El COVID 19 en el Hemisferio sur

Hemos recopilado voces de todo el mundo respecto a la iglesia durante la pandemia del COVID-19. Consulte la barra lateral para ver las biografías de los encuestados.


¿Cómo estamos aprendiendo nuevas maneras de ser iglesia debido a las restricciones por la pandemia?

“Como nunca antes, tomó protagonismo la tecnología en sus diferentes formas, constituyéndose en una herramienta de gran importancia para mantenernos activos y en comunión como iglesia”, afirman Sergio y Paula Mendoza.

Sin embargo, se destacan las disparidades existentes. “La comunidad eclesial se vio afectada por la posibilidad de que algunos fueran dejados de lado, especialmente aquellos que han tardado en adoptar la tecnología”, explica Clement Ndlovu.

No obstante, las congregaciones han encontrado los medios para contactarse con sus miembros.

“En algunas zonas, se alentó a las personas a que procuren buscar a Dios individualmente en las cimas de las montañas y en sus hogares. Los programas de radio y televisión han animado a la gente a que procure buscar a Dios más que antes”, señala Nkunda John Bosco.

“Nuestras iglesias menonitas utilizan WhatsApp para comunicarse con los miembros. Una nueva manera de hacer las cosas ha sido llamar regularmente por teléfono a los cristianos para hacerles saber que los líderes piensan en ellos”, comenta Siaka Traoré.

“A través de la tecnología en sus diferentes formas, se pudieron mantener las reuniones juveniles durante el período de cuarentena total y establecer contacto con las diferentes realidades de los jóvenes”, explican Sergio y Paula Mendoza.

Dios está obrando, pese a las dificultades.

“La obra de la iglesia es más eficaz fuera de las cuatro paredes, en lugar de la forma moderna de hacer todo dentro de los edificios de la iglesia”, expresa Okoth Simon Onyango.

“En cierta forma, todos los cambios que experimentamos como iglesia durante este tiempo nos llevaron fuera de nuestra zona de confort”, afirman Alba y David Irala. “Sin embargo, la tecnología a su vez posibilitó que se crearan nuevos espacios de mayor intercambio y participación. En ello pudimos ver a Dios usando una situación de dificultad e incertidumbre para hablarnos y afirmarnos en nuestra fe, al mismo tiempo que pudimos fortalecer nuestros lazos como grupo.”

“Estamos aprendiendo a ser verdaderamente iglesia, que no se define por un lugar sino por ser un cuerpo en distintos lugares pero persiguiendo los mismos objetivos, siguiendo al mismo Jesús”, aseguran Alba y David Irala.

¿Cuáles son los desafíos teológicos de depender de la tecnología?

Aún hay algunas personas de nuestras comunidades que no tienen acceso a la tecnología moderna. En zonas rurales, la electricidad no es accesible y tampoco se pueden utilizar televisores. Por tanto, depender de la tecnología dificultó el trabajo de la iglesia en algunas zonas durante la pandemia”, comenta Okoth Simon Onyango, que tuvo que caminar muchos kilómetros para mantenerse en contacto con los miembros de la iglesia.

La variedad de opciones también es un desafío.

“Creo que la gran exposición a tantas enseñanzas disponibles sacudió nuestros fundamentos teológicos”, señala Clement Ndlovu.

“Tener acceso a las reuniones mediante ‘un solo clic’ en cierta forma convierte ese espacio, destinado a la comunión entre hermanos y a vivir juntos la misma fe, en una opción más entre el variado menú de entretenimiento que nos ofrece el mundo en sus diferentes plataformas digitales”, explican Sergio y Paula Mendoza.

Aun así, “con o sin tecnología, Jesucristo es nuestra ESPERANZA”, afirma Okoth Simon Onyango.

“Al inicio algunos se preguntaron cómo se realizaría la “Santa Cena”; sin embargo, esto no fue un problema. Vimos que la comunión simbolizada en la Santa Cena es con Cristo; esta comunión rompe nuestras barreras, nos hace uno y encontramos paz al cumplir con este mandato a pesar de la distancia. Creo que la distancia, en cierto sentido, está fortaleciendo nuestros conceptos teológicos y bíblicos de manera positiva”, comentan Alba y David Irala.

¿Cómo ha crecido la iglesia en esta época?

Clement Ndlovu lamenta la pérdida de la influencia espiritual de la iglesia en aquellos sin conexión tecnológica. Sin embargo, “el culto virtual posibilitó una apertura de la iglesia más allá de sus áreas de influencia”.

“Es difícil medir el crecimiento, especialmente en lo que se refiere a lo espiritual. Sin embargo, el momento en el que nos encontramos ha sensibilizado a las masas sobre la importancia y el valor de la vida. Vemos que ahora las personas procuran más la intervención divina, tanto creyentes como no creyentes. En términos de comunicación, hemos ido más allá de la norma; hemos podido vincularnos con más personas numérica y mundialmente”, explica Bryn M Maphosa.

“Para algunos cristianos, fue un período de relajación porque ya no habían actividades formales y periódicas en la iglesia: un tiempo de adormecimiento espiritual. En cambio, para muchos cristianos, esta pandemia fue un mensaje de las señales de los últimos tiempos, y por eso algunos han puesto en orden sus vidas”, expresa Siaka Traoré.

Sin embargo, el Espíritu Santo está obrando, impulsando incluso a aquellos que no son evangelistas conocidos, a compartir acerca de Dios con sus vecinos. “Mientras recorría largas distancias a pie, tres días a la semana durante dos meses consecutivos, conocí a otras personas que también caminaban, y el tema de discusión siempre era el mismo: ‘Que Dios nos ayude y elimine este virus que ha traído este sufrimiento’”, relata Okoth Simon Onyango. “La evangelización está en su apogeo: cada uno animaba al otro a creer en un acto sobrenatural del Dios Todopoderoso.”

“Creemos que el crecimiento, por sobre todo, ha sido en calidad. Calidad que se refleja en nuestras actitudes ante las necesidades; hermanos y hermanas han respondido a esta pandemia con servicio, y se ha creado una nueva oportunidad para servir a la comunidad”, señalan Alba y David Irala.

¿Qué significa ser un grupo de creyentes “centrado en la comunidad” cuando no podemos reunirnos en persona?

“Exige que pensemos con perspectivas novedosas para promover aun más nuestra misión. El grupo de creyentes todavía necesita ser visto y escuchado de una forma u otra, ya que es el corazón de la comunidad”, afirma Bryn M Maphosa.

“La práctica del cristianismo solo se puede hacer acercándonos a otros. Nuestra vida cristiana es verdadera cuando estamos en comunidad; sin embargo, reunirnos en persona no es la única manera. Nuestras acciones no están destinadas a ser un espectáculo público”, señala Okoth Simon Onyango.

“‘¡Qué bueno y agradable es que los hermanos convivan en unidad!’ (Salmos 133,1) ‘No dejemos de reunirnos’. (Hebreos 10,25) Estamos acostumbrados a este tipo de cultos, pero la Biblia también nos anima a orar individualmente porque somos el templo de Dios y el Espíritu Santo habita en nosotros”, dice Francis Kamoto.

“Los jóvenes y adultos deseamos vernos nuevamente muy pronto. A pesar de ello, sabemos que es necesario respetar las normas, y hemos encontrado que la comunidad es estar verdaderamente unidos”, afirman Alba y David Irala.

“Podemos estar en un mismo lugar, pero no necesariamente tener un mismo sentir. Sin embargo, ahora estamos lejos, pero atentos a las necesidades de hermanos/as, en contacto constante a través de llamadas y reuniones virtuales”, explican Alba y David Irala.

La distancia forzada por el aislamiento o el confinamiento ha reforzado lo que significa ser iglesia: “Animarnos y exhortarnos los unos a los otros, ser conscientes de las situaciones a las que se enfrentan nuestros propios hermanos en la fe, como también las personas que integran nuestro entorno y ver sus necesidades para suplirlas según nuestras posibilidades. Con todas estas acciones, reflejamos el amor de Cristo y al mismo tiempo demostramos ser creyentes comprometidos con nuestra comunidad”, expresan Sergio y Paula Mendoza.

En cuanto a estos cambios: ¿Cuáles esperamos que sean temporales? ¿Cuáles esperamos que permanezcan después de que la vida “vuelva a la normalidad”?

“Sin lugar a dudas, la recomendación de evitar el contacto físico es uno de los detalles que esperamos con ansias que quede sin efecto. Con ello, volverían los abrazos y demostraciones de cariño que nos caracterizan en nuestro compartir como hermanos; y, más aún, el levantamiento de la restricción que limita el número de asistentes a los templos, para volver a compartir juntos como cuerpo de Cristo”, dicen Sergio y Paula Mendoza.

Pero quisiéramos que permanezcan los hábitos de higiene.

 “Los hábitos de limpieza deberían estar siempre presentes, nos ayudan a cuidarnos, pero por sobre todo, a cuidar a otros”, concuerdan Alba y David Irala.

“Los hábitos de higiene nos protegen de una gran cantidad de gérmenes que nos transmitimos unos a otros. Si seguimos usando tapabocas, nos protegerán del polvo y humo de la contaminación”, explica Siaka Traoré.

Sin embargo, le preocupa el impacto del distanciamiento social en “los valores socioculturales africanos. La sociedad africana se expresa a través de relaciones, de lo concreto y no lo virtual. En la iglesia, el calor fraternal se expresa mediante el contacto físico”.

“Esta etapa nos enseña varias lecciones. La iglesia tiene que aprender que debe abocarse conscientemente a sus actividades en comunidad. Las enseñanzas de la iglesia deben preparar a los miembros a que sean luz y sal en tiempos difíciles. Aprendamos el arte de estar bien dispuestos a la comunión física y virtual”, expresa Clement Ndlovu.

“Definitivamente, esta pandemia tiene sus aspectos positivos. Nos ha desafiado en cuanto a nuestra definición de lo que es ser iglesia. Muchos han relacionado a la iglesia con un espacio o lugar. Sin embargo, la situación actual nos ha llevado a profundizar nuestra definición de iglesia, y entender que, si estamos unidos y velando por las necesidades de otros, en oración y en comunicación constante, podemos estar verdaderamente unidos y actuando realmente como iglesia”, afirman Alba y David Irala.

“Espero que sea algo permanente la exigencia de ser flexibles cuando surja la necesidad. El uso de plataformas multimedia es una gran herramienta que debe perfeccionarse para extender la difusión mundial del evangelio”, señala Bryn M Maphosa.

“Ha sido un desafío pensar más en la belleza de la humanidad, en esta idea de cohesión comunitaria. Estemos atentos a los que tienen pocos recursos. Procuremos ayudarlos”, insta Sibonokuhle Ncube.

“La iglesia continúa a pesar de la situación, creemos que seguimos practicando el “ser iglesia” y ahora con mucha más fuerza que antes, ya que estamos aprendiendo que no nos define un lugar”, afirman Alba y David Irala.

¿Cómo nos ha desafiado este tiempo a repensar el modo en que solíamos vivir? ¿Qué lecciones nos depara este período?

“Creo que me ha ayudado a ser flexible cuando hago cosas. A veces damos por sentado que las cosas se tienen que hacer de cierta manera. Podemos adorar a Dios en cualquier lugar y en cualquier momento”, expresa Francis Kamoto.

“La iglesia no debe perder su relevancia y estima en un momento como éste. Es necesario que la iglesia se adhiera a las leyes terrenales. La iglesia necesita tener muchos recursos para intervenir en la vida de sus miembros y la comunidad, habiendo identificado sus necesidades. La innovación y la gestión del cambio son elementos estratégicos críticos para incorporar a nuestra administración de los asuntos de Dios”, señala Clement Ndlovu.

“Este período nos mostró la fragilidad de nuestros sistemas médicos, económicos e incluso administrativos. La pandemia confirmó la idea de que el mundo es una familia mundial dado que una enfermedad que comenzó en un punto de la Tierra, se extendió por todo el planeta”, señala Siaka Traoré.

Sin embargo, ha demostrado nuestra capacidad de solidaridad en medio de la fragilidad. “Todos los sectores sociales han hecho contribuciones, ya sea en especie o financieras, para combatir la pandemia del coronavirus. Hemos descubierto un potencial interno de recursos locales que posibilita acciones conjuntas”, comenta Siaka Traoré.

“La pandemia planteó algo positivo: ‘sé consciente de ti mismo y de los que te rodean y mantente seguro para ellos’”, dice Sibonokuhle Ncube. La distancia física es un recordatorio para que “también mantengamos la distancia de las cosas que no son saludables en las relaciones interpersonales”.

“Nos vemos obligados a comprometernos a cumplir con las medidas que sean impuestas para el bienestar común y de esa manera, a través de una conducta ejemplar ante la sociedad, reflejar las enseñanzas de Cristo en el entorno en el que estemos. Como iglesia, pudimos ver la mano de Dios guiándonos a través de las dificultades. Debemos volver a tener una completa dependencia del Señor, que al fin y al cabo es nuestra mayor riqueza y esperanza en este mundo”, expresan Sergio y Paula Mendoza.

“Creemos que esta situación nos está ayudando a pensar mejor sobre el manejo de la vida entera, las relaciones, el servicio, la economía y la salud. Esta pandemia nos ha enseñado que no podremos volver a la normalidad, sino más bien, a una nueva normalidad, en la que tengamos una perspectiva de la vida más cauta, más sabia e inteligente, donde podamos comprender la importancia de ser iglesia, una comunidad que no se define por espacios, sino por un cuerpo que vive con sabiduría y en verdadera unidad”, concluyen Alba y David Irala.


Encuestados

bryn Maphosa Bryn M Maphosa, supervisor nacional, Iglesia de los Hermanos en Cristo, Sudáfrica
clement ndlovu Clement Ndlovu, Iglesia de los Hermanos en Cristo, sede en Krugersdorp, Sudáfrica
david y alba irala Alba and David Irala, pastores de jóvenes, Iglesia Cristiana de la Paz, Hermanos Menonitas, Asunción, Paraguay
Francis Kamoto Francis Kamoto, obispo, Iglesia de los Hermanos en Cristo, Zimbabue
Siaka Traore

Siaka Traoré Traoré, Iglesia Evangélica Menonita de Burkina Faso

sergio y paula mendoza Sergio and Paula Mendoza, pastores de jóvenes, Iglesia Sinaí de los Hermanos Menonitas, San Lorenzo, Paraguay
nkunda john bosco

Nkunda John Bosco, pastor, Iglesia Menonita de Uganda

bishop simon onyango

Okoth Simon Onyango, obispo, Iglesia Menonita de Uganda

sibonokuhle ncube Sibonokuhle Ncube, estudiante de teología, Iglesia de los Hermanos en Cristo de Zimbabue

Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2020.