La esperanza cruza fronteras

Cómo Dios se sirve de los vínculos para edificar la iglesia

La iglesia menonita mundial es vital y tiene una gran diversidad. Lamentamos que en nuestra familia de fe haya quienes sufran pobreza, violencia o conflictos religiosos. Sin embargo, el mensaje más importante que los cristianos pueden transmitir a un mundo sufriente es la esperanza: a Dios le importa, a los seguidores de Cristo les importa, y el Espíritu brinda sanación a las naciones. La salvación de Dios ya empieza a transformar a las personas y a las comunidades, y la Iglesia Menonita es parte de dicho proyecto redentor.

Tres palabras definen el barrio ubicado en Elkhart, Indiana, al que pertenece mi iglesia: diversidad, sufrimiento y esperanza. Miles de personas blancas de clase media se fueron de esta parte de la ciudad hace varias décadas, y allí se radicaron afroamericanos (negros de sur de Estados Unidos), latinos (inmigrantes de América Central y América del Sur), y otros grupos étnicos. Existe una energía maravillosa en los restaurantes, almacenes e iglesias, que incluye estilos musicales de diversos grupos culturales. Pero, Elkhart es también el escenario de peleas entre bandas, violencia y prejuicio.

No ha sido fácil establecer una comunidad entre negros, blancos y latinos; de igual manera, los menonitas de todo el mundo sirven a los demás en medio de la diversidad étnica y cultural. Los recién llegados a Elkhart a menudo tienen escasos recursos económicos, poca instrucción, o limitaciones para comunicarse en inglés. Muchos latinos ingresan ilegalmente sin visas, huyendo de la violencia o pobreza en sus países de origen y buscando nuevas oportunidades. Algunos viven con el miedo de ser descubiertos, arrestados y deportados. Los ingresos de la gente de esta parte de la ciudad son bajos. Las escuelas públicas padecen un gran recambio de alumnos y presupuesto insuficiente.

En los lugares donde prevalece el sufrimiento o el miedo, la iglesia manifiesta que, “la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla” (Juan 1:5). El amor de Dios se hizo evidente cuando una joven campesina llamada María dio a luz y unos pastores pobres la visitaron. Jesús le ofreció agua viva a una mujer samaritana, perdonando a los soldados romanos, sanando a los leprosos, y cruzando las fronteras étnicas, políticas y sociales.  

Cruzamos las fronteras

La Iglesia Menonita Prairie Street está integrada mayormente por personas blancas, y algunas latinas y negras. Quisiéramos lograr una mayor diversidad y representar el Reino de Dios en toda su amplitud.

Ha sido vivificante para nuestra congregación abrirnos a una pequeña congregación latina nueva. Rubén Santos (pastor) y su esposa Morela, provenientes de Venezuela, hace poco obtuvieron la ciudadanía estadounidense. Mi esposa Ellen y yo, con varias personas de nuestra congregación que hablan castellano, participamos los viernes de los cultos de este grupo “Restauración”, que se realizan en nuestro edificio.

Rubén se ha formado en otra denominación, pero tiene interés en aprender de los anabautistas, y yo quisiera aprender sobre la evangelización, el culto y la oración de su congregación. Mi trasfondo establece un culto planificado y dirigido, distinto del estilo pentecostal de “Restauración”; nuestros estilos musicales también son diferentes. No obstante, percibo un espíritu de gracia y una gran visión en estos nuevos hermanos y hermanas. No se sabe qué sucederá exactamente con el encuentro de nuestras dos congregaciones. Pero Dios algo se trae entre manos, y está relacionado con la esperanza y alegría de cruzar las fronteras culturales y lingüísticas, procurando otras maneras de colaborar. En ambas congregaciones, se recibe a personas indocumentadas, madres solas o personas de la calle.

Respondemos al sufrimiento

¿Qué significa para la iglesia menonita mundial decir que, “si una parte del cuerpo sufre, todas las demás sufren también” (1 Corintios 12:26)? Una respuesta al sufrimiento es que las personas que tengan habilidades o dinero lo compartan directamente con los que lo necesiten. Cuando los cristianos de Elkhart se dieron cuenta que la familia del joven asesinado recientemente no tenía dinero para el velorio, recaudamos varios miles de dólares para el entierro.

De igual manera, las iglesias menonitas de todo el  mundo  comparten dinero y recursos a través de fondos locales de ayuda mutua. En Elkhart, los menonitas hemos abonado el pago del alquiler o gastos médicos de personas desempleadas. Ayudamos a una familia de inmigrantes indocumentados a comprar y renovar una vivienda. Algunos miembros han hospedado a mujeres que necesitaban protección de la violencia de su pareja.

Jesús plantea las causas del sufrimiento

Dicha ayuda directa es importante y necesaria, pero no es suficiente. Los que tienen más riqueza estarán tentados a seguir controlando, para beneficio propio, los sistemas económicos o políticos que crearon la brecha entre ricos y pobres. Si en la sociedad persisten las estructuras económicas o políticas injustas, una donación ocasional a quienes la necesiten podría hacer sentir bien al donante, aunque no cambiarían las causas de la pobreza.

Jesús llegó para salvar a toda la humanidad, incluyendo a los ricos, pero nació en un establo, entre los pobres, en un país plagado de violencia. Su madre María alabó a Dios que, “derribó a los reyes de sus tronos, y puso en alto a los humildes”; que “llenó de bienes a los hambrientos, y despidió a los ricos con las manos vacías” (Lucas 1:52, 53). Jesús inició su ministerio declarando que Dios lo envió, “para llevar la buena noticia a los pobres. . . y dar vista a los ciegos” (Lucas 4:18). Jesús se humanizó para proclamar la esperanza en medio de una sociedad quebrantada.

La fraternidad e intercambio que surgen a través del Congreso Mundial Menonita, ¿podrán ser buenas noticias para ambas partes de la iglesia, donde haya pobreza o donde haya abundancia material? Mediante nuestra interacción mundial, ¿podrán las personas bendecidas con recursos materiales recuperar la posibilidad de ver la enorme brecha entre ricos y pobres? ¿Podremos tener también la oportunidad de ver esta brecha para que Dios cambie nuestros corazones y edifique una iglesia mundial más vigorosa?

El mundo menonita ha cambiado

En décadas recientes, el ímpetu del crecimiento espiritual y numérico de los menonitas se ha trasladado desde Europa y América del Norte –donde los menonitas florecieron– a África, América Latina y Asia. La actividad de Dios se hace evidente con mayor frecuencia en los lugares que no cuentan con abundancia material. Las personas que viven en lugares marginados económica o políticamente tienden a recibir y llevar a la práctica el evangelio más que los que se sienten seguros en los centros del poder económico.

Existen al menos tres maneras en las que el CMM puede ayudarme a mí y a otros menonitas norteamericanos a responder a situaciones apremiantes, o a la injusticia económica en su país o en otras partes del mundo.

En primer lugar, el CMM procura fomentar el entendimiento por medio de vínculos que superen las barreras políticas, raciales y económicas. Cuando llegamos a conocer y amar a personas que experimentan circunstancias de vida muy distintas, podemos orar por ellos con empatía. La vitalidad espiritual y visión para la misión en sectores económica o políticamente apremiantes de la iglesia, pueden servir de inspiración a menonitas de otros lugares. Algunos de nosotros nos encontraremos cara a cara en una Asamblea del CMM, o cuando viajemos a otro país. Dicha interacción es más productiva cuando todos los participantes esperan aprender del otro en vez de sencillamente enseñar algo. ¿Cómo me desafía a crecer y cambiar el testimonio de cristianos en otras partes del mundo?

En segundo lugar, la capacidad de entender nos motiva a actuar. Cuando llegamos a conocer y amar a alguien que sufre, queremos ayudarlo. El sobrino de una mujer inmigrante de mi congregación de veintiún años de edad, murió hace poco en el desierto al sudeste de Estados Unidos, al intentar cruzar la frontera sin documentos.

Esta tragedia me impulsó a expresarme y actuar por un cambio en las leyes migratorias de mi país; y a manifestarme respecto de las corporaciones que trasladan sus fábricas a América Latina u otras partes del mundo donde pueden pagar sueldos muchísimo más bajos.

En tercer y último lugar, la acción puede inspirarnos a invertir en la iglesia. Los anabautistas hacen hincapié en que los cristianos son ciudadanos del Reino de Dios, que supera cualquier otra lealtad étnica o nacional. Formar parte del CMM me recuerda esta fidelidad, y brinda la manera de llevarla a la práctica. Incluso los menonitas de algún país lejano, “ya no son extranjeros. . . sino que comparten con el pueblo de Dios los mismos derechos y son miembros de la familia de Dios (Efesios 2:19). Mi mayor prioridad es invertir tiempo y recursos en la iglesia de Jesucristo. Y porque es mi hogar espiritual, quisiera vincularme especialmente con la Iglesia Menonita.

Mantengámonos vinculados por medio del CMM

Ingrese al sitio web del CMM y conozca la Asociación Internacional de Misiones (International Missions Association), que integran veintidós grupos anabautistas abocados a la misión, cuyos representantes se reunieron recientemente en Singapur. Vea un video sobre los menonitas de Paraguay que proveen un servicio de guardería para madres solteras que buscan trabajo. Considere la posibilidad de establecer una relación fraternal con una congregación menonita de otra parte del mundo. Piense en participar en la Asamblea del CMM en Harrisburg, Pennsylvania, EE.UU., en 2015, o done dinero para que alguna persona pueda participar. Haga su aporte proporcional justo al CMM para que esta organización que trabaja en red pueda seguir fortaleciéndose.

Y sobre todo, oren por los hermanos y hermanas de otras partes del mundo. En esta pequeña pero vibrante parte menonita del Reino de Dios, tenemos un anticipo de la salvación, libertad y justicia que algún día se extenderá en la tierra. Dios se sirve del CMM para fortalecer la iglesia mundial y brindar esperanza al mundo.

Nelson Kraybill es pastor guía de la Iglesia Menonita Prairie Street, Elkhart, Indiana, EE.UU., y Presidente electo del Congreso Mundial Menonita.

 

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