Dar Testimonio de una fe viva

Con celo y devoción, las primeras personas anabautistas vivieron su fe de manera audaz y arriesgada, rompiendo con la iglesia establecida. Este año, cuando el Congreso Mundial Menonita conmemoró los 500 años del movimiento anabautista, nosotros vivimos nuestra fe a través de la reconciliación con iglesias que en el pasado se habían opuesto a nosotros. 

Hospitalidad

Al final de una larga caminata en un día caluroso, una mesa con fruta, postres y jugo es una bendición.

La bendición se multiplica cuando el destino de la caminata es una Täuferhöhle (literalmente, “cueva bautista”) y el refrigerio lo proporcionan feligreses de iglesias católicas y reformadas. Mientras que los primeros anabautistas de las zonas rurales de Suiza celebraban sus cultos lejos de las miradas amenazantes de la Iglesia establecida, hoy en día las personas peregrinas anabautistas son bienvenidas por los miembros de las iglesias católica y reformada.  

“Su hospitalidad y conversación hicieron que la reconciliación de las personas en el liderazgo se hiciera realidad desde la base”, dijo Andrew Dyck, un menonita que viajó desde Canadá a Zúrich para el día conmemorativo “La Valentía de Amar” y más tarde visitó la cueva. 

Dorothy Jean Weaver, una menonita que viajó desde Estados Unidos a Zúrich, fue invitada con más de un año de antelación por unas antiguas amistades que viven en Zúrich. “Consideré que era la mejor invitación posible para este evento del 500 aniversario, ya que provenía de mis antiguas amistades suizas reformadas”, ella afirmó. 

Reconciliación

“Pero para mí, los momentos más conmovedores del servicio fueron los gestos  de reconciliación (lavado de pies, unción, mensaje del Papa) extendidos/realizados entre las personas en el liderazgo eclesial que representaban a los principales grupos de la Reforma que se opusieron y persiguieron a las primeras personas anabautistas hace 500 años – personas católicas, luteranas y reformadas, y descendientes actuales de aquellos anabautistas», dijo Dorothy Jean Weaver. “Fue un momento muy emotivo y una forma muy adecuada de celebrar el 500 aniversario del movimiento anabautista”.

Su anfitrión reformado, Peter Detwiller, quien ha trabajado en espacios ecuménicos durante décadas, reflexiona que esta conmemoración “¡fue básicamente un milagro!”. 

Los reformadores Zwinglio y Bullinger, Lutero y Calvino no solo estaban decididos a erradicar de raíz la secta anabautista, sino que la persecución de las familias y comunidades anabautistas continuó durante unos 130 años en el Cantón de Zúrich y más de 200 años en el Cantón de Berna, dijo. “Desde esta perspectiva, fue un milagro que el movimiento anabautista sobreviviera hasta nuestros días y esté floreciendo, como lo ha demostrado de manera impresionante la conmemoración en Zúrich”.

Mientras que la solicitud de colocar una placa conmemorativa a Félix Manz en la Asamblea del CMM de 1952 en Suiza fue rechazada, en el 2025 la Iglesia Reformada dio una cálida bienvenida a las personas anabautistas a su iglesia insignia, la Grossmünster, y a su escuela teológica para que utilizaran sus espacios para talleres.

Peter Detwiller se inspira en el compromiso del movimiento anabautista con la paz y la identidad como “una comunidad libre de personas creyentes comprometidas”. “En mi opinión, la tarea de aprender seriamente del movimiento anabautista aún está por delante de nosotros”, afirmó.

Lavamiento de pies

WCRC 150th anniversary, in Chiang Mai. Photo: William Gibson/WCRC

Tras los profundos momentos vividos en Zúrich, la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas invitó al secretario general del CMM, César García, a participar en la celebración de su 150 aniversario como organización en octubre del 2025.

Durante la celebración en Tailandia, el Reverendo Dr. Setri Nyomi, secretario general interino de la CMIR, y César García se lavaron los pies mutuamente una vez más en medio de un servicio de adoración.

“No permitiremos que el miedo o la desconfianza nos alejen de esta vocación”, afirmó el Reverendo Dr. Setri Nyomi. 

“Nos comprometemos a aprender unos de otros compartiendo la riqueza y la diversidad de nuestras tradiciones”, afirmó César García.

La inspiración del lavamiento de pies en Zúrich se trasladó a las iglesias regionales de Kenia a través del Obispo George Ochieng, cuyo coro de la ‘Eastleigh Fellowship Centre Mennonite Church Choir’ (Coro de la Iglesia Menonita del Centro de Hermandad de Eastleigh) cantó alegremente en ZúrichÉl supervisa 16 congregacionesincluidas seis en Narok, una importante ciudad de la comunidad indígena masái.  

Sin quererlo, el Obispo George Ochieng había violado las normas culturales al nombrar a una persona miembro para desempeñar responsabilidades diocesanas sin pedir la bendición de los ancianos masái. Las tensiones resultantes dividieron a la iglesia mientras el obispo estaba fuera. 

“Cuando regresé, compartí el video de esta sesión de lavado de pies, enseñé los fundamentos de la paz y el acto radical de amar a los enemigos, tal como lo enseñó nuestro Señor Jesucristo (Mateo 5:44-45), como el principio fundamental de la paz”. Después de varios meses repitiendo estas ideas de paz, justicia y reconciliación, “el Señor nos concedió un gran avance: todos se reunieron llorando y arrepentidos ante el Señor e hicieron las paces entre ellos”, él dijo.

Una sola fe

A finales de año, César García fue una de las 27 personas representantes de más de una docena de comuniones cristianas mundiales que se reunieron en Iznik, Turquía, para conmemorar el 1,700 aniversario del Primer Concilio Ecuménico en la historia de la Iglesia.

Los anfitriones, el Patriarca Bartolomé I, patriarca ecuménico de Constantinopla, y el Papa León XIV, hablaron de “dar testimonio vivo de la misma fe” y de estar “unidos por un vínculo tan profundo podemos continuar nuestro camino de adhesión cada vez más profunda a la Palabra de Dios revelada en Jesucristo, bajo la guía del Espíritu Santo, en el amor mutuo y el diálogo”. 

“Jesús, crucificado y resucitado, a quien el Padre ha hecho Señor y Mesías, Kyrie eleison”, oró César García en español, cuando le tocó hablar en la ceremonia.

El Credo Niceno, producto de ese concilio (ampliado en Constantinopla décadas más tarde), sigue siendo una confesión de fe común en todo el espectro confesional, desde el catolicismo hasta la ortodoxia, pasando por el protestantismo y el anabautismo.