Han pasado dos años en los cuales, en cualquier lugar del mundo, hemos enfrentado esta temporada de pandemia. Estos tiempos han sido difíciles debido a los bloqueos por emergencia y a las muchas pérdidas – desde trabajos hasta personas que amamos mucho. Este es un momento caótico, que nadie en el 2019, podría haber imaginado que golpearía al mundo poco tiempo después.
Todo lo que ha acontecido puede hacernos perder la paz y la tranquilidad en la vida. Podríamos estar llenos de miedo y preocupación por lo que nos depara el futuro. En mi contemplación hacia la difícil situación, recuerdo la historia de Jesús calmando la tormenta.
Jesús calma la tormenta
Al anochecer de aquel mismo día, Jesús dijo a sus discípulos:
Vamos al otro lado del lago.
Entonces dejaron a la gente y llevaron a Jesús en la barca en que ya estaba; y también otras barcas lo acompañaban. En esto se desató una tormenta, con un viento tan fuerte que las olas caían sobre la barca, de modo que se llenaba de agua. Pero Jesús se había dormido en la parte de atrás, apoyado sobre una almohada. Lo despertaron y le dijeron:
— ¡Maestro! ¿No te importa que nos estemos hundiendo?
Jesús se levantó y dio una orden al viento, y dijo al mar:
¡Silencio! ¡Quédate quieto!
El viento se calmó, y todo quedó completamente tranquilo. Después dijo Jesús a los discípulos:
¿Por qué están asustados? ¿Todavía no tienen fe?
Ellos se llenaron de miedo, y se preguntaban unos a otros:
¿Quién será éste, que hasta el viento y el mar lo obedecen? (Marcos 4,35-41 DHH)
En la lectura anterior, hay algunas cosas que me llaman la atención. La primera es que Jesús mismo invita a sus discípulos a ir al otro lado del mar, pero en medio del viaje, un huracán choca contra la barca, por lo que la barca comienza a llenarse de agua.
Una de las cosas de la que debemos darnos cuenta es que aunque los discípulos están con Jesús en el barco, no significa que sean inmunes a los problemas. No significa que su viaje sea tranquilo, sin obstáculos ni problemas. En realidad, no fue como ellos esperaban. No fue una brisa pacífica la que vino a ayudarlos a relajarse, ¡sino un viento poderoso y peligroso!
Dios nunca prometió que cuando le seguimos, todo estará bien, sin problemas y que todo estará sano y salvo. ¡No! Lo que Dios promete es “Nunca te dejaré ni te abandonaré” (Hebreos 13,5b). No importa en qué situación nos encontremos, Dios está ahí a nuestro lado.
La segunda cosa interesante es que Jesús realmente se queda dormido en la popa hasta que finalmente sus discípulos lo despiertan.
¿Por qué Jesús duerme cuando la situación es tan caótica con olas chocando contra la barca? Para Jesús, las olas, el tifón, el viento no son un problema. Quizás en nuestro caso vemos esas cosas como aterradoras y potencialmente mortales. Eso es lo que sintieron los discípulos. Pero nuevamente, quiero enfatizar que para Jesús, es un asunto pequeño.
¿Por qué Jesús finalmente se despierta? Jesús se despierta no por la tormenta, sino cuando sus discípulos le piden ayuda. Interesante, ¿verdad? Jesús no responde por la tormenta de viento, Él responde porque su gente le pide ayuda. Eso mueve su corazón. Jesús nos ama tanto.
Sabemos que al final, Jesús reprende al viento y le dice al mar que se calme. Entonces el viento amaina y el mar se calma por completo.
Jesús está presente
Jesús se vuelve hacia sus discípulos y les recuerda que están con Él en el barco. Sí, muchas veces nos olvidamos, mientras estamos pasando por luchas que no son fáciles, que Jesús no se va a ninguna parte. Él está a nuestro lado y nunca nos deja.
Una vez más, Jesús nunca prometió que no enfrentaríamos todo esto, pero sí prometió que sin importar en qué condición estemos, Él está ahí. Jesús está presente. Él nunca nos dejará porque siempre estamos en su mente y corazón.
¿Y no es lo más importante que Jesús esté caminando a nuestro lado? Y el Jesús que camina a nuestro lado nos dice hoy: “No tengan temor”.
Porque el Dios que camina con usted es más poderoso que cualquier problema que esté enfrentando.
No es una promesa vacía – ¡las promesas de Dios son “Sí” y “Amén”! (2 Corintios 1,20). Los discípulos estaban aterrorizados y se decían unos a otros: “¡Hasta el viento y las olas le obedecen!” ¡Sí! El poder de Jesús supera todos los problemas que enfrentamos.
Estoy orando para que, en este breve mensaje, podamos darnos cuenta de que la presencia de Jesús en nuestras vidas es más importante que cualquier dificultad que podamos enfrentar. Cuando nos damos cuenta de que Jesús está a nuestro lado encontramos paz y fuerza, en lugar de temor.
Aunque la situación no es fácil, todavía podemos recordar, ¿con quién caminamos? Eso es lo más importante.
Allí, nuestro corazón encontrará paz y calma, incluso en situaciones difíciles. ¡No tenga temor, solo crea!
“¡Cualquiera que sea nuestro problema y lucha, la respuesta y la solución ya está con usted y su nombre es Jesús!”.
—Anton Kurniawan Sidharta es integrante del equipo de liderazgo de la JKI (Jemaat Kristen Indonesia) Maranatha y fundador de la convención juvenil ‘Unlimited Fire’.