“Sino honren a Cristo como Señor en sus corazones. Estén siempre preparados a responder a todo el que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen” (1 Pedro 3,15, DHH).
Las protestas, de junio en Hong Kong, en contra de la ley de extradición propuesta, atrajeron mucha atención de los medios de comunicación. Algo único acerca de esta protesta es el modo en que la iglesia ha intensificado su rol como constructora de paz.
El 12 de junio de 2019, durante un potencial enfrentamiento violento entre los manifestantes y la fuerza policial en Hong Kong, los cristianos salieron en masa para declarar la paz. Nuestros hermanos y hermanas, se mezclaron entre el grupo que protestaba y cantaron el coro “Cantad Aleluya al Señor” de modo a calmar la tensión. También condenaron la fuerza innecesaria que la policía ejercía hacia los métodos más bien pacíficos de los manifestantes.
Respondiendo al llamado de la iglesia, a ser un conducto para la justicia social, el 16 de junio de 2019, más de 500 hermanos y hermanas se reunieron en Vancouver, BC, Canadá, para adorar y orar juntos fuera del consulado chino para mostrar nuestro apoyo y solidaridad con los manifestantes pacíficos en Hong Kong.
El discipulado se trata de la declaración del señorío de Jesús en nuestra vida. La redención es personal, pero también conlleva una dimensión pública. La teóloga Leslie Newbiggin nos recuerda que nuestra fe es una fe pública.
Cristo es nuestra fuente definitiva de esperanza. El papel de la iglesia es testificar a través de la hermenéutica del evangelio a través de actos de justicia social.
Jesús nos ordena estar “en el mundo, pero no ser del mundo” (Juan 17,13–19), por lo tanto, nuestro testimonio es fundamental, relevante y contextual a la sociedad de la que formamos parte. Cuando la iglesia habla en contra de la injusticia, declaramos la paz. Al cantar “Cantad Aleluya al Señor”, declaramos que la paz de Cristo triunfa sobre cualquier temor, opresión o injusticia.
— Lawrence Cheung, practicante de cuidado espiritual y miembro de la Iglesia Killarney Park de los Hermanos Menonitas, Vancouver, B.C., Canadá
Este testimonio hace parte de los recursos para la adoración del Domingo de la Fraternidad Anabautista Mundial 2020. Haga clic aquí para ver más.