Domingo de la Paz 2023 – Recursos didácticos

Ser una familia: redibujando los imaginarios y las fronteras  

Todav’a estaba Jesœs hablando a la gente, cuando acudieron su madre y sus hermanos, que deseaban hablar con Žl. Como se quedaron fuera, alguien avis— a Jesœs:
ÑTu madre y tus hermanos est‡n ah’ fuera, y quieren hablar contigo
Pero Žl contest— al que le llev— el aviso:
ÑÀQuiŽn es mi madre, y quiŽnes son mis hermanos?
Entonces, se–alando a sus disc’pulos, dijo:
уstos son mi madre y mis hermanos. Porque cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que est‡ en el cielo, Žse es mi hermano, mi hermana y mi madre.
(Mateo 12,46-50, DHH) 

Amos Ganjboir, Rajendra Masih y Hoshanna elaboraron el fondo para la actividad del Domingo de la Paz en la Iglesia Menonita Bethel, Balodgahan, India. Foto: Ashish Kumar Milap

Hace muchos a–os, estaba tomando una clase de psicolog’a de familia en una universidad de Colombia. Una de las herramientas que est‡bamos aprendiendo consist’a en dibujar nuestra Òred socialÓ. 

El ejercicio consist’a en imaginarse a uno mismo pasando por un momento dif’cil en la vida y luego dibujar, usando diferentes s’mbolos, a las personas que uno identificar’a como parte de su red de apoyo. Deb’amos incluir tanto a personas que reconoc’amos como muy cercanas a nosotros, as’ como a personas que se percib’an como un poco m‡s distantes pero que de alguna manera estaban presentes en momentos de dificultad. Esta sensaci—n de proximidad/distancia se ve’a reflejada en el dibujo. Las personas m‡s cercanas fueron representadas cerca del centro del papel, mientras que las personas percibidas como m‡s distantes fueron ubicadas m‡s lejos del centro. 

Una de las ‡reas de enfoque de este ejercicio era la familia, y la funci—n que cumplen los miembros de la familia como red de apoyo. A medida que fuimos completando el ejercicio, fue fascinante ver las diferentes composiciones y formas familiares entre nosotros. Algunos dibujaron a sus amigos como familia: mis compa–eros de clase sent’an que estos amigos eran tan cercanos que pod’an ser percibidos como familia. Otros no incluyeron a alguno de sus padres o parientes en absoluto porque no los percib’an como un apoyo o quiz‡s porque la relaci—n estaba da–ada o rota. 

ÁEl resultado fue que todas las familias eran œnicas! Ninguno de los dibujos era igual a los dem‡s. 

Si hiciŽramos este ejercicio en nuestras iglesias, el resultado probable tambiŽn ser’an diferentes dibujos e im‡genes de familias: Áser’an diversos y todos hacen parte de nosotros! 

Al ver esto, el profesor pregunt—: ÀquŽ es la familia y quiŽn puede pertenecer a ella? 

DespuŽs de discutir algunas respuestas de los estudiantes, el profesor concluy—: la familia no se trata tanto de compartir el ADN como de la percepci—n, de la calidad de los v’nculos con la gente. 

En otras palabras, era m‡s importante identificar lo que las personas percib’an como su ÒfamiliaÓ en momentos de angustia que saber con quiŽn estaban relacionados biol—gica o legalmente. 

Esta respuesta me lleva de regreso a Mateo 12 y c—mo Jesœs desaf’a y redibuja algunas de las im‡genes de familia que tenemos. 

En primer lugar, como podemos ver en la pregunta y la respuesta de Jesœs mismo con respecto a quiŽnes son su madre y sus hermanos, la familia no est‡ prescrita por una estructura biol—gica o legal determinada, sino que est‡ determinada por la calidad de las relaciones. 

En lugar de usar las im‡genes comunes sobre la paternidad o la hermandad de su tiempo, Jesœs enfoca m‡s la atenci—n en las relaciones con sus disc’pulos y seguidores. Jesœs enfatiza c—mo dichas relaciones son tan significativas que pueden describirse como lazos familiares. Buscar dar testimonio de la voluntad de Dios parece ser un factor importante para que las personas se unan a la ÒfamiliaÓ a la que se refiere Jesœs. 

Al vivir en un mundo que presta tanta atenci—n a ciertas im‡genes de la familia (olvidando c—mo la construcci—n social ha moldeado nuestras ideas de quiŽn est‡ incluido y quŽ se supone que es una familia), tendemos a perder de vista lo que se encuentra en el centro: las relaciones. La calidad de las relaciones, no una estructura o composici—n determinada, es lo que hace de una ÒfamiliaÓ un espacio en el que las personas pueden encarnar relaciones justas y pac’ficas entre s’, dando testimonio del shalom de Dios. 

Enfatizar la justicia y la paz como la voluntad de Dios es algo que hemos aprendido de muchos hermanos de fe anabautista-menonitas en diferentes Žpocas y contextos. En este sentido, no es sorprendente que podamos referirnos a nuestras comunidades y congregaciones como familias ÒelegidasÓ, como padres y hermanos con quienes nos hemos comprometido a caminar y quienes se han comprometido a caminar con nosotros, mientras buscamos dar testimonio de la voluntad de Dios juntos. 

En Hastings Chapel, Calcuta, India (una congregaci—n de Bharatiya Jukta Christo Prachar Mandli), los miembros comparten ÒfrutosÓ en los que han escrito c—mo la iglesia es una expresi—n de esperanza en medio de la agitaci—n externa. Foto: Madhur Lakra

En segundo lugar, la familia no se caracteriza por la ausencia de conflicto o tensi—n, sino m‡s bien por c—mo estos son abordados

Al igual que el ejercicio en la clase de psicolog’a, la pregunta clave no era si las relaciones familiares estaban libres de conflictos, sino quŽ tan cerca percibimos a los dem‡s miembros de la familia, especialmente cuando buscamos apoyo. Esto significa que los lazos de la familia se ponen verdaderamente a prueba en medio de momentos y experiencias dif’ciles, y c—mo se manejan. 

Los desacuerdos y tensiones exist’an entre los disc’pulos y entre los disc’pulos y Jesœs. Algunos de ellos est‡n registrados en las historias b’blicas. La existencia de estas diferencias no puso en riesgo la percepci—n de Jesœs de la paternidad y la hermandad con sus disc’pulos y seguidores. Segœn las palabras de Jesœs, lo que permiti— este sentido de familiaridad m‡s all‡ de los conflictos y las tensiones es la honestidad y profundidad de nuestros intentos de discernir la voluntad de Dios en medio del conflicto. 

Discernir la voluntad de Dios y c—mo testificar de ella no siempre es f‡cil dentro de nuestra familia mundial anabautista-menonita. 

En muchas ocasiones, existen diferentes percepciones sobre c—mo se deber’a encarnar ese testimonio y quŽ implica en diferentes contextos. Y, sin embargo, al decidir caminar juntos como seguidores de Jesœs, hay un compromiso y una voluntad de lidiar con las tensiones y los conflictos de manera coherente con el shalom de Dios. 

Enfatizar la calidad de las relaciones como dimensi—n clave para comprender lo que significa ser familia implica ser conscientes de la necesidad constante de nutrir y cuidar nuestras relaciones. Si bien a veces podemos estar m‡s distantes, o percibir al otro como distante, siempre existe la posibilidad de volver a acercarnos, de cambiar las din‡micas. 

La restauraci—n, la sanidad y la reconciliaci—n son se–ales de esto. Estas son posibles dones a ser experimentados a medida que nos involucramos activamente en reconocer la existencia de heridas y buscar sanarlas, siendo transformados en este proceso. 

En Colombia, miembros de una congregaci—n de las Iglesias Hermanos Menonitas de Colombia escriben c—mo la iglesia es una expresi—n de esperanza en medio de la agitaci—n externa. Foto: Juan Francisco Novoa

Y tercero, ser familia es un proceso din‡mico, no una realidad est‡tica. 

Otra implicaci—n de ver c—mo Jesœs enfatiza a la familia como personas que dan testimonio de la voluntad de Dios es que los l’mites de la familia se pueden volver a trazar. Podemos relacionarnos y encontrar nuevas relaciones en otros que tambiŽn buscan dar testimonio de la voluntad de Dios. Las personas con otros trasfondos, de otros contextos, congregaciones e iglesias pueden ser familia ya que testifican del prop—sito de Dios. 

No podemos contener ni restringir la voluntad de Dios. Eso significa que nuestra familia siempre puede ser m‡s grande de lo que esperamos o imaginamos. 

Cuando pensamos en dar testimonio del shalom de Dios, se nos recuerda que la ÒpazÓ no es simplemente un tema anabautista-menonita. Es m‡s bien la voluntad de Dios, lo que significa que puede ser encarnada y abrazada entre diferentes personas. En ese sentido, las personas de otras denominaciones y religiones tambiŽn pueden dar testimonio de la paz de Dios y son, por lo tanto, nuestra familia potencial. Pueden ser nuestras Òt’asÓ, Òt’osÓ y ÒprimosÓ, en una imagen extendida de la familia. 

Que nuestro Dios de paz nos gu’e y nos fortalezca a medida que nutrimos los lazos con una familia cada vez m‡s grande de hermanos y parientes que est‡n discerniendo la voluntad de Dios.  

ÑAndrŽs Pacheco Lozano es asistente de investigaci—n de la C‡tedra de Teolog’a de Paz y ƒtica en la Universidad VU de Ámsterdam y docente del Doopsgezind Seminarium (Seminario Menonita HolandŽs). AndrŽs es codirector del Centro de Estudios sobre Religi—n, Paz y Justicia de Ámsterdam e investigador posdoctoral en el Centro de Teolog’a de las Iglesias de Paz en la Universidad de Hamburgo (Alemania). Miembro de la Iglesia Menonita de Colombia, vive en los Pa’ses Bajos.