Adoramos a un Dios que escucha el clamor de los que sufren, atiende a su bienestar y obra para salvar. En los Evangelios, Jes˙s, el ejemplo vivo de la iglesia, encarna la solidaridad de Dios con aquellos que son oprimidos, ignorados, rechazados o tratados como extranjeros.
Lamentamos lo sucedido a cientos de niños indígenas en Canad· quienes en décadas pasadas murieron y fueron enterrados separados de sus comunidades en escuelas residenciales donde habrían sido degradados y abusados en lugar de recibir cuidado y educación.
Afirmamos a los líderes anabautistas canadienses que declararon*:
“Lamentamos que, en ocasiones, la fe cristiana se haya utilizado erróneamente, como un instrumento de poder, no como una invitación a ver cómo Dios ya estaba obrando antes de nuestra llegada. Nos arrepentimos de nuestros encuentros denominacionales con los pueblos indígenas que a veces pueden haber sido motivados m·s por prejuicios culturales que por el amor incondicional de Jesucristo. Nos arrepentimos de nuestro fracaso en defender a los pueblos indígenas marginados como nuestra fe nos instruiríaó.
Como Congreso Mundial Menonita, nos comprometemos a buscar la justicia a través de creencias desafiantes y sistemas de denominación. Estamos agradecidos y nos sentimos honrados por el testimonio de las iglesias y organizaciones anabautistas en Canad· y en otros lugares que est·n trabajando con los grupos indígenas hacia la restauración y la reconciliación.
—Véase también la declaración de solidaridad con los pueblos indígenas del CMM.