Vinculados por el Espíritu

La Asamblea es una experiencia que cambia la vida. Este evento realizado cada seis años en el marco del Congreso Mundial Menonita, fue durante varias décadas el “congreso”. Sigue siendo un evento destacado, tanto para los miembros que trabajan a diario a fin de fomentar los vínculos en la familia anabautista-menonita como para los que asisten principalmente a los grandes eventos.

Es el momento en que los menonitas anabautistas de todo el mundo convergen en diferentes estilos de adoración, especialmente los estilos con mayor influencia pentecostal que a menudo caracterizan al Sur global.

“Una vez que hayan asistido a una, no podrán dejar de participar porque una fraternidad mundial como ésta es poco común”, dice Elina Ciptadi, quien asistió a una Asamblea por primera vez en 2003, en Zimbabue.

“Mi mejor recuerdo es la exuberancia y alegría de compartir la música con canciones de todo el mundo”, dice Mark Wenger, un pastor de Pensilvania que cantó en el coro internacional de 2015.

Estos recuerdos impulsan el entusiasmo por la tan esperada Asamblea 17 en Indonesia, que se pospuso un año debido a la pandemia.

Las consecuencias de la pandemia a largo plazo también afectan la Asamblea: la asistencia está restringida a setecientos participantes, muy por debajo de las miles de personas esperadas. No obstante, esperamos reunirnos como hemos aprendido en estos últimos dos años, conectándonos como diminutos rostros en las pantallas y tenues enlaces de Internet.

“[La Asamblea] es donde encontramos cómplices en el camino de edificar el reino de Dios, es donde conocemos a otros seguidores de Jesús que tienen un ferviente compromiso con la justicia, la paz y la comunidad; son espíritus afines”, dice Rianna IsaakKrauß, quien conoció a su esposo en la Asamblea de Pensilvania en 2015. “Ese vínculo es realmente poderoso.”

El Espíritu Santo contribuye a que se plasme dicho vínculo entre diversos pueblos y de manera tan poderosa en el cuerpo de Cristo.

El Espíritu Santo ha tenido mayor protagonismo en ciertos momentos del movimiento anabautista, y en otros ha sido relegado a un segundo plano de nuestro pensamiento y expresión como iglesias. En las últimas décadas, los movimientos pentecostales han aportado una espiritualidad individual y corporativa que destaca la apertura al Espíritu Santo. Dichos movimientos han revitalizado y amenazado a nuestras iglesias.

Este número analiza algunos de los desafíos y oportunidades que enfrentamos los anabautistas menonitas cuando nos relacionamos con cristianos de los movimientos pentecostales, y con quienes dentro de nuestra propia familia podrían llamarse “menocostales”.

Al reunirnos para la Asamblea en julio, tendremos más oportunidades de aprender sobre cómo estar vinculados por el Espíritu Santo (e Internet), con nuestra diversidad de estilos de adoración e inclinaciones teológicas. Que el Espíritu nos haga sentir su presencia a través de las pantallas y nos guíe en nuestro camino como cómplices en tanto edificamos el reino de Dios, animándonos mutuamente a procurar la paz y la justicia.

—Karla Braun, editora ejecutiva de Correo y escritora para el Congreso Mundial Menonita. Reside en Winnipeg, Canadá.


Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en abril de 2022.