Correo 2025 / 40.4

En este número

  • Reflexionar sobre el pasado para reflexionar sobre el futuro
  • Línea de tiempo del CMM

Recursos

  • Noticias de las Comisiones
  • El Comité Ejecutivo nombra a un directivo adicional
  • Noticias de las Comisiones

Secretario General

  • Vivir juntos en unidad

La unidad es un don de Dios

“Para que sean uno, así como nosotros somos uno”, oró Jesús en Juan 17:22 (NVI).

Esta oración por aquellas personas que siguen a Jesús ha sido muy relevante desde el momento en que la dijo.

El movimiento anabautista, cuyo quincentenario celebramos este año, fue en su momento una “división de la iglesia”. Los numerosos grupos que existen actualmente en nuestro movimiento son prueba de una mayor fragmentación.

Así que es casi un milagro que el Congreso Mundial Menonita –una comunión de iglesias afines al anabautismo– haya cumplido su centenario este año. Este milagro ha crecido más y ha tenido mayor alcance de lo que sus fundadores hubieran imaginado cuando se opusieron al impulso de dividirse para reunirse como familia.

“Se empieza con una semilla de mostaza”, dijo Nancy Heisey, presidenta del CMM entre 2003 y 2009. En este número, junto con otros líderes, reflexionó sobre el pasado, el presente y el futuro de la comunión mundial (véase las páginas 3-6). En respuesta a la oración de Jesús, el “árbol” anabautista ha crecido a lo largo de estos cien años.

Dios es quien reúne la diversidad de razas, idiomas, culturas, etnias, géneros, riqueza, ética y teología, y las llama a la unidad, dijo Thomas R. Yoder Neufeld al Concilio General, en 2018.

De hecho, la diversidad dentro del CMM ha crecido, como se muestra en nuestra línea de tiempo (páginas 6-11). Hemos crecido de ser líderes de iglesias europeas y norteamericanas que se reunían aproximadamente cada cinco años, a líderes de 61 países de cinco regiones continentales que mantienen una relación permanente a lo largo de los años. De ser unas pocas personas dedicadas a la academia y al pastorado, hemos pasado a ser una red interconectada de predicadores, maestros/as, misioneros/as, activistas, personas que trabajan en el desarrollo de la comunidad y demás.

Aunque las diferencias culturales en cómo practicamos nuestra fe común a veces nos sorprenden, es la diversidad teológica la que con mayor frecuencia presenta un desafío a nuestra unidad.

El apóstol Pablo utiliza la metáfora de estar “encadenado” a Cristo, en Efesios 4. Thomas R. Yoder Neufeld sugirió que dicha analogía podría ser útil para nuestra comunión de iglesias: “Se necesitan cadenas para lo que no se mantiene unido fácilmente”.

Desde hace cien años, hasta 110 iglesias miembros nacionales del CMM y miles de congregaciones que conforman esas entidades, han optado por identificarse con dicha familia. Esta familia no se mantiene siempre en armonía, y mucho menos está siempre en uniformidad o en concordancia respecto a todos los temas. Por el contrario, “la unidad es un don de Dios, no un logro nuestro, dijo Thomas R. Yoder Neufeld.

Que podamos recibir este regalo por cien años más, con todos sus desafíos, siguiendo el espíritu de Jesús: con humildad, paciencia y perdón, al sufrir juntos y –en ocasiones– sufrir debido a los demás.

Karla Braun, redactora jefa de Correo y escritora para el Congreso Mundial Menonita, reside en Winnipeg, Canadá.