Que nuestros corazones y almas mantengan a todos nuestros hermanos y hermanas a nivel mundial presentes en oración mientras cada uno de nosotros lucha con las realidades y consecuencias no solo de la pandemia sino también de la opresión severa y violenta, y de los problemas económicos, etc.
Que nuestros corazones y almas estén abiertos a los pequeños milagros cotidianos y a las enormes bondades del mundo que nos rodea directamente.
Que nuestros corazones y almas se llenen de paciencia y gentileza hacia todas las personas que trabajan tan duro para ayudarnos a salir de esta pandemia.
Que nuestras iglesias encuentren nuevas y esperanzadoras formas de ser iglesia en un mundo que cambia r·pidamente.
Que nuestro enfoque no esté en la cantidad sino en la calidad, en la gentil bondad en lugar de en los objetivos, en la oración silenciosa en lugar de las barricadas.