Niños y niñas sueñan en paz

Desde que se inició en Europa, el movimiento anabautista ha tenido una identidad migrante. El fundamento teológico que le dio vida se entrecruza con la realidad migrante del mundo actual, presentando desafíos para la labor misionera, pastoral y social de nuestra familia anabautista mundial.

El poeta brasileño Carlos Drummond de Andrade nos ha dejado un bello poema*, con el cual deseamos iniciar y conducir estas breves reflexiones:

“...Camino por un camino
que pasa por muchos países...
Yo preparo una canción,
que despierte a mujeres y hombres
y que haga soñar en paz a niños y niñas.”

*Traducción libre de Jaime al español del poema original en portugués.

Jesús el migrante perenne

Carlos Drummond de Andrade clama a los cuatro puntos del universo, diciendo: “Camino por un camino (…)”. Sus palabras nos recuerdan la poesía nahúalt de Mesoamérica, en que el poeta se ve a sí mismo caminando, permitiendo que la luz de quien tiende flores blancas y rojas, ilumine su camino.

El primer verso: “Camino por un camino”, nos recuerda de inmediato también, la poesía y la vida de Jesús en relación al camino. Pues Jesús se nos presenta en los cuatro Evangelios como el “migrante perenne” cuyo mensaje, vida y misión se encuentran siempre en el camino.

El evangelio de Mateo nos describe una escena común a muchos migrantes en Centroamérica: Jesús, María y José regresando a Nazareth con miedo, de hurtadillas, del exilio en Egipto, después de la muerte del emperador Herodes (Mateo 2,13–18).

La vida pública de Jesús se desarrolló en el camino al recorrer las ciudades y aldeas, predicando el evangelio del Reino, y curando toda enfermedad y toda dolencia (Mateo 9,35). Él cruzó los caminos de Samaria y traspasó las culturas judías, siro-fenicias, griegas y romanas, llevando pan, vida y paz. Haciéndose a sí mismo el camino, reveló el Camino: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14,6).

Su muerte ocurrió en Jerusalén, después de enfrentarse a las autoridades políticas y religiosas judías del templo, y de ser llevado a juicio ante Poncio Pilatos. Después de su pasión y muerte, Jesús resucitado aparece caminando con los discípulos en Emaús para confortarles y explicarles las Sagradas Escrituras.

El surgimiento migrante de las comunidades anabautista-menonitas

Esa frase poética puede bien resumir la experiencia migratoria que ha caracterizado el surgimiento y la identidad de las comunidades anabautista-menonitas desde el siglo XVI. Estas comunidades se formaron con el modelo del camino que presentó Jesucristo, y tomando el ejemplo de los primeros seguidores y seguidoras de Jesús en Hechos 9,2, se autodenominaron como “los del camino”.

En medio de la corrupción de la cristiandad medieval del siglo XVI ‒que mantenía prisionero el cuerpo y el espíritu de campesinos, campesinas, textileras y mineros‒, se concretó el testimonio renovador de anabautistas y reformadores radicales.

Seguidores y discípulas de Jesús se vieron estremecidos por la experiencia del Espíritu Santo, que les hizo salir del temor provocado por las fuerzas del mal, el poder romano de Poncio Pilatos y de las autoridades religiosas y políticas de los fariseos, que dieron muerte a su maestro Jesús.

La experiencia del Espíritu Santo gestó las primeras comunidades anabautistas, que se formaron en el sur de Alemania, Suiza, Austria, Tirol y en los Países Bajos. La lectura de las Sagradas Escrituras de los reformadores Calvino, Lutero, Melanchton y Zwinglio resaltan el evangelio de la gracia y tuvo gran impacto entre los anabautistas. Pero lo propio y característico de anabautistas y menonitas fue el seguimiento de Jesús a través de la experiencia confortadora del Espíritu Santo.

El carácter migrante de los anabautistas se gesta en la decisión de imitar a Jesucristo. Históricamente hablando, las comunidades anabautista-menonitas del siglo XVI hicieron suyas las palabras del poeta, migrando por innumerables caminos, siguiendo el ejemplo de su maestro Jesús, anunciando shalom (la paz) y el evangelio del Reino, y creando comunidad solidaria con pobres, campesinos y migrantes.

Expansión migratoria del anabautismo en el mundo

El surco migratorio de familias anabautistas y menonitas de origen europeo continuó hacia América Latina. Encontramos grandes y medianos desplazamientos, que incluyen familias enteras de menonitas de origen europeo, quienes se han desplazado hacia México (1922–1926), Paraguay (1926–1958), Brasil (1930–1958) y Uruguay (1948–1959). Desde 1953 Bolivia se ha convertido en lugar de migración para colonias menonitas de origen europeo.

En Asia como en África no podemos hablar de migraciones de grupos étnicos anabautistas de origen europeo, como los descritos para el caso de América Latina, donde el espacio geográfico sirvió para el asentamiento de colonias menonitas. Sin embargo, podemos afirmar que los ideales anabautistas, el mensaje de Jesucristo, la conformación de iglesias y los servicios de paz germinaron en el contexto de los poderes coloniales europeos y norteamericanos; también migraron a Asia, África y América Latina a través de juntas misioneras y organismos como el Comité Central Menonita.

Ya fuese que la migración anabautista se realizara a través de desplazamientos masivos o medianos de familias étnicas de origen europeo, o por el envío de matrimonios de misioneros, las comunidades, iglesias, familias y los movimientos menonita-anabautistas se expandieron, recorriendo muchos caminos y pasando por fronteras y países del mundo entero.

Las canciones del migrante

Y nos remite a la realidad de los migrantes del mundo actual. Un total de unos 250 millones de personas, es decir el 3,4 por ciento de la población mundial está constituida por migrantes que cruzan las fronteras de sus países, huyen de las injusticias y la violencia, escapan de la muerte, en procura de trabajo para mejorar su situación económica y llevar sustento a sus familias pobres, o en busca de mayor tolerancia religiosa. Todo ello a fin de encontrar mejores oportunidades sociales y esperanzas de vida lejos de su patria.

Se trata de los desplazamientos de un país a otro, como el caso de los migrantes venezolanos a Brasil y Colombia, a causa de la crisis política y económica que atraviesa su país. El caso dramático de miles de hondureños, guatemaltecos, salvadoreños y mexicanos, quienes procuran cruzar la frontera y el muro en México, huyendo de la violencia en sus países, en busca del “sueño americano”. De las migraciones masivas de africanos agobiados por las sequías, la violencia, y el hambre en sus países, desplazándose de sus fronteras y procurando refugio en Europa, Estados Unidos y otros continentes. En todo este drama humano, las familias, mujeres, niñas y niños sufren tremendas situaciones de injusticia e indignación.

La dura realidad que viven millones de migrantes en el mundo, ha hecho que sean objeto constante de las noticias nacionales e internacionales. Poemas y canciones con ritmos populares, africanos, latinoamericanos, asiáticos e hispánicos están despertando a mujeres y hombres sobre la situación del migrante.

El verso final del poema de Carlos Drummond de Andrade pone el acento en el elemento utópico de la canción migrante que “hace soñar a los niños y las niñas en paz”. Y nos hace pensar en la figura materna de Dios, que el profeta Isaías utilizó refiriéndose al exilio del pueblo judío en Babilonia. Dios aparece como mujer en parto, diciendo:

“El Señor me abandonó, mi Dios se olvidó de mí.

Pero, ¿acaso una madre olvida o deja de amar a su propio hijo?

Pero, aunque ella lo olvide, yo no te olvidaré” (Isaías 49,14–15)."

Las preguntas decisivas son: ¿Cómo contribuiremos desde las iglesias para ofrecer un futuro mejor a los migrantes, sus niños y niñas? ¿Será posible que podamos imitar y seguir a Jesús en el camino de los migrantes? ¿Permitiremos la unción de su Santo Espíritu para crear y cantar canciones a las niñas y niños migrantes, que les permita soñar en paz?

Conclusiones: recomendaciones pastorales

Las enseñanzas de Jesús, las experiencias migratorias de nuestra tradición anabautista-menonita y los cantos del migrante, deben entonces llevarnos a la acción pastoral.

Las iglesias anabautistas en Centroamérica, Latinoamérica, América del Norte, Europa, África y Asia, el Congreso Mundial Menonita, el Comité Central Menonita, todas las instituciones de educación y de servicio social anabautistas, debemos orar, reflexionar y tomar acciones concretas sobre la realidad migratoria de nuestros países y la región donde vivimos.

  • Fortalecer la reflexión teológica y pastoral sobre el tema de las migraciones.
  • Avivar la reflexión en nuestras iglesias sobre los derechos de los migrantes y las motivaciones políticas, económicas, sociales de las migraciones.
  • Ofrecer espacios de amistad, apoyo psicológico-espiritual, ayuda y hermandad a los migrantes que visitan nuestras iglesias.
  • Separar ofrendas en nuestras iglesias para financiar proyectos de apoyo a migrantes.
  • Poner especial atención en la salud, alimentación, bienestar y educación de niños y niñas migrantes.
  • Acompañar espiritualmente a los migrantes.
  • Entrar en contacto con otras organizaciones internacionales, gubernamentales y no gubernamentales que están trabajando en el tema migratorio. 
  • Estudiar, planificar, desarrollar y evaluar actividades y proyectos en torno a la migración junto con entidades y otras organizaciones eclesiales afines a este trabajo pastoral.
  • Poner las reflexiones y proyectos sobre temas migratorios a disposición de iglesias en otros continentes, a fin de enriquecer la experiencia internacional y la tarea pastoral con migrantes.
  • Recrear con cantos, relatos, juegos y risas la vida de niños y niñas migrantes

El tema migratorio nos hace meditar que Dios se presentó en la Torá y otros libros del Antiguo Testamento, como el Dios de los pobres, de los huérfanos, de las viudas y de los extranjeros. El Nuevo Testamento nos remite a las palabras de juicio y promesa de Jesús en Mateo 25,34-36: Vengan ustedes, los que han sido bendecidos por mi Padre; reciban el reino que está preparado para ustedes desde que Dios hizo el mundo. Pues tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; anduve como forastero, y me dieron alojamiento. Estuve sin ropa, y ustedes me la dieron; estuve enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a verme”.

— Jaime Adrián Prieto Valladares, historiador menonita y líder eclesial de la Asociación Iglesias Cristianas Menonitas de Costa Rica. Disertó en Renovación 2027, En pos de la justicia: migración en la historia anabautista-menonita, en San Rafael de Heredia, Costa Rica, el 6 de abril de 2019. Este artículo es una adaptación de su presentación.

 

Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2019.

Comentarios