Caminantes en el “camino de los inmigrantes” imitan a Jesús

“Nuestra historia anabautista está intrínsecamente ligada a la migración así como lo está nuestra historia cristiana”, afirma Saulo Padilla, Coordinador de Educación sobre procesos de inmigración para el Comité Central Menonita (CCM) en Estados Unidos. “Debemos seguir desafiando las narrativas que nos separan, que construyen fronteras y nos invitan  a deshumanizar a otros.”

Varios anabautistas-menonitas participaron en la14ª caminata por el “camino de los inmigrantes”, la cual  se realizó del 29 de mayo al 4 de junio de 2017, una caminata de solidaridad de 121 kilómetros (75-milllas) desde Sasabe, Sonora, México, hasta Tucson, Arizona, EE.UU, donde se aprecian los senderos por los que viajan los inmigrantes para cruzar la frontera.

Respeto a las personas

Unas 7.000 personas han muerto en este camino, de los cuales 1.000 no han sido identificados. “[Este peregrinaje] nos permite honrar aquellas vidas y acompañar a las familias que no pudieron dar un entierro apropiado a sus seres queridos”, dice Padilla.

“Como anabautistas y cristianos, creemos que cada persona es creada a imagen de Dios y merece ser respetada”, afirma.

Por siete días, unos 50 participantes caminaron 20–25 kilómetros al día, comiendo alimentos suministrados por voluntarios de apoyo y durmiendo a la intemperie. Los vehículos de acompañamiento proporcionan agua y soporte en temas logísticos, además de transportar los suministros.

Por qué caminan

“Como Hermanos Menonitas, trabajamos por la justicia”, explica David Bonilla quien trabaja con los programas de inmigración denominados “Café Justo”, socios del CCM en México. Bonilla se unió a la caminata para apoyar a las personas vulnerables, “Jesús nos enseñó esto, nosotros somos sus imitadores”.

Como participante de la caminata por séptima vez, el compromiso de Padilla con esta iniciativa proviene en parte de su experiencia personal como inmigrante. Nacido en Guatemala, Padilla vivió como refugiado político en México antes de migrar a Canadá en 1986.

Jonathan Ziegler, miembro del Círculo de Esperanza, una congregación de los Hermanos en Cristo en Filadelfia, Pennsylvania, EE.UU, fue atraído a caminar por el “camino de los inmigrantes” porque como anabautista, cree que los estados-nación y las fronteras son “intrínsecamente violentas, creo en la paz radical que deshace la opresión que causan”.

Para Sara Ritchie-Helmuth, Coordinadora de Connecting Peoples del CCM en Guatemala, la caminata fue parte de un viaje más largo, para aprender sobre “el sueño americano” como parte de la historia, además de conocer personas que persiguen ese sueño hoy en día.

“Entendí por qué los inmigrantes dejan sus países además de las dificultades que atraviesan cuando llegan a la llamada Tierra Prometida, asimismo, quería entender lo que ocurre en ese recorrido”, explica.

“Sin embargo, nunca entenderé por completo esas luchas porque no podré dejar de lado el privilegio que se me ha otorgado”. Los participantes de la caminata tienen la seguridad de un pasaporte, la camaradería de un grupo y la confianza de un tratamiento decente de parte de los guardias fronterizos.  

Lecciones en el camino

“La pérdida de dinero en la patrulla fronteriza” generó frustración en Ziegler, pero al poder mantener una relación amigable y respetuosa con ellos, los policías, comenzó a tener consideración por la policía en su ciudad. “¿Cómo podemos hacer frente a las expresiones de poder mientras que amamos a nuestros enemigos [en nuestro sitio de origen] de manera que puedan ser  transformados?”

“Dios estuvo presente en momentos específicos y grandiosos”, en medio de sus compañeros de caminata y del paisaje, expresa Ritchie-Helmuth.  Como una simple flor que descubrió creciendo en el desierto, “la bondad de Dios se extiende a lugares inverosímiles, desolados y desérticos; a veces, esa bondad es un poco más difícil de encontrar.”

Padilla cita la invitación que se encuentra en Hebreos 13,1 acerca de brindar hospitalidad a los extranjeros. “Este tipo de hospitalidad ha sido lentamente empañada por las narrativas de la sociedad sobre el peligro de recibir a los extranjeros”, afirma. “Sin embargo, debemos continuar dando la bienvenida a los extranjeros como si fuera Dios el que siempre estuviera tocando a la puerta”.

“¿No nos trataríamos muy diferente si alguien pudiera ser Dios?”

—Un comunicado del Congreso Mundial Menonita escrito por Danielle Gonzales y Karla Braun

 

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