Superar las barreras requiere aprendizaje permanente

Al seguir a Jesús, el cruzar barreras es inevitable. Todos preferimos la seguridad del espacio en el que normalmente vivimos. La vida cotidiana tiene hábitos que reproducimos sin, necesariamente, examinar sus implicacias y  sus significados; de manera que lo que hacemos, y cómo lo hacemos, es para nosotros lo normal y consideramos extrañas otras formas de hacerlos.

En la 17ª Asamblea del Congreso Mundial Menonita, cuyo lema es “Seguir a Jesús juntos, superando las barreras”, quienes participan de esta Asamblea son desafiados a internalizar valores del Reino de Dios, los cuales requieren un espíritu dispuesto al aprendizaje. Las personas quienes participan de las plenarias, de los grupos pequeños, de los talleres y de las conversaciones, escuchan hablar en distintos idiomas, hay cantos en distintos ritmos y sensibilidades, hombres y mujeres llevan vestimentas que muestran la diversidad de países de donde provienen, los intercambios afectivos tienen distintas intensidades, de acuerdo a las pautas culturales prevalecientes en cada región: por ejemplo, los asistentes que provienen de América Latina, muestran su calidez cuando comparten abrazos y sonrisas.

Jesús es el modelo de hacer misión y una característica central de su misión es la encarnación. En sí misma, la encarnación de Jesús el Cristo, es el locus theologicus desde el cual debemos desprender cuáles son las tareas que nos ha encomendado el Señor. La encarnación, está bien marcada en Filipense 2:5-7, significó el dejar una condición para asumir las condiciones de los otros, es decir, entrar conscientemente en otro espacio, trascendiendo barreras. Por lo tanto, es consustancial a la hora de seguir a Jesús, caminar con Él por todas “las ciudades y aldeas” (Mateo 9:35) para de esta manera, acercarnos a distintos tipos de situaciones y personas. Jesús superó infinidad de barreras, nosotros estamos llamados a hacer lo mismo.

La Asamblea del CMM en Indonesia es rica en aprendizajes. Tiene una cara que muestra la diversidad de nuestra familia global, y otra que nos ofrece la oportunidad de mirar y experimentar la vida de las congregaciones locales. En los servicios de las mañanas y las noches uno puede estar rodeado por hermanos y hermanas de todos los continentes, y esto nos hace sentir la realidad de ser una comunidad global. En las visitas a congregaciones locales se puede palpar la vida de hermanos y hermana en la fe que generosamente comparten experiencias de vida, testimonios y los alimentos, que prepararon para recibir a quienes llegaron de distintos países. Ha sido muy aleccionadora la experiencia de ver el panorama global de la familia anabautista mundial y vivir de cerca los latidos del corazón de las congregaciones locales.

Nuestro llamado es seguir las pisadas de Jesús, y como sus discípulos y discípulas tenemos que aprender constantemente a superar barreras que deforman el propósito de Dios que es crear una nueva humanidad. La Asamblea en Indonesia, ha sido una bella oportunidad para alentarnos a continuar caminando juntos, porque la misión cristiana se hace en la compañía de las otras personas. El Espíritu Santo, que es el espíritu de Jesús, y este nos alienta a trascender las barreras y da sensibilidad para aprender y poner en práctica el mensaje que denuncia la opresión de los muros tanto simbólicos como los físicos.

—Carlos Martínez-García