Al corriente: noviembre 1, 2023
Crecí en una congregación menonita en Argentina. Recuerdo las predicaciones y enseñanzas sobre el perdón y la reconciliación, tanto en la familia eclesial como también al relacionarme con personas fuera de la comunidad de fe.
También recuerdo situaciones de tensión e incluso el riesgo de división. Algunas de las preocupaciones incluían: opiniones divergentes sobre el uso de velos por las mujeres en el culto; participación en la política; y cómo abordar el tema de personas divorciadas que deseaban unirse o permanecer en la iglesia.
Más recientemente, los desafíos más difíciles que enfrentamos, tanto a nivel de la congregación como de la convención, incluyen quiénes pueden convertirse en ministros pastorales y cuán inclusivos deberíamos ser al recibir a nuevos miembros y al ocupar roles de liderazgo.
En situaciones conflictivas como las mencionadas anteriormente, siempre están presentes dos factores relacionados: por un lado, lo que es correcto o verdadero, que refleja y fomenta la fidelidad; y, por otro lado, el amor y la gracia que procuran la paz y fomentan la reconciliación y la construcción comunitaria.
El llamado a “profesar la verdad en el amor” (Efesios 4:15) integra muy bien los dos factores que intervienen.
Otro elemento constante de conflicto en la iglesia es el lugar de las Escrituras. Es indispensable la función de la interpretación bíblica en la búsqueda de la resolución, transformación de conflictos y sanación. En las Escrituras podemos encontrar reflexiones, inspiración y guía.
El resto de este artículo consiste en un estudio de caso bíblico. Se propone como modelo a considerar al reflexionar sobre los desafíos y oportunidades que presentan las situaciones de conflicto en nuestras iglesias hoy en día.
El concilio de Jerusalén como prototipo (Hechos 15:1-35)
Desde el principio, la iglesia ha tenido que practicar el discernimiento moral y espiritual. Es un proceso de interpretación en el que la experiencia humana es considerada y evaluada dentro de su contexto sociocultural y a la luz de las Escrituras.
Un testimonio claro y temprano de tal práctica se encuentra en el relato del concilio de Jerusalén en el libro de los Hechos. Repasémoslo, teniendo presente nuestra preocupación por los conflictos en la iglesia.
Los gentiles empiezan a ser seguidores de Cristo. ¡Un éxito de la misión! Sin embargo, al poco tiempo, los líderes de la iglesia tienen “una fuerte discusión” (2) sobre esta misma cuestión. Surgen nuevas preguntas sobre los requisitos para pertenecer a la iglesia como pueblo de Dios y, por tanto, para la propia salvación.
El conflicto a menudo termina en separación, incluso cisma y alienación. Sin embargo, los partícipes aquí eligen aprovechar el don del conflicto como una oportunidad para desafiar y enriquecer su imaginación teológica y espiritual.
Los líderes convocan una reunión. Pablo, Bernabé y otros tienen la oportunidad de contar su historia, mientras que algunos fariseos insisten en la necesidad de que los varones gentiles conversos sean circuncidados y guarden la ley de Moisés (5).
Se nos dice que esto preocupa y concierne a toda la iglesia (4, 12, 22).
Los líderes tienen un papel especial que desempeñar: Pedro y Santiago hablan de manera convincente, y los apóstoles y los ancianos toman decisiones importantes con el consentimiento de toda la iglesia (6, 22).
Aquellos que expresan su opinión vinculan el testimonio personal con la obra percibida del Espíritu Santo y las palabras de los Profetas (15-18).
De algún modo, el proceso de discernimiento se vive como guiado por el Espíritu y culmina en una decisión unánime. (25) El consejo reunido enviará a dos líderes –Judas y Sila – con una carta de acuerdo, como representantes especiales “ante los hermanos y hermanas que no son judíos y que viven en Antioquía, Siria y Cilicia” (23).
La carta aclara el alcance de las expectativas principales relativo a los gentiles de acuerdo con la ley mosaica (20, 29) y reafirma la obra de Pablo y Bernabé. La narración de Lucas también nos dice que los creyentes de Antioquía se regocijaron con la exhortación y fueron animados y fortalecidos por Judas y Silas (31-32).
En resumen, este texto ofrece una rica ilustración de la iglesia primitiva haciendo teología práctica mientras enfrentaba una situación difícil. Puede considerarse como un proceso hermenéutico de múltiples direcciones en aras del discernimiento pertinente y veraz y de la acción fiel. A continuación, se destacan algunas de las enseñanzas brindadas.
Algunas pautas a destacar
El discernimiento es como una conversación de múltiples direcciones: factores que van desde las historias de la gente y el contexto sociocultural, a las Escrituras y el Espíritu Santo, hasta las tradiciones y prácticas de la iglesia, todos interactúan brindando y, a la vez, recibiendo sus respectivas visiones. Al realizarse como una práctica espiritual necesaria y permanente, ¡constituye un proceso que nunca termina!
El discernimiento fiel frente al conflicto siempre requiere mucho tiempo y energía. Además, no todas las resoluciones tras un discernimiento cuidadoso son definitivas; algunas pueden revisarse e incluso revertirse (por ejemplo, la cuestión de comer cierta carne a la que se alude en la carta).
Es necesario que quienes lideran el proceso, desarrollen “los frutos del Espíritu” tales como humildad, paciencia, generosidad, esperanza, sabiduría y gracia. Deben demostrar el conocimiento necesario de la cultura, las enseñanzas de la iglesia y las Escrituras. Y también deben tener las habilidades necesarias para poder ocuparse de los partícipes y del proceso en sí.
Conflictos entre líderes (Hechos 15:36-41)
Siguiendo el relato de la resolución exitosa sobre cómo recibir a los gentiles en la iglesia, se nos comenta otro conflicto. Pablo y Bernabé se separan por causa de Juan Marcos. Repasemos los antecedentes de esta situación para tener claridad sobre la naturaleza del conflicto.
La iglesia predominantemente gentil de Antioquía, envía a Pablo y Bernabé, acompañados por Juan Marcos, en lo que se conocería luego como el primer viaje misionero de Pablo (46-48 d.C.).
Cuando llegan a Chipre, el procónsul romano Sergio Paulo llega a ser el primer alto funcionario del gobierno romano registrado como converso al cristianismo (Hechos 13:4-12). Los detalles proporcionados sirven para especular sobre motivaciones y sentimientos. A medida que examinemos la historia que se relata a continuación, nos tomaremos las libertades necesarias al procurar obtener conocimientos de la historia.
Desde Chipre navegan a Perge, en Panfilia (al sur de Turquía), donde Juan (Marcos) “los dejó y volvió a Jerusalén”. Esta referencia en Hechos 13:13 se convirtió probablemente en un hito importante en las vidas de Pablo, Bernabé y Juan Marcos.
Al parecer, Juan Marcos era el primo menor de Bernabé, hijo de su tía María, quien era la cabeza de una iglesia local en Jerusalén (Hechos 12:12).
No se nos dice directamente, pero tal vez se pueda inferir que María había sugerido que Marcos acompañara a su primo mayor Bernabé y a Pablo en el viaje misionero. Bernabé (“hijo de consolación” (Hechos 4:36, o el que anima a otros) tal vez persuadió a Pablo para que permitiera que el joven fuera con ellos para fortalecer la fe de Juan Marcos y aportarle experiencia como testigo y misionero.
No se nos dice por qué Marcos decide irse a casa. Tal vez sentía nostalgia o encontró demasiado exigente el ministerio riguroso. Pero se nos comenta de la acalorada discusión entre Pablo y Bernabé, precipitada por la salida de Marcos de la ciudad portuaria de Perga, capital de Panfilia.
Algún tiempo después, Pablo le dijo a Bernabé, “Vamos a visitar otra vez a los hermanos y hermanas en todas las ciudades donde hemos anunciado el mensaje del Señor [en el primer viaje misionero], para ver cómo están.
Bernabé quería llevar con ellos a Juan, también llamado Marcos. Pero a Pablo no le pareció conveniente llevar a quien los había abandonado en Panfilia y no los había acompañado en la labor. Fue tan serio el desacuerdo, que terminaron separándose. Bernabé se llevó a Marcos y se embarcó a Chipre, mientras que Pablo, eligió a Silas y partió, encomendado por los hermanos y hermanas a la gracia del Señor. [En este segundo viaje misionero 50-52 d.C.] pasó por Siria y Cilicia, fortaleciendo las iglesias. (Hechos 15:36-41).
Enseñanzas sobre la formación de líderes
La esperanza que Bernabé tenía en el potencial del joven Marcos y el aliento que dio a su primo, muestran un espíritu de discernimiento.
En el momento de la discusión, Pablo nunca podría haber imaginado que el joven aparentemente débil, algún día escribiría uno de los cuatro Evangelios. Además, según la tradición copta, Marcos finalmente viajó a través del Mediterráneo y fundó la Iglesia Copta en Egipto, el cuerpo cristiano de creyentes más antiguo del mundo.
Es interesante conectar la historia del conflicto con Bernabé con el relato de Pablo y Silas, habiendo llegado a Listra, en Turquía: “…donde encontró a un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente y de padre griego. Los hermanos de Listra y de Iconio hablaban bien de él. Pablo quiso que Timoteo lo acompañara, pero antes lo hizo circuncidar para que no se ofendieran los judíos que vivían en aquellos lugares, ya que todos sabían que el padre de Timoteo era griego”. (Hechos 16:1-3)
¿Pablo se habrá dado cuenta de la importancia de fomentar la fe en los jóvenes y de brindarles la experiencia de comunicar el evangelio? El joven Timoteo, guiado por Pablo, al igual que el joven Marcos, guiado por Bernabé, llegaría a ser uno de los discípulos más amados y fieles de Pablo.
En 60 d.C., cuando Pablo estaba en prisión en Cesarea, terminó su carta a la iglesia en Colosas, cerca de Éfeso: “Aristarco, mi compañero de cárcel, les manda saludos; y también Marcos, el primo de Bernabé”. (Colosenses 4:10). Parece que en algún momento de los años anteriores, Pablo se había reconciliado con Marcos (uno se pregunta si por sugerencia de Bernabé).
Parecería que más de diez años después de que Pablo y Bernabé tuvieran un serio conflicto que involucraba a Marcos, ahora Pablo puede escribirle a su propio discípulo Timoteo: “Solamente Lucas está conmigo. Busca a Marcos y tráelo contigo, porque me es de ayuda en mi ministerio”. (2 Timoteo 4:11)
Marcos me es de ayuda en mi ministerio. ¿Podemos suponer que Bernabé, el “hijo de consolación”, ¿vivió para ver el fruto de su ministerio con su joven primo Marcos? Independientemente de eso, la fe y el aliento de Bernabé, tanto en su primo Marcos como en el apóstol Pablo, podrían haber alterado el curso de la historia.
Quizás esos tres seguidores de Jesús representen la promesa cumplida de segundas oportunidades, redención, perdón y reconciliación. Siendo ese el caso, la historia de la separación nos invita a resaltar algunas implicaciones.
- A veces la separación es inevitable, o incluso aconsejable, para evitar mayores conflictos. Sin embargo, la decisión de separarse unos de otros, aunque agria en la actualidad, puede transformarse en el futuro.
- La separación y la división no tienen por qué ser permanentes. La esperanza de una mayor comprensión y reencuentro en el futuro está siempre presente.
- Es posible que Bernabé llegara a ser mentor de Juan Marcos. En cualquier caso, se nos recuerda que es necesario cuidar así a los futuros líderes más jóvenes de la iglesia. Y ello siempre requiere compromiso, paciencia, voluntad de asumir riesgos y una generosa inversión de tiempo y energía.
- La historia también sugiere que hay un lugar especial para el ministerio de la mediación. Y, por supuesto, dicho ministerio depende de la confianza y la buena voluntad de las partes interesadas. Bernabé podría haber desempeñado un papel mediador entre Pablo y Juan/Marcos. (¡Curiosamente, la carta de Pablo a Filemón también puede interpretarse como documentando la obra mediadora del primero entre el segundo y Onésimo!).
Al comienzo de este artículo, se destaca la afirmación de que dos factores relacionados siempre están presentes en situaciones de conflicto, como las analizadas en nuestro estudio de caso de Hechos 15: lo que es correcto o verdadero, que refleja y fomenta la fidelidad; y, el amor y la gracia que procura la paz y fomenta la reconciliación y la construcción de comunidad. El Salmo 85:10-11 alude a esa conexión inseparable y resume maravillosamente una visión de shalom en pos de la transformación y sanación de conflictos: El amor y la verdad se darán cita, la paz y la justicia se besarán, la verdad brotará de la tierra y la justicia mirará desde el cielo. ¡Qué así sea!
Finalmente, en nuestra lectura imaginativa, ¿es justo proyectar que la “reunificación” de Pablo y Juan Marcos fue posible, no porque uno prevaleciera por haber tenido razón, sino porque ambos continuaron creciendo y aprendiendo mejores maneras a partir de experiencias pasadas?
—Daniel Schipani, pastor ordenado de la Iglesia Menonita USA y miembro de la Iglesia Menonita de Belmont, Elkhart, Indiana, EE.UU. Su esposa Margaret y él tienen dos hijos adultos y tres nietos. Con un doctorado en Psicología y un postdoctorado en Teología Práctica, es profesor emérito del Seminario Bíblico Anabautista Menonita y profesor asociado del Seminario Teológico McCormick y del Seminario Teológico de San Francisco. Es autor de varios libros sobre educación, cuidado pastoral, orientación pastoral y teología práctica.
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