Fabricante de ataúdes hace prevalecer el bien sobre el mal

Tulio Pedraza: Perseguido en Colombia, 1949-1964

Cuando los misioneros llegaron a Colombia para establecer las primeras congregaciones menonitas del país, Tulio Pedroza y su esposa Sofía fueron los dos primeros convertidos al evangelio. Se bautizaron en junio de 1949, sólo un año antes, un candidato político liberal, había sido asesinado su muerte encendió una guerra civil que duraría diez años. Ya que el protestantismo era visto como otra amenaza a la unidad de Colombia ya en jaque, los protestantes colombianos enfrentaban una significativa oposición de parte de las autoridades municipales, de los sacerdotes católicos y de sus propios vecinos.

Tulio era un fabricante de ataúdes en el pequeño pueblo de Anolaima, también era ciego. Esto no impidió que su negocio fuese lo suficientemente exitoso para sustentar a su familia ya que él era el único fabricante de ataúdes en el pueblo, pero cuando el sacerdote local se enteró del bautismo de Tulio, comenzó a hacerle la vida difícil a la familia Pedroza.

Primero declaró que los ataúdes “protestantes” de Tulio no eran “adecuados” para enterrar a los católicos, desde el púlpito, le dijo a los parroquianos que él no oficiaría ningún funeral usando un ataúd comprado al menonita. El negocio se vino a pique. Tulio sólo podía venderles ataúdes a amigos cercanos y a aquellos que ignoraban la declaración del sacerdote, aunque aún esos clientes se vieron forzados a viajar a los pueblos circundantes para tener sus servicios fúnebres, ya que el sacerdote local se rehusó a oficiarlos.

Luego el sacerdote hizo lo necesario para asegurarse que aún esas escasas ventas se terminaran. Conoció a un carpintero en otro pequeño pueblo, el sacerdote ayudó a conseguir una casa y las herramientas para este carpintero y lo convenció de mudarse a Anolaima para comenzar un negocio de competencia de fabricación de ataúdes. Después de la llegada de este nuevo competidor, Tulio ya no pudo pagar sus materiales. Se vio forzado a cerrar su negocio.

A pesar de no estar seguro de qué hacer después, Tulio nunca abandonó el amor y la decencia que aprendió imitando a su Señor. En vez de sentir recelo por el fabricante de ataúdes rival, se acercó a él para entablar amistad. Cuando el negocio del hombre ciego se desmoronó, le vendió sus herramientas a su competidor. Por medio de este gesto de benevolencia, ayudó a consolidar el negocio del hombre cuya presencia acabó con el suyo.

Tulio y su esposa hicieron todo lo posible para ganarse la vida, trataron de comenzar una panadería, una granja avícola y un negocio de fabricación de velas, pero con poco éxito. La experiencia de Tulio era la fabricación de ataúdes. Ninguno de estos negocios pudo proporcionar ingresos suficientes para sustentar a la familia. Tulio se desanimaba más con cada empresa que fracasaba, pero su fe le dio la fuerza para persistir.

Sus luchas se vieron agravadas por otros actos de persecución. Escribiendo poco después que Tulio perdiera su negocio de fabricación de ataúdes, el misionero menonita local Greald Stucky informó:

La persecución ha continuado. Los hijos de Tulio fueron humillados en la escuela pública, por ser protestantes, su propiedad y la vida de su familia se han visto continuamente amenazadas. Las personas que antes eran sus amigas ahora se rehúsan a hablarle en la calle; las tiendas se rehúsan a venderle; se ha convertido en un marginado por la causa de Cristo. A pesar de esto, Tulio continúa firme en la fe, confiando día a día en el Señor. No hay ningún rencor en su corazón por aquellos que le han causadotantas maldades. Continúa siendo testimonio de la luz que encontró en Cristo. Tulio es un testimonio viviente del poder del evangelio para combatir con el bien al mal.

En más de una ocasión la vida de Tulio fue amenazada por razones religiosas. Después de un encuentro realmente atemorizante, él y su esposa pasaron la noche en el refugio de una escuela menonita en un pueblo vecino llamado Cachipay.

Tulio murió en paz en 1964. El carpintero rival que había sido traído para destruir el negocio de los Pedraza donó el ataúd para el entierro de Tulio. A pesar de que el funeral fue un servicio menonita, el fabricante de ataúdes asistió al mismo, arriesgando su propia reputación en la comunidad para honrar a un hombre que le había mostrado un amor muy inusual, nacido de una profunda fe.

—Comunicado del Congreso Mundial Menonita. Proyecto “Somos Testigos” (The Bearing Witness Stories Project) (www.martyrstories.com) permite a las comunidades anabautistas a nivel mundial compartir sus historias del costo del discipulado de maneras que inspiran una mayor fidelidad a Jesucristo y fortalecen la unidad de la iglesia. Historias como las de Tulio del sitio web del Proyecto “Somos Testigos” y otras de historia fueron publicadas como un libro en 2016. Este fragmento es de Bearing Witness: Stories of Martyrdom and Costly Discipleship. Copyright © 2016 Plough Publishing House. Usado con permiso.

 

 

 

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