Viernes a la mañana
Efesios 2, 14-17 (DHH) Cristo es nuestra paz. Él hizo de judíos y de no judíos un solo pueblo, destruyó el muro que los separaba y anuló en su propio cuerpo la enemistad que existía. Puso fin a la ley que consistía en mandatos y reglamentos, y en sí mismo creó de las dos partes un solo hombre nuevo. Así hizo la paz. Él puso fin, en sí mismo, a la enemistad que existía entre los dos pueblos, y con su muerte en la cruz los reconcilió con Dios, haciendo de ellos un solo cuerpo. Cristo vino a traer buenas noticias de paz a todos, tanto a ustedes que estaban lejos de Dios como a los que estaban cerca.
Los distintos contextos globales de polarizaciones ideológicos, culturales, étnicos, religiosos, tecnológicas y económicos, en los que las sociedades son sometidas por las estructuras que ejercen el poder, dan como resultados las guerras y toda clase de violaciones de los derechos humanos de los más débiles , exacerbando la esperanza de la construcción de sociedades más justas, creando barreras de desigualdades, haciendo más difícil la reconciliación de los hombres con Dios, la naturaleza y consigo mismo. Allí es posible evidenciar en todas las realidades del ser humano, un profundo resentimiento en sus expresiones cotidianas.
Esta realidad exige a la iglesia anabautista y a las distintas confesiones y expresiones religiosas, repensar con urgencia desde la trascendentalidad del evangelio de Jesucristo, estrategias de reconciliación para construir la paz desde los territorios locales, que traspasen las fronteras étnicas, económicas, tecnológicas, religiosas y culturales, haciendo posible el establecimiento del reino de Dios en estos contextos.
El apóstol Pablo leyó muy bien desde la cosmovisión del pensamiento judío cristiano, en virtud de la comprensión del ministerio de Jesús, el hijo de Dios, esa realidad sociopolítica- religiosa entre judíos, y las otras sociedades del primer siglo; derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su humanidad las enemistades entre ambas sociedades… haciendo la paz.
El diálogo social se constituye en una herramienta esencial para la transformación de una sociedad que, por muchas décadas, ha sido sometida a guerras que no comprendía y ha tenido que soportar. En el ejercicio de ésta, tanto de forma consciente e inconsciente, se encontraban expuestos al deterioro de su tejido social. y, en igual medida, también al peligro por la pérdida de su identidad étnica y cultural. Esto se dio a raíz del etnocidio cultural y faunístico, que ha dejado la guerra en los territorios poblados mayoritariamente por comunidades más vulnerables.
En Colombia, por ejemplo, las comunidades negras e indígenas, en los territorios étnicos y colectivos, han sido las que les ha tocada afrontar la mayor parte del conflicto violento, les ha tocado renunciar de forma coercitiva a la relación amigable con el medio ambiente y su entorno social. Por ello, el comportamiento conflictual motivó a que se propiciaran cambios drásticos para resolver alguna diferencia entre las personas, convirtiendo el uso de las armas, el único instrumento útil para dirimir los conflictos. Este contexto ha obligado a distintos sectores sociales a articular mediante el diálogo social y la visión colectiva de la construcción de la paz, a buscar los puntos en común, sin entrar en discusiones ideológicas y religiosas, que nos permitan encontrar soluciones prácticas para la convivencia pacífica, con la idea de construir humanidad en la reciprocidad con el otro, observando muy de cerca la palabra de las lenguas bantúes del sur de África, popularizada por Nelson Mandela y Desmond Tutu: Ubuntu”. “Soy porque somos”. Nos debemos a una comunidad.
Desde Colombia, hemos diseñado una estrategia que busca responder a estos desafíos. Planteamos un trabajo interétnico y ecuménico, entendiendo el ecumenismo, no desde una postura teológica- religiosa, sino, desde una cosmovisión del trabajo colectivo interétnico e interreligioso, donde nos encontramos distintos procesos con presencia en los territorios, desde su quehacer y capacidades, en el marco del respeto de las autonomías. Trabajamos para hacer que sucedan las cosas.
Servir de espacio de articulación y fortalecimiento de las organizaciones interétnicas e iglesias, apoyando la construcción y visibilizando de sus planes de vida para la paz territorial.
Centramos el trabajo en fortalecimiento de procesos de reconciliación, etnodesarrollo y paz territorial, a través de alianzas estratégicas con iglesias instituciones del Estado, sector privado, plataformas de paz territorial y la cooperación internacional.
Estrategia central
Trabajar por modelos de etnodesarrollo integral – sostenibles con las comunidades étnico-territoriales que permitan articular diálogos regionales con las organizaciones de base, e interlocución con las agendas de paz, orientadas a la resolución de conflictos en los territorios.
Abordamos las siguientes líneas:
- Derechos de las víctimas: Vida, dignidad y justicia. Reparación integral de las víctimas del conflicto armado (verdad, justicia, reparación, no repetición), la satisfacción plena de sus derechos, el retorno con seguridad a sus territorios y en condiciones de dignidad (educación, salud, vivienda, seguridad).
- Pedagogía por la paz: Espiritualidades, culturas y territorio. Formación en competencias ciudadanas, derechos humanos, identidad cultural y ejercicios de participación democrática, la construcción de visiones compartidas de región, y la transformación social y política de los conflictos, sin el uso de la violencia.
- Garantías para la participación ciudadana. Autonomía territorial y gobernanza propias. Fortalecimiento de la democracia directa, participativa y representativa; consolidar pactos ciudadanos multisectoriales, y dar el salto hacia una cultura política incluyente y respetuosa de la pluralidad étnica, social y cultural de la Nación.
- Productividad: Etno-desarrollo y cuidado del medio ambiente. Se busca garantizar la soberanía y seguridad alimentaria, desde un enfoque étnico y sostenibilidad ambiental.
- Reconciliación: Espíritu de diálogo y concertación social. Construcción de acuerdos basados en la justicia e inclusión social, abrirse paso hacia el futuro reconstruyendo nuevas redes de relación y confianza entre los distintos actores sociales, el sector privado y las instituciones del Estado. La justicia, la paz, el desarrollo y la reconciliación exigen espacios para transformar los conflictos por la vía del diálogo, la participación y la concertación social de políticas orientadas al bienestar de los pobladores.
- Comunicación para la paz: La propuesta se centra en fortalecer la red de comunicadores populares, para compartir, construir y fortalecer procesos y habilidades comunicativas desde las comunidades afros, indígenas y mestizas presentes en las subregiones, así visibilizar las acciones relacionadas a la construcción de paz, memoria, resistencia, perdón, reconciliación, defensa del territorio y desarrollo regional.
— José Rutilio Rivas Domínguez, pastor, teólogo, emprendedor de empresas sociales, es promotor de la paz de los Hermanos Menonitas de Colombia. También es miembro de la Comisión de Misiones del CMM (2018-2025).