La comunidad menonita de Indonesia es diversa y dinámica. Al discutir sus orígenes y desarrollo podrían surgir muchas preguntas, especialmente para los del Norte del mundo: ¿Cómo echó raíces el menonitismo en Indonesia? ¿Cómo se convirtió Indonesia en el quinto centro menonita más grande del mundo? ¿Y cómo personas con nombres como Dharma, Widjaja, Pasrah, Arum y Sutrisno llegaron a identificarse como menonitas, dado que los nombres menonitas conocidos son Yoder, Roth, Neufeld y Rempel?
Como otros países del Sur del mundo, Indonesia tiene una historia singular respecto al encuentro de sus habitantes con el anabautismo. Por cierto, su historia es clave para entender el crecimiento explosivo del anabautismo fuera de los “lugares de origen” como Europa y América del Norte. Y, sin embargo, esta historia en particular también refleja los desafíos y oportunidades que enfrentan los cristianos en todo el mundo.
Un mosaico de culturas y religiones
Para poder comprender plenamente la comunidad menonita de Indonesia, primero tenemos que analizar (brevemente) la cultura, historia y cambios religiosos en nuestro país.
Indonesia es un país archipiélago, conformado por más de 17.000 islas dispersas en una región de 1.183 kilómetros cuadrados en el sudeste de Asia. A lo largo de su historia se ha convertido en un crisol de varias culturas, tradiciones, idiomas y religiones. Mercaderes chinos trajeron elementos de su cultura a la región a partir del siglo I hasta el VI. Entre los siglos V y XV, el hinduismo dominó el horizonte religioso y cultural de la nación. Al comienzo del siglo XIII, el islam se convirtió en la mayor influencia en la región, y actualmente es la religión mayoritaria.
El cristianismo llegó a Indonesia en 1522, cuando los colonizadores portugueses construyeron un puerto en la isla de Ternate, en las Molucas de Indonesia oriental. El cristianismo estaba estrechamente vinculado con la cultura moderna europea, que tuvo gran influencia en Indonesia durante el período colonial (del siglo XVI a principios del siglo XX). Durante la mayor parte de este período, Indonesia estuvo controlada por los holandeses, quienes llevaron el menonitismo –entre otras tradiciones– a la región.
Menonitas indonesios en la actualidad
Hoy día, aproximadamente 108.000 menonitas viven en Indonesia. Celebran sus cultos en más de 350 congregaciones menonitas afiliadas a una de tres convenciones o sínodos: Gereja Injili di Tanah Jawa (Iglesia Evangélica Javanesa, o GITJ); Gereja Kristen Muria Indonesia (Iglesia Cristiana Muria de Indonesia, o GKMI); y Jemaat Kristen Indonesia (Congregación Cristiana de Indonesia, o JKI).
La historia de GITJ: de iglesia-misión a sínodo independiente
El menonitismo llegó a Indonesia durante la última mitad del período del dominio colonial holandés, por iniciativa de Pieter Jansz. En 1851, Jansz –enviado por Doopsgezinde Zending Vereniging (DVZ), una junta de misiones holandesa– desembarcó en la isla de Java, y pronto se estableció cerca del Monte Muria. Al principio, no tuvo mayor éxito ya que tuvo que enfrentar tres grandes desafíos. Primero, la zona alrededor del Monte Muria no era propicia para la evangelización. Segundo, surgieron conflictos con el gobierno de las Indias Holandesas. Y tercero, las luchas anticolonialistas se fueron intensificando. La tarea en medio de este dilema político-cultural no fue fácil, y finalmente Jansz se dio cuenta de que la labor misionera no podía depender de extranjeros. La evangelización y la obra de la iglesia tenían que surgir de las convicciones de los pueblos autóctonos.
Lamentablemente, los esfuerzos de Jansz para que el pueblo autóctono participara en el ministerio no tuvo mayor impacto, dado que Jansz seguía procediendo según el concepto occidental del liderazgo, concepto que no siempre concordaba con la cultura javanesa. Dicha realidad nos ayuda a aclarar el conflicto de Jansz con el misionero autóctono javanés Tunggul Wulung, cuyas creencias místicas Jansz consideraba demasiado rigurosas (muy unidas a su trasfondo cultural). Ni la labor misionera de Jansz ni la de Wulung resultó en un crecimiento significativo.
La política también jugó un papel en el crecimiento lento de las iniciativas misioneras menonitas. A diferencia de otras organizaciones misioneras que obraban entonces en el país, los menonitas se negaron a valerse de la autoridad política para extender el cristianismo. Estudiantes de historia indonesia han señalado que por mucho tiempo la autoridad política tuvo un protagonismo clave en el crecimiento y propagación de religiones particulares, incluso el cristianismo. Debido a sus creencias respecto a la separación de la Iglesia y el Estado, los menonitas no ambicionaban poder político, confiando en cambio en obras educativas y médicas para extender el evangelio en Indonesia.
El crecimiento de la Iglesia Menonita de Indonesia comenzó en serio luego que la congregación GITJ fuese autorizada en 1925. La cuestión de la autonomía –que el pueblo autóctono asumiera el liderazgo de los misioneros occidentales– había sido motivo de tensión durante muchos años. Al ir madurando la congregación GITJ en los años 1920, hubo quienes comenzaron a señalar la dependencia de la iglesia con la junta de misiones, particularmente respecto a finanzas y liderazgo. De a poco, los creyentes locales determinaron que la autonomía era la única salida de la dependencia. Además, la crisis política causada por la Segunda Guerra Mundial, terminó de convencer a la junta de misiones de la necesidad de entregar el liderazgo a los líderes de las congregaciones autóctonas. La autonomía finalmente fortaleció la GITJ. Un informe de 1957 destacó que había once congregaciones consolidadas con 2.410 miembros adultos y 2.850 niños. Un crecimiento de tal magnitud se mantuvo bien entrado los años ochenta.
Aun así, el crecimiento generó problemas. Lograr independizarse de la junta de misiones no fue fácil, dado que las congregaciones habían dependido de este organismo como guía espiritual y para la ayuda financiera durante muchos años. Pese al duro trabajo, los conflictos por el liderazgo y las finanzas alcanzaron su punto máximo en los años ochenta. El sínodo se esforzó por decidir a quién convocar como líder y generar fuentes de ingresos para reemplazar los de la junta de misiones. Aun hoy, la iglesia lucha con estas cuestiones. Y a la vez, experimenta una gran vitalidad: en 2012, el sínodo tenía 43.250 miembros en 104 congregaciones.
La historia de GKMI: una iglesia autóctona desde el inicio
Mientras GITJ avanzaba hacia la autonomía a principios del siglo XX, surgía otro grupo menonita indonesio: GKMI. A diferencia de GITJ, que se inició con los auspicios de una junta de misiones occidental, GKMI comenzó a través de la iniciativa de un empresario chino, Tee Siem Tat, en Kudus, Java Central. Antes de su conversión, Tee era adepto al confucionismo; conoció a Cristo durante una enfermedad, de la cual fue liberado. Tee afirmó que había sanado de cuerpo y alma, y decidió compartir el evangelio con sus parientes y amigos chinos en Kudus, y los alrededores del Monte Muria.
En 1920, tres años después de su conversión, Tee y veinticuatro de sus amigos fueron bautizados en la casa de Tee, por Nicolai Thiessen, misionero menonita holandés. Después de ser bautizados, siguieron compartiendo el evangelio con sus amigos de la zona.
Tee decidió identificarse con los menonitas por sus valores, y pronto comenzó a colaborar con los misioneros cerca del Monte Muria. Sin embargo, la obra de su ministerio –el sínodo de GKMI– desde el comienzo fue financiera, teológica y administrativamente independiente de la junta menonita de misiones.
Al reconocer el llamado de Dios a compartir el evangelio con toda la gente y en todo país, Tee y sus amigos extendieron su ministerio más allá de sus amigos y parientes chinos, a los javaneses que vivían en la zona. En 1958, cambiaron el nombre de su iglesia, de “Iglesia Cristiana Menonita China” a “Iglesia Cristiana Muria de Indonesia”, y eligieron a un pastor javanés, Soedarsohadi Notodihardjo, como secretario general del sínodo.
Actualmente, el ministerio de GKMI se extiende a siete islas en Indonesia, y su membresía incluye personas de diversas tribus. El sínodo aún procura expresar claramente su identidad menonita, crear un orden eclesial apropiado y formar liderazgo confiable.
La historia de JKI: acercarse a la juventud
La comunidad menonita más nueva de Indonesia es JKI. En un lapso de menos de cuarenta años, JKI estableció más de cincuenta congregaciones; hoy, la iglesia tiene 45.000 miembros en un total de 189 congregaciones. Las iglesias están agrupadas en las ciudades cerca del Monte Muria, como también en Java Oriental y Occidental, y en algunos lugares en el exterior.
Este sínodo comenzó mediante el esfuerzo de un grupo de jóvenes de GKMI llamado Keluarga Sangkakala (Familia Trompeta), que inició varios ministerios creativos. Este grupo combinó reuniones de renovación con el ministerio social, y usó los medios de comunicación para dar a conocer el mensaje del evangelio. Con el tiempo, el grupo creció, y pronto se hizo evidente la necesidad de formar una iglesia independiente. El 4 de marzo de 1979, en Ungaran, Java Central, el bautismo de varios creyentes llevó al establecimiento formal de la iglesia JKI.
JKI sigue evidenciando gran crecimiento, especialmente en la juventud. Mientras la mayoría de las congregaciones rurales son pequeñas, las congregaciones más grandes están en las ciudades. De hecho, las cuatro congregaciones más grandes del sínodo son urbanas: Yakarta Praise Community Church en la capital del país, tiene 10.000 miembros; JKI Injil Kerajaan en Semarang, tiene 15.000 miembros; JKI Bukit Zion en Surabaya, tiene 5.000 miembros, y JKI Maranatha en Ungaran-Semarang, tiene 1.800 miembros.
Desafíos y oportunidades
Estas tres comunidades menonitas enfrentan desafíos similares; cuatro merecen ser mencionadas específicamente aquí.
1. El menonitismo no tiene raíces profundas en la cultura, sociedad o política indonesia.
La mayoría de los indonesios ve el cristianismo como ligado y asociado al colonialismo occidental. Por tal motivo, para la mayoría de la gente la religión tiene una connotación negativa. A diferencia de otras religiones, integradas sin problemas a las culturas locales, el cristianismo se considera un “intruso”. Por lo tanto, reelaborar la “oscura” historia del colonialismo, mientras introducimos la visión menonita, es un gran desafío para nuestras comunidades.
2. Las iglesias perciben cierta “competencia” con otras denominaciones cristianas.
No se puede negar que las iglesias de hoy perciben cierta “competencia” con otras denominaciones cristianas. Más aun, en las ciudades, muchas iglesias tienden a dirigir su ministerio hacia organizaciones interdenominacionales, en vez de desarrollar proyectos en sus comunidades locales. Con el tiempo, estas “para-iglesias” se convierten en sus propias iglesias, eclipsando aun más las congregaciones locales. Por lo tanto, fortalecer las congregaciones locales se ha transformado en una cuestión de suma importancia para los menonitas de Indonesia.
3. Los ministerios tienden a enfatizar el pragmatismo, el ritual (entretenimiento) y la satisfacción de las necesidades de la gente.
Según mi opinión, muchas iglesias contemporáneas se esfuerzan mucho por satisfacer las necesidades de la gente, en cuanto a su deseo de que se la entretenga y ministre personalmente. Por supuesto que esta tendencia hacia el pragmatismo en el ministerio no está mal, en tanto mantengamos los valores del cristianismo. Como menonitas, tenemos el desafío de mantener firme el énfasis comunitario, mientras le damos a la gente lo que desea (o espera).
4. Los políticos consideran la religión como una mercancía.
Tras la renuncia del presidente Suharto en 1998, la reforma transformó el escenario político de Indonesia. El proceso democrático tuvo como resultado la conformación de muchos grupos sociales y políticos nuevos. Particularmente, los grupos políticos nuevos han procurado crear redes para concentraciones masivas, habiendo intentado ganar a muchos grupos religiosos para sus fines. Las iglesias –especialmente las iglesias menonitas– deben estar atentas a dichas intenciones, y resistir la intención de convertir la religión en una mercancía política viable.
En medio de estos desafíos, la comunidad menonita de Indonesia también aprovecha muchas oportunidades para un ministerio renovado y revitalizado. Una oportunidad que se presenta es la de recuperar los cuatro pilares fundamentales de la iglesia: historia, teología, eclesiología y misiología. Necesitamos recordar y examinar la historia y los valores de nuestros antepasados menonitas. Hacerlo nos fortalecerá para enfrentar los desafíos actuales.
Además, es necesario fortalecer nuestra identidad menonita. Esto sucederá, en parte, al abocarnos a traducir y publicar libros sobre historia y teología menonita. A la vez, es necesario pensar cómo contextualizar más eficazmente los valores menonitas para la realidad de Indonesia. √âsta no es tarea fácil, aunque sabemos que nada es imposible para nuestro Dios.
Otra oportunidad que valora la comunidad menonita indonesia se relaciona con la familia mundial de fe. Los tres sínodos menonitas son miembros del Congreso Mundial Menonita. Agradecemos el apoyo de nuestros hermanos y hermanas del CMM en todo el mundo, confiados en que podamos corresponder dicho apoyo al invertir más y más en la obra del CMM.
Muchos rostros y una misma misión
La comunidad menonita de Indonesia tiene tres “rostros” –GITJ, GKMI y JKI. Cada “rostro” refleja un trasfondo diferente y un conjunto de experiencias. A la vez, los desafíos y oportunidades que enfrentan estos tres grupos son –de algún modo– los mismos desafíos y oportunidades que enfrentan otras comunidades menonitas en todo el mundo. En este mundo moderno todos tenemos nuestras luchas: todos procuramos contextualizar la fe cristiana de manera adecuada; todos nos esforzamos por llevar adelante ministerios locales sin suscitar un espíritu de competencia; todos luchamos con panoramas culturales cambiantes y expectativas personales; todos luchamos por comunicar la verdad con fuerza, ya sea en pobreza o en abundancia. Como familia mundial de fe, ¿trabajaremos juntos –de la mano– para ayudarnos unos a otros? De este modo, no sólo luchamos juntos sino también aprendemos y servimos juntos.
Por Adhi Dharma, Secretario General del Sínodo GKMI