller

Sí, hubo algunas sorpresas para la delegación del CMM, tanto positivas como negativas.

Nos sorprendió escuchar que la delegación católica informara que algunos teólogos católicos se refirieran al bautismo de adultos como “normativo” en la historia doctrinal y litúrgica católica ya que, como ellos afirman, “es la forma que expresa plenamente el significado del bautismo”, y que “la historia muestra claramente que el rito en adultos es el modelo paradigmático del proceso bautismal”. (Informe, §79 y nota al pie 97)

Nos sorprendió el rápido acuerdo teológico sobre los diferentes elementos incluidos en el proceso de incorporación a la iglesia y la vida en el cuerpo de Cristo: la iniciativa bondadosa de la gracia de Dios, la respuesta humana de fe y compromiso, instancias de catecismo y formación espiritual, un proceso de crecimiento en la fe y en el discipulado que dura toda la vida.

Nos sorprendió la firmeza con que las tres delegaciones acordaran que el bautismo fuera para el discipulado. ¡El bautismo como parte del discipulado no es sólo algo menonita!

Para mí, este es uno de los frutos más importantes del diálogo. “Nuestras tres iglesias consideran el arrepentimiento, la fe y el discipulado comprometido como elementos necesariamente vinculados con la vida cristiana en el cuerpo de Cristo, la iglesia, que tiene como uno de sus puntos de partida esenciales la celebración y recepción del bautismo.” (Informe, §79)

Me sorprendió y conmovió percibir que confesar la tensión entre nuestra teología ideal del bautismo y la manera en que con demasiada frecuencia no vivíamos las implicaciones de nuestro bautismo, parecía más difícil para nosotros los menonitas que para las delegaciones católicas y luteranas confesar la brecha entre su teología y, a veces, su práctica.

Al escuchar a la delegación católica y a la luterana, me sorprendió y avergonzó darme cuenta de lo poco que he considerado el profundo dolor que sienten algunos católicos y luteranos cuando automáticamente rechazamos la validez de sus bautismos, especialmente cuando el bautismo les abre el camino hacia el arrepentimiento, la confesión de fe y una vida de discipulado.

Tom Yoder Neufeld

¿Surgieron obstáculos durante sus interacciones?

Larry Miller

¿Cómo íbamos a presentar las concepciones y prácticas anabautistamenonitas contemporáneas dada la diversidad actual de concepciones y prácticas de nuestra familia mundial de fe?

Como secretario general del CMM durante varias décadas, estaba profundamente consciente de dicha diversidad. Incluso entre las distintas iglesias de las que provenían los miembros de la delegación, había una gran diversidad. Es por eso que en las “Reflexiones finales menonitas” del informe (§116-133), la delegación habla solo por sí y no en nombre del Congreso Mundial Menonita ni de la familia de fe anabautista-menonita más amplia.

Tras cinco años de reuniones, cada una con múltiples presentaciones y un intenso debate, ¿cómo habríamos de redactar un informe final que sólo incluyera lo que cada delegación considerara fundamental?

Tom Yoder Neufeld

¿Cuáles fueron las mayores bendiciones recibidas? ¿En definitiva, se sintió agradecido por lo que Dios nos ha bendecido, en nuestra propia tradición eclesial en relación con el bautismo?

Larry Miller

Sí, me sentí agradecido por lo que Dios le ha dado a la iglesia a través de la familia de fe anabautista-menonita, gracias a nuestras concepciones y prácticas del bautismo. En estos diálogos ‒y ya en los preparativos‒ vi más claramente la importancia de este don, no solo para nosotros sino para toda la iglesia cristiana.

nosotros sino para toda la iglesia cristiana. Los diálogos dejaron en claro cuánto ha cambiado la situación desde el siglo XVI.

En aquel momento, el bautismo de creyentes, tal como era practicado por los anabautistas, generó hostilidad y a veces persecución por parte de las autoridades luteranas y católicas.

Ahora dichas iglesias reconocen oficialmente y respetan el bautismo anabautista-menonita de personas no bautizadas previamente. Creo que esta transformación es una señal de que la gracia de Dios ha obrado a través de nosotros, a pesar de nuestras debilidades y fracasos.

¿Cuáles son las mayores bendiciones que nos brinda este diálogo? Son los “desafíos” que nos presentan las otras iglesias (cf. párrafos 124-130), especialmente:

El desafío de integrar nuestra concepción de la conversión y el bautismo con una toma de conciencia de nuestra tendencia constante de ir en contra de Dios, por un lado, y la posibilidad de seguir fielmente a Jesucristo, por el otro.

El desafío de no permitir que nuestra preocupación por la respuesta humana respecto de la conversión, el compromiso y el bautismo, ensombrezca la iniciativa de Dios en todos los aspectos de la salvación, incluido el bautismo. El bautismo de adultos comienza con el acto de la gracia de Dios, no con mi confesión personal de fe. El discipulado depende de la gracia perdurable de Dios, no de que mi bautismo fuera el correcto.

El desafío de desarrollar una mayor coherencia y profundidad en la formación de las personas para el bautismo, y hacer del recuerdo de nuestros bautismos una ocasión recurrente del discipulado. El bautismo de los creyentes es un peregrinaje que dura toda la vida, no un evento de un día, aunque fuera un bautismo de adultos.

Si nos tomamos en serio estos dones que nos desafían, creo que nos enriqueceríamos enormemente. 

Tom Yoder Neufeld

Un bautismo durante la pandemia de Covid-19 en Canadá. Foto proporcionada

La delegación menonita ha hecho recomendaciones a las iglesias del CMM, acerca de: “considerar” la incorporación como miembros de aquellas personas que hayan sido bautizadas cuando eran infantes, que se hayan apropiado de su bautismo y lo hayan vivido fielmente, y que lo hiciéramos sin requerir el rebautismo. ¿Podría dar más detalles sobre ello?

Larry Miller

Al final del diálogo trilateral e informe, la delegación del CMM reafirmó la “creencia histórica” de las iglesias anabautistamenonitas de que “el bautismo de creyentes es la enseñanza y práctica normativa del Nuevo Testamento”, y que “esta enseñanza y práctica es la normativa hoy en día” (§131).

También afirmamos la unidad de los creyentes anabautista-menonitas “con todo el cuerpo de Cristo mediante la fe trinitaria, vivida a través de la confianza y obediencia a Jesucristo”. (§132) Consideradas en su conjunto, estas dos afirmaciones plantean implícitamente la cuestión de cómo damos testimonio de la unidad en Cristo, cuando estamos divididos en algunos aspectos de nuestras concepciones y prácticas respecto a un acto cristiano fundamental como es el bautismo.

Es posible que el problema no sea tan grave para la Iglesia Católica y las iglesias luteranas. Ambas están profundamente dolidas porque rechazamos su bautismo de infantes, dado que sienten que también rechazamos lo que creen que es la acción de la gracia de Cristo y la promesa de la comunión con Cristo, en el bautismo de infantes. Sin embargo, hoy en día ambas reconocen oficialmente y aceptan como válido el bautismo anabautista-menonita de personas no bautizadas previamente.

¡Dichas iglesias han avanzado mucho desde el siglo XVI!

La situación podría ser más difícil para nosotros ya que no afirmamos ni practicamos el bautismo de infantes. Podría ser aún más complicado para nosotros en aquellos casos en los que una persona que busca ser miembro de una iglesia anabautista-menonita haya sido bautizada cuando era un infante, pero que como adulto haya reafirmado su fe personal en Cristo y haya estado viviendo una vida de discipulado comprometido. ¿Debe dicha persona ser bautizada nuevamente? ¿O es suficiente una confesión de fe pública y personal, y un compromiso con el discipulado permanente para ser miembro de una congregación anabautista?

En relación con una pregunta aún más específica, ¿qué debería hacer una iglesia anabautista-menonita si el candidato a la membresía de la iglesia solicitara el rebautismo? ¿Podría el proceso de discernimiento, previo a la recepción de este creyente en la iglesia anabautistamenonita, incluir una conversación entre el candidato, la iglesia de origen y la iglesia receptora por respeto mutuo, para dar testimonio mutuo, y juntos procurar una mayor unidad en el cuerpo de Cristo, incluido el cuerpo local de Cristo?

La delegación propuso (§133a) que nuestras iglesias consideraran estas preguntas mientras procurábamos afirmar tanto el bautismo para seguir a Cristo ‒ discipulado‒ como la unidad en Cristo. La delegación también propuso (§133c) que, independientemente de la respuesta a estas preguntas, nuestras iglesias pidieran a todos los miembros ‒incluidos los que son recibidos de iglesias con prácticas bautismales de infantes‒ que afirmaran nuestra interpretación y práctica histórica del bautismo de creyentes adultos.

Me gustaría llamar la atención sobre el hecho de que la delegación sugiere varias otras ideas para su consideración, ideas que creo podrían contribuir más significativamente a la configuración de la vida espiritual de nuestras iglesias que la cuestión de cómo recibimos a los creyentes bautizados de infantes (véase §133d-f).

Específicamente, la delegación sugiere que nuestras iglesias consideren:

Procurar maneras de enriquecer o desarrollar prácticas de acción de gracias y bendición para los infantes, sus padres y las congregaciones locales que los respaldan.

Brindar ocasiones para que todos los miembros “recuerden su bautismo” y renueven su compromiso bautismal hacia una vida de discipulado.

Reflexionar sobre por qué ha sido tan difícil para muchas iglesias de nuestra tradición integrar el discipulado fiel y la unidad entre nosotros y con los demás. Somos una iglesia conocida ecuménicamente no sólo por el bautismo de adultos y el discipulado cristiano, sino también por la división de iglesias.

Tom Yoder Neufeld

¿Algún comentario final que le gustaría compartir?

Larry Miller

El informe está publicado “como un documento de estudio”, no como un documento legislativo, con la esperanza de que, mediante un amplio debate tanto dentro de las tres tradiciones eclesiales como fuera de ellas, contribuya a “un mejor entendimiento mutuo y a una mayor fidelidad a Jesucristo”. Ciertamente mi esperanza es que nuestras tres comuniones crezcan en fidelidad a Jesucristo.

Tom Yoder Neufeld

Mi oración y la oración de todos nosotros es que su labor nos permita ser más fieles a nuestros votos bautismales respecto a la manera en que vivimos nuestra nueva vida en Cristo.

Un bautismo al aire libre en Tailandia. Foto gentileza de la Comunidad Internacional de los Hermanos Menonitas (ICOMB)

Dones sorprendentes

Podemos percibir el gran don que recibimos cuando hermanas y hermanos que a menudo han estado sumamente enfrentados entre sí, se animan a vivir en la unidad que tenemos en Cristo. Esta es una unidad que no depende del acuerdo, sino de la realidad fundamental de que es el mismo Dios que en Cristo, por medio del Espíritu, nos ha reunido en el único cuerpo de Cristo.

En este intercambio con católicos y luteranos, tenemos un ejemplo de cómo ese don del Espíritu es recibido conjuntamente por las comuniones de las que nos hemos distanciado enormemente, en torno a uno de los eventos centrales de la vida cristiana, el bautismo.

Permítanme destacar algunos de los “dones sorprendentes” citados en el informe.

Practicamos el bautismo de creyentes porque prácticamente todos nuestros miembros son miembros convertidos (no provienen de familias menonitas, protestantes o evangélicas). El bautismo es una parte muy importante del compromiso de seguir a Jesús en el contexto de una comunidad de creyentes que confiesan a Jesús como Señor y Salvador y que desean seguir a Jesús juntos. —Carlos García Martínez, México

La gracia

Para los católicos y luteranos, el bautismo es ante todo un acto de la gracia de Dios. Dios es el actor de este sacramento, ya sea en el bautismo de infantes o de adultos. Así es como Dios aborda el “pecado original”, y comienza la obra de transformación e incorporación al cuerpo de Cristo que durará toda la vida.

Esto puede ayudarnos a comprender por qué los católicos y luteranos creen que es importante ofrecer tal gracia salvadora desde el comienzo mismo de la vida de una persona. Es cierto que se requiere fe, pero en los casos de infantes es principalmente la fe de los padres y la iglesia. Entonces, también podremos comprender mejor por qué los católicos y luteranos están preocupados por los anabautistas que rechazan el bautismo de infantes. A su parecer, estamos rechazando la acción de la gracia de Dios.

Por supuesto, como anabautistas también atesoramos la gracia de Dios. Según la interpretación anabautista, la gracia de Dios, a través del Espíritu, llama a las personas y les permite buscar a Dios, ofrecerle sus vidas a Dios, y finalmente por medio del bautismo, comprometerse a seguir a Cristo en el discipulado y la participación en la reunión local de creyentes.

Todo ello constituye la gracia capacitadora y salvadora de Dios en acción: antes, durante y después del bautismo.

Sin embargo, ¿podemos perder de vista la gracia de Dios con demasiada facilidad cuando nosotros, como anabautistas, hemos hecho tanto hincapié en la propia decisión del creyente de procurar el bautismo, y comprometerse con el discipulado y la iglesia?

El discipulado

Otro don sorprendente que identificó Larry fue saber que el discipulado no es una preocupación únicamente de los menonitas o anabautistas, sino algo que también comparten católicos y luteranos.

importantes entre las delegaciones sobre cómo es el discipulado.

Por ejemplo, una diferencia importante entre las tres tradiciones eclesiales es cómo la iglesia se relaciona con el Estado y sus demandas, especialmente con respecto a portar armas. Y esto se relaciona, por supuesto, con la importancia central que los anabautistas le dan a la no resistencia y a la no violencia.

Sin embargo, todas coincidieron firmemente en que el bautismo está estrechamente vinculado al discipulado, a “vivir fielmente nuestro bautismo”, como lo expresan en el Informe.

No lograr vivir fielmente nuestro bautismo

Las tres tradiciones eclesiales mencionaron y lamentaron la gran distancia que existe, por un lado, entre la teología del bautismo ‒a menudo hermosa y profunda‒, y por otro lado, la manera en que muchos de los bautizados no logran “vivir fielmente su bautismo”. A la luz de ello, parece claro que podemos unirnos a los católicos y luteranos enfatizando la importancia de la formación, como lo definen los católicos, o “recordar el bautismo”, como prefieren decir los luteranos. Quizá como menonitas podamos recuperar algo del significado básico de ser discípulo, es decir, ser estudiante, aprendiz. Y ello significa también enseñar sobre el bautismo y cómo vivirlo fielmente.

Aceptar la invitación de los menonitas a “considerar”

Los delegados menonitas afirman plenamente que el “bautismo de los creyentes” es bíblicamente la convicción más fiel.

La segunda convicción es que también debemos ser bíblicamente fieles a la oración de Cristo, de que vivamos en la unidad que tenemos por la gracia de Dios, con aquellos que también son miembros del cuerpo de Cristo. La delegación menonita nos pide que honremos tanto el deseo de ser fieles bíblicamente como el llamado de Cristo a vivir en la unidad que Dios ya ha creado en Cristo, a través de su Espíritu. Es un momento asombroso de la historia en el que los miembros del cuerpo de Cristo, que a menudo han sido tan trágicamente hostiles entre sí, deseen edificarse mutuamente, para juntos animar a los cristianos a ser más fieles en el discipulado de Cristo al vivir fielmente su bautismo. Aprovechemos esta magnífica oportunidad como familia de iglesias anabautistamenonitas, para hacer de este llamado a vivir fielmente nuestro bautismo, una parte central de nuestro proceso de Renovación que conducirá a 2028, y en lo sucesivo.


 

 

Thomas R Yoder Neufeld, presidente de la Comisión de Fe y Vida y profesor emérito de teología, es miembro de la Primera Iglesia Menonita, Kitchener, Ontario, Canadá.
Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2021.

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