Salud mental: manejar el estrés

¿Cómo debería la iglesia plantearse la salud mental?

 Nuestro estado mental está conectado al cuerpo y al espíritu, y por tanto, podemos padecer de mala salud mental. En esta sección de Perspectivas, líderes y profesionales de la salud de las congregaciones afines al anabautismo de todo el mundo, abordan el rol de la iglesia en el cuidado de la salud mental de sus miembros.

Salud mental: manejar el estrés

El estrés es un grave problema en Japón; cuando alguien se enferma física o mentalmente, solemos decir que es por estrés. Cuando más sentimos estrés es en las interacciones interpersonales: con compañeros de trabajo, miembros de la familia o incluso miembros de la iglesia. Cuando esto sucede, perdemos la paz interior. En tal sentido, es importante “manejar el estrés”. Es necesario que aprendamos a manejar nuestro estrés para crear la paz interior.

El estrés no sólo causa enfermedades mentales sino también enfermedades físicas, porque nuestro cuerpo y mente están conectados entre sí. Asimismo, si tenemos una enfermedad física, nuestro estado mental también se puede debilitar.

Mente y cuerpo están conectados

Por tanto, cuando pensamos en la salud mental es importante que recordemos que cuerpo y mente no están separados. Aunque se suele entender el estrés como algo que sentimos mentalmente, nuestro cuerpo es el primero en reaccionar al estrés.

Imaginen que sientan estrés. Los músculos de algunas partes del cuerpo se tensionarían y endurecerían. Es necesario que sepamos cómo relajarnos. Quisiera darle un vistazo a las “emociones” y a los “límites de la relación”, a fin de liberarnos del estrés, enfocándonos en el cuerpo y la mente.

Primero, el tema clave es “sentir”, es decir, las emociones, sobre todo las emociones negativas. Cuando surge un conflicto en una relación, es probable que sintamos estrés, con sentimientos negativos hacia otras personas. Cuando tenemos sentimientos negativos, nos sentimos mal e incluso culpables porque se supone que, especialmente si somos cristianos, debemos ser buenos, simpáticos, amables, etcétera. Perdemos la paz interior.

De algún modo, necesitamos controlar o renunciar a los sentimientos negativos. Es difícil y puede llevar mucho tiempo, pero primero es necesario que tomemos conciencia y reconozcamos que como seres humanos tenemos sentimientos negativos. Luego, necesitamos aprender a lidiar con ellos.

Meditar y mover el cuerpo –hacer ejercicio, bailar, caminar y así sucesivamente– son maneras de liberar nuestras emociones. Mi esposo y yo practicamos aikido. Este arte marcial japonés se creó como autodefensa; sin embargo, lo practicamos para entrenarnos mentalmente. Para mí, es más fácil meditar mientras muevo el cuerpo, practicando aikido o caminando. Y como especialista en quiropraxia, creo que es beneficioso cuidar físicamente nuestro cuerpo. Cuando el cuerpo está relajado, nuestra mente está relajada. El cuerpo influye en la mente.

El poder de la confesión

El desafío que representa para los cristianos asumir los sentimientos negativos, se debe probablemente a la dificultad de reconocer el hecho de que los tenemos. Porque significa que no tenemos paz con nosotros mismos o con los demás. Si tenemos la posibilidad de reunirnos periódicamente con amigos en espíritu para compartir y orar juntos, ésta sería una manera maravillosa de superar estos sentimientos y reducir el estrés.

Como comunidad cristiana, es necesario crear un espacio seguro para confesar nuestros sentimientos negativos y elevarlos a la Luz de Dios. Quisiera realizar un retiro silencioso con mi congregación, que diera lugar a una profunda introspección, para luego compartir y orar.

Otro tema clave son los límites de la relación. Necesitamos aprender a tener límites saludables. A los japoneses les cuesta decir que “no”. Esto es estresante. Como queremos mantener la paz o la armonía con

los demás, muchas veces dudamos en decir que “no”. Veo los problemas que causan los límites poco saludables en las iglesias.

Coordino un grupo de personas que quisiera aprender sobre los límites. Para ello, estudiamos un libro titulado, “Límites: cuándo decir que sí, cuándo decir que no, para asumir el control de tu vida” (Boundaries: When to Say Yes, When to Say No To Take Control of Your Life) por el Dr. Henry Cloud y el Dr. John Townsend. También estamos viendo historias bíblicas que se refieren a los límites; es bueno saber que Dios plantea la cuestión de los límites en la Biblia.

He descubierto que el aikido es otra manera de aprender sobre los límites. Maai, espacio y momento oportuno en relación a los demás, es importante en las artes marciales japonesas. Logramos el sentido del maai en dicha práctica. Y ai en aiki significa momento oportuno y conexión; ki es una energía en nuestro cuerpo. Tenemos que conectarnos con el oponente a través del ki. El oponente no es un enemigo sino que se convierte en parte de mí. Podremos derribar a nuestro oponente únicamente si estamos conectados y llegamos a ser uno. Este sentido del momento oportuno, del espacio y de la interconexión, serían convenientes para nuestra relación con los demás.

Creo que es útil aprender a lidiar con el estrés a fin de crear paz interior para la salud mental. Descubrí que meditar y mover el cuerpo servían para abordar los sentimientos negativos y aprender sobre límites.

—Miwako Katano, miembro de la Iglesia Menonita, Sapporo, Japón.

Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en abril de 2017

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