¿Cómo se interesó en la vida de la iglesia?
Kraybill: Cuando era niño en Lancaster, Pennsylvania, EE.UU., mi familia participaba muchísimo en la iglesia local. Mis padres colaboraron incansablemente con la congregación realizando diversas actividades, ya sea de maestros de escuela dominical o cumpliendo tareas de limpieza.
Mi tío Nevin fue misionero en la actual Tanzania. Las historias que relataba cuando volvía de licencia constituyeron mi presentación a la iglesia mundial, despertando mi interés en el cuerpo mundial de Cristo.
¿Podría describir su llamado al ministerio?
Mi llamado principal es al ministerio pastoral. Con los años, he combinado la pastoral con la labor académica y de educación teológica, que me ha sido muy gratificante.
¿Qué funciones ha desempeñado a lo largo de los años?
Mis estudios me llevaron a Goshen College, una universidad menonita en Indiana; al Seminario Teológico de Princeton en New Jersey; y al Seminario Teológico Union, en Richmond, Virginia.
Durante mi ministerio, fui profesor de Estudios Biblícos en la Academia Menonita Summit Hills de San Juan, Puerto Rico; di seminarios de mediación de conflictos cuando colaboraba en el Centro Menonita de Londres; y fui presidente del Seminario Bíblico Anabautista Menonita de Elkhart, Indiana. Además, fui responsable de la pastoral de una pequeña congregación de Vermont.
¿Cuál es su ministerio actual?
Después de retirarme de la presidencia del Seminario, me dediqué tiempo completo al ministerio pastoral, inesperadamente en mi iglesia local, Prairie Street Mennonite, una congregación multiracial en el centro de Elkhart.
Ha sido una experiencia tan vivificante: guiando, formando y aprendiendo de una comunidad permanente. Estoy muy contento de servir a estas personas en dicho rol.
¿Cómo ha participado en el CMM hasta ahora?
En 2003, la Iglesia Menonita USA me pidió que fuera el representante de América del Norte en el comité del CMM, y me asignaron la tarea de elaborar lo que luego fueron nuestras siete ‘Convicciones compartidas’. Fui a Zimbabwe a colaborar con un grupo de estudiosos y pastores en la lectura y análisis de 34 afirmaciones confesionales de diversas membresías del CMM. Extrajimos las ideas básicas que definen nuestra identidad como familia mundial de fe.
¿Cómo llegó a ser presidente del CMM?
Hace unos años, el comité de búsqueda encargado de seleccionar al sucesor de Danisa Ndlovu (de Zimbabwe), se comunicó conmigo para preguntarme si autorizaba que me consideraran para dicho cargo.
Al principio, me opuse. Según habíamos procedido anteriormente, mi esposa Ellen y yo convocamos a un grupo de cristianos que nos conocían y sabían de nuestro interés en la iglesia local y mundial. Les pedimos que orasen con nosotros y nos ayudaran a discernir. Finalmente, me instaron a avalar mi candidatura, percibiendo que este nuevo giro era la voluntad de Dios.
¿Qué realiza el presidente del CMM en el día a día?
Mi rol no es administrativo, sino de gestión. ( César García, nuestro secretario general, es un director ejecutivo muy capaz.) Soy simplemente un voluntario que tiene el privilegio de ser moderador del Comité Ejecutivo y del Concilio General del CMM, los dos grupos que nos ayudan a realizar la labor de la iglesia mundial.
Me reuniré con los otros directivos del CMM –la vicepresidenta y el tesorero– para tratar asuntos varios: mensualmente (vía Skype), y cara a cara dos o tres veces por año.
Quizá la mejor parte de mi tarea sea la oportunidad de visitar las iglesias miembro del CMM de todo el mundo. Mi propósito es visitar las iglesias locales de diversos países, y llegar a conocer a los líderes y sus historias.
En definitiva, considero mi rol en el CMM como el de pastor y animador: alguien con los oídos y ojos abiertos a la iglesia mundial, que ayuda a fomentar esta visión.
¿Y cuál es su visión para el CMM?
La esencia de nuestro ministerio es la reconciliación. Quisiera para mí y para la iglesia, que estemos reconciliados con Dios mediante Jesucristo. Quisiera que conozcamos el poder de su resurrección, y que sepamos que la energía para nuestros encuentros mundiales surge de esa realidad fundamental.
Pero dicha reconciliación con Dios mediante Cristo es sólo una parte de la ecuación de la reconciliación. La misión es una labor reconciliadora que incluye la dimensión de llamar a individuos a la fe –a la salvación, arrepentimiento, perdón y renovación por el poder del Espíritu Santo– y la dimensión de promover y restaurar los vínculos entre personas dentro y fuera la iglesia, y en el marco de la ecología mundial.
La visión bíblica de Dios es la de unir todas las cosas en Cristo. Como anabautistas, es necesario integrar la labor de la conversión individual y la labor de paz y justicia. Si perdemos uno u otro aspecto, perderíamos toda la razón de nuestra existencia.
Devin Manzullo-Thomas, anterior Redactor responsable de Correo, entrevista a J. Nelson Kraybill, nuevo presidente del CMM, respecto a su llamado al ministerio cristiano, sus responsabilidades en su país de origen y en todo el mundo, y su visión para la labor reconciliadora del CMM.