Tanto amó Dios al cosmos...

La crisis ambiental y nuestro mandato de cuidar de la creación 


Una palabra de aliento de la Comisión de Fe y Vida del CMM y del Grupo de Trabajo de Cuidado de la Creación  

Parte 1 de 2 

“El cuidado de la creación” está adquiriendo una urgencia cada vez mayor. 

Las noticias nos recuerdan a diario sobre los alarmantes cambios que se están produciendo en nuestro clima. Como muestra la encuesta llevada a cabo por el Grupo de Trabajo de Cuidado de la Creación, nuestros hermanos y hermanas de nuestra familia mundial de fe sufren sequías, inundaciones, tormentas destructivas, incendios, hambrunas y la devastación provocada por la guerra. Diversas especies están en peligro o incluso en vía de extinción. 

Estamos siendo testigos de una violencia terrible contra la amada creación de Dios, y cada vez somos más conscientes de que tanto compartimos el daño, tanto en el rol de pecadores como el de víctimas.  

¿Cómo respondemos? 

Nuestras respuestas seguramente variarán según el lugar donde vivamos, nuestros recursos, la profundidad de nuestra fe, nuestra teología y nuestra voluntad de responder al llamado del momento. Sin embargo, es imperativo que respondamos, ya sea que vivamos en el Norte global, que carga con una parte desproporcionada de responsabilidad frente a la crisis, o en el Sur global, que carga con una parte desproporcionada de su impacto. 

Vivimos en un mundo que ha sufrido los efectos de la pecaminosidad humana desde el Edén, que ha roto nuestra relación con Dios, con los demás y con la creación en toda su diversidad. Pero también vivimos en un mundo en el que el Espíritu misericordioso y liberador de Dios está produciendo una “nueva creación” en y a través de Cristo (2 Corintios 5:17). 

¿Qué nos está diciendo ese Espíritu en este momento? 

Las convicciones compartidas y el cuidado de la creación 

Una de las formas en las que el Espíritu nos habla es al recordarnos nuestras convicciones compartidas en el CMM. A pesar de nuestras muchas diferencias, estas nos recuerdan que ya compartimos una base para responder como familia de fe a la crisis ambiental. 

He aquí algunas implicaciones de las convicciones que compartimos: 

Convicción compartida #1: Conocemos a Dios como Padre, Hijo, y Espíritu Santo, el Creador que tiene el propósito de restaurar a la humanidad caída convocando a un pueblo y llamándolo a ser fiel en fraternidad, adoración, servicio y testimonio. 

La Biblia nos invita a extender la Convicción #1 más allá de que Dios busca “restaurar la humanidad caída” para incluir “a todas las cosas en el cielo y en la tierra” (Efesios 1:10), incluyendo a los ecosistemas que sufren los efectos de nuestro estado caído. 

De hecho, Dios desea salvarnos de nuestro cruel y violento abuso de la amada creación de Dios, de modo que podamos unirnos a Él en el cuidado verdadero de la creación que está en peligro. No seremos salvos por nuestro trabajo como mayordomos de la creación; sino que somos “salvos por gracia” para la buena obra que incluye el cuidado de la creación (Efesios 2:8-10). 

Convicción compartida #2: Jesús es el Hijo de Dios. Por medio de su vida y enseñanzas, su cruz y su resurrección, nos mostró cómo ser discípulos fieles, redimió al mundo, y ofrece vida eterna. 

Cuando la Convicción #2 habla de que Jesucristo “redimió al mundo”, se refiere a un “mundo” que incluye toda la creación. Es porque Dios ama el cosmos (Juan 3:16) que Dios está en Cristo “uniendo todas las cosas” en el cielo y en la tierra (Efesios 1:10). Es este Jesús que ama al cosmos quien nos enseña cómo ser discípulos que aman al cosmos. 

Convicción compartida #3: Como iglesia, somos una comunidad de aquellos a quienes el Espíritu de Dios llama a abandonar el pecado, reconocer que Jesucristo es Señor, recibir el bautismo previa confesión de fe, y seguir a Cristo en la vida. 

Oímos al Espíritu que nos llama a responder al sufrimiento de la creación por medio de arrepentirnos, alejarnos de la codicia y la ambición egoísta. Reconocer el señorío de Cristo es una base sólida para nuestro llamado misionero a cuidar la creación. 

Puesto que Cristo es el Señor, el cosmos entero es el campo de la misión de Dios para rescatar, redimir y restablecer. Seguir a Cristo en la vida es sumarse a esa misión, viviendo con sencillez, reduciendo el impacto de nuestro consumismo en el medio ambiente, defendiendo a los más vulnerables y respondiendo de manera práctica a su sufrimiento. 

Convicción compartida #4: Como comunidad de fe, aceptamos que la Biblia es nuestra autoridad para la fe y la vida, interpretándola juntos bajo la guía del Espíritu Santo a la luz de Jesucristo, para discernir la voluntad de Dios y obedecerla. 

El Jesucristo que encontramos en la Biblia es aquel por medio del cual se crearon todas las cosas, no sólo las personas, sino también todo lo demás (Juan 1:3 y Colosenses 1:16). Él es, en efecto, la “luz del cosmos” (Juan 9:12). Ese profundo misterio debe moldear nuestro discipulado (Juan 3:21). 

Convicción compartida #5: El Espíritu de Jesús nos llena de poder para confiar en Dios en todos los aspectos de la vida, de manera que lleguemos a ser hacedores de paz que renunciamos a la violencia, amamos a nuestros enemigos, procuramos justicia, y compartimos nuestras posesiones con los necesitados. 

Reconocemos que la violencia es una parte implícita de la explotación de los recursos naturales, donde los poderosos reclaman tierras y recursos, tratando de silenciar las voces que se alzan en oposición. Quienes protegen y defienden el medio ambiente están siendo perseguidos y asesinados en cantidades sin precedentes en todo el mundo. 

El cuidado de la creación en nuestros días exige que, como cuerpo de Cristo, denunciemos la injusticia y la violencia en solidaridad con los más vulnerables. El cuidado de la creación y la búsqueda de justicia son inseparables. 

Convicción compartida #7: Como comunidad mundial de fe y vida trascendemos fronteras de nacionalidad, raza, clase social, género e idioma, y procuramos vivir en el mundo sin conformarnos a los poderes del mal, dando testimonio de la gracia de Dios por medio del servicio a los demás, cuidando de la creación, e invitando a toda la humanidad a conocer a Jesucristo como Salvador y Señor. 

Con esta convicción, afirmamos juntos claramente que el cuidado de la creación está en el corazón mismo de la misión de la Iglesia de “dar testimonio de la gracia de Dios”. Además, como “comunidad mundial de fe y vida”, que trasciende las fronteras geográficas, políticas y de recursos económicos, se nos presentan innumerables oportunidades de colaborar para responder a la necesidad crítica de cuidar la creación. 

Damos gracias por la colaboración que ya se está llevando a cabo. 

Del Señor es el mundo entero, con todo lo que en él hay, con todo lo que en él vive. Salmos 24:1 


Espere la Parte 2 el próximo mes: “Fidelidad en acción”

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