Cómo unirse a la familia

“¡Hola! ¿Cómo puedo ser parte de ustedes?” Esta pregunta surge a menudo a través de las cuentas de redes sociales del Congreso Mundial Menonita.

Pero, ¿qué significa ser miembro del CMM?

El Congreso Mundial Menonita existe para ser una comunidad mundial de fe de tradición anabautista, facilitar los vínculos entre iglesias afines al anabautismo a nivel mundial, y relacionarse con otras confesiones y organizaciones cristianas mundiales.

Sin embargo, existe un proceso formal para volverse miembro de esta comunión mundial.

El liderazgo de una iglesia nacional debe comenzar un proceso de solicitud el cual culmina con la aprobación del Concilio General. Las congregaciones locales y sus miembros individuales se vuelven parte del CMM a través de la membresía de su iglesia nacional.

 “Ser parte del CMM significa formar parte de una familia. En ella oramos los unos por los otros. Colaboramos con la elaboración de los recursos para el culto de modo que podamos practicar nuestro sentido de unión mientras estamos físicamente separados. Nos cuidamos los unos a los otros en el sufrimiento y en la alegría”, explica Arli Klassen, coordinadora de los representantes regionales.

Los delegados designados por las iglesias nacionales miembros del CMM se convierten en los miembros del Concilio General quienes aprenden y disciernen juntos en las reuniones cada tres años.

Para convertirse en una iglesia miembro del CMM, el organismo solicitante debe tener al menos dos congregaciones locales con un total de al menos 500 miembros bautizados y debe haber estado operando con estatus oficial durante al menos 5 años. Las iglesias nacionales más pequeñas tienen la opción de convertirse en miembros asociados.

La membresía en el CMM significa que todas las iglesias miembro son públicamente conocidas como parte de la comunión anabautista Menonita mundial”, declara Arli Klassen. “Ser parte del CMM implica tanto derechos como responsabilidades para cada iglesia miembro nacional”.

Convertirse en una iglesia miembro del CMM es un proceso de tres etapas que dura varios años.

La primera etapa es conocernos mutuamente.

Los líderes de la iglesia solicitante y el representante regional del CMM se pondrán en contacto (esto es más difícil en la actualidad durante los tiempos del COVID-19) para conocerse.

La iglesia recibirá las publicaciones del CMM (la revista Courier/Correo/Courrier dos veces al año y el boletín electrónico CMM Info mensualmente).

La iglesia también se pondrá en contacto con las iglesias miembro del CMM existentes en la región.

En este punto del proceso, los líderes de la iglesia nacional pueden asistir a las reuniones del Concilio General del CMM, cubriendo sus propios gastos.

La segunda etapa implica una solicitud formal y la visita de un representante del CMM.

Usualmente, estos representantes asistirán, por ejemplo, a un culto de una iglesia local, a un estudio bíblico, a una reunión de oración, a un grupo juvenil. Ellos conversaran con los dirigentes nacionales y con el liderazgo local en cuanto a su visión, teología, misión, prácticas, gobernanza, relaciones con otras iglesias y problemas más críticos.

Después de que el personal del CMM haya conocido a la conferencia solicitante y haya discernido con respecto a la solicitud junto con el secretario general del CMM, se llega a la tercera etapa.

La iglesia nacional puede ser oficialmente bienvenida al CMM como miembro después de que el Comité Ejecutivo haya decidido aceptar la solicitud y el Concilio General haya llegado a un consenso sobre la solicitud de membresía.

¿Qué significa ser una iglesia afín al anabautismo?

El CMM no sigue un credo ni requiere que las iglesias se adhieran a ciertas posiciones teológicas. En cambio, el CMM tiene una declaración de 7 convicciones que son compartidas por todas las iglesias miembro del CMM.

“Las Convicciones Compartidas del CMM son el resultado de un proceso que buscó convicciones anabautistas que surgieran ‘desde las bases’”, comenta el secretario general César García. “Tales convicciones son ofrecidas a la vez como testimonio de nuestro caminar de fe como familia mundial y como llamado”.

Haga clic aquí para leer las 7 Convicciones Compartidas.

Por medio de un documento escrito llamado “Expectativas mutuas” se forma un pacto entre las iglesias miembro y el CMM. Este se revisa cada tres años durante las reuniones del Concilio General. Este también se utiliza para documentar la contribución anual del “Aporte Proporcional Justo” de los miembros de la iglesia nacional.

“El que una iglesia nacional sea miembro del CMM es una maravillosa respuesta a la oración de Jesús en Juan 17,20-23, “No te ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí al oír el mensaje de ellos. Te pido que todos ellos estén unidos… y que así el mundo pueda darse cuenta de que tú me enviaste”, declara Pablo Stucky, representante regional del CMM para la región Andina de América Latina.