La división y reunificación de la Iglesia Menonita de la Conferencia General de Bharatiya estuvieron marcadas por una serie de acontecimientos y desafíos. La división inicial fue causada por una disputa sobre los derechos del presidente y del secretario de la iglesia.
La división y reunificación de la Iglesia Menonita de la Conferencia General de Bharatiya estuvieron marcadas por una serie de acontecimientos y desafíos. La división inicial fue causada por una disputa sobre los derechos del presidente y del secretario de la iglesia.
En 1994, una cuestión aparentemente de poca importancia respecto a la elección de la fecha y el lugar del congreso anual, se convirtió en el catalizador para la división. Algunos miembros querían que el congreso se celebrara en Jagdishpur (en la zona norte de la iglesia) en vez de Janjgir (en la zona sur), lo que generó diferencias entre los miembros directivos.
Esto dio lugar a dos reuniones separadas, una en Janjgir y otra en Jagdishpur, lo que resultó en una iglesia dividida con dos presidentes.
Había una gran preocupación por las elecciones durante dicha época. Para resolver el asunto, se tomó la decisión de llevar a cabo las elecciones por separado en Janjgir y Jagdishpur, creando dos comités ejecutivos. Esta división se intensificó cuando el presidente intentó imponer restricciones a las operaciones bancarias, lo que dio lugar a disputas legales y a informes policiales.
Se realizaron esfuerzos por la reconciliación, incluidas intervenciones de pastores, el Comité Central Menonita (MCC) y la Fraternidad Evangélica de la India (EFI, por sus siglas en inglés). Sin embargo, estos intentos no dieron resultados positivos y la animosidad entre las dos facciones siguió aumentando.
La situación tomó un giro jurídico con audiencias en la Corte Suprema con ambas partes, y las firmas registradoras e instituciones involucradas. La Corte Suprema emitió un fallo, pero la disputa continuó.
En 1997 y 1998 se celebraron nuevamente las elecciones, lo que consolidó aún más la división. Parecía que la reconciliación se tornaba cada vez más improbable. Ninguna de las partes estaba dispuesta a cooperar.
Sin embargo, se dio un punto de inflexión cuando se produjo un encuentro casual entre el difunto N.S. Badhai y yo en 1999, en Gass Memorial, Raipur. Este encuentro inesperado dio lugar a una conversación sobre la reconciliación.
Ambos reconocíamos nuestro papel en el liderazgo y la responsabilidad de lograr la unidad en la iglesia. Decidimos buscar la mediación del Rev. C.S.R. Geer (ex menonita de Jaghdishpur), a fin de convocar un congreso conjunto (AGM).
Con el apoyo de un líder de la Fraternidad Evangélica de la India, se organizó un congreso conjunto en noviembre de 2002, en Jagdishpur. Pese a la competencia inicial, yo retiré mi candidatura para el cargo y N. S. Badhai fue elegido presidente. Un poderoso mensaje del líder de EFI sobre la historia del hijo pródigo (Lucas 15:11-32), conmovió los corazones.
Los miembros de ambas facciones se perdonaron mutuamente y decidieron unirse de nuevo y vivir juntos de cara al futuro.
Desde entonces, la Iglesia Menonita de la Conferencia General de Bharatiya ha mantenido la unidad, bajo el liderazgo del presidente de la conferencia. La gracia de Dios ha seguido guiando a la iglesia hacia un camino armonioso a pesar de muchos desafíos.
—Prem Kishor Bagh, secretario de la iglesia, en la oficina central de la Iglesia Menonita de la Conferencia General de Bhartiya, en Jagdishpur, India.
Brasil
A veces, discutir temas difíciles no es una opción. Surgen conflictos, pero podemos construir algo nuevo en lugar de hacer añicos lo viejo.
En 2011, la Convención Brasileña de Iglesia Evangélicas Hermanos Menonitas (COBIM, por sus siglas en portugués) se enfrentó a conversaciones difíciles. Dios había acercado líderes de otras denominaciones a COBIM. Había que aprender a manejar estas diferencias. El liderazgo tradicional de los Hermanos Menonitas no había pensado incorporar a estos pastores de diferentes trasfondos; ciertamente ellos no habían pensado convertirse en Hermanos Menonitas (HM).
Yo fui una de dichas personas. Como pastor de las Asambleas de Dios, prediqué una vez en una iglesia de los Hermanos Menonitas y juré no volver a hacerlo.
Pero después de mudarme a un suburbio de Curitiba en 2006, varias inspiraciones del Espíritu Santo me llevaron a una iglesia de los Hermanos Menonitas una y otra vez. Después de participar unos meses y hacerme miembro de la iglesia en octubre de 2007, el pastor nos invitó a mí y a mi esposa al ministerio pastoral.
Dios estaba haciendo cosas muy grandes en esa congregación. Lo que hacía localmente comenzó a extenderse a la iglesia nacional.
Cuando nos reuníamos en los congresos, veíamos las diferencias en la forma de adorar, de orar, de predicar. Había diferencias culturales entre alemanes y portugueses; entre una cultura individualista y una cultura colectiva. Estas diferencias eran evidentes.
¿Quién tenía razón? ¿Las personas más tradicionales o las más pentecostales?
Dios, que todo lo ve, dijo: “Mezclaré estos dos grupos. Queremos construir algo nuevo donde nadie tenga razón ni se equivoque, sino que ambos tengan razón y ambos se equivoquen y los unamos”.
Decidimos forjar un camino más amplio donde pudieran convivir lo tradicional y lo más carismático. Donde ambos pudieran respetarse y enseñarse, donde nos complementáramos.
La gente pentecostal que se ha introducido en la cultura anabautista, tiene que aprender de dicho movimiento anabautista. Pero también tenemos que compartir lo que hemos recibido.
Se necesitan muchas conversaciones.
Señalamos una cara. Mostramos la otra cara. Definimos nuestros límites para poder cooperar.
Queríamos que nuestras fortalezas convergieran, no que hubiera luchas o tensiones de poder.
Atravesamos muchos momentos difíciles.
Varias veces me han tocado el hombro para preguntarme: “¿Cuánto tiempo más te quedarás aquí?” Me daban a entender que debía irme con mi ‘diferencia’ a otra parte.
En otra ocasión, en un congreso de pastores, algunos tomaban a la ligera la obra del Espíritu Santo y cómo la gente reacciona con emoción. Me entristecía que hicieran bromas sobre algo tan serio.
Pero sentí que el Señor me llamaba a ser paciente. Dios iba a hacer algo nuevo. Si la gente no estaba dispuesta a cambiar, Dios se encargaría de ello.
Durante el período siguiente, los líderes que más se habían resistido al cambio abandonaron la iglesia de los HM por diversas razones.
Estas personas no eran líderes malos ni pecadores. Simplemente no podían apreciar lo que Dios quería hacer. Sus convicciones basadas en su trasfondo y lo que habían aprendido, eran más fuertes que lo que el Señor deseaba hacer.
Pienso en cuando el Espíritu descendió sobre los gentiles. Los líderes no entendían por qué Dios se acercaría a los gentiles. Pero estaban dispuestos a entender que el Señor estaba haciendo algo nuevo, construyendo una “vasija” de bendición de la “arcilla” mezclada de judíos y gentiles con el agua del Espíritu Santo.
En la COBIM, Dios me proporcionó un “Bernabé”, llamado Paul. Él es un Hermano Menonita “tradicional”, con un padre de Rusia y una madre que estudió en Goshen College, EE.UU.
Tras una carrera en comercio internacional –que le abrió los ojos a diferentes maneras de hacer las cosas– empezó a participar en el liderazgo de la iglesia. Su formación le permite, en cierto sentido, “interpretar” el movimiento carismático en el ámbito de la cultura anabautista. La gente necesita un puente; las nuevas modalidades no se descargan así nomás.
Cuando aprendemos a vivir con la diferencia, oramos unos por otros. Esto muestra una actitud de tu corazón.
He aprendido mucho estudiando la historia anabautista. A través de los Hermanos Menonitas tradicionales, Dios me condujo a su Palabra. Cuando comparto una palabra profética, está basada en las Escrituras y en el discernimiento conjunto.
Paso a paso, dos grupos muy diferentes en la COBIM asumimos nuestras diferencias y avanzamos sin problemas. Podríamos polarizar en absolutos de blanco y negro, o podemos forjar un camino en el que entendamos que, si uno puede dar este paso, el otro puede dar ese paso, y podemos ir juntos.
“Todos tenemos nuestros propios trasfondos, dice Paul, pero cuando somos receptivos, Dios nos muestra las cosas a través de las Escrituras y de la experiencia”.
En el pasado, el choque de culturas era un obstáculo. Ahora, cuando tenemos problemas no nos vamos cada uno por su lado, sino que nos sentamos juntos. Debemos tener la disposición para comprender que Dios obra de diferentes maneras (véase, por ejemplo, las tres prácticas de Larry Miller para construir la comunión).
¿Qué hizo Dios con el conflicto en la COBIM? Dios facilitó que algunos líderes carismáticos tuvieran el corazón abierto para escuchar y aprender. Dios propició que los Hermanos Menonitas tradicionales tuvieran el corazón abierto para escuchar y amar. Dios nos unió para que el reino de Dios se multiplicara, en Brasil y en el mundo.
—Reginaldo Valim, pastor de la Igreja Evangélica Irmãos Menonitas (Hermanos Menonitas) de Campo Grande MS, Brasil.
Malaui
“Soy yao”, dice Madalitso Blessings Kaputa. En Malaui dicho grupo étnico es considerado musulmán. “Alguien se contactó conmigo.”
Chewa, yao, lome (los principales grupos étnicos de Malaui): todos ellos pueden ser parte integral de esta familia de Dios, dice Madalitso.
Como integrante del grupo étnico yao, él puede representar a la iglesia en las zonas musulmanas. “Existe una conexión, una relación, entre las personas musulmanas y la iglesia. Intentamos guiarnos por la idea de dejar que la comunidad musulmana yao se comprenda a sí misma. Somos parte de la familia de Dios. No imponemos. La iglesia trabaja unida.”
“Soy el testimonio vivo de la iglesia y de cómo los anabautistas viven con otras personas. Si yo no pudiera crecer de esta manera, sería difícil vivir en una comunidad musulmana. Procuro la paz. Comparto el evangelio de la paz.”
Las iglesias anabautista-menonitas de Malaui proclaman el evangelio con valentía y a la vez ofrecen ayuda y socorro, tanto a los miembros como a la comunidad.
Hay dos iglesias miembros del CMM en Malaui: Mpingo Wa Abale Mwa Kristu (Hermanos en Cristo) y la Iglesia de los Hermanos Menonitas de Malaui. En sus inicios, ambas fueron promovidas por evangelistas africanos.
Mpingo Wa Abale Mwa Kristu: como el llamado macedónico
Un pequeño grupo comenzó a reunirse para orar en 1983, en Blantyre. Se dieron cuenta de la presencia de la Iglesia de los Hermanos en Cristo (BIC, por sus siglas en inglés) en Zimbabue y quisieron vincularse con ella. Al orar, sintieron la inspiración de escribir una carta, invitando a los líderes de Zimbabue a visitarlos.
La iglesia BIC de Zimbabue recibió el llamado. En 1984, enviaron a los pastores Philemon M. Khumalo y Bekithemba Dube junto con sus familias.
Una comunidad comenzó a reunirse en Ndirande, un suburbio de Blantyre, el centro industrial y urbano del país. Pronto se estableció una segunda iglesia en Zombe. La iglesia fue inscripta oficialmente en 1986.
Los primeros líderes fueron Sani Selamani Chibwana, que convocó a los primeros amigos; Melawrie Fred Mbamera asumió la presidencia y Efraín Disi era el secretario.
La iglesia ha crecido y hoy cuenta con 75 congregaciones en las regiones del sur y centro del país. Está conformada por personas que integran varios grupos étnicos.
La iglesia tiene ministerios para jóvenes y mujeres. Hay proyectos de evangelización, ministerios para personas afectadas por el VIH/SIDA y otros ministerios de compasión.
La iglesia desarrolla plenamente su identidad anabautista promoviendo la paz y amándose unos a otros. Procuran vivir como Cristo nos enseñó en Mateo 5. “Necesitamos a Jesús ya que Dios es amor. Esto demuestra nuestra verdadera identidad”, afirma Madalitso.
Cuando los miembros de la iglesia se acercan con el evangelio y descubren que hay necesidades físicas, ellos ayudan a las personas: orando, acompañándolas, apoyándolas en procura de sanación o recursos.
También brindan enseñanzas de la Biblia y una comprensión cabal de la necesidad de tener fe en Cristo Jesús, no en falsas doctrinas.
“Podemos acercarnos a las personas no sólo por una vía sino también por doble vía: atender los aspectos espirituales e incluso los físicos”, dice Madalitso.
“Estamos presentes. Somos sal y luz, satisfaciendo sus necesidades como personas integrales por medio de un evangelio holístico”, él dice.
Desafíos
La pandemia fue sólo uno de los principales desafíos que afectó a la iglesia BIC en Malaui. El VIH/SIDA continúa separando a las familias. Es tan solo recientemente que ha disminuido una epidemia de cólera. El cambio climático provoca sequías y condiciones climáticas adversas. Hace poco, el ciclón Freddy arrasó el país, destruyendo viviendas, edificios de iglesias y arrasando jardines y cultivos, lo que resultó en la pérdida de pastores, miembros de iglesias y vecinos. La escasez de alimentos implicará precios más altos. La iglesia está orando sobre la manera de ayudar cuando no haya cosechas.
Pero la iglesia BIC no sólo se fija en los desafíos. Hay esperanza.
“Somos el intercesor en quien Dios ha confiado para dar amor a quienes no reciben amor”, dice Madalitso Blessings Kaputa.
“Aunque en la actualidad tengamos problemas de salud, la iglesia está presente para dar esperanza.
“Incluso ante desafíos como el cambio climático: Jesús nos brinda esperanza”, dice Madalitso.
Bautismo: un momento de alegría
“Si fuera como una taza de té, se le añadiría mucha azúcar a fin de demostrar que hay alegría”, dice Madalitso Blessing Kaputa, sobre un reciente evento de bautismo.
El bautismo en Malaui, un país mayormente rural, se realiza principalmente en los ríos o en el lago.
La mayor parte del tiempo hay un grupo numeroso de personas de pie, mirando y celebrando juntas.
Es un momento de hermandad, por eso a menudo hay comida.
Nada sucede sin el canto. Cantar forma parte de nuestra alegría.
A veces el bautismo se realiza después de meses o años de estudio. Pero otras personas se despiertan y dicen, “¡vamos!” y luego pasan a comprender su bautismo. En definitiva, no es el bautismo lo que trae la salvación sino lo que sucede en su corazón.
—Madalitso Blessing Kaputa, evangelista de la Iglesia de los Hermanos en Cristo de Malaui.
Líderes en la convención general anual de MBCM. Foto: Lyson Makawa
Iglesia de los Hermanos Menonitas de Malaui: multiplicar iglesias
En 2009, un hombre proveniente de la República Democrática del Congo, estaba en el campo de refugiados de Dzaleka en el distrito de Dowa, Malaui, y vio la necesidad de fundar una iglesia. Safari Mutabesha Bahati (RDC), Onesime Kabula (Ruanda), Charles Isaiah, Chiza Sedata, Gems Mariamungu, Gemeya y sus familias fundaron una iglesia, que empezó a crecer. Se unieron personas de la República Democrática del Congo, Burundi, Etiopía, Ruanda, que hablaban francés, inglés, suajili, y otras personas más fueron participando.
Su fervor evangelístico los llevó más allá de los límites del campamento para fundar iglesias entre los malauíes locales.
Hoy en día, existen dos congregaciones en el campamento y hay sesenta que están dispersas por las zonas rurales del país densamente poblado.
La estrategia es que una congregación debería establecer otra congregación. Estas se constituyen en centros de entre siete y doce congregaciones en torno a un centro misionero, dirigido por un pastor principal, quien rinde cuentas al ejecutivo. Con este rápido crecimiento, no todas las congregaciones tienen un pastor capacitado formalmente. Pero tres veces al año, los pastores se reúnen durante una o dos semanas para recibir capacitación a través de los talleres de Capacitación en Liderazgo Misional de la Comunidad Internacional de Hermanos Menonitas (ICOMB, por sus siglas en inglés).
Existen fuertes vínculos de solidaridad regional y cultural en la sociedad de Malaui. La iglesia de los Hermanos Menonitas (HM) procura vencer las barreras. “En la iglesia existen todos estos grupos: nuestro lenguaje radica en que Jesucristo es nuestro líder. Lo que nos une es el evangelio”, dice Lyson Makawa.
Los HM se esfuerzan por fundar iglesias holísticas. La evangelización y el discipulado son prioridades. “Creemos en fomentar la formación de las personas que recién se han acercado a Jesucristo para que puedan crecer en madurez”, dice Lyson Makawa. Se anima a los nuevos creyentes a asistir a clases durante al menos un mes a fin de aprender los conceptos básicos antes del bautismo.
“También creemos en la fundación de iglesias por medio de la cual se lleve adelante el empoderamiento espiritual y también físico.”
Un ejemplo es el proyecto de costura que se inició en el campo de refugiados. A las mujeres se les enseña a coser artículos para la venta, y así puedan tener una fuente de ingresos.
Otro proyecto es la promoción de un sistema de agricultura con kits de baldes, en que el agricultor recibe una herramienta de riego y semillas para plantar hortalizas.
La iglesia también ha puesto en marcha una incubadora para polluelos para que los pastores críen pollos a fin de obtener alimento e ingresos.
Desafíos
Los pastores enfrentan muchas dificultades, desde la falta de educación y los viajes entre aldeas, hasta mantener a sus familias con pocos ingresos. Sus congregaciones esperan de ellos apoyo espiritual mientras que sus familias buscan apoyo financiero.
Aunque la mayoría de los pastores son hombres, hay una mujer que se desempeña como pastora. Hasta el 70 por ciento de los miembros de la iglesia son mujeres. Aunque las diferencias en las prácticas de fe entre esposos y esposas pueden causar problemas matrimoniales, a veces los problemas matrimoniales llevan a las mujeres a buscar alivio en la iglesia.
La iglesia HM no se libró de los efectos del Ciclón Freddy. Está centrando sus esfuerzos de ayuda en las personas mayores, las personas con discapacidades y aquellas que de otro modo no pueden mantenerse a sí mismas.
Reuniones de adoración
Una reunión del domingo a la mañana comienza con una oración, seguida de unos treinta minutos de enseñanza. Sigue el canto en varios momentos: alabanza animada con danza, adoración más contemplativa y presentaciones del coro. Durante la siguiente hora hay una predicación de la Palabra de Dios por el pastor o un anciano de la iglesia, o incluso de un pastor de otra iglesia. Después se recoge la ofrenda, seguida de la bendición.
Las congregaciones también pueden realizar cultos entre semana durante alrededor de una hora.
Las reuniones centradas en la enseñanza de la Palabra de Dios se llevan a cabo los miércoles, a partir de las 15 hs.
Las mujeres suelen reunirse los jueves. Estas son ocasiones para realizar tareas como decorar la iglesia o animarse unas a otras.
Los sábados hay reuniones para oraciones de intercesión. “Tenemos un Dios que responde a nuestras oraciones”, dice Lyson Makawa.
—Lyson Makawa, coordinador de desarrollo de líderes y capacidades de la Iglesia de los Hermanos Menonitas de Malaui.
Relaciones con otras iglesias
“Creemos que pertenecemos a la familia más amplia de anabautistas”, dice Lyson Makawa. “Pertenecer a las mismas raíces nos une.”
Las iglesias anabautista-menonitas de Malaui están vinculadas al cuerpo más amplio de Cristo en todo el mundo, así como entre sí. Tanto la iglesia ‚ÄòBIC‚Äô como la iglesia HM se relacionan con el Comité Central Menonita y trabajan en conjunto.
Los Hermanos Menonitas también han colaborado en el país con un grupo anabautista-menonita conservador en la publicación de material evangelístico.
Se sigue manteniendo una relación entre las iglesias BIC de Malaui y Zimbabue: A menudo se invita a zimbabuenses a las convenciones de las iglesias de Malaui, que en ocasiones brindan enseñanzas. Una delegación de mujeres de Malaui visitó Zimbabue en un proyecto educativo.
Siguiendo el ejemplo de su iglesia madre, la iglesia BIC de Malaui también está evangelizando en nuevas regiones. Se está llevando a cabo una planificación estratégica para llegar a la parte norte del país y también al vecino país de Mozambique. “La misión está en nuestros corazones”, dice Madalitso Blessing Kaputa.
Y la relación con otros organismos eclesiales les recuerda a las hermanas y los hermanos de Malaui que no están solos. “Lo que sea que esté sucediendo en el CMM, concierne incluso a la iglesia de Malaui. No lo damos por sentado: somos una familia”, dice Madalitso.
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De enero a abril es la temporada de lluvias en Guayaquil, ciudad portuaria de la costa de Ecuador. Pero el año pasado, dice Sara Noemí Viteri Moreno, persona miembro de la Iglesia Jesús el Buen Pastor (menonita) de Guayaquil, apenas llovió.
Sara Noemi Viteri Moreno es ingeniera medioambiental y ayuda a dirigir el programa juvenil de su iglesia.
“Ha dejado de llover como antes”, ella dice, “y eso hace que haga más calor”. Sospecha que estas tendencias están relacionadas con algo más: la disminución de la cubierta arbórea en la ciudad.
“Cerca de la iglesia había unos árboles muy antiguos”, dice Sara Noemi Viteri Moreno. Pero hace unos cinco años, el ayuntamiento los removió.
Desde entonces, hay menos sombra y el aumento del calor es notable, dice Sara Noemi Viteri Moreno. No son sólo esos árboles. Por toda la ciudad se han talado árboles a medida que aumenta la población. “Esos árboles traían la lluvia a esta zona”, dice ella.
Con más de tres millones de habitantes, Guayaquil es la ciudad más grande de Ecuador, y está en constante crecimiento. Muchas de las personas recién llegadas son ecuatorianas procedentes de zonas rurales, pero la ciudad también ha ido recibiendo un número creciente de personas refugiadas de fuera del país, principalmente de Venezuela.
Desde el 2015, Ecuador ha recibido a más de 500,000 personas refugiadas que huyen de la agitación política, la violencia, la pobreza y, la inseguridad económica y social en Venezuela. En Guayaquil, muchas acaban viviendo junto a los ríos, bajo los puentes y en parques.
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) , describe el cambio climático como un multiplicador de amenazas. Empeora las presiones sociales, económicas y medioambientales, provocando agitación social y posiblemente incluso conflictos violentos”.
La inmigración de personas refugiadas de Venezuela hace que destinos como Guayaquil estén cada vez más abarrotados. La gente tala los bosques y construye cerca de los ríos. Esto provoca problemas como derrumbes de tierra e inundaciones, dice Sara Noemi Viteri Moreno.
En la iglesia, “no somos muy conscientes de lo que está pasando”.
Sin embargo, se está apoyando a las personas refugiadas venezolanas. A lo largo de los años, el edificio de la iglesia ha servido de hogar temporal a familias en busca de trabajo y vivienda. Los feligreses han proporcionado a las personas recién llegadas colchones para dormir, alimentos para comer y ropa para vestir.
“La migración significa que hay más gente en un mismo lugar”, dice Sara Noemí Viteri Moreno. “Ya no hay lugares donde establecerse”.
“Esto forma parte del cambio climático. Es uno de los problemas por los que podemos empezar”.
Los miembros del Grupo de Trabajo sobre el Cuidado de la Creación del CMM de cada región organizarán una hora de narraciones, preguntas y respuestas. Los miembros de la iglesia de todo el mundo compartirán cómo les afecta el cambio climático y cómo responderán con acción resiliente y esperanza evangélica.
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La Tierra en toda su diversidad, vitalidad y abundancia es un don que ha sido eclipsado por el abandono, la explotación y el consumo insostenible.
Los valores anabautistas, por el contrario, nos llaman a la mayordomía (cuidado atento), sencillez y dignidad de todas las personas creadas a imagen de Dios. En nombre del Congreso Mundial Menonita, el Grupo de Trabajo de Cuidado de la Creación (CCTF por sus siglas en inglés) se ha sumado al llamado interreligioso para un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles.
“Para ser buenos guardianes de nuestra casa común, debemos actuar y eliminar gradualmente la producción de combustibles fósiles”, se afirma en la carta interreligiosa.
Se exige a los gobiernos que diseñen un plan global vinculante para
Poner fin a la expansión de cualquier nueva producción de carbón, petróleo o gas.
Eliminar progresivamente la producción actual de combustibles fósiles de manera justa y equitativa.
Garantizar una transición global justa hacia el 100% de acceso a la energía renovable a nivel mundial.
La carta, dirigida a los gobiernos nacionales de alrededor del mundo, se envió por primera vez a los líderes mundiales en la COP27. (Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2022 en Sharm El Sheikh, Egipto). Este llamado, iniciado en 2015 por los países insulares del Pacífico cuyas fronteras se están reduciendo rápidamente por el aumento del nivel de los océanos, intenta impulsar a las naciones a abordar la producción de petróleo, gas y carbón y negociar una transición justa hacia las energías renovables.
“Es importante que los anabautistas hagamos oír nuestra voz en apoyo de acciones para cuidar el planeta”, expresa Doug Graber Neufeld, presidente del Grupo de Trabajo de Cuidado de la Creación. “Alejarnos de los combustibles fósiles es una de las formas más efectivas de apoyar a nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo cuyos medios de subsistencia se ven amenazados por el cambio climático”.
“Para los anabautistas del Sur Global, la producción y el uso de recursos naturales no renovables como los combustibles fósiles, el gas y el carbón plantean varios problemas éticos, incluidas nuestras responsabilidades para con las futuras generaciones. Tenemos el desafío no sólo de buscar energías alternativas sino también de garantizar que todos puedan disfrutar de la abundancia de los recursos naturales de manera justa. “Creemos que la creación de Dios puede satisfacer todas las necesidades humanas, pero no la avaricia humana”. declara Nindyo Sasongko, representante del CCTF en Asia.
“Toda la creación es obra del amor de Dios”, afirma Thomas R. Yoder Neufeld, presidente de la Comisión de Fe y Vida. “Apartarnos de nuestra imprudente explotación de los combustibles fósiles no sólo es beneficioso para nuestro propio interés humano, sino, lo que es más importante, la participación del amor de Dios por el mundo”.
“Los anabautistas creemos que los patrones humanos de avaricia, egoísmo y consumo excesivo son pecados que requieren arrepentimiento y transformación. Este es un trabajo espiritual y a la vez es un trabajo social. Este llamado a la no proliferación de combustibles fósiles pide a los gobiernos que utilicen su poder para reducir los efectos de estos pecados en los más vulnerables y en toda la humanidad”, explica César García, secretario general del CMM.
El CMM se une a cientos de otros grupos religiosos, desde el Movimiento Laudato Si’ (católico romano) hasta el Parlamento de las Religiones del Mundo, para pedir a los gobiernos que desarrollen e implementen un tratado de no proliferación de combustibles fósiles.
Hace algunos años, en mi congregación local en Colombia, una amiga me dijo: “Ay, César, ¡cómo te envidio! ¿Por qué?, le pregunté. “Trabajo en una empresa multinacional. Sufro mucho estrés debido a conflictos constantes y relaciones problemáticas con mis colegas y jefes. Pero tú, César, trabajas con pastores y líderes de iglesias. ¿Qué tipo de conflictos podrías tener?”
Sabemos que los conflictos entre líderes, la polarización y las divisiones son parte de todas las iglesias: locales, regionales, nacionales o mundiales. La ruptura de relaciones debido a desacuerdos parece ser la única opción cuando las diferencias son irreconciliables. Sin embargo, me pregunto si tiene que ser así.
La manera en que la iglesia maneja los conflictos debería ser distintivo de una comunidad alternativa. La iglesia es la comunidad que puede mostrarle al mundo que es posible manejar los conflictos sin división ni relaciones rotas.
Pero como anabautistas, sabemos que históricamente no ha sido nuestro caso.
Hace algunos meses leía un artículo en una revista menonita. El autor decía: “Estoy orgulloso de dejar esta iglesia ya que significa actuar con fidelidad. Ya sabes, cuando uno se ve obligado a sacrificar la doctrina o la ética, hay que irse”.
Por supuesto, esto es un dilema si hay que decidir entre la unidad por un lado o la doctrina o la ética por el otro. ¿Es necesario sacrificar la unidad para mantener una sana doctrina o una buena ética? Es así como hemos abordado los conflictos doctrinales y éticos en nuestra historia anabautista. Nuestra experiencia de fragmentación permanente nos ha llevado a espiritualizar la unidad o a dejarla para el más allá.
No obstante, el Nuevo Testamento se refiere a la unidad de los seguidores de Jesús como un don del Espíritu Santo que habrá de aceptarse, disfrutarse y mantenerse aquí y ahora (véase por ejemplo el libro de Efesios).
Hablar de unidad implica la existencia de diferencias y desacuerdos.
Por cierto, creo que la unidad y los desacuerdos no son opuestos. Tengo mis propias contradicciones. Hoy en día, no puedo estar completamente de acuerdo con todo lo que he enseñado durante mis treinta años de ministerio. Gracias a Dios puedo decir que he ido creciendo en mi vida espiritual, al seguir a Jesús y andar en sus pasos.
“No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.” (Romanos 12:2 DHH) Renovarnos implica cambio, transformación y alguna contradicción interna con lo que solíamos creer, hacer o ser en el pasado.
Si los desacuerdos y las contradicciones son parte del cuerpo de Cristo, los conflictos también lo son. Esa puede ser una de las razones por la que los desacuerdos, las enseñanzas sobre el perdón y la resolución de conflictos entre discípulos son temas comunes a lo largo del Nuevo Testamento.
El problema, entonces, no tiene que ver con la existencia de los conflictos sino cómo los abordamos.
Las relaciones rotas y las divisiones no tienen por qué ser el resultado final de un conflicto. Si hay un desacuerdo profundo e irreconciliable entre los discípulos de Jesús, condenarse o excomulgarse unos a otros no es la única opción. ¿Por qué pensaríamos que nuestro hermano o hermana en Cristo no es un cristiano honesto porque no coincide con nuestra forma de pensar actual ni con nuestro grupo?
Los grandes desacuerdos pueden llevar a que nos distanciemos unos de otros por algún tiempo. Las posturas no reconciliadas quizá dificulten el trabajo conjunto. Pero ello no significa que debamos cuestionar el compromiso con Jesús de aquellos que no están de acuerdo con nosotros. ¿Podemos decir, “estoy totalmente en desacuerdo contigo, pero aun así respeto tu compromiso con Cristo”? ¿Podemos distanciarnos de otros creyentes sin condenarlos ni romper la relación?
Estas son algunas de las preguntas que quisiéramos abordar en este número de Correo. Que Dios nos guíe para encontrar respuestas bíblicas que nos ayuden a mostrarle al mundo lo diferente que es cuando abordamos los conflictos como miembros de una comunidad alternativa y por medio del poder del Espíritu Santo. Que Dios nos ayude a renovar nuestra mente respecto a cómo responder a los conflictos en la iglesia.
—César García,secretario general del Congreso Mundial Menonita, es oriundo de Colombia y reside en Kitchener, Ontario, Canadá.
Indonesia
La Iglesia Evangélica de la Tierra de Java (Gereja Injili di Tanah Jawa, GITJ), Indonesia, había estado en conflicto durante unos veintidós años. Esto se debió en gran parte a que un grupo (conformado por veinticuatro iglesias miembros) fue reconocido por el gobierno indonesio, mientras que el otro no (conformado por unas cincuenta iglesias).
Mientras duró el conflicto, muchas personas de las iglesias anhelaban la reconciliación.
Las iglesias invitaron al pastor Lawrence Yoder, de EE.UU., a fin de que colaborara en esta cuestión. Mediante su intervención personal se logró motivar a ambas partes para que aceptaran conversar entre sí, lo cual se dio en el marco de un retiro de pastores y una reunión del consejo general de la iglesia.
Luego, en 1999, cada grupo tuvo la posibilidad de enviar a un representante –Pudjo Kartiko y Hendro Soeradi– al Instituto de Verano de Constructores de Paz (Summer Peacebuilding Institute) en Eastern Mennonite University, de Harrisonburg, Virginia, EE.UU. A su regreso, comenzaron a trabajar arduamente con ambos grupos en pos de la reconciliación.
Con la ayuda del centro de paz de la Universidad Cristiana Duta Wacana, de Yogyakarta, las iglesias de ambos grupos decidieron reunirse para resolver sus diferencias y el conflicto resultante.
En dicha reunión, los dos grupos resolvieron realizar una Sesión General para procurar unificarse en un cuerpo único. Dicha Sesión habría de significar la reconciliación de los miembros del Comité Ejecutivo del Sínodo de GITJ.
En aquella Sesión General de 2000, se pudo definir el orden del día para un sínodo amplio de GITJ. En los siguientes dos años se esmeraron en lograr un Comité Ejecutivo del Sínodo unificado.
Actualmente, todas nuestras iglesias forman parte de un cuerpo único, y nos esforzamos por mantener el espíritu de unidad.
—Gereja Injili di Tanah Jawa (GITJ, Iglesia Evangélica de la Tierra de Java)
Este artículo es una reimpresión de Courier / Correo / Courrier 2004, volumen 19, número 3
Canadá
La iglesia de los Hermanos Menonitas (HM) se originó en medio de cambios importantes entre los menonitas, en lo que entonces era el sur de Rusia.
Fue en 1860 que algunos miembros de la congregación menonita de Gnadenfeld, en el asentamiento de Molotschna, solicitaron a sus líderes reunirse por separado para recibir la comunión. Estos miembros no querían celebrar la comunión con aquellos que no habían experimentado la renovación y conversión pietista personal. Cuando los líderes se negaron a conceder su deseo, dichos miembros se reunieron por separado, celebraron su propia comunión y fundaron la iglesia de los Hermanos Menonitas (HM).
La razón para conformar la iglesia de los HM era el deseo de aquellos renovados mediante la influencia del pietismo luterano y bautista de establecer una iglesia que incluyera únicamente a personas de ideas afines. En cambio, las otras iglesias menonitas aceptaban las nuevas influencias pietistas, así como las prácticas y devociones históricas menonitas. La postura separatista de los HM y su proselitismo activo entre las iglesias menonitas crearon tensiones con dichas iglesias.
Después de un tiempo, algunos HM se sintieron descontentos con la brecha que había surgido entre su iglesia y la Iglesia Menonita, y encabezaron la creación de la Iglesia Menonita Allianz. Esta iglesia intentó servir de puente entre las dos, permitiendo devociones religiosas más diversas.
Tensiones entre las iglesias
La migración menonita hacia América del Norte en la década de 1870, tuvo una importancia de gran alcance. Muchos de los otros inmigrantes menonitas que habían venido de varias iglesias en Rusia, se unieron a la Conferencia General. Las tensiones que habían existido entre los Hermanos Menonitas y las otras iglesias menonitas de Rusia, ahora se trasladaban a la relación entre los HM y las iglesias de la Conferencia General.
En EE. UU., la iglesia de los HM continuó dirigiéndose a otras iglesias menonitas ya que la evangelización constituía su enfoque principal y tenía fácil acceso gracias al idioma alemán. Esto creó tensiones. En la década de 1880, la convención de los HM (con sede en Kansas) envió “misioneros” a la región de Winkler (al sur de Manitoba), que establecieron la primera iglesia de los HM en Canadá, lo cual generó más tensiones con las iglesias menonitas de la zona.
Los grupos de inmigrantes se separan otra vez
La inmigración de 20.000 menonitas a Canadá en la década de 1920, alrededor de un tercio de los cuales eran Hermanos Menonitas, inicialmente auguraba cambiar la dinámica entre los HM y otras iglesias menonitas.
La inmigración en sí misma requirió la cooperación entre grupos menonitas tanto en Canadá como en Rusia. En Rusia, el movimiento de emigración estuvo encabezado por B. B. Janz y C.F. Klassen, dos Hermanos Menonitas. En Canadá, estuvo encabezado por David Toews, presidente de la Junta Menonita Canadiense de Colonización y moderador de la Conferencia de Menonitas de Canadá, que ahora forma parte de la Iglesia Menonita Canadá.
Tras la inmigración, los miembros de los grupos menonitas y HM compartieron el culto en muchos lugares. Por breve período parecía que el trauma y las dificultades de la inmigración producirían la sanación de la división en la comunidad menonita.
Luego, sin embargo, las lealtades institucionales y denominacionales pasaron a primer plano. Los lugares de adoración dejaron de ser centros de culto comunes, y en cada comunidad se establecieron dos iglesias denominacionales.
Cooperación en MCC, servicio de objeción de conciencia
Sin embargo, también hubo ámbitos de cooperación.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los Hermanos Menonitas, la Conferencia de Menonitas de Canadá y las conferencias menonitas suizas de Ontario presentaron una propuesta conjunta al gobierno federal: el servicio alternativo como su modalidad de servicio para los objetores de conciencia.
Posteriormente, los Hermanos Menonitas participaron en la creación del Comité Central Menonita (MCC, por sus siglas en inglés) de Canadá, en la década de 1960, y en el establecimiento de Columbia Bible College (Universidad Bíblica de Columbia) en Columbia Británica, a principios de la década de 1970. Este espíritu de cooperación continuó con el establecimiento de la Universidad Menonita Canadiense (CMU por sus siglas en inglés) en Winnipeg, en la década de 1990.
Entre las décadas de 1950 y 1960 se produjo el cambio de idioma utilizado en los cultos, del alemán al inglés, que permitió a los Hermanos Menonitas aceptar muchos de los énfasis del movimiento evangélico canadiense. El pietismo de los HM se transformó en evangelicalismo. Para algunos de los HM, la influencia del evangelicalismo se tradujo en vínculos más fuertes con los grupos evangélicos y una disminución del énfasis en la paz, el servicio y otros énfasis menonitas históricos.
Otros HM fueron influenciados por los impulsos de renovación de la “Visión anabautista”, asociada con el nombre de Harold S. Bender. En el marco de esta orientación, muchos se convirtieron en firmes promotores de cuestiones relacionadas con la paz y la justicia y apoyaron a organizaciones intermenonitas como el MCC.
Los Hermanos Menonitas también desempeñaron un papel importante en la creación y el apoyo a varias organizaciones de servicio intermenonita, tales como el banco de alimentos Canadian Foodgrains Bank y la sucursal canadiense de la Asociación Menonita para el Desarrollo Económico.
La situación actual
Desde los primeros años, las dos partes han avanzado hacia una relación en la que, aunque son algo diferentes, pueden aceptarse y aprender unos de otros.
—John J. Friesen, profesor emérito de la Universidad Menonita de Canadá. Este artículo fue adaptado de la revista Canadian Mennonite.
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En un mapa de Iglesias Verdes de los Países Bajos, hay un punto verde para la congregación menonita de Aalsmeer. Otro punto representa a Arboretumkerk (anteriormente Doopsgezinde Gemeente Wageningen), situada una provincia más allá.
“Hace seis años, la iglesia (en Aalsmeer) pensó en (el cambio climático) y dijo: ‘tenemos que hacer algo’”, explica Leo Bakker, integrante del Comité de Sostenibilidad de ‘Doopsgezinde Gemeente Aalsmeer’. “Una de las primeras cosas que hicimos fue conectarnos a una red nacional de Iglesias Verdes”.
Esa red, Groene Kerken, incluye 410 iglesias en toda los Países Bajos. “Es una amplia red para todo tipo de iglesias de todas las denominaciones”, dice Leo Bakker.
Jan Joost Kessler, quien formó parte del grupo de trabajo sobre sostenibilidad de la ‘Arboretumkerk de Wageningen’, afirma que unirse a la Red de Iglesias Verdes fue también una parte importante de la respuesta de su iglesia al cambio climático.
“A la entrada de nuestra iglesia tenemos un cartel bastante grande que dice que somos una Iglesia Verde”, dice Jan Joost Kessler. “Así es fácil reconocernos”.
El sitio web de la Iglesia Verde ofrece una lista de medidas que las iglesias pueden adoptar. Para unirse a la red y solicitar un distintivo, las iglesias tienen que comprometerse a adoptar una nueva medida cada año.
Las acciones se dividen en seis categorías: creación y naturaleza; fe e inspiración; energía y clima; manejo del dinero; política y enfoque; y compras conscientes. Cuando una iglesia completa una acción en una de estas categorías, recibe un distintivo en el sitio web.
Entre las medidas adoptadas por la congregación de Aalsmeer figuran el cálculo de la huella de carbono de la iglesia, el cambio a fuentes de energía renovables, la organización de actos educativos, la publicación de un boletín con consejos de sostenibilidad, el uso de productos de limpieza no tóxicos y la organización de servicios “verdes” todos los años.
Arboretumkerk ha mejorado el aislamiento del edificio, ha instalado ventanas de doble acristalamiento, se ha comprometido a comprar productos de comercio justo y ha invertido su dinero en industrias responsables.
Cada dos años, las Iglesias Verdes de los Países Bajos se reúnen para conectar y para compartir historias.
“Es muy útil porque hay mucho intercambio y aprendizaje e inspiración”, afirma Jan Joost Kessler, que suele asistir a los eventos.
Ese es el objetivo de la red.
“Las Iglesias Verdes contagian a otras iglesias”, se puede leer en una declaración en el sitio web. “Ellas lideran el camino de la coexistencia alegre y sencilla y también suman a otras”.
Los miembros del Grupo de Trabajo sobre el Cuidado de la Creación del CMM de cada región organizarán una hora de narraciones, preguntas y respuestas. Los miembros de la iglesia de todo el mundo compartirán cómo les afecta el cambio climático y cómo responderán con acción resiliente y esperanza evangélica.
Otros artículos para el seminario web sobre Europa (en inglés)
En los últimos años, el Centro de Formación de la escuela teológica menonita de Bienenberg, Suiza, ha ofrecido un curso sobre “Temas candentes”, que da a conocer perspectivas opuestas sobre temas que son candentes en las iglesias. A medida que surgen coincidencias o discrepancias sobre diferentes puntos, se invita a los asistentes a participar expresando sus propias sensibilidades y convicciones, a escuchar atentamente y a estar dispuestos a cuestionar sus propias respuestas. Las sesiones terminan con esta oración por la unidad.
Dios nuestro, Te agradecemos… por la Palabra que dirigiste a otras personas antes que a nosotros y que nos sigues dirigiendo hoy día. ¡Alabado seas!
Gracias… por el resplandor de tu Palabra en nuestra vida, en la Iglesia, en el mundo, y por su poder transformador. ¡Alabado seas!
Gracias… por la palabra encarnada y suprema que tomó el rostro de Jesús, quien nos abre el camino al Reino de la paz (shalom). ¡Alabado seas!
Perdón… por nuestra sordera para percibir lo que quieres decirnos a través de tu Palabra cuando ésta nos molesta… Señor ten piedad.
Perdón… por los altercados con otras personas, provocados por los temas candentes entre nosotros. Señor ten piedad.
Perdón… por la ferocidad con la que siempre procuramos tener razón, al igual que por la cobardía que nos lleva a restarle importancia a todo. Señor ten piedad.
Por favor… enséñanos cómo reconciliar la búsqueda de la verdad de tu Palabra con el amor por aquellos que piensan de otra manera. ¡Ayúdanos, Señor!
Por favor… reúne a tu Iglesia de numerosas ramas para que sea un símbolo de unidad como tú deseas, y por los medios que quieras. ¡Ayúdanos, Señor!
Por favor… guía a tu pueblo, por el poder del Espíritu Santo, para que se forme sinceramente para amar, como tu Hijo nos ha demostrado, para el día en que tú seas todo en todos. ¡Ayúdanos, Señor!
Oremos juntos por medio de Jesús, nuestro Señor, nuestro Salvador y nuestro Hermano. Amén.
—Michel Sommer es profesor del Centro de Formación de Bienenberg. Esta oración se publicó anteriormente en Christ Seul, la revista de los menonitas de Francia.
Nuestra tradición como pacificadores menonitas es el resultado de una división de la iglesia en su conjunto; y nuestra pluralidad actual –con sus fortalezas y debilidades– fue el resultado, en muchos casos, de un desacuerdo no resuelto. Nuestras historias personales también podrían albergar recuerdos de conflictos mal gestionados: relaciones rotas, líderes condenados al ostracismo, iglesias divididas. Este número de Correo intenta hablar de ello.
Al inicio de la conformación de la iglesia, ante un asunto de importancia crucial, las facciones enfrentaron sus temores y discernieron juntas. Se mantuvo la unidad de la iglesia a pesar de la diversidad ya que es un don de Dios.
La unidad en Cristo que Dios está creando se extiende hasta los límites del espacio, el tiempo y más allá, ¡y nos incluye a todos, incluso cuando nosotros no nos incluimos mutuamente, afirma Larry Miller, anterior secretario general del CMM.
En su discurso ante el Concilio General del CMM, Larry Miller presentó tres prácticas que podían ayudarnos a abordar los conflictos en la iglesia y alcanzar la unidad, sin que sea necesariamente algo homogéneo.
a. Reconocer a Cristo en los demás. Aun cuando la otra persona parezca estar equivocada sobre aspectos de la teología y la práctica, ¿podemos reconocer el amor de cada uno por Cristo y el deseo de seguirlo?
b. Aprender receptivamente unos de otros. Así como nosotros creemos que tenemos algo que enseñarte a ti acerca de lo que Jesús realmente quiso decir, así también tú podrías tener algo que enseñarnos a nosotros acerca de la fidelidad.
c. Unirse como congregación local. ¡En algunos casos, aquí es donde radica el conflicto! Pero, ¿podemos recordar –incluso en medio del conflicto– que nadie lo tiene todo, pero que todos tienen algo? Hanspeter Jecker, teólogo menonita suizo, dice: “Reconocerlo requiere que los dones de los individuos contribuyan al bienestar del todo… alentarse y exhortarse mutuamente constituyen la base para … ser una comunidad que perdone y que también sea perdonada”.
No será cómodo, no será rápido y requerirá valentía. Pero en lugar de alejarnos del conflicto, ¿podríamos utilizar estos principios para avanzar hacia el conflicto llevando el don de la unidad, para que la justicia y la paz se besen?
—Karla Braun, redactora jefa de Correo y escritora para el Congreso Mundial Menonita. Reside en Winnipeg, Canadá.