El poder en el liderazgo de la iglesia

En busca de un compromiso común para edificar juntos la iglesia

Como comunión mundial de iglesias afines al anabautismo, compartimos el común compromiso de edificar juntos la iglesia. A la vez, reconocemos que la iglesia necesita líderes que se hagan responsables de guiar el rebaño. En medio de esta similitud, reconocemos que el poder se ejerce de diferentes maneras en diversos contextos del liderazgo de la iglesia. 

 

No así con nosotros (Kyong-Jung Kim, Corea del Sur)

Quizá algunos preguntarán: ¿por qué estas personas de ideas afines tendrían que abandonar sus iglesias de origen e iniciar un nuevo movimiento de la iglesia? Mientras que muchas cuestiones produjeron divisiones, una de las cuestiones clave –quizá el factor más decisivo– era cómo interpretaban la propia naturaleza de la iglesia.

Para ellos, la iglesia no era una denominación institucionalizada, que en sí misma genera una estructura de poder inevitablemente desigual. En cambio, concebían la iglesia como el cuerpo de Cristo, donde el poder se comparte igualitariamente entre hermanas y hermanos.

 

¿Maldición o bendición? (Doris Dube, Zimbabwe)

Por tal motivo, he experimentado tantos estilos de liderazgo como número de líderes que me han ministrado. Desde mi postura como una hermana más, todos los líderes tienen poder y el poder del liderazgo puede ser positivo o negativo. Los líderes –que son seres humanos falibles– marcan la tónica en aquellos que les siguen por la manera que ejercen el poder.

 

Más allá de la dominación y el control (Drew G. I. Hart, EE.UU.)

Debemos considerar por qué la iglesia estadounidense –incluyendo el anabautismo– no ha tenido la capacidad de entender el hecho de que el racismo es, en gran medida, un asunto teológico y del discipulado, aquejado por el despliegue de poder en la iglesia, e inconscientemente justificado por una mirada racial.

 

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