¿Cómo expresan nuestras iglesias miembros la hermosa diversidad local de las Convicciones Compartidas del CMM en nuestro organismo mundial?
El número de octubre 2016 de Courier/Correo/Courrier procura discernir la variedad de razones que motivan a las comunidades anabautistas de todo el mundo a reunirse para constituir el CMM. A continuación, escritores y escritoras reflexionan en sendos artículos sobre la siguiente pregunta: ¿Cómo el amor de Cristo por nosotros motiva y guía nuestra respuesta a los extraños en nuestro contexto local?
Centrarnos en Jesús en estos tiempos cambiantes
La iglesia de América del Norte atraviesa cambios rápidos. Muchos dicen que los cambios son tan grandes como los que se produjeron en la Gran Reforma del siglo XVI. Se están cuestionando las creencias tradicionales. Ya no funcionan las estructuras del pasado. Surgen nuevas formas de ser iglesia. En época de cambios, las convicciones básicas ofrecen valor, estabilidad y la base para nuevos rumbos. Las siete Convicciones Compartidas de los anabautistas mundiales brindan ese tipo de fundamento.
Jesús es el Señor
En algunas de nuestras iglesias, hay un nuevo énfasis en Jesús el Señor, algo esencial en la nueva Reforma. Así como nuestros antepasados anabautista redescubrieron un Jesús vivo después de que había sido sacralizado, envuelto en misterio y rituales, en la actualidad existe un mayor énfasis en seguir a un Jesús vivo en la vida cotidiana. Con frecuencia se enfatiza a Jesús el Señor aun más que Jesús el Salvador. De hecho, ¡debemos ser salvados de seguir a otros señores! Suele ser malinterpretada la declaración, “Jesús es el Hijo de Dios” de la Convicción Compartida Nº 2, especialmente por mis amigos musulmanes.
Hay aproximadamente 13.000 personas de dicha fe en la comunidad canadiense donde resido. Suelen entender ‘Hijo de Dios’ en términos biológicos y de procreación, y no en términos de la profundidad del vínculo. Prefiero decir, “Jesús, el Mesías, es la mejor manera de entender a Dios”. Mis amigos musulmanes entienden y afirman a Jesús como un ser humano que estaba lleno del Espíritu de Dios. Esto puede llevarnos a conversar acerca de cómo nos abrimos a un Dios aleccionador, fortalecedor, revelador, por medio de Jesucristo.
Jesús es la paz
En América del Norte tenemos muchas divisiones y discrepancias, que se originan en distintos enfoques a la hora de interpretar las Escrituras. Algunos miembros e iglesias tienen un enfoque bastante literal y simple respecto a la Biblia. Suelen aceptar que las enseñanzas del Antiguo Testamento y las Epístolas equivalen a las enseñanzas de Jesús. La Convicción Compartida Nº4 nos alienta a interpretar las Escrituras a la luz de Jesucristo.
Estamos angustiados ante la cultura de las armas que ha surgido en Estados Unidos y cómo lleva a la violencia. La Convicción Compartida Nº5, que enfatiza la promoción de la paz, la justicia y el compartir recursos, necesita ser subrayada continuamente. Durante la Guerra de
Vietnam, la Iglesia Menonita Conferencia General (USA) del Distrito Oeste, realizó campamentos previos al reclutamiento para que asistieran todos los jóvenes de 17 años de la zona. Estas sesiones enseñaban claramente las causas del conflicto y el fundamento bíblico de la paz. La mayoría de los participantes optó por alternativas a la guerra. Hoy día necesitamos maneras nuevas y creativas de enseñarnos unos a otros y a nuestros jóvenes los caminos que conducen a la paz.
Jesús es el maestro
La pregunta que surge constantemente en América del Norte, y probablemente en todo el mundo, es la siguiente: “¿Cómo podemos fortalecer la singular manera anabautista en la que concebimos la fe cristiana y a la vez destacar la unidad con otros grupos cristianos? ¿Cómo podemos fortalecer nuestra fe sin volvernos competitivos y críticos respecto a cristianos con otras creencias o personas de otras religiones?”
Paralelamente a las Convicciones Compartidas del CMM, hay tres valores fundamentales muy concisos: “Jesús es el centro de nuestra fe”, “la comunidad es el centro de nuestra vida”, y “la reconciliación es el centro de nuestra labor”. Dichos tres valores fundamentales, que fueron esenciales para el movimiento anabautista y la iglesia primitiva, han adquirido mayor importancia a través del folleto, ¿Qué es ser cristiano anabautista?, publicado por la Red Menonita de Misiones en 2008, y ahora traducido a más de veinte idiomas.
Los tres valores fundamentales han sido la base del plan de objetivos definidos a largo plazo de la Iglesia Menonita USA. Muchas congregaciones los han incluido en sus folletos a fin de expresar su identidad, y pastores han basado sus sermones en dichos temas. El folleto ha sido muy provechoso para los grupos de estudio en cuanto a explicar lo que significa ser cristiano.
Dann Pantoja, de PeaceBuilders Community Inc. en las Filipinas, informó que, “lo hemos adoptado como nuestra visión del mundo”. Después de un taller en Tailandia, los participantes manifestaron que, “¡por fin sabemos lo que significa ser cristiano menonita!” En tanto enseñamos las Convicciones Compartidas y los tres valores fundamentales, creo que es imperativo que reconozcamos que ninguno de nosotros es dueño de toda la verdad. Es necesario que aprendamos unos de otros. En la medida en que profundicemos juntos nuestros conocimientos, todos nos fortaleceremos.
Las Convicciones Compartidas de los anabautistas mundiales declaran claramente lo que creemos. Estas creencias ayudan a definir nuestros sentimientos respecto a Dios, entre nosotros y en toda la tierra. A su vez, estos sentimientos nos ayudan a guiar nuestras acciones.Los primeros cristianos y anabautistas vivían sus convicciones valientemente, aun frente a la persecución y la muerte. Que dichas convicciones nos ayuden también a llenarnos del amor y valor que necesitamos para vivir de acuerdo a Jesús en estos tiempos cambiantes.
Palmer Becker dedicó su vida a servir a la iglesia como pastor, fundador de iglesias, misionero, directivo del Congreso y educador. Es autor de, What is an Anabaptist Christian? y Anabaptist Essentials…Ten signs of a Unique Christian Faith (de próxima publicación). Palmer y su esposa Ardys tienen cuatro hijos adultos y viven en Kitchener, Ontario, Canadá.