Cumbres de los Hermanos en Cristo promueven unidad en la diversidad regional

Kitchener, Ontario, Canadá – “Qué puede hacer Ud. por su lugar en el mundo?”, es el interrogante que plantean los líderes de la Asociación Internacional de Hermanos en Cristo (IBICA) por todo el mundo en diversas cumbres nacionales.

Dichas cumbres se iniciaron en 2011, y han reunido a un grupo diverso de líderes de la Iglesia de los Hermanos en Cristo a fin de establecer un diálogo sobre identidad, teología y ministerio.

La primera cumbre se realizó en Biratnagar, Nepal, en 2011, congregando a líderes de los Hermanos en Cristo de la India y Nepal. En la segunda cumbre realizada en Pretoria, Sudáfrica, en junio de 2013, se reunieron líderes de seis países de todo el continente africano. Y en la cumbre más reciente –que tuvo lugar en San José, Costa Rica, en diciembre de 2013– se congregaron líderes provenientes de ocho países. Fue la primera reunión de su tipo de los Hermanos en Cristo de América Latina.

IBICA, entidad que auspicia las cumbres, es miembro asociado del Congreso Mundial Menonita. Muchos de los participantes de cada cumbre son líderes de iglesias miembros del CMM.

Elaborar una ‘visión mutuamente beneficiosa’

En cada cumbre, los coordinadores solicitaban a los participantes que propusieran maneras de compartir y colaborar con las iglesias hermanas de su región continental.

“El objetivo de cada una de estas cumbres ha sido impulsar el diálogo referente a una visión mutuamente beneficiosa para las regiones del mundo de donde provienen dichos líderes”, manifestó  Don McNiven, director ejecutivo de IBICA.

McNiven agregó que, para tal fin, los líderes deben primero consolidar los vínculos unos con otros. En consecuencia, cada cumbre dispuso el tiempo necesario para conversar y fraternizar.

McNiven comunica que durante las sesiones, “los líderes oraban unos por otros, compartiendo lo que el Señor estaba haciendo y los desafíos que enfrentaba cada iglesia”. Comentó que muchos participantes se sorprendían al saber que las iglesias de países vecinos enfrentaban los mismos desafíos, y las mismas bendiciones también.

Al tomar conocimiento de esto, McNiven señalaba que “surgía la siguiente pregunta: ¿qué hacemos como Hermanos en Cristo? No como zambianos o sudafricanos o kenianos, sino como hermanos y hermanas en Cristo?”

Hermandad y unidad a través de líneas divisorias

En cada cumbre, los participantes confraternizaban, y se fortalecía la unidad como familia mundial de los Hermanos en Cristo. McNiven destacaba que esto era un hecho positivo, dados los diversos contextos culturales de las distintas regiones continentales.

Además, para los participantes de África y América Latina  las cumbres fueron una experiencia completamente nueva. Nunca evento alguno había reunido a líderes eclesiales y pastores de tal manera. A los participantes les entusiasmaba la oportunidad de conectarse y consolidar sus vínculos pese a las diferencias.

Danisa Ndlovu, Obispo de Ibandla Labazalwane Kukristu e-Zimbabwe (Iglesia de los Hermanos en Cristo de Zimbabwe) y presidente del CMM, participó de la cumbre africana. Danisa señalaba que, “descubrimos que aunque proveníamos de diferentes países, contextos culturales, y experiencias políticas y socioeconómicas, nos unía nuestra fe y práctica como Hermanos en Cristo”.

Ndlovu agrega que, “la reunión fortaleció la unidad y determinación de vivir nuestra fe y convicciones a la luz de la Palabra. Todos coincidimos en la necesidad de proteger afanosamente nuestra identidad como Hermanos en Cristo, tal como se expresa en nuestros valores fundamentales”.

Alex Alvarado, pastor de Ciudad de Dios (San José, Costa Rica) y coordinador regional de América Central para Misiones del Mundo (World Missions, BICWM) de  los Hermanos en Cristo (EE.UU.) destacó que la cumbre de América Latina fue un “evento histórico” para los pastores de dicha región.

“Había un vacío en la identidad, comunicación y vínculos con los Hermanos en Cristo”, manifestó, y esto decepcionaba a algunos pastores”, señalaba en un informe presentado después del evento. “Para algunos, la Cumbre fue el primer contacto con el ADN de los Hermanos en Cristo. Descubrieron aspectos de la (identidad) de los Hermanos en Cristo que les eran desconocidos. Llevaron de regreso a sus países de origen las enseñanzas, recursos y contactos, que serían como una semilla que daría fruto a su debido tiempo. Fue increíble ver la alegría, la unidad y los objetivos que se lograron a raíz de la reunión”, concluyó.

Agrega que, como resultado de la cumbre de la Iglesia de los Hermanos en Cristo, los líderes de América Central se han comprometido a reunirse anualmente.

Superar la relación padre-hijo

Además de facilitar los contactos multiculturales y elaborar una visión para el ministerio del futuro, dichas cumbres también se centraron en el tema crucial de la autosustentabilidad. Muchas de estas convenciones nacionales de los Hermanos en Cristo han existido por más de un siglo, mientras que otras son nuevas. No obstante, el diálogo en cada cumbre se centró en la manera en que todas las convenciones pudieran colaborar en el fortalecimiento de sus ministerios sin depender del apoyo del Norte global.

“Aprendimos que era nuestra responsabilidad como líderes de la iglesia guiar a los miembros a que evitaran el síndrome de la dependencia”, expresó Ndlovu. “Nos animamos mutuamente a ayudar a las iglesias a desarrollar iniciativas locales que resultaran en una mayor independencia.”

Chris Sharp, director ejecutivo de BICWM, participó de cada una de las cumbres, y siente que estas conversaciones son muy alentadoras. “BICWM comenzó a invertir en estas regiones hace más de cien años”, comentó. “Actualmente, muchos de los países han establecido sus convenciones nacionales, constituyéndose en organismos propios de envío de personal misionero. BICWM anhela que estas iglesias crezcan como convenciones plenas, logrando alcanzar la autosustentabilidad, y luego desarrollarse al  extenderse mundialmente.”

IBICA tiene metas similares, comenta McNiven. “Nuestro objetivo es ayudar a las Iglesias a superar la relación padre-hijo de la primera etapa. IBICA procura hacerlo al facilitar la coparticipación colectiva, exactamente lo que estas cumbres se proponen.”

Sin embargo, la independencia no implica un individualismo a ultranza, afirma Ndlovu. “Es necesario que los líderes intercambien ideas y opiniones de tanto en tanto para poder crecer juntos. Nuestras convenciones nuevas, tal como las de Mozambique, Kenia y Sudáfrica, necesitan el apoyo de las convenciones más antiguas mientras se van afianzando a través de un liderazgo joven.”

Ndlovu recuerda una parábola convincente compartida en la cumbre africana sobre una vaca muy valorada por una aldea ya que le proveía leche y otras cosas esenciales. Esto duró mucho tiempo hasta que un misionero y su asistente llegaron a la aldea y tiraron la vaca por un precipicio, produciéndole la muerte.

Si bien la experiencia pudo haber sido dolorosa, le brindó a la aldea la posibilidad de considerar otras maneras de mantenerse que no fueran con la vaca. La aldea estaba maravillada por las ideas que surgían, y asombrada porque por mucho tiempo habían sido prisioneros de sí mismos al considerar la vaca como su único medio de sustento.

“El mensaje de la historia era clarísimo para todos los participantes”, concluyó. “El síndrome de dependencia puede matar las iniciativas. Nuestras convenciones deben rehuirlo, y darse cuenta de que es posible ser autosuficientes. No debemos considerar que las iglesias del Norte global constituyen la única vaca que nos proveerá leche para siempre. Debemos tener fe en Dios y en nosotros mismos, reconociendo los recursos propios con los que contamos.”

– Devin Manzullo-Thomas  

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